Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. 
ISSN: 1138-9788. 
Depósito Legal: B. 21.741-98 
Vol. X, núm. 218 (85), 1 de agosto de 2006 

JOSÉ DE ESCANDÓN Y LAS NUEVAS POBLACIONES DEL NUEVO SANTANDER

Gabriela Vázquez García

Universidad Nacional Autónoma de México



José de Escandón y las Nuevas Poblaciones del Nuevo Santander (Resumen)

A diferencia de los modos de poblamiento que se suscitaron comúnmente durante el periodo virreinal en la Nueva España, que seguían una estructura misional y presidial, las ‘nuevas poblaciones’ que diseñó don José de Escandón tienen marcadas diferencias en los ámbitos culturales, sociales, políticos y económicos. Las ‘nuevas poblaciones’ que desarrolló Escandón en el territorio que hoy conocemos como Tamaulipas, llamado en el siglo XVIII Nuevo Santander, parten de ideas que tienen como referencia una forma de ejercer el control sobre el desarrollo de la ciudad y del territorio, a través de su producción económica. Las consecuencias directas de esta forma de diseño urbano marcan en la Nueva España la apertura a una nueva manera de consolidar un territorio fronterizo.

Palabras clave: Nuevas poblaciones, Nuevo Santander, Escandón.


José de Escandón and the Nuevas Poblaciones in the Nuevo Santander (Abstract)

Unlike the ways of poblamiento that was originated commonly during the virreinal period in the New Spain, which they followed misional and presidial structure, the ‘nuevas poblaciones’ that it designed Don Jose de Escandón have noticeable differences in the scopes cultural, social, political and economics. The ‘Nuevas poblaciones’ that it developed Escandón in the territory which today we know like Tamaulipas, call in the century XVIII the New Santander, they leave from ideas that they have like reference a form of to exert the control on development of the city and the territory, through its economic production. The direct consequences of this form of urban design mark in the New Spain the opening a new way to consolidate an border territory.

Key words: Nuevas Poblaciones, the Nuevo Santander, Escandón.



 

Los proyectos de colonización hacia el oriente septentrional de la Nueva España

Durante la segunda mitad del siglo XVII, la expansión de la Nueva España hacia el territorio norte cumplía un triple propósito: el de reubicar a la población excedente de la zona central de la Colonia novohispana; poner en marcha nuevos aprovechamientos que produjeran los recursos necesarios para satisfacer las crecientes demandas de la Corona española; y asegurar la posesión de los vastos territorios septentrionales ante la presencia francesa en Texas. La ejecución de estas determinaciones estaba llena de dificultades; pero las autoridades del virreinato las impulsaron en la medida de sus fuerzas, a través de las expediciones religiosas y militares que incursionaron en Sonora y las Californias, Nuevo México, Texas, Coahuila, Chihuahua y Tamaulipas.

La expansión colonial hacia el oriente del septentrión novohispano se encontraba prácticamente desierta; y a pesar de ello, algunos sitios en diferentes puntos del Seno Mexicano habían logrado unos pocos asentamientos, debido a las penetraciones esporádicas efectuadas por los misioneros franciscanos y por las autoridades y vecinos de las provincias cercanas a ese territorio[1], estableciendo rancherías.

Para la historia de la actual Tamaulipas, el obstáculo más serio que impedía una ocupación eficaz del territorio septentrional del Nuevo Santander, radicaba principalmente en la hostilidad manifestada por los naturales y los constantes insultos y depredaciones que ejercían sobre los establecimientos de los colonos, pero la marcha hacia el oriente desde el Reino de León ya se había iniciado a principios del siglo XVIII[2].

Fue Antonio Ladrón de Guevara, conviviendo con los indígenas que halló a su paso, quien abrió la ruta entre Linares y la barra del río de los Conchos, en las cercanías del actual San Fernando de Tamaulipas. Ladrón de Guevara, originario de Castilla, vivió desde muy joven en la Ciudad de México, y había ocupado cargos importantes en el gobierno de la Nueva España, sirviendo en posiciones políticas y militares. En 1733 fue nombrado Procurador del Ayuntamiento de Monterrey, y en 1735 fue nombrado Capitán Procurador y Teniente Alcalde Mayor en el Valle de Huajuco[3].

