Album

Anna Giménez Ayala

INTRODUCCIÓN

El archivo, en su esencia, se presenta como un crisol donde convergen los hilos de la identidad, la historia familiar y la memoria colectiva. Dentro de sus confines residen documentos, fotografías, cartas y otros vestigios que trazan el tejido de quiénes somos, de dónde venimos y cómo llegamos a ser lo que somos. Es en el álbum familiar donde esta convergencia se vuelve más palpable, pues aquí se guarda el legado de generaciones pasadas, se preservan los recuerdos compartidos y se articulan las narrativas que dan forma a nuestra percepción del pasado y del presente. Es decir, para que en estas imágenes familiares sean conservadas y su significado congelado, es necesario que exista una estructura que permita la permanencia de los recuerdos en la familia.Desde las fotografías amarillentas hasta las cartas manuscritas, cada elemento dentro del archivo familiar actúa como un puente entre el ayer y el hoy, entre las voces que ya no están y las que aún resuenan en nuestra cotidianidad. 

Sin embargo, la realidad nos confronta también con la posibilidad de que este archivo, pueda quedar abandonado, disperso o perdido en el vaivén del tiempo. Cuando las imágenes no se han recopilado en álbumes, cuando las historias no se han preservado en cartas o documentos, corremos el riesgo de perder parte de nuestra herencia, de desconectar los hilos que nos atan a nuestro pasado. En esta ausencia de organización y cuidado, las fotografías pueden desvanecerse, las cartas pueden perderse en el olvido y los relatos pueden quedar relegados al silencio. Es por este motivo, que la narrativa principal de este proyecto surge de la idea de no tener un álbum familiar (o al menos, uno completo).

Esta recuperación de la memoria ("recordar como una actividad vital humana define nuestros vínculos con el pasado, y las vías por las que recordamos nos define el presente") rehabilita los necesarios diálogos entre pasado-presente y sincronía-dicronía.2 En otras palabras, las formas en que recordamos (a través de archivos, historias orales, tradiciones, etc.) moldean nuestra comprensión del presente. Las narrativas construidas a partir de la memoria archivada nos ayudan a contextualizar nuestra situación actual, a comprender nuestras raíces y a definir nuestra identidad colectiva e individual. Este proceso nos permite encontrar sentido en nuestra existencia presente al vincularla con experiencias pasadas como, por ejemplo, la niñez.

La niñez es una etapa crucial en la formación de la identidad. Las experiencias y recuerdos de esta fase influyen en gran medida en la construcción de quiénes somos como adultos. Estos primeros recuerdos forman una base sobre la cual se edifican nuestras narrativas personales y las fotografías actuarán como pruebas de la evolución y como hitos. Cada imagen capturada, ya sea de un cumpleaños, una salida familiar o un momento cotidiano, proporcionará evidencia visual de cómo se ha cambiado con el tiempo. Estas imágenes no solo documentan cambios físicos, sino también el desarrollo emocional y social. Pero, ¿qué pasaría si, en vez de centrarnos en estas, nos fijásemos en las que son suprimidas de este imaginario por ser "erróneas"?

Album pone en valor esas fotografías, que se relacionan a la vez con la infancia, para repensar qué es lo que enmarcamos como importante en nuestro crecimiento evolutivo. En definitiva, cuestiona qué es lo que pasa cuando las imágenes presentan otras características, que en primera instancia parecen fallos, para revisitar el objeto y la idea de "álbum familiar". 

