Historia

Pequeña historia de una gran Facultad

La Facultat de Psicologia se constituyó como tal en el año 1983. En comparación con otras facultades, podemos considerarla joven, pero su nacimiento fue fruto de un proceso de gestación relativamente largo, que dio como resultado una facultad que cuenta con el dinamismo de su juventud y, a la vez, con la experiencia que le aporta la rica tradición en la que se arraiga.

De hecho, la evolución de la psicología en nuestra sociedad, como la de otras tantas disciplinas, fue bruscamente interrumpida por el desastre de la guerra civil y el difícil periodo de la posguerra. Pese a que antes de 1936, la implantación de la psicología en la Universidad era precaria y exclusivamente contemplada desde el punto de vista filosófico, sus aportaciones a los ámbitos de la salud, la medicina, las escuelas, el derecho y el trabajo, la configuraban como un conjunto de conocimientos y técnicas de gran valor social. Sin embargo, muchos de aquellos profesionales que orientaban su trabajo desde esta perspectiva tuvieron que abandonar el país o cesar su actividad. De forma que hicieron falta casi treinta años para que la psicología fuera recuperada en el mundo universitario.

En efecto, durante la segunda mitad de los años sesenta, unos cuantos profesores que se habían formado en el extranjero crearon, en Madrid y Barcelona, las primeras escuelas profesionales de psicología. La de Barcelona, ubicada en el casco antiguo, en los locales del Centro Superior de Investigaciones Científicas de la calle de Les Egipcíaques, fue organizada y dirigida por el Dr. Miguel Siguán desde su inauguración en 1966 hasta el 1975 cuando cerró sus puertas.

Las primeras promociones de psicólogos que salieron de esta escuela y buena parte de sus miembros, juntamente con docentes procedentes de otras escuelas —como la de ingenieros—, y facultades como la de Medicina, Derecho y otras de diferentes secciones de la de Filosofía y Letras —como Filosofía, Historia, Antropología, Pedagogía, etc.—, fueron incorporándose como nuevos profesores, cuando en 1968 los estudios se trasladaron a la sede de la plaza de Universidad y se constituyeron como Sección de la Facultad de Filosofía y Letras.

El éxito de la Sección de Psicología fue espectacular. En primer lugar porque todos los que allí trabajaban, lo hacían con la conciencia e ilusión de estar abriendo caminos para la formación y la investigación, que, si bien en gran parte de Europa y de Estados Unidos estaban muy desarrollados, en nuestro país eran prácticamente vírgenes. En cierta manera fueron pioneros. Pero además, hacía tiempo que la gente joven reclamaba estudios universitarios de Psicología. Cuando se puso en marcha la Sección, esta recibió un verdadero alud de estudiantes que año tras año iría creciendo exponencialmente. Aunque el Plan de Estudios (Plan Maluquer) imponía dos años comunes con las ramas de Filosofía y Letras, y tan solo tres de especialidad, la actividad era frenética. Prueba de ello fue que, entre el 1969 y 1970, se publicó el primer número del Anuario de Psicología, y se organizaron los Laboratorios de Estadística y de Psicofisiología, que desde el primer momento agruparon un numeroso grupo de estudiantes interesados en la investigación.

Era evidente que los espacios de la Facultad de Filosofía y Letras, en general, y el de la Sección de Psicología, en particular, se estaban quedando pequeños. La situación era tan grave que, mientras se construía un nuevo edificio, el edificio de Les Cúpules, en el Campus de Diagonal durante los años 1971 y 1975, la Sección de Psicología tuvo que vivir una inevitable aventura migratoria. Parte de la Sección permaneció en la sede central y el resto se ubicó en la Escuela de Altos Estudios Mercantiles, si bien, además de allí, también se impartían clases en las aulas de Económicas, Física y Química y Derecho. De modo que cada día, profesores y alumnos cruzaban varias veces la Diagonal como si la avenida fuera el pasillo de su casa.

