Menú principal

Índice de Scripta Nova

Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 146(031), 1 de agosto de 2003

LA VIVIENDA SOCIAL EN BUENOS AIRES EN LA SEGUNDA POSGUERRA (1946- 1955)

Rosa Aboy
Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires

La vivienda social en Buenos Aires en la segunda posguerra (1946-1955) (Resumen)

Los estados que emergieron en la Segunda Posguerra tuvieron una importante injerencia en esferas antes vedadas a su intervención. El impacto de los cambios sociales, políticos y culturales producidos amplió la influencia del poder político en la resolución de conflictos ligados a la presión poblacional sobre las ciudades y la escasez de vivienda. En esos años, la familia, las costumbres y estilos de vida, el ocio, el bienestar, la educación, la salud y el deporte fueron incorporados a las agendas gubernamentales. Esta tendencia tuvo lugar en la Argentina durante las dos primeras presidencias peronistas.

Este trabajo se sitúa en el espacio historiográfico de articulación de la vivienda de los trabajadores con su construcción material y simbólica por parte del aparato estatal y de propaganda del estado peronista. Las realizaciones, y el discurso oficial en torno a la vivienda constituyen una puerta de entrada a las ambigüedades contenidas en el programa social del gobierno.

En este trabajo, la vivienda es un ángulo estratégico para mirar las ideas competitivas que coexistieron en el peronismo, asumiendo que en torno al espacio del hogar se condensan representaciones y discursos que irradian hacia otras áreas como los comportamientos sociales y el ámbito de la intimidad. El abordaje planteado permite analizar la dimensión material y social que confluyen en el espacio de la vivienda y que se entrecruzan a lo largo de la exposición a partir del análisis de una variedad de fuentes escritas y gráficas.

Palabras clave: vivienda obrera, espacio social, peronismo, acción social.

Public Housing in Buenos Aires during the second postwar period (1946-1955) (Abstract)

Governments that emerged during the second postwar period had an important influence on spheres previously out of their intervention. The impact of social, political and cultural changes increased the political power influence in the resolution of conflicts associated with the increasing urban population and housing shortage. During those years, family, traditions and life styles, leisure, well-being, education, health, and sports were included in governmental agendas. This tendency took place in Argentina during the first two Peronist presidential periods.

This work is sited in the space defined by the articulation of public housing with the symbolic and material construction of homes originated by the Peronist State and propaganda. Achievements and the official speech related to housing open the door to the ambiguities contained in the welfare programme of the first Peronism.

We consider housing as a strategic point of view to look into the competitive ideas that coexisted during the Peronist period, assuming that discourses and representations condensed within the home space irradiate toward other areas, such as family, social behaviours, and privacy. The outlined approach allows us to analyze different issues related to material and social space of housing and interweave along this presentation based on the analysis of written and graphic sources.

Key words: public housing, social space, Peronism, welfare politics.

El peronismo construyó desde el gobierno viviendas destinadas a los sectores de menores recursos. Este hecho, común a otros países para la misma época, instaló en el horizonte de anhelos de amplios sectores de la sociedad argentina el acceso a la vivienda como un sueño alcanzable con la ayuda del estado, visto por primera vez como garante de los derechos de los trabajadores. Ello permitió que un amplio conjunto de ciudadanos pudiera pensar su identidad como interlocutor del poder político.

El "derecho a la vivienda" había sido enunciado por Perón e incorporado en la Constitución reformada en 1949. En el discurso político del peronismo la cuestión social ocupó un lugar central, desde el inicio y a lo largo de los años, mientras que otros conceptos y slogans fueron menos perdurables o se articularon posteriormente, cuando la inicial heterogeneidad de ideas dio paso a una dinámica de férrea centralización y homogeneización.