Durante sus primeros veinte años en Nuevo León, Ladrón de Guevara realizó numerosos viajes a la costa del Seno Mexicano. Fue precisamente en 1739 cuando elaboró sus Noticias de los poblados y tratos de que se componen el Nuevo Reino de León, provincia de Coahuila, Nueva Extremadura y Texas, Nuevas Philipinas; él mismo había ofertado sus servicios a la Corona española para realizar una expedición formal y colonizar el área este septentrional del Seno Mexicano.

Mientras esperaba una respuesta oficial a su petición de colonizar ese territorio, Ladrón de Guevara residió en Nuevo León, donde se casó en 1741 con doña Luisa Guerra. Para 1742, fue nombrado Sargento Mayor, Alcalde Mayor y Capitán de Guerra del Valle de San Antonio de los Llanos. La tropa de Cerralvo, por su parte, realizó expediciones sobre la margen derecha del río Bravo, y dio lugar a varios asentamientos en la confluencia de esta corriente con la del río San Juan.

En 1726, el gobernador del Nuevo Reino de León, don José Jáuregui, secundado por el propio Ladrón de Guevara y don Narciso Marquín de Montecuesta, alcalde mayor de la villa de Santiago de los Valles, presentaron un memorial a Felipe V, en que solicitaban la autorización para la conquista y poblamiento de la Costa del Seno Mexicano, y la reducción y conversión de sus naturales, cuyas hostilidades inhibían la colonización de la región y la explotación de sus recursos.

La respuesta a este escrito no se produjo sino hasta 1739, sólo después de largos y costosos trámites del propio Guevara. El edicto real, sin embargo, estaba muy lejos de satisfacer sus aspiraciones, pues aunque mencionaba los posibles méritos de don Antonio, remitía a las autoridades de la Nueva España la resolución final en ese asunto, misma que debía tomarse en una Junta General de Guerra y Hacienda. El cumplimiento de esa real disposición, repetida en 1743, no tuvo efecto hasta 1748[4].

Diversas contingencias, viajes e informaciones, habían venido retardando la reunión, pero cuando esta al fin se realizó, fue para confirmar la selección de don Juan Rodríguez de Albuerne, Marqués de Altamira y Auditor General de la Guerra, quien hacía recaer esa responsabilidad en don Joseph de Escandón, Teniente de Capitán General de la Sierra Gorda, del cuerpo miliciano de Querétaro, quien de acuerdo con un nombramiento especial, había efectuado a sus expensas (con sus propios recursos) el reconocimiento de la zona, y proporcionando al Marqués de Altamira la información básica para su dictamen de 1746[5].

El dictamen empieza con la exposición de las condiciones físicas y sociales que prevalecen en la zona, la justificación de la empresa que se proyecta y la relación de los desafortunados intentos efectuados para el poblamiento de la comarca. Establece a continuación la calificación y el desecho de la propuesta del equipo de Guevara; el mismo Virrey Revilla Gigedo había garantizado la colonización a Escandón, argumentando la consideración de que Ladrón de Guevara era una persona de “dudosa honestidad, cuyos escándalos contra los indios de aquella frontera eran notorios”[6]. Pasa luego a encarecer los méritos de Escandón y de los resultados del reconocimiento que se le había encargado, de acuerdo con el cual se disponía llevar adelante catorce fundaciones, incluyendo el cambio de ubicación de los presidios de Cerralvo y del Espíritu Santo. Concluye el documento recomendando la pronta localización de un puerto en el litoral con el fin de conseguir de la Corona la más oportuna autorización para su establecimiento. Respecto a las erogaciones necesarias, se consignaban la ayuda de costa para el traslado de los pobladores, los sínodos para los ministros de las misiones que habrían de fundarse y los pagos de la tropa. Concluye con un oficio del Virrey que confirma a Escandón como su lugarteniente para el reconocimiento, reducción y pueble de la costa del Seno Mexicano, comisión ya conferida en 1746.

