Ir al colegio en bicicleta y virar hacia medios de transporte que sean menos contaminantes es una propuesta de futuro que empieza en la infancia. El Bicibús es una iniciativa presente en toda la ciudad de Barcelona que se ha convertido en un referente de éxito a nivel mundial.
Montse Gironès y Alicia de los Llanos
“Vamos todos en bici juntos, no contaminamos y me gusta mucho”, dice Elena, una niña rubia con casco sentada sobre su propia bicicleta. Es viernes y son las 08:30 de la mañana en la plaza Conxa Pérez del barrio de Sant Antoni de Barcelona. Elena no está sola. La rodean unas cincuenta personas. Todos niñas y niños que junto a sus padres esperan la hora de salida para iniciar su ruta hacia la escuela. Están listos para despegar. El Bicibús es una iniciativa que busca fomentar el uso de las bicicletas como medio de transporte que sustituya los autobuses. La primera ruta que apareció en Catalunya fue en el municipio de Vic en el año 2020. Allí, 250 niños pedalean cada viernes hacia nueve escuelas de la comarca de Osona. Desde entonces la iniciativa se fue extendiendo más allá de las fronteras de la autonomía catalana, pues también ha sido un éxito en el municipio madrileño de Las Rozas y hasta en la ciudad alemana de Frankfurt.
Barcelona inició este año escolar con quince rutas de Bicibús pero la de Sant Antoni fue la única que ha conseguido una constancia semanal. Una de las promotoras de la iniciativa es Mireia Boix, la madre de un alumno que en colaboración con otra madre, se encargan de su organización. Mireia Boix explica que según el clima y otros factores determinantes como las enfermedades, acuden más o menos personas. Así pues, de lunes a jueves pueden reunirse una media de veinte asistentes. El viernes es el día más concurrido: entre madres, padres y niños llegan a ser hasta unas ochenta personas.
Las rutas no son únicamente para escolares. Durante el camino se van sumando más personas que, aunque no tienen hijos, se suman como acompañantes. Una patrulla de la Guàrdia Urbana les sigue durante todo el trayecto. Se encargan de controlar que todo vaya bien y de frenar el paso de los coches en los cruces. Aunque el semáforo se ponga en verde, el grupo sigue teniendo preferencia al considerarse un vehículo largo, recalca Mireia Boix. Uno de los principales problemas a los que se enfrentan es a la incomprensión de numerosos conductores a los que les molestan las bicicletas. Los peores insultos, recalca Boix, se los llevan los adultos, a los que les gritan “malas madres” o “te van a quitar la custodia”. Aun así, también hay quienes lo apoyan, como dos mujeres que una vez se asomaron por sus ventanas a aplaudirlos, o un señor de edad avanzada que, mientras espera el autobús, los anima a continuar.
Más allá de las dificultades, los beneficios de esta actividad son evidentes. Desde el colegio les aseguran a los padres que los estudiantes que llegan a la escuela en Bicibús están más activos en clase. Además, socializan con sus compañeros durante el camino, igual que lo hacen los padres. Mireia Boix subraya que, de esta forma, aprenden a tratar la bicicleta como un medio de transporte y no de ocio. Los beneficios también están avalados por diversos estudios. Según la Universidad de Castilla-La Mancha, fomentar hábitos adecuados en relación con la actividad física en los menores tiene un efecto positivo en los resultados académicos.
Barcelona inicia el curso con quince rutas, pero la de Sant Antoni es la única que se repite cada día
Al llegar a la puerta del colegio Xirinacs, las niñas y niños guardan las bicicletas en una pequeña habitación que el centro les ha habilitado. En Entença, dejan las bicicletas en un aparcamiento en el exterior entre la acera y la calzada. En total, la zona cuenta con tres espacios para estacionar las bicis que están pegadas a la carretera. Esta ha sido una de las reivindicaciones del Bicibús: la creación de espacios seguros donde poder guardar las bicicletas y evitar que estén junto al paso de vehículos a motor o al aire libre. Después de las clases, las niñas y niños vuelven pedaleando a sus hogares junto a sus padres, aunque ya no van en grupo.
