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Entrevista a la Dra. María Palacín, revista CatParkinson - Máster Grupos

Entrevista a la Dra. María Palacín, revista CatParkinson

Podemos provocar nuestro propio sentir.

Dra. María Palacín

La Dra. María Palacín Lois ofrece una entrevista para la Associació Catalana per al Parkinson (ACAP). En ella habla sobre la gestión emocional en la enfermedad de Parkinson.

¿Qué es la inteligencia emocional?

Hay muchos tipos de inteligencia. Desde hace aproximadamente unos 15 años se ha empezado a hablar de la inteligencia emocional, sobre todo desde que la divulgó Daniel Goleman. La inteligencia emocional es la gestión adecuada de las emociones, el autoconocimiento de las propias emociones, la autoregulación de dichas emociones para usarlas en beneficio de uno y de los demás. Por lo tanto, es la propia gestión de uno mismo para la gestión también de los demás. Esto implica también las habilidades sociales; poder hacer esto contigo y con los demás implica gestionar adecuadamente las relaciones personales.

¿Una persona puede tener un alto Coeficiente Intelectual (CI) y ser poco inteligente emocionalmente?

Por supuesto, va por separado. Hay gente que triunfa profesionalmente o personalmente porque tienen una buena gestión emocional o una buena gestión de sus habilidades personales. Y a veces no es que sean brillantes en el CI, que es el tipo de inteligencia que ha tenido valor hasta estos momentos. Hay personas muy brillantes cognitivamente pero que emocionalmente son menos hábiles y hay personas más hábiles emocionalmente que cognitivamente, la habilidad de gestión emocional les ha permitido llegar a otros objetivos. Las habilidades personales son las que nos hacen estar mejor trabajando con los otros y conseguir objetivos. En el fondo es poder potenciar cooperaciones y sinergias. A veces el CI no nos llega a alcanzar esto.

¿Qué papel juegan las emociones en la enfermedad?

Las emociones son clave. Yo siempre digo que nosotros podemos provocar nuestro sentir. Tú puedes decidir cómo quieres sentirte frente a una situación que te ocurre.

Eso da mucho poder y responsabilidad a la persona…

Claro, eso es un empoderamiento sobre uno mismo, repítelo: podemos provocar nuestro propio sentir. Imagínate lo que te estoy diciendo, podemos entrenarnos a que nuestro cerebro decida sentirse bien o menos mal frente a algo negativo que nos ocurre. Yo me puedo regodear en mi propio malestar, y tanto, eso es lo más fácil. Y yo me quedo ahí, enganchada y eso es lo que hace que todo lo que esté cercano a mi vaya contagiándose también de lo mismo. Es más difícil, pero es más positivo para la persona, hacer el paso siguiente que consiste en provocar el sentir contrario, el sentir en positivo. Hay personas que no sonríen nunca; sólo el hecho de que nos entrenemos muscularmente delante del espejo la sonrisa, generará un efecto automático en mi cerebro porque mi cerebro va a reconocer ese movimiento y le va a costar menos trabajo hacerlo cada vez más a menudo: eso es provocar el sentir. Claro, pero hay que hacer un trabajo de autorreconocimiento, de estar atento a uno mismo y decirse: “ahora estoy negativo, ahora lo voy a cambiar”.

¿Y cómo podemos, como cuidadores o como afectados, hacer ese ‘clic’?

«¿Qué es mejor estar sano que enfermo? Por supuesto, pero cuando estás enfermo, tu actitud va a ser muy importante para la adaptación a esa enfermedad, para que tu vivencia de la misma sea menos negativa de lo que en sí ya lo es.»

Debemos empezar por el autoconocimiento, y esto pasa por el entrenamiento o por profesionales que ayuden a que esto sea así. Una vez hecho este empujón uno debe estar atento a sí mismo, pues no consiste en aprender algo y dejarlo ahí, consiste en el uso cotidiano de ese aprendizaje. Eso es crear un hábito, una actitud de vida. Es un cambio hacia una actitud de vida que yo denomino como creativa: crear una actitud más abierta al cambio en la vida en general.

¿En el fondo qué queremos todos? Ser felices, y la felicidad no es eterna ni constante, va por momentos, de alguna manera se trata de ir minimizando aquello que te impide ser feliz, focalizándote en lo más positivo y rescatando aquello que te permite adaptarte a lo que te va pasando en la vida, porque nos pasan cosas desagradables, claro que sí. ¿Que es mejor estar sano que enfermo? Por supuesto, pero cuando estás enfermo tu actitud va a ser muy importante para la adaptación a esa enfermedad, para que tu vivencia de la misma sea menos negativa de lo que en sí ya lo es.

¿Cuáles son las principales emociones que intervienen en cada etapa de una enfermedad crónica como es el Parkinson?