En 1747, Don José de Escandón y Helguera presenta a las autoridades de la Corona su Informe para reconocer, pacificar y poblar la Costa del Seno Mexicano[7]. Este documento es importante para nuestro estudio, porque además de poner de manifiesto el reconocimiento del territorio a poblar -en relación a las observaciones de las condiciones geográficas, climatológicas, naturales que habitaban esas tierras- se plantean las condiciones primarias sobre las cuales se abrían de fundar las nuevas poblaciones de la Nueva Santander:
“Habiendo logrado los términos referidos, tan deseado reconocimiento, y siguiéndose la pacificación y pueble, expondré con la ingenuidad y lisura que acostumbro, lo que alcanzo y tengo por más conveniente, fácil y menos costoso para su consecución.

Es lo primero y más principal alentar a los soldados de las fronteras, asegurándoles serán mantenidos en el goce del fuero militar que les está concedido, y que serán atendidos correspondientemente, según los servicios que hicieren, especialmente en la asignación de algunas de las tierras que se pacificaren. Y con lo referido únicamente, que no contiene en sí nada gravoso a la R[eal] Hacienda, no sólo se aseguran las referida fronteras, sino que logrará SM tener los soldados que necesita, así para ellas, como para que la pacifiquen y pueblen aquella importantísima costa; que se puede decir ha sido mengua de la nación española, tenerla en el estado en que se halla, al cabo de tantos años, ignorando lo que contenía en sí, expuesta a que la hubiera poblado alguna nación extranjera, y lo que es más, en la tirana esclavitud del demonio, aquella máquina de almas, en el centro del reino.

Lo segundo, que a los que hubieran de entrar a poblar, se les de alguna ayuda de costa por primera vez, así para que puedan transportarse con comodidad, como para la provisión de bastimentos que necesitan el primer año; que se les asignen tierras y aguas competentes en propiedad, para que se radiquen, haciendo labores de siembra y cría de ganados…”[8]

Bajo este discurso, Escandón advierte a las autoridades de la Nueva España el peligro de ocupación extranjera al que este territorio estaba expuesto. Pero Escandón no sólo explicó la desventaja de este territorio sin poblar, sino que llama nuestra atención el que describa otra desventaja sobre la cual se habían fundado otras poblaciones hasta el siglo XVIII. Escandón se refiere al modo de poblar mediante presidios, contraponiéndole un concepto ya experimentado con anterioridad por él mismo:

“Lo tercero, que no se críen nuevos presidios, así porque la R[eal) H[acienda] no está para soportar los crecidos gastos que ocasionan, como porque es más seguro modo de poblar el de llevar vecinos, siendo éstos de las mismas fronteras, que por lo regular son buenos soldados; y como han de conducir sus familias y bienes y formar sus siembras en tierra propia, este interés les estimula tanto a la defensa del país, que en ningún momento le desamparan. Así me lo ha enseñado la experiencia en las ocho fundaciones que tengo hechas en la Sierra Gorda, y especialmente la del Jaumave, donde apenas ha cuatro años se fundó con solos doce hombres… padecieron muchos trabajos… y [después se agregó] el número de familias de españoles y gentes de razón en más de setenta, con tan buenas labores, huertas y crías de ganado… que ya poseen como propias, producidas de su trabajo. No lo hacen así los presidiales, que por lo común están únicamente atenidos al sueldo, y como de este rara vez se verifica la satisfacción… y no se les permiten sembrar, ni tienen cosa que los arraigue, como se experimenta en los más de d[ic]hos presidios, ni tienen amor al país, ni procuran atraer a él familias, si bien esto último les fuera difícil… con mal modo que se les hace y la falta de comercio los destierran, con lo que se imposibilita la población y se perpetúa la necesidad de mantener los presidios… sucediendo tan al contrario a las fundaciones que se hacen por medio de vecinos, que el primer empeño de estos, es solicitar indios, con dádivas y agasajos, por el interés de que no les hagan perjuicios y les ayuden a trabajar sus siembras, de que resulta el que se vayan familiarizando y aficionando a la comida, ropa y trato racional. Siempre serán menester algunos soldados, pero sólo para que en los dos o tres primeros años corran la campaña, y en tan corto número, que como en sus lugares propondré, bastarán a completarle los que en la actualidad se hallan en algunos parajes de aquellas fronteras, donde no son ya necesarios”[9]
 