El acercamiento a la producción empírica de vivienda obrera por parte del estado y a las representaciones y los discursos en torno a ella, nos sugirió un hilo conductor que puede seguirse a lo largo de este trabajo: la existencia de una compleja trama donde coexisten modelos sociales y urbanos diferentes y aún contradictorios, que fueron canalizados por el peronismo en relación con la vivienda. Esta ambigüedad se expresaría en la tensión entre potentes fuerzas sociales movilizadoras que atravesaron al peronismo: por un lado, la aspiración de ascenso social cuyo emblema sería "el sueño de la casa propia" y, por otro, los idearios de igualación social y conciliación de clases.[1] Uno y otro sueño fueron canalizados por el peronismo y ambos fueron asociados con sendas tipologías de vivienda. De este modo, la vivienda individual en lote propio fue apta para encarnar un horizonte de anhelos emparentado con el ascenso social y la conquista de la respetabilidad burguesa, mientras que la aspiración igualadora encontró su cristalización en el barrio obrero construido en base a pabellones exentos, materialización  emblemática de una ciudad de iguales.

En este artículo se analizan las ideas competitivas detrás de las formas materiales a que apeló el peronismo, para dar respuesta a la demanda social generada por el déficit de viviendas. Este trabajo analiza distintos universos de sentido que confluyen en el territorio de la vivienda, abordando el cruce entre materia y significación en un momento determinado. En el marco que planteamos, las relaciones entre espacio material y espacio social se presuponen cambiantes e inestables. Analizar el cruce significa, entonces, capturar un momento fugaz, una superposición provisoria, cultural y socialmente construida.
 

Espacio urbano y espacio social

En 1948 y 1949, comenzaron a ser entregadas a sus primitivos destinatarios las viviendas individuales y colectivas de los barrios construidos por el gobierno peronista, en terrenos próximos al límite jurisdiccional de la Ciudad de Buenos Aires. Las diferentes formas espaciales adoptadas para la realización de esos barrios permiten bucear en las diversas ideologías y pensamientos sociales detrás de ellas.

Los barrios 1º de Marzo y Juan Perón, situados ambos en las inmediaciones de lo que había sido la chacra Saavedra, correspondían fielmente al modelo de barrio vecinal donde cada casa individual era habitada por una familia, logrando una relativa independencia de sus vecinos.

El Barrio Los Perales, construido en la zona cercana a los mataderos, había tomado su nombre de las quintas que ocuparon primitivamente esos terrenos, y remitía claramente al modelo del barrio obrero centroeuropeo construido en base a pabellones o bloques de viviendas. Cada bloque estaba habitado por distintas familias que si bien se alojaban a razón de un núcleo familiar por unidad de vivienda, compartían los accesos, circulaciones y espacios exteriores de la planta baja, circunstancias que favorecían el intercambio social entre los vecinos.

La política de vivienda del peronismo se desarrolló a través de la acción directa (construcción por parte del gobierno) y de acción indirecta (otorgamiento de créditos). Si bien la segunda modalidad fue más numerosa, sólo la acción directa es objeto de esta trabajo, por su capacidad de revelar la autoimagen con que el peronismo quería vestir su política social. Pero fundamentalmente, porque las construcciones directas tienen el poder de manifestar contenidos políticos, sociales y culturales más plurales, dado que la acción indirecta fue mayormente canalizada a través del Plan Eva Perón, implementado por el Banco Hipotecario Nacional que empleó sólo un modelo de vivienda, el de los chalets unifamiliares, y canalizó sólo una de las corrientes de pensamiento social actuantes.

Por el contrario, en las acciones directas del gobierno peronista puede apreciarse el recurso a dos tipos diferentes de vivienda obrera que remiten a otras tantas ideologías sociales. Alguno barrios construidos por el peronismo en el primer trienio en el poder (1946- 1949) son descendientes de la arquitectura de ciudades jardín con pabellones exentos, construidos en Weimar en la década del veinte, conocidos como siedlungen. Este tipo de propuesta urbana había aunado en los años de auge y estabilidad económica, a las vanguardias arquitectónicas con la política del estado socialdemócrata. La aspiración de cambio social detrás de estas propuestas es heredera de las reflexiones de los socialistas utópicos y los reformadores urbanos del siglo XIX.

