Millora urbana i millora de la percepció de la salut. Revisió de literatura per Observatorio Local Nº4

Revisió originàriament publicada a OBSERVATORIO LOCAL N.º 5 Noviembre- Diciembre 2014.

Autor de la revisió: Lluís Medir (investigador GREL, SGR 838)

Publicación: «The effects of an urban renewal project on health and health inequalities: a quasi-experimental study in Barcelona», Journal of Epidemiology & Community Health, vol. 68 (2014), pp. 811-817. Roshanak Mehdipanah, Maica Rodríguez-Sanz, Davide Malmusi, Carles Muntaner, Èlia Díez, Xavier Bartoll y Carme Borrell son investigadores de la Agència de Salut Pública de Barcelona.

SÍNTESIS DE LA IDEA

Resumen: Este pionero artículo establece por vez primera una relación entre la mejora urbana y la mejora de la percepción de la propia salud de las personas. A partir de un trabajo empírico de diseño casi experimental, los autores demuestran que es posible observar mejoras de la percepción de la propia salud entre los habitantes de aquellos barrios o zonas «tratados» por las actuaciones integrales del Programa Barris establecido por la Llei de Barris catalana, frente a los que no, así como una disminución de la brecha de salud entre clases sociales.

En la pasada década, el Programa de Barris del Gobierno de la Generalitat de Catalunya financió municipios que presentaron proyectos de renovación urbana integral en barrios desfavorecidos (mejoras físicas, sociales y económicas de los distintos espacios habitacionales). El objetivo de la investigación es evaluar los efectos de esta ley sobre las desigualdades percibidas en la propia salud de los residentes en los barrios intervenidos en la ciudad de Barcelona. El estudio, además, incorpora la variable «desigualdad» en la percepción de la salud en función de la clase social del individuo entrevistado, en este caso medida como «trabajadores manuales» frente a «trabajadores no manuales» (siguiendo la clasificación establecida en la clasificación nacional de ocupaciones).

Uno de los atractivos principales del artículo es que el trabajo empírico que lo fundamenta se basa en un diseño cuasiexperimental: se comparan adultos residentes en los cinco barrios en los que se intervino en Barcelona de 2004 a 2011 (Roquetes, Santa Caterina, Poble Sec, Ciutat Meridiana y Trinitat Vella), con los de ocho barrios con características socioeconómicas similares donde no intervino el programa. El artículo utiliza la Encuesta de Salud de Barcelona para medir la autopercepción de la salud de los entrevistados en dos momentos previos a la intervención (2001 y 2006) y en uno posterior a la misma (2011), y se limita a las respuestas de aquellos que aseguran haber vivido en el barrio durante más de 5 años, lo que garantiza de este modo su adecuación al estudio. Una vez determinados los grupos «pre» y «post», se utilizaron modelos de regresión de Poisson estratificados por sexo para calcular las razones de prevalencia, comparando 2011 con 2006 y 2001. Más tarde, se replicaron los análisis estratificados por clase social para estudiar la evolución de las desigualdades percibidas en salud en función de la pertenencia a una u otra clase
social.

Los resultados muestran que, en los barrios en los que el programa se aplicó, los encuestados de ambos sexos disminuyeron de forma significativa la mala percepción de la salud, mientras que no se produjeron cambios significativos en el grupo de comparación. En el mismo análisis realizado por clase social, la mejora significativa se observó en las clases más modestas: aumentó la autopercepción de la propia salud en el grupo de manual de los barrios intervenidos en ambos sexos, lo que resulta directamente en una disminución de las desigualdades en salud percibida. Resultados similares se observaron en relación con la percepción del estado de salud mental de las mujeres, mientras que, en los hombres, esta percepción empeora en ambos grupos de vecinos, pero sobre todo en el grupo de comparación. Así pues, estas actuaciones integrales tuvieron un efecto positivo en la percepción de la salud de los ciudadanos y parecen haber conseguido promover mejoras, en especial en la autopercepción de la salud mental de ambos sexos y, sobre todo, entre las clases sociales más desfavorecidas, lo que favorece la disminución de la desigualdad en la salud.

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