– ¿Cuál fue tu motivación para formarte en agricultura ecológica después de tener ya una licenciatura en Ingeniería Superior Agraria?
En el periodo que estudié en la universidad (años 1996 a 2002) casi todos los contenidos que trabajamos estaban planteados desde un modelo de producción convencional, con el uso de insumos químicos. Esto chocaba con el posicionamiento de muchos compañeros de mi generación, que nos empezamos a interesar cada vez más por la producción ecológica. Terminados los estudios universitarios trabajé en proyectos relacionados con la agricultura ecológica, pero encontraba a faltar en mí un fundamento teórico y práctico que me ayudara a desarrollar mis funciones con mejores criterios. Considero que el Máster de Agricultura Ecológica de la UB ofrece la posibilidad de profundizar en estos aspectos y permite obtener una titulación reconocida.
– Trabajas en un proyecto de Cáritas para la dinamización de huertos sociales en la comarca del Baix Empordà (Girona) y en tus propias palabras es tu sueño hecho realidad. Cuéntanos un poco en qué consiste tu trabajo.
Mi trabajo consiste en colaborar con los participantes de proyectos de huertos sociales (promovidos por ayuntamientos) de varios municipios de la comarca y con los ayuntamientos para que los proyectos funcionen correctamente. Con la finalidad de ayudar a mejorar la salud física y emocional de los hortelanos. Para ello ofrezco cursos de formación en agricultura ecológica y asesoramiento técnico en campo, realizando visitas semanales a los proyectos, donde aprovecho para llevar a cabo un seguimiento regular de cómo se van implantando las técnicas de la agricultura ecológica. Junto con los representantes de las asociaciones de hortelanos y los técnicos municipales de referencia también participo en la dinamización social de los proyectos, para ayudar a mantener y mejorar la cohesión social dentro de cada proyecto de huertos. En algunos casos, paralelamente, llevo a cabo un acompañamiento más cercano de cada participante, realizando talleres grupales para mejorar el autoconocimiento, la autoestima y las habilidades sociales de personas que se encuentran en alguna situación de vulnerabilidad económica o social.
– ¿Podrías haber accedido a este puesto sin una especialización en agricultura ecológica?
Posiblemente no. Se necesitaba una persona con experiencia y/o formación en el campo de la intervención social y en el campo de la agricultura ecológica. En mi caso he tenido la suerte de contar con una experiencia de 10 años trabajando con personas en situación de exclusión social severa, siempre incluyendo en estos procesos de acompañamiento personal actividades relacionadas con la horticultura ecológica. Cuando estudié el Máster hice las prácticas en los huertos municipales de Platja d’Aro. Lo cual me permitió establecer un vínculo con la comunidad de hortelanos del proyecto y con las personas del Ayuntamiento que hacen un seguimiento del mismo. Durante el año siguiente continué trabajando con ellos de manera voluntaria hasta que sus huertos sociales fueron incluidos en el proyecto para el que trabajo.
– ¿Qué necesita un proyecto de huertos sociales ecológicos para ser sostenible?
A nivel social, resulta fundamental que un técnico del Ayuntamiento realice un seguimiento cotidiano del proyecto atendiendo las necesidades del día a día, realizando una tarea de mediación en posibles escenarios de conflictos internos y abriendo el proyecto a la participación de otras personas o asociaciones que no forman parte del proyecto como titulares. A nivel económico, conviene destinar una partida anual para mantenimiento, mejora y ampliación de las instalaciones si fuera necesario. Y en los ámbitos educativo y ambiental, resulta imprescindible llevar a cabo un acompañamiento de los hortelanos en su proceso de aprendizaje y aplicación de las técnicas de la agricultura ecológica.
– ¿Es importante que la horticultura social se enmarque dentro de la agricultura ecológica?
Es que pienso que es lo que la gente demanda mayoritariamente. Las personas que participan en estos proyectos se sienten muy ilusionadas al obtener hortalizas para su propio consumo. Si además tienen el valor añadido de ser ecológicas, la satisfacción es aún mayor. Muchas personas mayores sonríen cuando reencuentran aquellos sabores genuinos de los alimentos que recuerdan de otras épocas, cuando los alimentos se producían sin las prisas de hoy en día.
– Los proyectos de horticultura social eco están creciendo y cada vez más ayuntamientos y entidades están apostando por este tipo de propuestas. ¿Por qué crees que está ocurriendo?
Se trata de proyectos que ofrecen múltiples beneficios y posibilidades de intervención. Permiten trabajar la autoestima de las personas, la salud física y mental al realizar ejercicio en un entorno relajante. Ayudan a mejorar las relaciones sociales, la cohesión social del barrio, y son una magnífica oportunidad para la educación ambiental de toda la ciudadanía que tenga la oportunidad de visitar estos proyectos. Permitiendo establecer todo tipo de sinergias con otros colectivos del municipio mediante: la participación de niños en edad escolar y de jóvenes que realizan cursos de formación técnico-laboral (encuentro intergeneracional), la inclusión de personas de origen extranjero mediante las visitas que realizan los grupos locales de alfabetización, actividades para grupos de personas con discapacidades intelectuales, etc.
– ¿Crees que la agricultura ecológica es viable sólo en emprendimientos pequeños, como en el caso de estos proyectos sociales que dinamizas, o que puede conjugarse con una producción a escala mayor?
Tengo la impresión de que los proyectos pequeños suelen ser más fieles a los principios de la agroecología. Pero también opino que si queremos que cada vez más personas consuman productos ecológicos la producción debería ser asumida a varias escalas. Para evitar que esto no vaya en detrimento de los principios, quizás la Normativa de la Producción Agrícola Ecológica debiera ser un poco más restrictiva. Y facilitar la conversión de las unidades de producción convencional hacia sistemas de producción ecológica, no gravando a los agricultores para poder obtener la certificación ecológica. Sino facilitándoles las cosas a nivel administrativo. Y reconocer su responsabilidad con el medio ambiente y con la salud de los consumidores mediante asesoramiento técnico especializado, capacitación, ventajas fiscales, etc.