En el año 1973, a raíz de un nuevo plan de reordenación universitaria y de estudios, el Plan Suárez, la Facultad de Filosofía y Letras se disgregó en las facultades de Filosofía y Ciencias de la Educación, de Filología y de Geografia e Historia, todas ellas destinadas a ocupar el edificio de Les Cúpules. Sin embargo, cuando se inauguró en el curso 1975-1976, este edificio ya era demasiado pequeño, lo que obligó a instalar las aulas y otras dependencias de Psicología en unos pabellones provisionales levantados al lado del Edificio Principal. Esta provisionalidad duró hasta el 1995.

Mientras tanto, la Sección de Psicología, no solo pasó sucesivamente de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación a la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicología, sino que además se estructuró en los Departamentos de Psicología General, Psicología Experimental, Psicología Evolutiva, Psicobiología y Personalidad. Este proceso de cambio que afectaba a la investigación y a la docencia culminó en el año 1983 con la creación de la Facultad de Psicología, que era independiente y que impartía su propia licenciatura. Así, en los títulos de los psicólogos que finalizaron sus estudios a partir de 1983 puede leerse: Licenciado en Psicología, denominación totalmente inédita hasta la fecha.

Estas transformaciones no eran exclusivas de Psicología. La Universidad entera cambiaba y sus estatutos se modificaban. La diferencia más interesante que cabe destacar fue la creación de las Divisiones, unidades temáticas en las cuales se agrupaban las Facultades que compartían parte de los intereses académicos y de investigación, así como las cuestiones relativas a la contratación de profesores, problemas comunes de los estudiantes, equipamientos, etc. Las facultades adscritas a una división, a través de sus representantes en comisiones específicas y en el Consejo de División —que además de ser el órgano decisorio final, tenía la responsabilidad de escoger periódicamente a un presidente o presidenta— tomaban decisiones mancomunadas.

Aunque la psicología, por tradición y por vocación, abarca campos de trabajo muy diversos, la Facultat de Psicologia quiso adscribirse, juntamente con las de Farmacia, Medicina y Odontología, y la Escuela de Enfermería, a la División de Ciencias de la Salud, ya que la salud era el área de interés prioritario y que ofrecía un cobijo más interesante para las demás vertientes. Esta adscripción ha durado hasta el año 2003, en el que por una nueva reforma de los estatutos, se ha retomado el modelo de facultades dependientes exclusivamente del Rectorado e independientes entre sí, un modelo más afín al del resto de Universidades del Estado.

A medida que los profesionales de la psicología, titulados por la Universitat de Barcelona y por otras universidades, han puesto en evidencia las múltiples funciones, la eficacia y la riqueza de posibilidades de intervenciones de esta disciplina en los diferentes aspectos de la realidad individual y social, el interés de los jóvenes estudiantes por su estudio, del mercado laboral y de la población en general, es aún mayor que al principio. Tanto el volumen de estudiantes como la evolución de la propia disciplina científica y la renovación didáctica necesaria hacían patente, una vez más, las inadecuación de los espacios. Por este y otros motivos —cuyo relato alargaría de más esta introducción histórica— en 1995 la Facultad fue trasladada a las antiguas Llars Mundet, dentro del parque con el mismo nombre, hoy denominado Campus Mundet, donde todos sus edificios fueron previamente adaptados para acoger este y otros estudios.

Actualmente la Facultat de Psicologia es una facultad grande, no solo desde el punto de vista físico, sino también desde el de su producción científica. Cuenta con instalaciones modernas, laboratorios bien equipados, recursos docentes inmejorables y una larga lista de condiciones que aseguran al estudiante el acceso a una formación actualizada, no solo de grado, sino también de másteres, cursos de posgrado y otros productos tan atractivos como necesarios para el desarrollo personal y profesional de los futuros psicólogos, herederos de una ya relativamente larga tradición. Jóvenes que, a corto y largo plazo, tendrán que responder adecuadamente a las demandas que la sociedad dirige a la psicología y que, allá donde sea que decidan ejercer la profesión, serán los protagonistas y responsables directos del desarrollo científico y del futuro de la psicología.

Dra. M.ª del Carmen Giménez

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