Detalle
El conocimiento del cerebro, una herramienta clave para maestros y docentes
El concepto de neuroeducación es relativamente nuevo. No hace mucho que se habla de él, pero cada vez se hace más patente que saber cómo se forma, cómo madura y de qué manera funciona el cerebro mientras aprendemos es clave para los profesionales de la enseñanza. Está demostrado que conocer las últimas investigaciones en neuroeducación y aplicarlas en el aula puede mejorar la práctica educativa y, al mismo tiempo, adaptarla a las necesidades del siglo XXI.
Los investigadores David Bueno, de la Facultad de Biología, y Anna Forés, de la Facultad de Educación, han coordinado el libro La práctica educativa con mirada neurocientífica, que se acaba de publicar. El objetivo del volumen es claro: combatir una de las críticas más extendidas a la neuroeducación, a saber, que las ideas que aporta pueden ser muy válidas sobre el papel, pero a menudo resulta complejo ponerlas en práctica. Bueno y Forés, codirectores de la Cátedra de Neuroeducación UB-Edu1st, aseguran que «el rasgo distintivo de este libro es que aporta experiencias prácticas neuroeducatives que, pese a ser muy sencillas de aplicar, pueden proporcionar resultados impresionantes».
El libro incluye expresamente experiencias prácticas en todas las etapas educativas —desde la infantil hasta la universidad, otros estudios superiores y la educación para adultos— que han llevado a cabo los mismos miembros de la Cátedra, todos ellos coautores del libro. Bueno defiende que los beneficios de la neuroeducación y su puesta en práctica son válidos para cualquier etapa formativa, porque «el cerebro va madurando con la edad, incorporando capacidades y haciéndolas progresar, y con independencia de la etapa vital en que nos encontramos, está constantemente aprendiendo».
Transformar la enseñanza desde la neuroeducación
Se ha tomado realmente conciencia de la importancia de investigar en neuroeducación cuando se ha dispuesto de la tecnología que permite ver cómo funciona el cerebro, en vivo y en directo, en cualquier situación y en personas de cualquier edad y condición. «El de la neurociencia es un terreno aún muy joven. Hasta hace pocos años, no disponíamos de las técnicas que hoy en día nos permiten monitorizar zonas concretas del cerebro y analizar cómo funcionan en situaciones cotidianas. Gracias a estas herramientas, hemos empezado a entender cómo aprendemos, qué nos motiva y, por ejemplo, cuál es el papel de las emociones. Estos descubrimientos generan muchas posibilidades a la hora de mejorar las propuestas educativas, con una base científica sólida», explica Bueno.
«Sin embargo —puntualiza Forés—, necesitamos ser prudentes y humildes, ir transfiriendo las investigaciones de las neurociencias al terreno educativo y recordar, siempre, que la neuroeducación no es un disciplina sustituta de la pedagogía. No lo puede ser. Es una aproximación complementaria que permite disponer de datos nuevos para continuar investigando desde la pedagogía, la sociología o la psicología». La educación pide nuevas respuestas para adaptarse a las necesidades del siglo XXI y, en este sentido, los investigadores explican que la neurociencia ha validado y confirmado muchas de las cosas que ya se sabían o intuían, y ha demostrado que muchos de los mitos relacionados con la educación, hasta hace poco tiempo incuestionables, como la vieja idea de que la letra con sangre entra, han quedado obsoletos.
Los investigadores opinan que, dados los conocimientos actuales, todos los profesionales de la educación deberían tener unas nociones básicas sobre el cerebro. «Conocer cómo funciona el cerebro, cómo aprende, cómo madura o qué nos motiva nos ayuda a entender, por ejemplo, por qué hay estrategias educativas que funcionan muy bien y otras que no. Nos permite ver, incluso, que determinadas estrategias que pueden funcionar a corto plazo pueden, en cambio, tener efectos perniciosos a medio y a largo plazo para la construcción integral de la persona. Por lo tanto, la neurociencia nos facilita nuestra profesión docente y nos ayuda a mejorarla», concluye Forés.
La neuroeducación no es una moda, ha venido para quedarse
La mayor parte de la comunidad educativa valora muy positivamente las aportaciones de la neuroeducación. En este sentido, los coordinadores de la obra explican que «aunque la neurociencia puede parecer una moda, lo cierto es que ha venido con fuerza para quedarse». Hace seis años que Bueno y Forés imparten formación en neuroeducación a través de un posgrado de la Universidad de Barcelona y observan una clara tendencia al alza con respecto a la demanda. No en vano, este año se ha duplicado, en versión semipresencial y virtual, la oferta de plazas del posgrado y se ha creado, además, el máster en Neurociencia Avanzada. Asimismo, a principios de marzo tendrá lugar el III Congreso de Neuroeducación, que el año pasado registró más de medio millar de asistentes.