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Investigadores de la Facultad sugieren que la capacidad humana para el lenguaje fue fruto de una evolución gradual
Una de las hipótesis más controvertidas sobre el origen de las facultades lingüísticas humanas es la idea de que surgieron de forma súbita gracias a una sola mutación genética. Dos publicaciones recientes de investigadores de la Universidad de Barcelona, dirigidas por Cedric Boeckx, profesor ICREA de la Sección de Lingüística General y miembro del Instituto de Sistemas Complejos de la UB (UBICS), cuestionan esta hipótesis, que han defendido diversos lingüistas, entre ellos Noam Chomsky. Por el contrario, los nuevos trabajos sugieren que es más probable que la capacidad para el lenguaje fuera producto de una evolución gradual.
El ensamble, operación cognitiva clave del lenguaje
Durante décadas, varios académicos como Chomsky han propuesto la idea de que los humanos modernos están genéticamente equipados con el mecanismo de ensamble —merge, en inglés—, una capacidad cognitiva que fundamenta nuestra habilidad para representar gramáticas complejas de un modo que solo los humanos sabemos utilizar, a diferencia de otras especies. «Se cree que el ensamble es suficiente para crear una estructura gramatical. Este mecanismo toma dos unidades lingüísticas (por ejemplo, palabras) y las combina de forma que también se podrán combinar con otras unidades lingüísticas, creando expresiones. Estas, a su vez, formarían la base de nuestra creatividad y flexibilidad cognitiva, diferenciándonos de otras especies», explica Cedric Boeckx.
«La versión más dura de esta hipótesis —continúa Boeckx— sugiere que la constitución biológica de nuestra capacidad de lenguaje nace de una mutación genética, una macromutación que surgiría en un individuo homínido, ancestro de todos los humanos modernos, y se extendería a toda la población».
Modelización de la hipótesis de la mutación de un solo gen
El primer artículo que ahora cuestiona la teoría del gen único se ha publicado en la revista Scientific Reports con la participación de Cedric Boeckx y los investigadores Bart de Boer y Andrea Ravignani, de la Universidad Libre de Bruselas (Bélgica), y Bill Thompson, del Instituto Max Planck de Psicolingüística (Países Bajos). En dicho trabajo se estudia la hipótesis de la macromutación modelando las dinámicas evolutivas de este escenario, teniendo en cuenta diferentes parámetros, como por ejemplo cuándo se habría producido la mutación y cuál sería el tamaño de la población en ese momento. «Examinamos las dinámicas de una sola mutación que se extendió rápidamente en un periodo de tiempo concreto, combinando esta propuesta teórica con lo que sabemos gracias a la investigación científica sobre la evolución demográfica y genética», explica Cedric Boeckx.
En este caso, los investigadores han aplicado técnicas que van de la biología teórica a la cuestión sobre cómo cuantificar la probabilidad de que una característica compleja como la evolución del lenguaje se produjera en una fase, en muchas fases, o en un número limitado de fases, dentro de un período específico de tiempo y con un tamaño concreto de población.
Los investigadores concluyen que en lugar de una sola mutación con una gran ventaja evolutiva, es más probable que se dieran un gran número de mutaciones, cada una con ventajas moderadas, acumuladas. «Un escenario en el que las bases genéticas de nuestras habilidades lingüísticas evolucionaron gracias a una acumulación gradual de pequeños cambios biológicos. Esta situación se puede articular de diversas maneras: por ejemplo, la sintaxis pudo evolucionar a partir de formas fonológicas, de acciones manuales o de una simple secuenciación pragmática de palabras», dice Boeckx.
Desafiando la lógica de la hipótesis
En otro estudio, publicado en PLOS Biology, Cedric Boeckx y Pedro Tiago Martins, doctorando en la UB, analizan la hipótesis de la única mutación como origen del lenguaje humano desde otra perspectiva: revisando su lógica. Quienes defienden esta hipótesis del gen único aseguran que el ensamble, al ser una operación simple, tuvo que ser el resultado de una mutación genética que dotó a un individuo del equipamiento biológico necesario para el lenguaje. Por otra parte, las facultades cognitivas del lenguaje debieron de surgir de golpe como resultado de esa mutación, ya que el ensamble solo puede estar totalmente presente o ausente, es decir, no puede haber un nivel intermedio de ensamble. Pero el estudio de Boeckx y Martins destaca que, incluso si un rasgo como el ensamble no se manifiesta en varias fases intermedias, su evolución puede haber sido gradual. «A partir de las propiedades formales del ensamble no es posible derivar el número de pasos evolutivos que condujeron a su aparición. Además, la simplicidad computacional del ensamble no está relacionada con que su origen biológico también sea simple. De hecho, no hay manera de derivar escenarios evolutivos tan simplistas como los planteados por la hipótesis de la mutación única para ningún rasgo complejo», explica Pedro Tiago Martins.
Los investigadores explican que la evolución del lenguaje es una cuestión tan compleja, que es necesario contar con más resultados de estudios de otros ámbitos de investigación, sobre todo de la neurobiología, la genética, la ciencia cognitiva, la biología comparada, la arqueología, la psicología y la lingüística. «Es difícil, porque se necesitan niveles compatibles de granularidad entre los campos implicados, pero es la única manera de llegar a una comprensión significativa de este fenómeno», dice Pedro Tiago Martins.
Estos estudios sugieren que la investigación en dinámica evolutiva no garantiza un escenario donde el lenguaje apareciera gracias a una sola mutación, y que es más probable que la capacidad para el lenguaje sea fruto de una evolución gradual.