También en el primer trienio, que coincide con los años de mayor prosperidad de la presidencia de Perón, se construyeron  barrios de casas que hallaron inspiración formal en la arquitectura de las misiones jesuitas de la costa oeste de Norteamérica. El tipo, conocido como californiano, había sido introducido en el país en las décadas del veinte y del treinta por los sectores burgueses, hallando excelente receptividad por la creciente influencia norteamericana. En el período en que los migrantes internos fueron empujados a laciudad por los desfavorables términos de intercambio económico, el chalet californiano fue visto como símbolo de ascenso social por vastos sectores que pugnaban por incorporarse a la clase media argentina.[2]

No deja de ser paradójica la adopción de un modelo nacido en California[3] e  introducido en Argentina por los sectores acomodados, para cubrir de vivienda "popular" la totalidad del suelo nacional. Tal vez ello se deba a que, como ha afirmado Peter Ward, las elites construían casas que reflejaran su posición, bienestar y dignidad, mientras los menos privilegiados otorgaban mayor importancia a factores como la utilidad, el costo y sobre todo, la imitación. De este modo, la jerarquía social era reproducida sin cesar en una jerarquía del espacio.[4]

  En lo que sigue, analizaremos las diferentes formas espaciales adoptadas para la realización de estos barrios, buceando en las diversos modelos urbanos y sociales detrás de ellos, asumiendo al espacio material de las viviendas como marco productor de identidades a la vez que producto de las prácticas de los actores sociales que lo habitan y significan.[5]

El primer modelo respondía a las orientaciones impulsadas desde los sectores vinculados al catolicismo, quienes veían en la vivienda individual el hogar de la familia cristianamente constituida, fundada en el matrimonio indisoluble; mientras que el segundo tipo, enlazaba con aspiraciones comunitarias y de igualación social que eran también canalizadas por el peronismo.

La primera etapa de Perón en el poder estuvo caracterizada por un discurso que identificaba la doctrina del partido con el corpus de la doctrina social de la Iglesia.[6] Esta identificación fue una elección política. Los problemas vinculados con otras ideologías sociales habría convertido a las encíclicas papales en el único recurso instrumental políticamente aceptable en 1945.[7] Las ideologías socialista y comunista eran opciones impensables para un político proveniente del ejército, mientras que el fascismo, menos ajeno a las ideas de Perón, se había tornado una opción desprestigiada por la situación europea. La comunión con el catolicismo tenía el beneficio de neutralizar las sospechas de revuelta social tanto como de demagogia fascista.

Si la familia, la educación, la ayuda social y la vivienda, fueron temas caros al discurso eclesiástico y al discurso peronista, es porque conciernen a los acelerados cambios sociales en que estaban inmersos en esos años los obreros. En el interés por suscitar la adhesión fervorosa del mundo del trabajo, Iglesia y Estado establecieron una sociedad y también una competencia, discrepando en sus objetivos de largo plazo. La vocación totalizante del peronismo y el avance del estatismo en esferas antes vedadas a su injerencia, llevaba a eclipsar otras esferas como la del clero y promovía la ausencia de mediadores entre la sociedad y el Estado, identificado con la figura de Perón.[8]

También para los católicos nacionalistas, la asociación con el peronismo estaba teñida de un carácter instrumental, ya que veían a través de él una oportunidad de acercamiento a los sectores del trabajo. Al propiciar la alianza entre los sectores del capital y del trabajo, el peronismo parecía apto para vehiculizar un acercamiento entre el clero y los obreros. Si bien los trabajadores constituían un objetivo en común, la creciente identificación obrerista y populista del peronismo, no podía sino resquebrajar el difícil equilibrio de esa alianza. En este marco, la disputa se tornó visible en aquellas áreas consideradas esenciales para la reproducción social. Iglesia y Estado compitieron fuertemente por el control de esos territorios, de modo que la vivienda fue uno de los escenarios de esa lucha.

