El bestiario del cliente
Campo conceptual
Hablar sobre el trato deshumanizador que se siente cuando estás trabajando de cara al público nunca ha sido sencillo. Hablar sobre el dolor y la opresión que uno mismo siente cuando es incapaz de defenderse. Cuando ves como un compañero está llorando escondido en los baños, o en una esquina. Cuando ves como muchas veces se nos trata con un desprecio palpable aún a pesar de no merecer dicho trato. Como si nosotros fuéramos los culpables de todos los problemas que acarrean. Y sin la posibilidad de defenderte en ningún momento.
Hablar sobre el dolor que implica este tipo de comportamiento, hablar sobre tu persona, sobre un colectivo que sigue trabajando a pesar de todo, que no dejan de ser personas, pero que se ven consumidas por el capitalismo, por la máquina que nos han obligado a crear entre todos. Donde unos sirven a otros y el sistema te diferencia entre humano y máquina, entre persona y objeto.
No todos somos conscientes de la forma en la que esto ocurre, ni en la asiduidad con la que sucede, lo cierto es que cada día, cuando vas a trabajar intentas verlo de alguna forma positiva. A fin de cuentas, es mejor así. Es mejor continuar hacia delante sin pensar en lo malo. Y cada vez que vas, a cada día que pasa, más y más te vas dando cuenta de la frontera, de la fina línea que separa lo que es correcto y lo que no lo es. Pero llega el punto en que es normal. Que romper esa línea no importa, porque ya no hay línea. La has atravesado tantas veces que ya ni siquiera sigue siendo posible distinguirla.
Los gritos, los insultos, las miradas llenas de desprecio, las órdenes que salen sin pensar por gente que no te ha saludado pero que no duda en recriminarte cuando tú no lo haces. A cada jornada que vas, a cada situación que enfrentas, a cada tarea que realizas, cada vez estás más acostumbrado a ese trato, a ese sistema en el qué tu no eres más que un número, un objeto que debe de seguir las normas establecidas y que debe de obedecer en vez de levantar la mano e impedir que aquello injusto siga ocurriendo.
Debido a esto, se genera un dolor, un profundo sentimiento de agonía, de estrés, de frustración, de impotencia, de dolor. Te sientes indigno de siquiera hacer una tarea tan sencilla como lo es estar en una caja, colocar un objeto en su sitio, o responder una pregunta sencilla.
Objetivo artístico
En mi trabajo artístico quiero desentrañar este tipo de comportamientos, quiero clasificar a los clientes, viendo las máscaras que nos tenemos que colocar para continuar exigiendo, olvidándonos que el que está en el otro lado también es una persona. Por eso con la ayuda de algunas de mis compañeras se va a realizar un bestiario donde se van a recopilar no solo los tipos de clientes. Sino las experiencias que están relacionadas con los mismos. Y como el capitalismo nos ha obligado a convertirnos en susodichas.
Con esto quiero hacer una crítica, no solo a la forma en la que se nos trata a los trabajadores, sino también quiero exponer la crueldad del sistema que nos trata como simples números, y al mismo tiempo dejar patente el dolor que se siente y que muchos de nosotros escondemos tras la máscara de una sonrisa que lejos de ayudar, solo entierra lo que debería de ser reclamado.
El derecho de ser una persona.
Proyecto artístico
Esta obra consta de un único libro que se partirá en dos. Queriendo expresar de esta forma las dos caras de la misma moneda, el cliente y el cajero. La primera mitad del libro será el bestiario del cliente, un recopilatorio de diversos tipos de clientes, junto con una descripción y una ilustración que refleje la forma en la que realmente son y todo lo que influye en su comportamiento.
Y por otra parte, la segunda mitad del libro constará del diario de un personaje llamado 87461, que es un escaner que se ha pasado la vida siendo cajero. En su relato nos explicará las diferentes visicitudes de lo que significa ser cajero en su día a día, reflejando de este modo el otro lado de aquellos que van a visitar un supermercado.
