Yacimiento: Els Altimiris (St. Esteve de la Sarga, Pallars Jussà).
Campañas: 2004 hasta la actualidad.
Dirección: Marta Sancho (2004-2021), Walter Alegría (2007-2021), Núria Artigas (2017) y Jordi Valverdú (2019, 2021).
Descripción:
Els Altimiris, ubicado en lo más alto (c. 900 m) de una de las contraescarpas del Montsec de Ares (Prepirineo de Lleida), en un contexto de bosques y pastos y en un punto intermedio de los primitivos obispados de Ilerda, Urgellum y Huesca, se presenta como un ejemplo de los primeros establecimientos monásticos que se fundaron a entre la Antigüedad y la Alta Edad Media.
Las fuentes escritas de la Antigüedad Tardía se refieren con relativa frecuencia a estos cenobios de montaña, pero aún así existe un gran déficit en lo que se refiere a su identificación arqueológica, en parte debido a dos circunstancias: a menudo la configuración estructural intrínseca de estos yacimientos no difiere –aparentemente– de la de un asentamiento o poblado de carácter civil; y varios de estos primitivos monasterios siguen activos durante la Edad Media y siglos modernos, lo que comporta que los niveles y estructuras fundacionales queden arrasadas, lo que dificulta su identificación como espacio monacal.
El yacimiento está asentado en una superficie más o menos triangular, con una acusada pendiente, delimitada por dos precipicios (E y W) y por un gran muro de cierre (N). Las líneas de los precipicios interseccionan en un vértice donde se localiza el ‘Pas de Santa Cecília’, un estrecho paso consistente en una gran masa rocosa modificada por la mano humana que a su vez haría la función de contador de ganado, y hagiotopónimo del que hay que relacionar con la advocación de la iglesia del yacimiento, de la que no se tiene ninguna referencia documental conocida. Con un arco cronológico que va del siglo V al VIII/inicios del IX y un momento álgido en los siglos VI-VII, los datos arqueológicos revelan la existencia en un punto central del yacimiento de un complejo conjunto de edificaciones hechas a base de bloques unidos con mortero de cal y arena, con enlucido interior y exterior, distribuidas en torno a una iglesia de nave única y ábside semicircular inscrito en un rectángulo; esta iglesia fue fundada hacia finales del siglo V. A su alrededor se distribuyen otras estructuras: un edificio rectangular de carácter comunal construido con técnicas de tradición tardoromana (opus caementicium y opus signinum), y varios pequeños fondos de cabaña semiexcavados en la roca.
Entre el fragmentado material arqueológico destaca un pequeño mortero y la estructura de hierro y el plato de bronce de una balanza de precisión; las analíticas del fondo del plato han revelado la elaboración de productos de farmacopea y derivados de las resinas arbóreas. Entre las formas cerámicas, abundan los recipientes de uso cotidiano como jarras y cacerolas, y en menor proporción aparece vajilla de lujo (DSP, TSHT, ARS). Destacan también las ánforas para vino y aceite. Los metales están representados por numerosos clavos de construcción relacionados con los techos, una pequeña esquila, y varias agujas pertenecientes a hebillas de cinturón. Completan el catálogo mueble varios restos de escorias de hierro y vidrio, así como materiales líticos (afiladores, pedreñales y lascas de sílex).
El estudio de los restos de fauna muestra un predominio de los ovicaprinos, seguidos en menor porcentaje por los lepóridos, los suidos y los bóvidos; y de forma muy residual cérvidos, équidos y cánidos. Pero el hallazgo que más ha llamado la atención es un conjunto de ostras localizadas en una de las estancias del entorno de la basílica, dado que la zona del Montsec se encuentra bastante alejada de la costa (a unos 180 km en línea recta).