36 retratos de un señor de mi barrio

Javier Morata Carramolino

 

36 RETRATOS DE UN SEÑOR DE MI BARRIO

 

Primavera de 2018, empiezo:

 ‘’Desde que me mudé a este barrio me lo cruzo por todas partes. No recuerdo la primera vez que lo vi, pero tengo claro que del primer al segundo encuentro no debió pasar mucho tiempo. Por algún motivo, quizás por su insistente presencia, su imagen quedó grabada a conciencia en mi cabeza. Es un hombre grande, corpulento, con gafas, barba y cabello desaliñados y unos mofletes grandes y colorados. Solo lo he visto vestir chándal. No sabría decir su edad, pues parece estar prematuramente envejecido, pero su cabello empieza a dejarse dominar por una invasión de canas. Mi padre y yo nos referimos a él como Unamuno, no sólo por su aspecto sino por el aura de soledad y ensimismamiento filosófico que le acompaña; si a esto añadimos su imagen de bebedor empedernido y visitante asiduo de los bares del barrio, no podemos por menos que ver atrapado en él a un espécimen residual de la vida bohemia.’’

 

Tenía que hacer algo con el gran impacto visual que esta persona causó en mí, así que en octubre de 2019, tras descubrir a Sophie Calle y fascinarme por su voyeurismo, me puse a retratarlo, de cabeza, con el fin de observar cómo la imagen mental que tenemos de una persona va cambiando con el tiempo, pues la memoria se ve afectada tanto por las primeras impresiones, que llevan consigo una gran huella emocional, como por el paso del tiempo.

Poco a poco la memoria juega sus trucos y la imagen real se va perdiendo y pasando poco a poco a ser una invención personal, la cual describo en la publicación de la siguiente manera:

 

“No entiendo muy bien qué tiene de raro/ Pero algo hay/ En cierto modo me siento como un stalker/ En realidad, solo estoy dando forma a cierta materia pigmentada sobre un papel/ Su privacidad no está siendo invadida/ a fin de cuentas no son fotografías sino delirios mentales/ Reproducciones no muy fieles de un conjunto de facciones humanas. 

Cuándo pintas a alguien la mitad le pertenece a él y la otra mitad a tí/ No la mitad del cuadro/ La mitad del contenido/ Parte real y parte ficticia.’’

 

Esto hace que me plantee una serie de cuestiones sobre las consecuencias que esta, digamos, obsesión podría tener si este señor llegase a conocer esta especie de culto que he establecido alrededor de su rostro, cito:

 

‘’Pero, sobretodo, qué pasaría si esta persona supiera de mi dedicación/ Dibujar caras no es algo raro en este mundillo/ Aunque cada vez se hace menos menos/ Hubo un momento en el que el rostro aparecía en más de la mitad de las obras de arte/ Me he inventado el porcentaje.”

 

‘’Imagino su reacción/ Quizás no es para tanto/ Pero podría serlo/ Yo me enfadaría.

Lo preocupante es que ahora no solo estoy imaginando su rostro/ Sino también su carácter/ Lo moldeo según me parece/ Como la pintura/ Como el grafito/Le cojo cariño.’’

 

Este libro, en cuanto al apartado formal bebe mucho de las publicaciones de Julio

Cortázar tituladas Último round (Siglo XXI editores, Madrid (1969). Se organiza  de la siguiente manera: Cada página recoge una forma diferente de retratar al individuo objeto de este estudio, ya sea mediante textos: ensayos, descripciones, noticias y poemas, que recogen no solo aspectos de su conciencia individual y aspecto físico, sino también de su entorno, día a día y compañía, puesto que, el barrio resulta una pieza fundamental para la construcción de la identidad de esta persona.
 

Al lado de los contenedores , huele mal. Siempre que cruzo esta esquina pienso que me van a atracar. No es así, ni creo que lo sea, aquí hay gente buena.

 Un padre, dos vástagos, femenino y masculino respectivamente. Y un frigorífico. El frigorífico no va con ellos, tampoco parece tener género. De buen género quizás.

 El hombre se para frente Balay y mira sus imanes:

 - ¡Mickey Mouse! Sonríe.

 - ¡Mickey Mouse! Lo pronuncian mejor, más a la inglesa.

 El frigorífico no dice nada.

 Les hace ilusión, el padre arranca el imán, lo mira y se lo llevan.

 El frigorífico se queda ahí pero se va con ellos. “

 

O mediante imágenes, como pueden ser los retratos en pintura y grafito que dieron inicio al proyecto, mapas que señalen trayectos, localizaciones, piezas relacionadas con el contenido de la publicación etc.
 

 

La premisa era que el proyecto estuviese repartido a partes iguales entre textos e imágenes, pero la línea divisoria entre lo uno y lo otro se ha ido difuminando a medida que hemos ido avanzando, de modo que, en ocasiones, ambos aspectos se solapan, se entrecruzan y se mezclan. 

 

 

La suma de estos retratos da nombre a la publicación: ”36 retratos de un señor de mi barrio”.

En definitiva, lo que pretendo es que el libro sea una imagen fiel de su contenido: una serie de información, imágenes, suposiciones, datos, prejuicios y  deducciones, a veces contradictorias y siempre desordenadas, insuficientes y parciales que constituyen lo que para nosotros es “conocer” a una persona. Esta es la razón por la que vamos variando nuestra primera impresión a medida que vamos recibiendo nuevos datos. Tal es lo que pretendo con este trabajo: hacer que la persona que lo abra experimente este proceso de acercamiento a la personalidad de Jordi y modifique su idea inicial a medida que vaya conociendo nuevos datos, sin olvidar esa parte que el lector siempre pone de su propia cosecha de condicionantes ideológicos, conocimientos y experiencias.

Pero no está concluido, quizás con esta publicación se puede llegar a “conocer”, pero nunca a conocer, sin comillas. Para quitar estas comillas habría que sentarse, hablar con Jordi, que así se llama, presentarle el trabajo, ver su reacción y charlar con él, sobre su vida real y sobre su vida ficticia, pues, todo lo que hay recogido en esta publicación es una serie de delirios tímidos e imaginaciones mías; lo cual puede tener su gracia y más en este contexto confinado, donde imaginar es todo lo que se puede hacer, pero necesita de un vínculo con la realidad para cerrarse.

Por ahora, todo lo que puedo hacer es prometer un encuentro y, con este, una segunda parte, un único pero más real retrato de este señor de mi barrio.

Imatges: 
Grup/Projecte: 
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