¿Hacia dónde vamos?
La tecnología ha cambiado radicalmente la forma en cómo nos relacionamos entre nosotros y con el mundo. La ubiquidad, las respuestas instantáneas, la capacidad para transformar nuestro entorno y transportarnos de un sitio a otro son solo algunos de los ejemplos que rompen con lo que habíamos entendido, tradicionalmente, como modelo de vida.
El abandono de las humanidades que permiten reflexionar, analizar y confeccionar un pensamiento crítico ha sido una de las primeras consecuencias de este mundo cambiante que tenemos delante. En su lugar, se apuesta por un conocimiento aplicado, que permita producir X concepto/objeto del que obtener un beneficio. El hacer está ganando la batalla al saber.
Pero entonces, ¿qué deben enseñar las universidades? Observando esta tendencia, podemos afirmar lo lejana que queda la visión platónica de la universidad como Academia, de lugar que atesora el saber, sitio de encuentro del pensamiento crítico y discusión de ideas. Así pues, lejos de enseñar modelos de comportamiento y conducta que correspondan a hábitos virtuosos el saber hacer impera en las aulas.
Los economistas y los partidos políticos se empeñan en los debates de números y cifras, pero el mundo y las personas necesitan solucionar los problemas de manera humana (aparte de técnica). Algunas de las etapas más negras que la humanidad ha dado a luz han sido, precisamente, por empeñarse a reducir a las personas a simples datos; por apostar por el conocimiento técnico y dejar a un lado la ética.
https://es.unesco.org/courier/2018-1/universidad-y-democracia-credulos