Más conclusiones de los Open Brain Space
En una entrada anterior, os contamos cómo adaptamos la metodología Open Space a Open Brain Space en el marco del V Congreso Internacional de Neuroeducación. A continuación os compartimos el resto de las conclusiones, redactadas por las personas que los facilitaron.
Conclusiones:
El proceso creativo de un cóctel para forjar vínculos necesita tiempo y mimo.
- Elegir los ingredientes, hallar el equilibrio y agitarlos correctamente, requiere saber qué tipo de vínculo se quiere crear, y para ello es necesario observar y poner en práctica la escucha activa.
- Encontrar el sabor deseado precisa conocer el objetivo, sea individual o colectivo, y apreciar cómo la correlación entre ambos facilita su propia adquisición.
- Reconocer las herramientas de las que disponemos será indispensable; validar la consciencia corporal y emocional de la que partimos y detectar posibles discordancias para poder trabajar en ellas.
- Y empezar a seleccionar los ingredientes; empatía, calma, autenticidad, confianza, amor, apego, condimentados con humor, y aderezados con respeto a la diversidad, ritmos y momentos. La mirada con la que hagamos este proceso determinará en buen grado el éxito de nuestra fórmula.
- Nuestra mezcladora debe ser un espacio cambiante, basado en el principio de la tensegridad, que se ajusta a las necesidades de la mezcla cambiante y se adapta a las necesidades de sus degustantes, ya que en cualquier proceso de inspiración encontraremos gustos disonantes.
- Será necesario tener las papilas gustativas a tono para detectarlos, cambiar la composición y seguir probando hasta encontrar la armonía del sabor.
Conclusiones:
Somos seres en constante evolución, nuestro cerebro se va transformando con cada experiencia. Mediante la meditación podemos aprender a conectar con el aquí y el ahora. Nuestro autoconocimiento y nuestra formación en gestión de vida es determinante para influir en nuestro entorno. Cada uno construye su propio cerebro durante toda su vida.
En nuestra sala hemos expuesto que el cerebro tiene unos asesores internos y externos que le proporcionan información. Entre ellos encontramos:
- El sentimiento, que es la suma de la emoción y el pensamiento, y que es nuestra brújula: nos informa de cuando nos sentimos bien o mal.
- Las palabras: la importancia del lenguaje que usamos, que condiciona el pensamiento. Por ejemplo, nos hemos dado cuenta de cómo la palabra “autocontrol” nos recordaba a una prisión y cómo la connotación desaparecía cuando la cambiábamos por autorregulación o autogestión.
- El cuerpo: mediante la cognición corporizada podemos conseguir cambiar el hacer por el ser.
- Las creencias, que son los conjuntos de pensamientos que consideramos verdaderos.
- Y por último, nuestro entorno, el mundo.
Y teniendo en cuenta todo esto hemos vuelto a la pregunta inicial: ¿El cerebro nos engaña? Y nuestra conclusión ha sido que no, que simplemente le estamos dando información diferente para conseguir algo diferente.
Conclusiones:
Es difícil responder a esta pregunta, aunque, tras una intensa lluvia de ideas, llegamos a la conclusión de que un aula neuroeducativa debe…
- Incluir luz natural, elementos sensoriales, plantas, paredes decoradas con pinturas o dibujos, mobiliario adaptable y diversificado que facilite el movimiento y donde la mesa del docente no sea fija.
- Incorporar la opinión del alumnado y sus intereses, para que participe activa y colaborativamente. La atención se facilita gracias a que el aprendizaje se basa en la emoción y el juego.
- Asegurar el respeto, en un sentido horizontal y bidireccional, entre docentes y alumnado y entre las y los propios estudiantes. Para ello, se pone el foco en el elemento humano, en la figura del o la docente y su cambio de mirada para actuar como cauce, para crear esa aula neuroeducativa que genere un clima emocional favorable para el aprendizaje y la evaluación.
- Fomentar la coevaluación, la cooperación, la observación activa y una construcción del conocimiento más vivencial. La arquitectura del bienestar va más allá de lo explícito.
- Adaptar las necesidades al momento neuroevolutivo y de diversidad existentes.
Conclusiones:
A raíz de la pregunta sugerida en el espacio de co-construcción compartida, surgieron muchos desafíos y muchas y grandes ideas que resumimos a continuación:
- En primer lugar se destacaron los desafíos relativos a la fractura social que en ocasiones ocurre entre familias y profesorado. Hecho que dio pie a reflexionar acerca de la diferencia entre los conceptos educar y cuidar, con la conclusión que ambos conceptos son inherentes el uno al otro y no se pueden separar.
- Relacionado con lo anterior, compartimos la preocupación sobre la poca regulación existente que protege o acompaña a la comunidad educativa en el buen uso de las tecnologías.
- Estas reflexiones dieron lugar a la necesidad de disponer de «espacios oasis» en los centros educativos que nos permitan compartir y ayudarnos en la formación entre iguales y al intercambio de recursos. Espacios que partan de criterios comunes y que nazcan desde la mirada de que todos/as necesitamos pertenecer y ser vistos (estudiantes y profesorado) y que faciliten el sentimiento de tribu.
- En lo referente a generar cultura de cuidado para con el planeta, destacamos la desconexión actual y preocupante con los espacios abiertos y la naturaleza, tema que también es necesario abordar.
- Y finalmente, creemos que en nuestros espacios educativos debemos intentar que todos y todas estemos el máximo de vinculados posible para avanzar y mejorar entre toda la comunidad educativa.
Conclusiones:
¿Cuánto de monja tienes como docente? ¿Cuántas palabras positivas generamos cada día? ¿Cómo de conscientes somos de nuestros pensamientos? ¿Nos movemos con el piloto automático puesto? Todas estas preguntas iban surgiendo a medida que las personas que asistimos a esta sala pensábamos y compartíamos nuestras experiencias en el aula.
- La tríada: pensamiento, emoción, lenguaje. ¿Nuestro lenguaje es positivo o trabajamos y vivimos en modo queja? La energía que se libera en la queja, en el lenguaje negativo, se acaba somatizando en nuestro cuerpo, que es como nuestra casa, es el espacio en el que habitamos.
- Seamos arquitectos de nuestro espacio interior trabajando para que los estímulos tengan impacto, de forma frecuente, intensa, duradera y oportuna.
- La energía que proyectamos con nuestras palabras modifica el sistema que formamos todos. ¿Cuánto de nuestro metro cuadrado, podemos usar como escenario de cambio? ¿Cuánto podemos controlar? ¿De cuánto nos podemos ocupar para poder ejercer nuestra responsabilidad social como parte del todo?
- Este desafío de responsabilidad social contribuye a generar un ambiente determinado que estimulará nuestro cerebro y el de aquellas personas que nos rodean.
Y si el sistema es la escuela, mi mirada, tu mirada y su mirada forman las partes del sistema, ¿qué escuela nos podríamos imaginar? ¿Cuál es la trascendencia del acto educativo para transformar la educación?
Ahora es tu turno
¿Cómo responderías tú a las preguntas lanzadas en los OBS? Nos gustaría conocer tus respuestas.