Llama nuestra atención el hecho de que en tan breves palabras, Escandón supiera referenciar un nuevo modo de poblar, provechoso en muchos sentidos a la Corona española. Inclusive al hecho de superar las poblaciones presidiales, cuyo resguardo se había transformado a principios del siglo XVIII en un instrumento violento, ofensivo y muy costoso para el real erario “que por perpetuarse descuidan, o raras veces solicitan población de españoles, siempre necesarias a la quietud de los indios”[10], añade las ventajas agrícolas y comerciales a su proyecto; con ello, adicionalmente, ganarían los nuevos pobladores un sentimiento de pertenencia a un territorio.
 

Sobre el territorio a poblar

Mediante la presentación de este Informe, ganó Escandón la partida a Ladrón de Guevara; pues las condiciones que presentó fueron juzgadas como más convenientes a la Corona para la conservación de la costa septentrional del golfo de México.

El trece de mayo de 1748, en cumplimiento de órdenes dictadas en 1739 por el rey Felipe V, se celebró en la Ciudad de México y bajo la presencia del Virrey de la Nueva España, primer Conde de Revilla Gigedo, la Junta de Guerra y Hacienda, en que don Joseph de Escandón, Coronel del Regimiento de Milicianos de Querétaro y Teniente de Capitán General de la Sierra Gorda, fue designado para llevar a término el reconocimiento, reducción y pueble de la Costa del Seno Mexicano[11].

Escandón, con recursos propios, había iniciado ya el reconocimiento de la región desde 1743. El área involucrada en el proyecto de poblamiento, constaba de una longitud de más de 700 km de norte a sur, encerrando cerca de 91’000 km cuadrados, considerando como límite septentrional la Bahía de Corpus Christi, en la desembocadura del río de las Nueces, que fue la meta fijada por Escandón y por los padres del Colegio Apostólico de Guadalupe de Zacatecas.

En esa región quedaron inscritos, de sur a norte, primero la última porción de las Huastecas alojada en las estribaciones orientales de la Sierra Madre. Luego, la Sierra de Tamaulipas llamada La Vieja, por haber fundado en ella el padre Olmos la Misión de Tamaulipa a mediados del siglo XVI. Dejando de lado la Sierra de San Carlos o Nueva Tamaulipa, se llega a la vasta planicie costera que incluye las llanuras de inundación de los ríos de los Conchos, Bravo y de las Nueces.

Para el aprovechamiento de estos abundantes recursos, el obstáculo principal lo constituían los indios chichimecas. En este punto coinciden los intereses materiales de la Corona española, que eran la generación de bienes y el resguardo del territorio, con los espirituales del Servicio Divino, es decir, la salvación de los indios.

El territorio donde debían asentarse las nuevas poblaciones, además de ser enorme, era un mosaico de las más diversas condiciones físicas, las más de ellas poco favorable para el desarrollo de la actividad productiva. Atravesando en su porción meridional por el Trópico de Cáncer, queda en su mayor parte en el área de transición que se extiende al norte de la zona intertropical, por lo tanto, existen en ese territorio grandes variaciones ecológicas.