A medida que la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón comenzó a involucrarse en la construcción de viviendas, su acción y su voz fueron tomando distancia de la idea de racionalizar y modernizar la capital de acuerdo a un Plan Regulador. Esta última idea era sustentada por el grupo de arquitectos vinculados a la Municipalidad,[9] durante la primera intendencia a cargo de Emilio Siri, de extracción radical. El Estudio del Plan para Buenos Aires (EPBA) era una dependencia de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, que funcionó entre los años 1947 y 1950. Fue organizada sobre la base del Plan Director para Buenos Aires ejecutado por Le Corbusier junto a los arquitectos argentinos Juan Kurchan y Jorge Ferrari Hardoy en Paris en 1938. Su tarea era la de centralizar los estudios y proyectos para la ciudad y articularlos con los proyectos para el Gran Buenos Aires. Ambos arquitectos y otros destacados profesionales, que habían tenido vinculación con grupos modernistas, integraron el organismo y eran fervientes partidarios de la vivienda colectiva. Por el contrario, en el discurso de Eva Perón respecto de la vivienda, reaparecen muchos de los tópicos que vertebraban el pensamiento de los católicos nacionalistas.

Las viviendas construidas por la Fundación Eva Perón y por el Ministerio de Obras Públicas (MOP) se identificaron con la arquitectura pintoresquista de las viviendas "californianas". La labor de la Municipalidad durante la intendencia de Siri se identificó con las premisas de la arquitectura de vivienda colectiva moderna.

Las realizaciones directas del peronismo en vivienda y los discursos en torno a ellas, permiten observar que los impulsos de renovación contenidos en las propuestas colectivas y su contrapartida, los intentos de conservar el modelo unifamiliar, coexistieron en los primeros años. Los diferentes modelos arquitectónicos canalizaron una pluralidad de "sueños", representativos del conglomerado heterogéneo de diversos sectores políticos y sociales que fue el primer peronismo.

A los distintos modelos se asociaron diferentes significados sociales y culturales. Si la casa individual pudo haber sido vista como el instrumento apto para dotar a una clase social en ascenso de espacios de ocio y confort, sin constituir una amenaza para la preservación del modelo tradicional de la familia ni para el orden social, el barrio obrero pudo materializar impulsos de igualación social contenidos también en el universo de ideas del peronismo.

Por otra parte, el anhelo de construir una metrópolis de pequeños propietarios, sólo fue posible a partir de la reglamentación y aplicación por parte del estado de la Ley de Propiedad Horizontal. Los barrios 1º de Marzo y Los Perales, de vivienda individual y colectiva, respectivamente, eran inicialmente unidades de alquiler. Es interesante el modo en que la revista Mundo Peronista, que había comenzado a aparecer en 1951, presenta el ascenso de inquilinos a propietarios, por boca de una supuesta habitante del barrio 1º de Marzo: "Todas las casitas las había entregado en arrendamiento la FEP. Hace unos días la señora Evita dispuso concedérnosla en venta, mediante el pago de cómodas cuotas mensuales y todos nosotros hemos optado por comprarlas. ¡Gracias a Evita tenemos nuestra casa propia!"[10]

El acceso a la vivienda propia es presentado como una gracia concedida por la primera dama. Si el anhelo de fundar una sociedad de pequeños propietarios individuales hubiese sido hegemónico ¿por qué demorar hasta 1952 la concreción del "sueño peronista"?. Probablemente, porque paralelamente, otros pensamientos sociales respecto al habitar pugnaban por expresarse a través del peronismo. El barrio proletario, la ciudad de inquilinos, los pabellones en el parque, en un medio ambiente higiénico y moderno podía ser un escenario apto para moldear los ciudadanos de la Nueva Argentina, bajo la tutela de un estado benefactor y propietario.

En este escenario, donde diversos pensamientos sociales competían por articular sus ideas con los espacios construidos desde el estado, Perón se mostraba prescindente. En efecto, en la Argentina, donde a diferencia de otros países no puede hablarse de una adhesión de la más alta instancia de poder político a un ideario arquitectónico o urbano definido, los partidarios de los diferentes modelos urbanos lograron materializarlos a través del peronismo, que en este como en otros casos, reveló ser capaz de contener impulsos diversos, cuando no contradictorios.

