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UB-IL3 Columbia Journalism School

Haciendo ronda nocturna con la Guardia Urbana de Barcelona

16/03/2018

Los alumnos del Máster en Periodismo BCN_NY participan cada año en una patrulla con la Guardia Urbana de Barcelona. Dentro de la asignatura de Periodismo Judicial y bajo la coordinación del profesor Santiago Tarín (La Vanguardia), los alumnos acompañan a los agentes de la policía local en una ronda nocturna divididos por grupos. Después, tienen que redactar una crónica a partir de los sucesos y las actuaciones policiales que han presenciado. Éste es uno de los textos más destacados de este curso.

De hurtos y drogas en Ciutat Vella

José Accini

En un trozo de acera entre la calle del Portal de Santa Madrona y el carrer de la Mina ubicado en el Barri Gòtic de la ciudad de Barcelona, un joven se derrumba sobre el Homenaje a la Mutua Escolar Blanquerna bajo los efectos de la droga y el alcohol. “De unos 25 años”, estiman Iván A. y Rodrigo Z. -nombres ficticios-, asignados, por la noche del 9 de febrero y la madrugada del 10, al distrito de Ciutat Vella. El frío, un frío húmedo, se mete hasta en las botas de los uniformes de la Guardia Urbana, preparados para este clima, y ha dejado las calles casi del todo despejadas. Es ya la 1 de la madrugada y la patrulla lleva tres horas fuera.

“Pedí que me asignaran aquí”, comenta Rodrigo Z. en una pausa del auto policial cerca de las 23, “antes hacía las mañanas en Poble Sec, pero ahora me convenía el horario de la noche”. Rodrigo Z. sostiene una taza de café solo en la mano. Lleva tres años siendo parte de la Guardia Urbana. Esta noche el objetivo es, principalmente, vigilar el sector de la Rambla y alrededores. Conocido por su atractivo turístico, Ciutat Vella es un distrito que da problemas a los grupos policiales, pero Rodrigo Z. no lo ve de esa manera, “aquí hay más acción”. Hace una pausa y luego explica, “acá uno siente que trabaja de verdad como policía, en Poble Sec era muchas veces un trabajo más administrativo”.

¿Hay “acción” para la Guardia Urbana en Ciutat Vella? En el año 2016, la base policial de este distrito registró la cifra de 40.822 delitos. De estos, el 93% eran hurtos o robos en la vía pública. Por eso, al iniciar la jornada, a las 21:45, el subinspector reúne a todos los miembros de la base y los envía a una parte específica del distrito. “¡Iván A. y Rodrigo Z. con los periodistas!”, exclama. Se mueven en automóvil, esta noche son la patrulla 401. Poco después de las 22:30, reciben la primera alarma: tres detenidos en Drassanes, parada de la línea 3 del Metro de Barcelona.

Al bajar las escaleras, antes del punto de control de boletos de la estación, estaban tres hombres con las manos tras la espalda y tres agentes haciéndoles un chequeo. Un cuarto oficial revisaba paralelamente el andén de Drassanes. La 401 de Iván A. y Rodrigo Z. aportó con el quinto y el sexto policía al llegar. Los tres detenidos hablaban rumano entre ellos. “¡Eh! ¡Hablad en castellano!”, increpa Iván A. Uno de los hombres, que no dejaba de reírse y señalar a cada mujer que pasaba, puso un rostro serio y se quedó callado. Luego de una revisión final, tuvieron que soltarlos. “No podemos detenerlos más si no llevan más de cierta cantidad de droga o dinero robado”, se queja Iván A. Dos horas después encontrarían a uno de los tres rumanos, esta vez en Urquinaona y, de nuevo, tendrían que dejarlo ir.

“El tipo se ha puesto a amenazar a los clientes y a algunos de los camareros con el puño”, explica el encargado de Flax & Kale, local ubicado en el carrer de Sant Pere Més Alt, en El Born. Son ya más de las 23:30. Los uniformados, cuatro esta vez, incluyendo a Iván A. y Rodrigo Z., están en la entrada del sitio cuando sale un hombre de gran estatura, sin cabello, sonriendo y con los ojos abiertos al máximo. Se saluda con los policías con familiaridad. Los conoce. Ellos por su parte, no sonríen, se limitan a darle la mano y saludarle.

Después de hablar con él un par de minutos, le dejan irse. “Hasta que no tenga una orden médica no podemos internarlo, tiene problemas psiquiátricos”, afirma Iván A., “cuando se pone agitado, hacen falta cuatro tíos bien fuertes para llevárselo”. Las personas a veces reaccionan muy mal y, según Rodrigo Z., “no te preparan en la Academia para la vida real, la defensa personal que recibes ahí no te sirve de mucho fuera”. Por eso, siempre buscan tener una mayoría numérica, por seguridad de los agentes.

A la 01:11 llega finalmente la ambulancia al trozo de acera entre el Portal de Santa Madrona y el carrer de la Mina. Le diagnostican un consumo fuerte de droga sintética. Ketamina, probablemente. Cuesta despegarlo del Homenatge a la Mútua Escolar Blanquerna. Se aferra al libro. Finalmente, consiguen subirlo a la ambulancia con destino al Hospital del Mar. Rodrigo Z. despide a los paramédicos. Iván Z. suspira, les quedaba casi 1 hora antes del descanso y cena a las 02:00. Coloca sus manos en la cintura y tirita ligeramente: “vámonos, que hace un frío…”.