A pesar de las hostilidades de los indios y las desfavorables condiciones fisiográficas, la expansión colonial de la Nueva España hacia las regiones septentrionales a lo largo del siglo XVIII se puso de manifiesto; como hemos señalado anteriormente, primero por las misiones franciscanas, y tras ellos seguía el flujo de los buscadores de tierras, de pastos o de minas. Los indígenas recibieron bien estas misiones, pero atraídos por las excelentes praderas de la Sierra, los terratenientes de los contornos procuraron asentar cuanto antes sus pastorías en las tierras que abrían ante ellos los misioneros. La ocupación de estas tierras por ganado menor tuvo éxito, pero enfureció a los indígenas; por esa razón, hubo muchos casos de sublevaciones y destrucción de misiones[12].

La llegada de Escandón a la provincia y las villas por él establecidas, el trabajo de las misiones, las disposiciones de la Corona contra depredadores y aún la misma muerte, resultaron incapaces para someter a los naturales.
 

Las Nuevas Poblaciones de Don José de Escandón

Para la navidad de 1748, se inició la primera campaña de fundaciones, en la que se erigieron doce villas nuevas y se les dio categoría de tales, incluyéndolas además en la Jurisdicción de la Colonia a otras dos. Aunque no sin obstáculos, el recorrido se había efectuado rápida y eficazmente, terminando antes de la estación de las lluvias en mayo de 1749.

El proceso de colonización, llevado a cabo con tanta efectividad, había sido evidentemente concertado con mucha anticipación. Así, cuando Escandón aparece en la región, sus agentes, hombres de armas a su servicio, ya habían llevado a su destino a muchos de los pobladores, estableciéndolos provisionalmente en espera de la ceremonia de fundación. Las formalidades para las fundaciones eran sencillas, unas cuantas familias que participaron con entusiasmo en la empresa escandoniana.

Las nuevas poblaciones del Nuevo Santander fueron fundadas durante el inicio de la primera campaña de 1748 a 1749, aunque muchas otras prosiguieron tanto en el periodo de duración del gobierno de Escandón, como durante los que habían de sucederle. El crecimiento demográfico y el desarrollo de los pueblos, dieron lugar a nuevos establecimientos a lo largo de todo el periodo colonial.
 


Figura 1
El territorio del Nuevo Santander en el siglo XVIII

Dibujo de la autora.

Pese a que oficialmente quedó señalado el río de las Nueces como límite septentrional de la colonia del Nuevo Santander, esta meta no fue alcanzada, y salvo las posiciones que se alojaron en la margen derecha del río Bravo entre Laredo y su desembocadura, toda la llanura de inundación de esa corriente hacia el norte y la comarca que se extendía entre ella y el río de las Nueces permaneció vacía, en manos de los naturales que en ella habitaban.

De acuerdo con los autos de fundación de las villas que se erigieron durante los años de 1749 y 1750, fueron fundadas las siguientes poblaciones: villa de Camargo, villa de Reynosa, villa de Burgos, villa de San Fernando, villa de Llera, fundación en el paraje de los Dolores (Santander), villa de Soto la Marina, villa de Altamira, villa de Escandón, villa de Santa Bárbara, villa de Santa María de Aguayo, villa de Padilla, villa de Güemes, villa de Horcasitas y villa de Revilla. Estos autos están acompañados por sus respectivos padrones y planos, y fueron escritos por Escandón en 1750, después de una visita que realizó a cada una de las nuevas poblaciones[13].

En relación a los autos y padrones de fundación, el número total de pobladores que las iniciaron era de 3’199, distribuidos de la siguiente manera:

Cuadro 1

Nueva Población
Fecha de Fundación
No. de Pobladores
Llera
1748
-
Güemes
01-enero-1749
278
Padilla
06-enero-1749
225
Santander
17-febrero-1749
361
Burgos
20-febrero-1749
176
Camargo
05-marzo-1749
464
Reynosa
14-marzo-1749
224
San Fernando
19-marzo-1749
292
Altamira
02-mayo-1749
265
Horcasitas
11-mayo-1749
285
Santa Bárbara
19-mayo-1749
305
Soto la Marina
03-septiembre-1750
220
Aguayo
06-octubre-1750
104

Don José de Escandón había realizado diversas promociones por los diferentes territorios de la Nueva España, antes de fundar sus nuevas poblaciones, con la finalidad de seleccionar a los pobladores del Nuevo Santander. Además, en su Informe de 1747, Escandón señaló que había prevenido a varias familias de españoles y gente de razón, y que inclusive podrían colonizar con indios para que ayudaran a trabajar las tierras[14].

