Seguimos desvelando La docencia universitaria en clave neuroeducativa

Para muchos, si no para la mayoría de los estudiantes, los exámenes suelen ser una fuente de estrés adicional. La disposición temperamental hacia el estrés y la ansiedad contribuyen a las distintas percepciones que los alumnos tienen hacia los exámenes, pero el método de examen utilizado también desempeña un papel fundamental.

El objetivo principal tanto de las humanidades entendidas en sentido amplio (artes plásticas, filosofía, literatura, música, etc.) como de las ciencias es contribuir al bienestar y a la dignidad humanos. Y una sociedad formada por personas que se desarrollan en bienestar y dignidad puede ser más justa y libre.

Lograr generar contextos de aprendizaje significativo, que permitan transformar lo aprendido en acciones que aporten valor a la humanidad, es hoy esencial y posible. Cuestionarse el rol de las instituciones terciarias ante el panorama actual es también una reflexión inexcusable.

El uso de la realidad extendida (RE) y de la inteligencia artificial (IA) en educación ha puesto en jaque muchos de los preconceptos que se tenían. Las opiniones de los docentes y los estudiantes van desde la admiración, por las posibilidades que abren, hasta el rechazo más absoluto, por los posibles riesgos que pueden entrañar.

La etapa universitaria se caracteriza por la gran cantidad de vivencias que suponen retos, experiencias y aprendizajes de alta incidencia en el desarrollo y optimización de las propias capacidades y habilidades cognitivas. Durante esta fase vital tan relevante para el presente y futuro de cualquier persona, estamos expuestos a numerosos desafíos cognitivos que posibilitan la mejora del rendimiento de nuestro cerebro. Los resultados de estos avances vienen determinados por las características de las actividades que se llevan a cabo, ya sean de tipo social, cultural, cognitivo, emocional, etc.

Existe una concepción generalizada del estrés como un estado negativo, la cual está basada en evidencias que lo relacionan con las consecuencias que tiene en nuestra salud tanto fisiológica como mental. Sin embargo, el estrés posee una faceta no tan conocida, pero bien estudiada en las últimas décadas, la cual está vinculada con el impacto que posee sobre la cognición. En particular, en este tema existe un efecto ambivalente. Es decir, el estrés puede brindar tanto efectos positivos como negativos sobre la cognición, específicamente durante el aprendizaje y la memoria, aspectos fundamentales desde la perspectiva educativa.

La diferencia no es lo que nos pasa, sino qué hacemos y cómo reaccionamos a los que nos pasa. Esa reacción a lo que nos ocurre está determinada, en gran medida, por nuestra salud mental, una salud que no solo está construida por las características individuales, como nuestra capacidad para gestionar nuestros pensamientos, emociones, comportamientos y relaciones con los demás, sino también por la interacción con nuestro entorno. En este contexto, los docentes también tenemos un rol decisivo sobre los factores protectores, la salud cerebral y la resiliencia de nuestros estudiantes.