Nadia, F. (2022). Foto digital y archivo familiar: cambios y continuidades. pág. 05

Guasch, A. M. (2005). Los lugares de la memoria: El arte de archivar y recordar. pág. 158

IDEA. PUNTO DE PARTIDA

Mi padre ha sido siempre (entre muchas otras cosas) fotógrafo. Con su cámara en mano, nos acostumbra a hablar, a mi hermano y a mí, sobre la cantidad de fotografías que tiene de todos nuestros primeros pasos. Sin embargo, nosotros nunca las hemos visto. Este abandono del archivo familiar no solo implica la pérdida de objetos tangibles, sino también la pérdida de historias, de recuerdos y de conexiones emocionales con nuestro pasado. Se nos ha privado la oportunidad de reconstruir y comprender nuestra identidad en el contexto de nuestra historia familiar. En consecuencia, el archivo abandonado, se ha convertido en un testimonio incompleto de nuestras raíces y nuestras experiencias compartidas. Por este motivo, me gustaría indagar en su archivo personal; para crear una fotolibro que haga alusión a la idea de álbum familiar. No obstante, jugando a la vez con fotografías en blanco y negro y en color, borrosas, desenfocadas, con planos extraños, superponiendo, para eliminar en cierta medida el estereotipo idealizado de "familia feliz", que acostumbran a tener este tipo de imaginarios.

Si bien una parte de las fotografías impresas están guardadas en los sobres que se daban conjuntamente con los carretes revelados, hay además una parte digital, la cual no se ha hecho uso. Este suceso se ha dado por qué con el tiempo, tal como dice Mercedes Sapura y Lourdes Peschiera, el lente fotográfico (por su accesibilidad) ha llegado a tener la capacidad de convertir en acontecimiento todo aquello que a los ojos humanos resultaba interesante.Así pues, tras la aparición de la fotografía digital, se perdió la costumbre de imprimir las imágenes para colocarlas en el álbum familiar y se han ido almacenando en un servidor sin darle ningún tipo de importancia más allá de la que tuvo en el momento de la presa fotográfica.

Finalmente, otro objetivo de este proyecto es construir un recorrido genealógico para reconstruir una parte de mi identidad que no recuerdo y que solo se plasma mediante las historias narradas que nos cuentan nuestros padres y sus allegados; un diálogo entre el pasado y el presente organizado bajo mi criterio y mis normas.

3 Sarapura, M., Peschiera L. (2014). El álbum familiar y su migración digital. pág.336 

METODOLOGIA DE TRABAJO QUE HE SEGUIDO

La metodología de trabajo que he utilizado para llevar este proyecto a cabo ha constado, en primer lugar, en la búsqueda y recopilación de aquellas imágenes que hicieran alusión a la idea de infancia. Como ya he dicho anteriormente, las fotografías escogidas pretenden huir del imaginario estereotipado de familia feliz y tener un punto desenfadado en contraposición con retratos más clásicos que suelen aparecer en este tipo de objetos.

En segundo lugar, usando herramientas como Photoshop o InDesing, he maquetado y hecho pruebas para trabajar el ritmo, las composiciones y las medidas de las fotografías. Esto me ha permitido descartar las que no funcionaban y tomar decisiones como el formato, posibles textos y edición de fotos, en el caso de que se necesitase, para unificar tonalidades, luminosidad, contraste...

Finalmente, tras hablar de lo que quería hacer con los chicos de Enquadernadora Ràpid, una empresa situada en Sants, pude detallar cuál iba a ser la estética exterior del fotolibro y resolver dudas sobre distintos impedimentos que podían surgir si no se escogía correctamente el papel, el tipo de grosor o la cantidad adecuada de páginas por pliego.

PRODUCCIÓN DEL FOTOLIBRO 

    DISEÑO DEL OBJETO

En cuanto a la parte formal, este objeto está construido mediante las imágenes de diferentes épocas que he ido recopilando de archivo tanto analógico como en digital.

  • Parte interna

Por lo que respecta a la parte interna, diseñé la estructura de forma que mediante 4 distribuciones diferentes sobre el papel (a sangre, con contraposiciones, a modo de franjas, centradas y con márgenes blancos) se generasen unos tempos que hiciesen al espectador querer seguir mirando. Además, con los gestos, las formas y el color, creé una narrativa que entrelazase, de forma no lineal, diferentes años temporales vinculados a mi niñez.

