La “veroficción” (el fake) es una técnica lingüística utilizada por artistas y activistas que se sirven de artificios de apariencia para infiltrarse en contextos determinados a fin de operar en ellos sin revelar su identidad ni su objetivo ulterior, los cuales se desvelan al final del proceso –a diferencia de la simple mentira-, exponiendo mediante el cortocircuito generado por el engaño la condición de los mecanismos sociales habituales en la construcción de sentido. Es un formato que plantea una exploración tanto de la economía del lenguaje del artificio como de su mecánica en el territorio híbrido de la estética y de la comunicación pública.

 

Fake –falso- define lo que no es verdadero o real; aquello que ha sido hecho para parecer real o genuino pero no lo es; ó aquello que es real pero ha sido hecho para parecer ficticio. Sin embargo, las prácticas veroficticias no buscan el rescate de la verdad sino exponer el proceso de veridicción. El “contrato de veridicción” es el dispositivo personal y social que determina en qué condiciones decimos la verdad o aceptamos como verdaderos los discursos ajenos. La veridicción no nos cuenta qué es verdad o no, sino que describe cómo fijamos nuestras confianzas y sospechas. Este es el principal argumento de las obras presentes en la exposición.

 

Vivimos en medio de una “guerra” del lenguaje: poner a todos de acuerdo en la relatividad de las verdades: esa es la posverdad que ha sido declarada. En el marco de este conflicto difuso, las acciones aquí exploradas tienen la pretensión de ser como un caballo de Troya que expone el andamiaje de lo real mediante la impostura, la infiltración y el asalto, con la intención última de construir un sujeto público de alcance, conciencia y consistencia colectivas que se oponga tanto a los nuevos discursos impostados y vaciados de sentido como a los clásicos enunciados de la autoridad competente.