Ramón y Cajal ha sido uno de los científicos más brillantes de la historia de nuestro país. Sus investigaciones, reconocidas también en el ámbito internacional, le valieron para hacerse con el Nobel de Medicina el año 1906. Aun así, sus aportaciones van mucho más allá del campo médico, Ramón y Cajal era una persona con sensibilidad filosófica, educativa e, incluso, artística. Siendo coherente consigo mismo y sus ideales, Cajal dio ejemplo, más allá de como científico, de sobriedad y austeridad. No aceptó varias retribuciones económicas a su persona o pidió, por ejemplo, que se le bajara el sueldo cuando consideró que era demasiado elevado.
¿Pero qué aportaciones hizo al saber educativo? Ramón y Cajal fue el primer científico que argumentó el mecanismo fisiológico que hacía posibles las conexiones entre neuronas (sinapsis), defendió la necesidad de establecer una sinergia entre el sistema educativo y los estudiantes (que favoreciera a las dos partes), objetó la variación de los lóbulos y diferentes partes del cerebro a medida que pasan los años (demostrando la mayor sencillez de aprender una lengua en edad temprana), refutó que las neuronas formaran parte de una red homogénea (apuntando su singularidad e independencia) y la necesidad de formar y fortalecer las sinapsis una vez se han creado (para no olvidar lo aprendido).
Además, en sintonía con las corrientes pedagógicas más avanzadas de su tiempo, apostó y respaldó la importancia del aprendizaje activo, tanto a la hora de aprender hábitos como conocimientos.
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