  • Parte externa

Si hablamos de la apariencia externa en sí, lo que busqué a través de la imitación, fue el hecho de intentar conseguir que el fotolibro hiciese alusión al objeto álbum para después sorprender con una revisión de este de forma contemporánea.

  • Medidas y materiales

Si me centro en las medidas, el fotolibro inicialmente se pensó para que fuese tamaño DIN A4 horizontal (297 x 210 mm). Sin embargo, durante el proceso de impresión, las medidas se redujeron un poco (260 x 192 mm) para que cupiesen las marcas de corte y el sangrado.

En cuanto a los materiales, el tipo de papel que escogí para realizar la impresión fue el Fine Art Creative Fibre Nature de 210 gr de Delex. El motivo principal de esta elección se centró en que es mate y el tipo de granulado que presenta. Este detalle consiguió homogeneizar los dos tipos de imágenes, ya que algunas páginas mezclaban escaneadas y digitales.

Con relación a la portada y contra-portada, decidí que fueran forradas con tela rojo burdeos, ya que los álbumes acostumbran a ser de verdes, negros o de esa tonalidad. Por otro lado, las guardas acabaron siendo negras para no quitarle protagonismo al color exterior. 

  • Acabados finales

Otros acabados que son importantes de mencionar son el cosido, la elección de la tipografía y la forma en que fue estampado el título en el tejido.

Cuando fui a los encuadernadores y les expliqué de que iba el proyecto, me dijeron que los cuadernillos podían ir encolados o cosidos. Al tener imágenes a doble página, para mí era importante que se pudiese abrir el libro lo máximo posible y, por tanto, me recomendaron coserlo. En mi caso, lo hicieron con hilo blanco.

El detalle de la tipografía de estilo caligráfico también tiene un motivo detrás. Escogí la Snell Roundhand Bold por la cualidad de remitir a lo clásico, a lo tradicional. 

Por último, el estampado del título, en dorado, en la portada, se hizo con una plancha de magnesio (15 x 60 mm) creada a partir del documento original. Esto fue debido a que en el taller de encuadernación no poseían tipografías caligáficas similares a la escogida.

    PROCESO DE IMPRESIÓN

Después de tener el archivo digital compaginado, el siguiente paso a seguir fue el de imprimir en hojas sueltas las 96 páginas. Esta parte del trabajo la hice autónomamente en mi casa.

Al principio, con el plóter pequeño y hojas DIN A3, intenté hacer una prueba de impresión con el papel a doble cara. Pese a que todos los ajustes estaban bien puestos, cuando salía la segunda cara de la copia, la imagen quedaba desplazada. Esto supuso un problema, ya que los ejes centrales estaban corridos y eso afectaba en las fotografías en el momento de doblar. 

Tras hacer varias pruebas más y no solucionar el problema, le comenté a mi padre la situación. Estuvimos mirando los manuales (donde no aparecía ningún un arreglo para este suceso) y el único remedio que encontramos a corto plazo, fue aumentar el tamaño del papel e imprimir en el plóter grande. Este cambio de impresora nos permitió abordar todo el trabajo en la mitad de tiempo.

Al usar un DIN A2, tuve que volver a separar y rotar las caras A (a la derecha) y las caras B (a la izquierda) del documento, para recuadrar las imágenes. Además, al ser el papel de una medida mayor, cabían dos pliegues en vez de uno. Si bien el desplazamiento seguía ocurriendo, era menor gracias a que el plóter grande contiene un sistema más moderno y uniforme de arrastre. En este segundo intento fue muy importante también el dejar secar las hojas para que no se hiciesen marcas no deseadas.

En último término, para que la encuadernadora pudiese coser los pliegos, tuve que hacer un hendido evitando así que la fibra del papel se rompiese. A continuación, doblé las copias, con la ayuda de una plegadora de teflón, por el eje central y lo ordené todo para, finalmente, dejarlo listo y poderlo entregar.