Lo primero, cuando a uno le sobreviene una información como es el diagnóstico de una enfermedad, ese impacto, de shock, de no reacción, incluso en el tiempo, desde días hasta semanas, es el tiempo necesario en el que uno se da cuenta de la realidad, de la nueva realidad. Este primer impacto es un impacto que facilita una negación, la negación lo que facilita es la defensa, o la autodefensa: yo me defiendo de esto que me están diciéndolo, no aceptándolo, negándolo. ¿Y qué es lo que hago? Pues actuó: solicito otro diagnóstico y paso un tiempo como de espera, de acondicionarme física y psicológicamente.

«El miedo es una emoción saludable, aunque desagradable. Pues lo que no es lógico es no sentir miedo.»

Después aparece el miedo, de alguna manera la noción del miedo es un “qué me va a pasar, qué voy a hacer…”. El miedo tiene muchos formatos: a veces me paraliza, a veces me hace huir hacia delante y correr a buscar salidas y a veces también el miedo me hace atacar a otros, familia, profesionales, hace que yo me defienda de mi propio miedo. Hay gente que se enfada, pero es el mismo miedo el que queda confundido con la rabia. El miedo es una emoción saludable, aunque desagradable, pues lo que no es lógico es no sentir miedo, pero el miedo hay que llevarlo al lado, ni delante paralizando ni detrás empujando, el miedo tiene que estar cerca y poder hablar con él, decirle: “tengo miedo, no sé qué va a ser de mí, pero voy a afrontarlo”.

En ocasiones las personas no detectamos bien el miedo y lo confundimos con la rabia, que es la otra emoción, el enfado. Uno está enfadado, claro que está enfadado porque uno siente que es injusto. La rabia es una emoción también saludable desde el punto de vista que como emoción todas nos sirven para activarnos. Las emociones a nivel fisiológico son activadores de acciones. Cuando la rabia no se gestiona correctamente, cuando nos la tragamos, por ejemplo, se nos atraganta, y entonces es cuando estamos entristecidos o depresivos. Hay personas que se enferman de enfado porque no son capaces de usarlo y sacarlo y otras que la sacan hacia afuera con hostilidad, agresividad, personas que dan la impresión de estar enfadadas con el mundo mundial. ¿Por qué? Porque como no la gestionan en beneficio de hacer algo con dicha rabia, y darle una utilidad, lo que hacen es que la depositan en los demás, normalmente en los más cercanos o en los profesionales, con lo que progresivamente te vas cargando tu sistema de apoyo, porque la gente también se cansa. La rabia hay que usarla en un sentido de sentirla, en el estómago o en la barriga, y usarla. Detectar que tengo rabia y expresarla.

¿Ayudaría el hacer algo físico para canalizarla?

Claro, yo recomiendo mucho el caminar con cierta agilidad, con cierto dinamismo. Porque el caminar te permite pensar, oxigenamos mucho más nuestro cerebro, permitimos que haya más fluidez de comunicación entre los hemisferios y permite generar más ideas, por lo tanto, potenciamos la solución de problemas, la creatividad, las salidas.

Para entrenar nuestra gestión emocional, hemos hablado del autoconocimiento y de buscar a alguien externo, ¿hablamos de un terapeuta, un familiar…?

Alguien que conozca de lo que es el tema de la psicología de la salud y de la gestión de las emociones en temas de salud. Cada vez hay más profesionales que conocen de esto y que nos pueden ayudar. Y siempre, una persona externa que esté poco vinculada emocionalmente tanto con el paciente como con la familia es el que está más capacitado, el más adecuado para intervenir, porque a veces la familia no tiene la fuerza, no tiene la capacidad de influir a ese nivel.

Tiene un rol muy marcado, ¿no?

Claro, cuando estamos muy vinculados emocionalmente es muy difícil poderte distanciar para darte cuenta de que es lo que es mejor para el otro y a lo mejor, lo mejor para el otro no es que estés pegado a él siempre, sino precisamente que le dejes espacio. Pero a lo mejor eso tiene en contra tuyo que te vas a sentir culpable porque no estás todo el día pegado a él, en ese caso la gestión que debes hacer es contigo mismo, es decir, la del propio acompañante.

¿Cuál debe ser el rol del cuidador respecto a las emociones del afectado? ¿Y respecto a las suyas propias?

El cuidador tiene que tener espacios para su rol de cuidador, ajenos y diferentes de los que comparte con el afectado, es decir, yo siempre hablo del grupo de apoyo del cuidador, porque el cuidador necesita obtener recursos para poder cuidar de sí mismo y así llenar su mochila de recursos para poder cuidar a su vez. Tiene que hacer dos tareas: ocuparse de sí para poder también ocuparse del otro, eso es muy importante y eso requiere de un espacio, si tú eres capaz de, además de la tarea de cuidar, hacer algo que nutra tu vida, negociando ese espacio semanal, diariamente, mensualmente… vas a tener una actitud más favorable y emocionalmente más fuerte para poder ocuparte de la persona de la que te has de ocupar. Pero es que a su vez la persona afectada tiene que tener sus propios espacios porque, aunque hay espacios que están conectados, hay otros que tiene que estar necesariamente separados para que la relación sea saludable.

«El cuidador necesita obtener recursos para poder cuidar de sí mismo y así llenar su mochila de recursos para poder cuidar a su vez.»