Mientras que Perón se ubicaba como árbitro de la paz social y artífice del "derecho a la vivienda", Eva Perón comenzó a involucrarse con la materialización efectiva de estas políticas, si bien desde el punto de vista simbólico, se buscó su beneplácito desde el inicio, aún cuando su peso político era menor de lo que llegaría a ser con el transcurso de los años de gobierno. Al respecto, es ilustrativo que aún las obras más alejadas del que luego fue el estilo característico de su Fundación se pusieran bajo su advocación, como en el caso de la colocación de la piedra fundamental del Barrio Los Perales, el 13 de septiembre de 1947. En esa ocasión, el discurso estuvo a cargo del secretario de Obras Públicas, Guillermo Borda, quien dijo que "Eva Perón era la inspiradora de la construcción de viviendas para su adjudicación a familias proletarias".[11]

Evita aparecía, para 1949, como la figura visible que articulaba los intentos, cada vez menos sustentables, de crear una comunidad de pequeños propietarios individuales, en un país donde comenzaba a haber signos de agotamiento de la bonanza económica de los primeros años. Una cita aparecida en el diario que dirigió Raul Apold hasta marzo de 1949,[12] permite vislumbrar el modo en que la Fundación aspiraba a resolver la cuestión de la vivienda: "levantando barrios y hasta pueblos enteros para dar habitación sana, cómoda y barata a los argentinos", citando como ejemplo el barrio Presidente Perón, al que se describe con "las líneas del más puro y bello estilo clásico español, que es decir nuestro propio estilo" como "casi todas" las "espléndidas casas" que se están levantando en todo el país.[13]

La cita asocia la forma material de la arquitectura de las viviendas con ideas como la nacionalidad, la identidad y la búsqueda de un estilo propio, a la vez que manifestaba una preferencia excluyente por el modelo de la casa individual para "dar habitación sana, cómoda y barata a los argentinos".[14] Esta asociación tan directa y sin mediaciones entre forma material de la arquitectura e imaginario cultural y político, en términos de identificar el estilo español con lo propio y por oposición, moderno como sinónimo de extranjerizante y socializante, es característica del estilo dicotómico de Democracia, y paralelamente, significa la reactualización de viejas antinomias culturales, activas desde la década del treinta. La primera identificación constituye, además, una grosera omisión pues no recuerda que el que llama "estilo español", fue la versión norteamericana de un proceso hispanista que tuvo lugar a principios del siglo XX.[15]

En un discurso fuertemente polarizador y dicotómico como el que caracterizó a Eva Perón en esos años, no es extraño hallar ausencia de matices entre "casas de pobres" y "casas de ricos", "casas del pueblo" y "casas de la oligarquía". [16]  Además de situarse en el lugar de traductora o mediadora, entre las necesidades de los beneficiarios de su obra social y los técnicos encargados de materializarla, Eva Perón colocaba su saber por encima del conocimiento de ingenieros y arquitectos, a los que por haber estado ligados al proyecto de la oligarquía, adjudicaba la incomprensión de su programa "de primera intención".[17] Con el propósito de tomar distancia de la beneficencia que "durante cien años [...] trató a los pobres con migajas de limosna"[18], Eva proponía borrar con casas "generosamente ricas" la acción social precedente.[19] Puede pensarse, sin demasiado margen de error, aún si se desconociesen las obras concretas en que quedó plasmada su visión, que no era la arquitectura despojada, repetitiva y ascética, al estilo de Los Perales, la que podría satisfacer el deseo de "lujo excesivo" y de remedar las formas de vida de los sectores socialmente más beneficiados.