Sin embargo, el origen de los pobladores fue diverso. Tan sólo de Nuevo León, se agregaron a 252 pobladores, de San Luis Potosí fueron 85, de Veracruz 55, en Tamaulipas se agregaron 45 a esta empresa, de Coahuila llegaron 30, de Guanajuato 18 pobladores, de Querétaro 13, de Jalisco y Zacatecas se agregaron 14 pobladores, de la Ciudad de México, Hidalgo y del Estado de México se agregaron 9, de Aguascalientes, Durango y Michoacán 4; según los padrones, 46 pobladores más no indicaron origen, de España se agregaron 5 y de Luisiana 1 poblador.

La mayoría de estos pobladores se dedicaban a la agricultura; eran campesinos a los cuales Escandón había vendido la idea de poblar con la oferta de tener tierras propias. Seiscientas diez familias y noventa y cinco soldados siguieron a Escandón al pueble del Seno Mexicano. Según Franco Carrasco, dos fueron los factores que contribuyeron al éxito en la fundación de estas nuevas poblaciones: primero, la mayoría de los pobladores habían llevado consigo bienes propios, que si bien no eran abundantes, sí fueron suficientes para iniciar las empresas productivas que demandaron las fundaciones; y segundo, la mayoría de los pobladores ‘escaparon’ del abusivo dominio de los alcaldes de las villas de su origen, o de la explotación laboral de la que eran víctimas[15].

Por esto, los numerosos problemas que en las fundaciones tuvieron que padecer, como el temor a los naturales que merodeaban en ellas, no fueron suficientes para quebrantar su voluntad de permanencia, pues contemplaban en su futuro la verdadera posesión de las tierras que trabajaban. La oferta de tierra “con agua abundante donde la hubiere” hecha por Escandón a los vecinos era de dos sitios de ganado menor y seis caballerías de tierra (equivalentes a 1812 ha); a los capitanes de las villas se les ofertaron dos sitios de ganado mayor y doce caballerías de tierra (equivalentes a 2514 ha)[16].

En realidad, cada familia dispuso de un terreno. En relación a la oferta planteada y el repartimiento de tierras, prevalecieron diferencias marcadas. Son notables las numerosas quejas efectuadas por los vecinos de las nuevas poblaciones en contra de Escandón, pues los repartimientos de los sitios quedaron suspendidos indefinidamente[17]. En las fundaciones escandonianas, existieron dos tipos o modelos base de lotificación rectangular:

a) Los lotes de veinte por cien varas cada uno (16.9 metros por 84.5 metros)

b) Los lotes de veinticinco por cien varas cada uno (21.12 metros por 84.5 metros)
Las trazas urbanas del proyecto de Escandón siguen estos dos modelos, aplicándose indistintamente a una nueva población. En los lotes, las casas se ubican en el frente de la calle, y el resto del terreno se ocupó para huertas y corrales. En ambos modelos, las calles tienen 12 varas de ancho (10.14 metros).

 
Figuras 2 y 3
Planos de Escandón copiados por José de Guevara
Fuente:  AGI. P y M. Mex. 192

Y si bien la adquisición de tierras aparece como el objetivo más importante en la mente de los inmigrantes, la gran mayoría de los pobladores, cuyo origen era el medio rural, tenía adicionalmente destrezas que a su tiempo se aprovecharon en estas nuevas poblaciones de Tamaulipas. Entre estas habilidades figuraban comerciantes, curtidores, trapicheros, albañiles, carpinteros, herreros, sastres, tejedores, zapateros, armeros, alfareros, plateros y pescadores. Todos estos oficios fueron aprovechados como un complemento necesario para las actividades ordinarias que se presentaron en las fundaciones de Escandón, y eran ejercidas de manera independiente a su participación en las labores del campo.