Nosotros en la asociación llevamos a cabo una vez al mes los Grupos de Ayuda Mutua, ¿cuál crees tú que es el efecto terapéutico del grupo respecto a la terapia individual?

Es importante diferenciar el Grupo de Apoyo y el Grupo de Ayuda Mutua (GAM). El Grupo de Apoyo es un grupo en el que se comparte un problema, una misma situación que comparten todos; es un grupo cerrado, en el sentido de que los mismos que empiezan continúan y van madurando como grupo; es lo mismo que el GAM en este sentido, pero el de Apoyo está conducido por un profesional, un conductor de grupo; sin embargo, en el GAM son los mismos afectados, o los cuidadores, los que dirigen el grupo.

«El saber que a alguien le he sido útil es terapéutico 100%, a todos los niveles.»

¿Qué ventajas tiene el grupo respecto a la terapia individual? En grupo se minimiza el sentimiento de singularidad, muchas veces uno cree que es el único sintiéndose como se siente y el hecho de compartirlo hace que me dé cuenta de que no soy sólo yo el que se siente así. Otra ventaja es el aprendizaje, porque a la vez que estás compartiendo cómo te sientes y lo que haces aprendes cómo otros resuelven situaciones similares a la tuya. Todo esto lleva a que cuando yo sé que algo que yo he dicho o hecho a ti te ha servido yo me siento muy útil y cuando yo me siento útil, eso tiene un efecto terapéutico en mí muy potente, el saber que a alguien le he sido útil es terapéutico 100%, a todos los niveles.

Además, todo esto tiene un efecto catártico, es decir, muchas veces no tenemos espacios donde poder explicitar cómo me siento, ni siquiera darme cuenta de cómo me siento, y a veces el hecho de que yo me permita el lujo de decirlo, de contarlo, conlleva un desahogo, una catarsis, un descanso y poco a poco aprendo a hacerlo de mejor forma, es decir, muchas veces, cuando uno no está entrenado a contar como se siente no tiene hilado el discurso, por lo tanto, también vamos aprendiendo habilidades de lo que es participar, gestionar la expresión, aprender la escucha activa. Esto también conlleva un efecto de clarificar información: muchas veces, en el grupo, alguien tiene una creencia cerrada, férrea y única sobre que, por ejemplo, el tratamiento solo puede ser así. A veces el grupo sirve para flexibilizar esas posturas, para que las cosas se vean de una manera no rígida, mucho más flexible.

Está demostrado que las personas que van a grupos frente a las personas que no van tienen mejor calidad de vida y, dato curioso, las personas que conviven con ellos también se benefician, indirectamente, de los efectos beneficiosos.

Dra. María Palacín

Luego hay dos aspectos muy importantes: se suele hablar en estos grupos cuando se les da el espacio y el tiempo suficiente de hablar de temores tan naturales como son la muerte o como son la existencia, cómo ha cambiado mi vida desde que yo tengo esto y poder hablar de estos dos aspectos más existenciales de la vida de uno es muy importante también. Tiene efecto terapéutico porque hay un cambio en la escala de valores, cambio de manera de ver la vida y todo esto me hace ver que no soy yo sola la que ha cambiado la manera de ver el mundo, sino que otros han cambiado en otros sentidos a lo mejor. Está demostrado que el grupo tiene efectos terapéuticos de mejora de la calidad de vida física, psicológica y social: menos síntomas depresivos y menos presencia de ansiedad. Las personas que van a grupos frente a las personas que no van tienen mejor vida y, dato curioso, las personas que conviven en casa con pacientes que van a grupos también reciben, de forma indirecta, los efectos beneficiosos.

Tiene realmente muchas más ventajas. ¿Qué ocurre? En principio la gente es resistente a ir a los grupos. No somos una cultura que va fácilmente a grupos, pero cuando la persona empieza a ir a un grupo y empieza a ver y a sentir lo bien que le va, estas buenas sensaciones le acaban enganchando e, incluso, hay gente que dice “no, yo es que ya al grupo tengo que ir”; es entonces cuando poco a poco se va generando el compromiso.

¿Y esto es complementario de la terapia individual?

A veces sí y a veces no. Hay personas que empiezan con una terapia individual y luego se les pasa en grupo o hay personas que empiezan en un grupo y, depende del grado de cómo esté llevando y manejando su enfermedad, a veces es conveniente que lo complementen con una terapia individual.

Una de las consecuencias de la enfermedad de Parkinson es la apatía y, por consiguiente, el aislamiento social, ¿qué consejo darías a los afectados que se encuentren en esta situación?

El aislamiento es melancolía y depresión y es singularidad, entonces lo que hay que vencer es la desidia, que te deja en el aislamiento; lo que hay que vencer es el esfuerzo que yo tengo que hacer conmigo para no aislarme. Lo más fácil es aislarse, pero tiene peores consecuencias. Lo más difícil es no aislarse, pero ¿cómo lo consigo? Esforzándome día a día para vencer la apatía.

Más información: Revista catParkinson