¿Cómo hablarte de lo inexpresivo? Incluso hasta en la tragedia, pues la verdadera tragedia está en la inexorabilidad de lo inexpresivo, que es su identidad desnuda. A veces, a veces nosotros mismos manifestamos lo inexpresivo; en el Arte se hace eso, en el amor corporal también; manifestar lo inexpresivo es crear.
Lispector, Clarice
biografía
Clarice Lispector (1920—1977) nace en Ucrania y a los dos años su familia se traslada a Brasil. En el año 1930 escribe su primera obra de teatro: Pobre menina rica. Durante su carrera en Derecho publica artículos en diversos diarios. A los 22 años ocupa su primer cargo profesional. En el mismo año escribe Perto do coraçăo selvagem. Entre sus novelas más famosas se encuentran La hora de la estrella (1977), La ciudad sitiada (1949), La manzana en la oscuridad (1961), Felicidad clandestina (1971), Agua viva (1973) y su obra póstuma Un soplo de vida (1978). La escritora vive gran parte de su vida en Europa y en los Estados Unidos. Muere un día antes de cumplir 57 años, en Río de Janeiro.
sinopsis
Una de las pocas cosas que sabemos sobre la narradora son las siglas de su nombre: G.H. El argumento de la historia que procura contar se convierte en una lucha contra la forma. G.H. se describe a sí misma como escultora, mujer, representante de una clase social acomodada que acaba de despedir a una criada. Al comenzar a contar, está ordenando una habitación de la casa, pero lo que acontece a continuación es tan sólo un pretexto para acompañarla en su búsqueda de lo inefable, lo insípido y lo sublime, un viaje no sólo artístico, sino también metafísico: hasta el fondo de la epifanía.
reseña
La novela de Clarice Lispector, si es que podemos calificarla como novela, permite todo un mundo de interpretaciones que se multiplican, se yuxtaponen y se complementan, al igual que las capas en el caparazón de la cucaracha que tendrá tanto protagonismo en la novela.
Desde las primeras líneas la narradora plantea el problema de la forma. Al buscar un lenguaje adecuado, G.H. trata de hacernos entrar en el mundo de sus vivencias, pero la frontera entre creación y representación resulta ser más que ambigua. ¿Existe un modelo total?, parece preguntar a modo de Borges. Y la realidad que nos rodea, ¿dispone de un orden preestablecido, fuera de lo humano?
Una de las aproximaciones a la cuestión nos es revelada cuando la protagonista decide ordenar el cuarto de su criada. Al entrar, G.H. se siente enajenada, rechazada por la habitación, siente una fuerza oscura y seca. En una de las paredes su sirvienta había dibujado un mural que representa a la protagonista. De pronto G.H. se siente observada. Abre la puerta de un armario y se encuentra a una cucaracha. La invaden el terror y la repulsión. La cucaracha se convierte en una especie de axolotl cortazariano —de repente, sus ojos empiezan a parecer humanos, le recuerdan a la criada, de cuyas facciones es incapaz de acordarse—. G.H. se mira en estos ojos, de la misma manera que el público lector se expone a la influencia del texto que interpreta. G.H. descubre que el origen de la repugnancia hacia lo inmundo, hacia el Otro, proviene de la vergüenza de su propio origen. No es este tipo de orden el que buscaba.
A través de una serie de actos simbólicos, la narradora se desentiende de lo añadido, lo construido, lo que pretende la máxima belleza y que hasta ahora constituía su individualidad. Ya no quiere "lo que tiene", sólo quiere "lo que es". Tanto la tradición como el lenguaje, su identidad como ser humano, como mujer y como artista, tan sólo parecen antifaces que encubren la esencia de su ser. G.H. se niega a construir otro discurso arbitrario. Comprende que sólo podemos percibir lo parecido a nostros mismos. "Si la “verdad", dice G.H., "fuese aquello que puedo entender, terminaría siendo sólo una verdad pequeña, de mi tamaño" (96). La meditación que se propone es un infierno, una pérdida de esperanza. El artista y el ser humano deben dejar de perseguir lo máximo, abandonar la búsqueda, ya que lo sublime no es ni bello ni siniestro. Es neutro. Es la Nada. He aquí la crisis de la representación.
A pesar de ello, el mensaje de la novela no parece pesimista. La epifanía que experimenta la protagonista ocurre a causa de un trauma, en un proceso de elaboración y de superación. G.H. se enfrenta al objeto de su mayor repudio, encarnado en la cucaracha, y es entonces que logra superar las limitaciones perceptivas. Adquiere una mirada metafísica y una voz propias. Su conciencia no puede reducirse a ninguna religión en concreto, no cabe en las fronteras rígidas que pretenden separar el alma del cuerpo, la esencia de la sustancia, a los seres humanos de los animales y de la tierra. La novela, a mi modo de ver, puede leerse como un elogio a la felicidad tangible, próxima al esfuerzo y al amor. Representar significaría sentir, no dominar al mundo. La pasión, según G.H., sería la vida misma.
Goclawska, Aleksandra (2015), "Clarice Lispector, La Pasión Según G.H.", Lletra de Dona in Centre Dona i Literatura, Barcelona, Centre Dona i Literatura / Universitat de Barcelona, data de consulta.