Soy submarinista desde mucho antes de ser bióloga. No hay nada que me guste más que bucear, y de las numerosas observaciones hechas durante mis primeros años de buceo proviene mi interés por las comunidades de invertebrados marinos y por su biología y ecología.
Mis primeros estudios fueron sobre la meiofauna de algas fotófilas, y mi tesis doctoral la hice sobre las comunidades de fondos blandos del delta del Ebro (Tarragona, España), dedicándome especialmente a la taxonomía de los nematodos marinos, el grupo más importante del meiobentos. Me han interesado las diferentes interacciones que tienen lugar en estos fondos blandos entre la meiofauna y la macrofauna, especialmente en áreas sometidas a diferentes tipos de perturbaciones, normalmente de origen antropogénico. Estos estudios me han permitido hacer unas cuantas campañas en barcos oceanográficos, uno de los aspectos que más me gusta de la investigación marina. En uno de estos barcos, el BIO Hespérides, he hecho dos campañas en la Antártida, en el marco del proyecto Bentart.
Mi investigación actual está centrada en las comunidades litorales marinas, especialmente en las poblaciones de equinodermos mediterráneos, como es el caso de los equinoideos Paracentrotus lividus y Arbacia lixula, y de los asteroideos Echinaster sepositus y Coscinasterias tenuispina. Con la ayuda de diversos proyectos financiados, hemos trabajado muchos aspectos de su biología, ecología, filogeografía y estructura poblacional, utilizando las herramientas genéticas como parte fundamental de nuestra investigación.
Conocer los fondos marinos de diferentes lugares del mundo ha hecho que sea más consciente de la necesidad de respetar y proteger el medio marino, y esto tan solo se puede hacer teniendo un conocimiento exhaustivo de las comunidades que lo forman y de sus interacciones. Determinar las posibles alteraciones del medio y colaborar en la conservación de las especies bentónicas será uno de los puntos prioritarios en mis investigaciones futuras.
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