La idea de José de Escandón era asegurar la autosuficiencia de las nuevas poblaciones, a través de las actividades y oficios propios de los propios pobladores. Por otro lado, Escandón rechaza en sus fundaciones una estructura presidial, por lo que la defensa entonces quedó a cargo de los pobladores, quienes recibieron la instrucción necesaria para el manejo de las armas, y actuaban como milicias ante los ataques de los rebeldes de la región. Como hemos señalado anteriormente, con ello se aseguraba que la Corona española no realizara una inversión que a la larga resultara costosa en el rubro defensivo.


Figura 4
Fotografía del Palacio del Conde de la Sierra Gorda.
Escandón, en la villa del mismo nombre.

Además, Escandón plantea las disposiciones estratégicas de ubicación entre cada nueva población, a una jornada de distancia, lo que facilitaría que en casos de reincidencia de ataques por parte de los naturales hostiles, se pudieran apoyar unas a otras.

Estas son las características que hicieron que la colonización del Nuevo Santander fuera trascendente; si bien la realidad no siempre reflejó el espíritu inicial de colonización, el modelo de ocupación de José de Escandón planteó una nueva manera de ocupación territorial que no se había visto hasta el siglo XVIII en la Nueva España.
 

 
Notas
1 Osante, Patricia: 2003.
 
2 Franco Carrasco, Jesús: 1991.
 
3 Hadley, Diana; Naylor H., Thomas: 1997.
 
4 Ibid, p. 81
 
5 Velázquez, María del Carmen: 1976.
 
6 Hadley, Diana; Naylor H., Thomas: 1997, p. 80. La cita textual es la siguiente: “doubtful honesty, whose scandals among the Indians of that frontier were notorious
 
7 Escandón y Helguera, José de: 1999.
 
8 Escandón y Helguera, José de: 1999, p. 58
 
9 Escandón y Helguera, José de: 1999, p. 59 y 60
 
10 Cita tomada de: Osante, Patricia: 2003, p. 95. “Copia impresa de lo resuelto por la Junta General de Guerra y Hacienda… mayo de 1748”. El documento completo se puede encontrar en el Archivo General de la Nación, Provincias Internas, v. 178, f. 208 v.
 
11 Franco Carrasco, Jesús: 1991, p. 82. El autor consultó una copia de los papeles de la Junta, en la Biblioteca Nacional de la UNAM: Documentos Franciscanos, caja 44, exp. 1005.
 
12 Chapa, Juan Francisco. Historia del Nuevo Reyno de León desde 1650 a 1690. En: García, Genaro; Pereyra, Carlos: 1975.
 
13 Los autos de fundación de las nuevas poblaciones del Nuevo Santander, se encuentran resguardados en el Archivo General de la Nación. Estos importantes documentos se encuentran en el grupo documental Provincias Internas, Volumen 180, Expedientes 1 al 16.
 
14 Escandón y Helguera, José de: 1999, p. 60-81
 
15 Franco Carrasco, Jesús: 1991, p. 103 y 104
 
16 Osante, Patricia: 2000, p. XXVII
 
17 Osante, Patricia: 1997, p. 158-173

 

Bibliografía

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OSANTE, Patricia. Testimonio acerca de la causa formada en la Colonia del Nuevo Santander al Coronel don José de Escandón. Estudio preliminar, transcripción, paleografía y notas. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad Autónoma de Tamaulipas, Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, 2000, pág. XXVII.

VELÁZQUEZ, María del Carmen. El Marqués de Altamira y las Provincias Internas de la Nueva España. México: Colegio de México, 1976.
 

 
 
© Gabriela Vázquez García, 2006
© Copyright Scripta Nova, 2006
 
 
Ficha bibliográfica:
 
VÁZQUEZ GARCÍA, G. José de Escandón y las Nuevas Poblaciones del Nuevo Santander. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales.  Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2006, vol. X, núm. 218 (85). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-218-85.htm> [ISSN: 1138-9788]