Carriles bicis obsoletos
Actualmente, el ayuntamiento de Barcelona está trabajando en una normativa para regular las rutas de manera más estricta. Mireia Boix explica que aún queda trabajo por delante. El miedo al tráfico de la ciudad es uno de los principales obstáculos que no permite que más familias se sumen a esta iniciativa. Un 34% de los ciudadanos adultos de Barcelona se sienten más vulnerables cuando usan las bicicletas para desplazarse, según un estudio del RACC sobre la convivencia de la movilidad en la ciudad. Una medida para combatir este temor es mejorar los carriles bici que hay en la ciudad. “Hay algunos carriles que se han quedado obsoletos”, dice Mireia Boix. Explica además que las familias deben llevar a sus hijos a su lado, y esto dificulta la circulación por los carriles estrechos. En el mismo estudio del RACC, otras preocupaciones frecuentes son los aparcamientos seguros y el diseño con los cruces.
En un momento en el que el futuro medioambiental del planeta es incierto y tras haberse registrado el segundo verano más caluroso de la historia de Barcelona con temperaturas de hasta 35,7º según el Observatori Fabra, es de crucial importancia que las familias se sigan involucrando en iniciativas como esta. El cambio climático es uno de los principales motores que evocan un cambio de actitud en los jóvenes. Un 77% de ellos admite preferir el transporte sostenible, según una encuesta realizada por la Asociación Europea de Suministros Ferroviarios (UNIFE). Además, no solo los jóvenes son susceptibles a los cambios de habito, sus padres también han aprendido a deconstruirse. “Ir en bicicleta por Barcelona me parecía una barbaridad”, cuenta Boix entre risas.
El Bicibús de Barcelona ha tenido grandes repercusiones mediáticas a nivel mundial. A raíz de un vídeo que se hizo viral en redes sociales, medios de comunicación internacionales acudieron a la capital catalana para ver la ruta de Sant Antoni. Incluso se ha rodado un documental sobre la iniciativa. De cara a los próximos años, el ayuntamiento de Barcelona presentó el Plan de Movilidad Urbana 2024 en el que propone más de 300 medidas para fomentar una movilidad sostenible en la ciudad. Su objetivo es que para ese año el 81,52% de los desplazamientos se realicen a pie, en transporte público o en bicicleta. En este sentido es esencial, tanto para los usuarios diarios de las bicicletas como para los pequeños que utilizan el Bicibús, mejorar los carriles bici, poner parkings que protejan las bicicletas y, sobre todo, continuar fomentando este tipo de movilidad.
El Camí Bus sigue los pasos del Bicibús
Tras el éxito del Bicibús, el 14 de diciembre llegó a Barcelona el Camí Bus. Al igual que su referente, su objetivo es fomentar el uso del transporte sostenible tanto para los más pequeños, como también para los adultos. Esta iniciativa además ayuda a los niños a adquirir una mayor autonomía e independencia, mientras conocen las calles de su barrio y aprenden a transitarlas solos. El recorrido por la Avenida Roma de l’Eixample es la primera ruta de la ciudad. Ha sido impulsada por las asociaciones de familias de las escuelas de la zona: Auró y Els Llorers. Además, colabora la asociación vecinal Camí Amic, que organiza proyectos para la infancia.
El Camí Bus es una alternativa para aquellas familias que por diversos motivos no pueden usar bicicletas o que simplemente prefieren caminar ya que viven muy cerca de los colegios. El proyecto aún se encuentra en fase de prueba y de momento se han sumado unas 20 familias. Su intención es expandirse por toda la ciudad y llegar a tener una continuidad diaria, como lo ha logrado el Bicibús.