Si en torno a Evita y su Fundación se condensaban los elementos más vehementes y populares del peronismo, es esperable que su acción social no terminara adoptando una apariencia formal, cuya abstracción había sido bien recibida por las vanguardias culturales y que estaba asociada con la sofisticación de un mundo, imprecisamente recortado y heterogéneo, identificado como "la oligarquía".[20] En la Argentina, a semejanza de lo señalado por Rybczinski para los Estados Unidos, donde muchos importantes arquitectos modernos hallaron refugio del nazismo, la respuesta favorable a la arquitectura moderna no se debió a su asociación con el socialismo, que sí había influido en su adopción en países como Alemania, Inglaterra y Holanda. Este estilo fue bien recibido en los sectores ilustrados y altos pues se lo consideraba sofisticado y avant- garde.

La adopción de las políticas de transformación urbana, que llevaban implícito un modelo social comunitario, inspirado en las siedlungen, actuó como contrapeso de las orientaciones católicas que habían sido formuladas en el Congreso Panamericano de Vivienda Popular de 1939 y posteriormente fueron apropiadas por un sector del peronismo, identificado con Eva Perón. El modelo comunitario, más apto para asociarse a ideas de cambios sociales ya ensayados en otros países, puede haber sido la vía de expresión de ideas anticlericales y obreristas, poco afines a las orientaciones de la jerarquía católica respecto a la vivienda y la protección de la familia.

"La mejor política es hacer obra"

Por encima de las ambigüedades contenidas en el discurso del peronismo respecto del problema de la vivienda, la orientación social de su política y la defensa del derecho a la vivienda se mantuvo como principio rector constante de su programa y de sus acciones. Bajo este lema, tal vez no se creyó necesario buscar una coherencia entre las tensiones ideológicas que tironeaban el alma del peronismo. Perón reservó para sí el papel de árbitro de las disputas, manteniendo la tensión entre las diferentes visiones competitivas. Aún guiada por la necesidad de atender a los diferentes sectores en que descansaba la legitimidad de la heterogénea coalición, la política de conciliar intereses opuestos tuvo efectos no buscados como el recelo de los sectores afectados por las leyes de alquileres y la retracción de la renta.

En la cima del poder, la cuestión de los modelos urbanos no parecía llamada a generar disputas sino que era más bien objeto de elecciones pragmáticas, alejadas de connotaciones ideológicas. Esto no era así para otros sectores dentro del peronismo, entre ellos la Fundación Eva Perón y la prensa partidaria; ni tampoco, fuera del peronismo, para las vanguardias arquitectónicas e intelectuales. Para estos grupos, la discusión en torno a los modelos urbanos se impregnó de otros significados, muchos de ellos, anteriores a la acción del peronismo en materia de vivienda.

Los impulsos de planificación y racionalización canalizados por el peronismo- materializados por ejemplo, en el barrio Los Perales - reaparecieron en algunas realizaciones del Segundo Plan Quinquenal, debido fundamentalmente, a condicionamientos económicos vinculados con el agotamiento de la prosperidad del primer trienio. Con el transcurso de los años de gobierno y la consolidación de lo que dio en llamarse la "doctrina peronista", los impulsos de reforma urbana y social, perdieron la batalla y los matices que caracterizaron a los primeros años de gobierno se fueron diluyendo en el discurso oficial.

En ese escenario, el pragmatismo de Perón, sintetizado en la frase "La mejor política es hacer obra",[21] se reveló como un poderoso mecanismo de aglutinación de impulsos diversos y contradictorios, contenidos debajo del paraguas proporcionado por el viejo mecanismo peronista de conciliación de los opuestos. Los diversos elementos que se amalgamaban en los discursos "ideológicos" de la propaganda peronista sobre la vivienda son útiles para vislumbrar la autoimagen construida por el peronismo en torno a sus realizaciones empíricas y el modo en que éstas eran presentadas a sus destinatarios.

En torno a 1949, Eva Perón comenzó a ampliar el radio de su intervención personal y el de su Fundación en el campo de la vivienda y de la acción social.[22] Los frutos de su accionar y la consolidación de un repertorio formal identificable con su figura no fueron visibles sino hasta mediados de ese año, cuando se inauguró la primer obra que la tuvo como artífice excluyente.