    VARIACIONES DEL PROYECTO. ADAPTACIÓN A IMPREVISTOS

Durante el transcurso de las sesiones, lo que ha ido variando mayoritariamente han sido las fotografías. Al principio, construí un fotolibro muy sencillo, donde la disposición se basaba únicamente en intercalar imágenes horizontales y verticales, centradas con los márgenes de la hoja, y espacios blancos. En consecuencia, el fotolibro era muy clásico y aburrido. Por eso, al experimentar e intentar salir de lo normativo, este primer prototipo se fue modificando, añadiendo otro tipo de estructuras más divertidas, hasta llegar al resultado final.

Otra variación que llevé a cabo durante el proceso de producción, fue el hecho de poner título en la primera hoja en blanco o no. En un principio, quería cuadrar la tipografía de la portada con la del título interior. Sin embargo, al darme cuenta de que sería imposible hacerlas coincidir, decidí dejar la página interior en blanco, para prevenir un desfase entre los dos tipos de letras.

En última instancia, a pesar de que en un principio tenía como premisa usar las imágenes sin editar para conservar la originalidad, sí que tuve que editar algunas usando el "filtro de fotografía" de Photoshop para que la transición entre ellas fuese más sutil.

CONCLUSIONES

Este proyecto empezó con la intención de ser un espacio instalativo que reflexionase sobre el archivo familiar. A continuación, esa idea se quedó atrás para intentar moldear un objeto que hiciese alusión a la infancia, y así poder usar algunas de las imágenes de mi niñez. Finalmente, tras intentar salir de mi zona de confort sin éxito, decidí producir un fotolibro con el que pudiese seguir tratando el primer concepto y me permitiese seguir usando las fotografías de la segunda idea.

Si bien ha habido muchas dudas y algún que otro problema, el resultado obtenido tras el proceso de producción e impresión ha sido más que satisfactorio. A modo de reflexión, también tengo que destacar que esta asignatura me ha permitido dar un paso más allá respecto a la fisicidad de este objeto. Normalmente, durante la carrera, este tipo de trabajos no se llevan a cabo y todo el esfuerzo de ideación empleado, se acaba resumiendo en un ante-proyecto sin formalizar. Es por este motivo que ingeniar un libro de artista, ha sido un reto que me ha permitido averiguar y aprender sobre algunos aspectos técnicos que desconocía como es el tema de la encuadernación o la parte más técnica de la maquetación del documento de impresión para que todo saliese bien.

En conclusión, Album se podría decir que es el primer fotolibro hecho de principio a fin. Me ha servido como motivo para seguir explorando el tópico de la identidad y reconstruir una parte de mi recorrido genealógico. Aunque se centra en el pasado, mi yo del presente ha podido entrelazar a su manera esos recuerdos de la niñez mediante las imágenes, a la vez que visualizar cuál fue el punto de vista de mi padre y lo que para él fueron "grandes pasos".

 


BIBLIOGRAFÍA

Guasch, A. M. (2005). Los lugares de la memoria: El arte de archivar y recordar.

Nadia, F. (2022). Foto digital y archivo familiar: cambios y continuidades.

Pezzola, L. A. (2021). Preguntarle al archivo. Activar el álbum fotográfico familiar para generar otras narrativas de la memoria. Facultad de Bellas Artes de Sant Carlos. Universidad Politécnica de Valéncia.

Sarapura, M., Peschiera L. (2014). El álbum familiar y su migración digitalFoto digital y archivo familiar: cambios y continuidades. Romina Nadia Fritz. (2022)

Vicente, P. (ed. lit.), Gómez-Isla J. (ed. lit.) (2018). Álbum de familia y prácticas artísticas: relecturas sobre autobiografía, intimidad y archivo.

Imatges: 
Arxius / adjunts: 
Grup (desactivado/disabled): 
PRINT_M2_23/24
Grup/Projecte: 
PRINT_M2_23/24