El impacto electoral de la corrupción para un partido es mayor si éste la reconoce

Revisió originàriament publicada a Observatorio Global ideas globales para el gobierno local núm 13

Autor de la revisió: Lluís Medir (investigador GREL, SGR 838)

Publicación: «Why do voters forgive corrupt mayors? Implicit exchange, credibility of infor-mation and clean alternatives», Local Government Studies, 1 de marzo de 2016.

Autores: Jordi Muñoz (Universitat de Barcelona), Eva Anduiza (Universitat Autònoma de Barcelona) y Aina Gallego (Instituto Barcelona de Estudios Internacionales)

SÍNTESIS DE LA IDEA

Este artículo viene a complementar, desde el punto de vista de los ciudadanos, las recientes aproximaciones a la relación existente entre resultados electorales y corrupción política a nivel local. Recientemente ya se han reseñado dos aportaciones fundamentales sobre esta materia en el Observatorio Local (n.º 7): Elena Costas analizaba en ellos los limitados efectos en España de los escándalos de corrupción sobre el porcentaje de voto en la elección de los alcaldes. Pues bien, este artículo de Muñoz, Anduiza y Gallego se basa en los mecanismos concretos que llevan a los votantes a ser más permisivos con los alcaldes presuntamente corruptos.

En general, el artículo se interroga sobre los micromecanismos individuales que pueden explicar las limitadas consecuencias electorales de los escándalos de corrupción en España. En democracias fuertes y consolidadas como la española, donde la libertad de información y opinión, junto con la estabilidad institucional, están garantizadas, no deja de ser paradójica la débil respuesta de los electores ante los presuntos casos de corrupción a nivel local. Los autores plantean
que la identificación o cercanía de los votantes hacia un determinado partido político funciona como «amortiguador» del castigo electoral a la corrupción, y que dicha «amortiguación» funciona a su vez a través de tres mecanismos teóricos posibles: el intercambio explícito, el descrédito de la información y la falta de alternativas creíbles.

El primero de los mecanismos consistiría en argumentar que los votantes tienden a no castigar tan severamente a aquellos alcaldes que presentan buena gestión en su actividad política. Los autores llaman Implicit Exchange a este mecanismo según el cual los votantes tienden a no penalizar a los políticos que consiguen, por ejemplo, un sostenido crecimiento económico local o una distribución
de la riqueza eficiente. Su primera hipótesis establece que el apoyo a políticos sospechosos de corrupción es más fuerte cuando hay crecimiento económico generalizado y bienestar local.

El segundo de los mecanismos lo denominan Credibility of Information, según el cual la reacción a los casos de corrupción está condicionada por la credibilidad y la fuente informativa. La idea que subyace al término es que los ciudadanos tenderán a no creer las acusaciones de corrupción si las noticias provienen de rivales políticos. La segunda hipótesis establece que la corrupción afecta más al voto si el propio partido la reconoce y, por el contrario, afecta menos si el partido del alcalde rebate los argumentos de corrupción.

Finalmente, estudian un mecanismo que etiquetan como Lack of clean alternatives según el cual si los votantes perciben que los distintos candidatos son similares en términos de corrupción política, no existe razón para penalizar a su alternativa preferida. Así, la tercera hipótesis implica que los votantes votarán a «su» candidato, presuntamente corrupto, cuando los demás aparezcan también
como potencialmente corruptos.

La principal aportación del artículo sin duda es la metodología seleccionada para testar los tres micromecanismos aludidos. Los autores plantean un experimento donde los entrevistados tienen asignada aleatoriamente una de las distintas hipotéticas presentaciones en relación con la situación política de su candidato a alcalde, para posteriormente pedirles la probabilidad de votar a ese
candidato en una escala de 0 (nada) a 10 (toda probabilidad). Así, es de esperar que las diferencias observadas entre los grupos tan sólo sean debidas a la información de que se les ha provisto. Se generan hasta seis escenarios distintos, dos para cada uno de los micromecanismos, donde se generan estímulos contrarios para cada par de alternativas.

Los resultados muestran que, a pesar de que las probabilidades de voto son muy bajas en todos los casos, hay dos micromecanismos que sí parecen generar diferencias: el del Implicit Exchange y el de la credibilidad de la información. En ambos casos, la existencia de crecimiento económico e información sesgada o partidista sobre la corrupción implican probabilidades de voto significativamente
distintas y superiores para los alcaldes presuntamente corruptos. Sin embargo, no se observan diferencias para sustentar la hipótesis de falta de alternativas políticas como inhibidor del castigo electoral de los alcaldes presuntamente corruptos.

A pesar de la novedad y originalidad de los resultados, y el avance científico que significan, los mismos autores reconocen que son difícilmente generalizables a la población más allá del grupo experimental. Algunas desviaciones de la muestra experimental, que sobrerrepresenta a los sectores con más formación y más jóvenes, así como las limitaciones derivadas de la identificación partidista de los individuos y los problemas de «deseabilidad» social de las respuestas (difícilmente las personas admiten que podrían votar a un alcalde presuntamente corrupto), son límites que sólo se pueden superar con más investigaciones al respecto.