Su "estilo" alcanzó la que tal vez fue su cristalización más emblemática en "el país de ensueño para los niños",[23] la Ciudad Infantil, [24] inaugurada en julio de 1949, donde Evita puso el futuro de la Nueva Argentina bajo un doble amparo: la previsible "inspiración de la doctrina y la obra del general Perón",[25] a la vez que bajo la tutela de la Iglesia "advocación y amparo de la vida espiritual de los niños"[26]. De este modo, mientras que una "Iglesia de estilo nórdico con vitrales y catorce estaciones de la Pasión, domina la Ciudad desde una colina"[27], el mundo terrenal tenía la impronta de los conductores del movimiento. Cerca de la iglesia, los liliputienses edificios de la Municipalidad, con dos pisos, torre y reloj, la comisaría, las residencias californianas, un arroyo que nacía en el lago de "la plaza Derechos del Trabajador" y el local del "Banco". Una estación de servicio, un mercado municipal, farmacia, tienda, verdulería y almacén, completaban el conjunto.[28]

En arquitectura, la palabra modelo es usada como sinónimo de la palabra maqueta, pues esta última es una representación ideal de una realidad existente o futura. En este sentido, podría decirse que por su condición de ciudad a escala reducida, la Ciudad Infantil constituye un modelo de ciudad y de sociedad. Iglesia, comisaría, municipio y residencias californianas configuraban una ciudad de casas individuales, habitadas a razón de una familia por casa, bajo la tutela del estado (el municipio) y las fuerzas del orden (la comisaría). El amparo de la Iglesia católica que dominaba "la ciudad desde lo alto de una colina" marcaba, en la diferencia de altura, también una diferencia entre la jerarquía y los fieles. [29]

Unos días más tarde, el matutino volvía a ocuparse de la Ciudad Infantil[30]. Se veían fotos del lugar rebosante de niños que habían tomado posesión de la pequeña ciudad: "niños felices haciendo depósitos en el Banco", formando fila "con sus autos para aprovisionarlos con nafta YPF", atestando los "calabozos de la comisaría", "jugando al intendente"[31]. Una de las fotos mostraba a algunos niños orando en la capilla y el epígrafe destacaba el "silencio sin risas en la iglesia".[32] Otras fotos retrataban los juguetes en las vidrieras de la gran tienda "La Revolución" y la compra de caramelos y dulces en el almacén "Perón Cumple".[33]

La ciudad en miniatura incorporaba la estética pintoresquista, apreciable en las "casas californianas" y la "iglesia nórdica", sin proponer nuevos elementos formales ni espacios de sociabilidad, reproduciendo en escala menor, espacios "tradicionales", teñidos de apropiada peronización. Por lo demás, el juego de los niños estaba llamado a reproducir las actitudes de sus mayores, sin mayor espacio para el juego o la innovación. La estructura urbana propuesta replicaba valores católicos y burgueses: la defensa de la morada individual y de la familia, el orden jerárquico representado por la posición dominante de la capilla y del poder civil en la intendencia con "torre y reloj", en suma, los valores del trabajo y la oración.

En ese contexto, "hacer obra"[34] significaba dar visibilidad a la acción del gobierno y dar cumplimiento a las necesidades insatisfechas de amplios sectores de la sociedad, que si bien no volvieron a su conductor "invencible", sí le dieron mayoritariamente apoyo político.

A pocos días de inaugurados los pabellones del barrio Los Perales en Mataderos, el matutino Democracia dedicó una página a la reciente inauguración. No aparecen allí menciones al "lujo", ni declamaciones emparentadas con el nacionalismo. El título pone el barrio en la perspectiva del cumplimiento de los "Derechos del Trabajador". Ya en el cuerpo del artículo se afirma que el derecho de los trabajadores al bienestar, es "traducido" por la doctrina peronista en "realizaciones". Al inaugurar el "monumental barrio Los Perales", la Municipalidad habría dado cumplimiento a lo que se define como "un imperativo del ideal revolucionario".[35]

La traducción de ideales en obras era, para Democracia, la concreción de la promesa de mejora en el bienestar de los sectores trabajadores, contenida en el decálogo de los "derechos del trabajador". El conjunto, formado por departamentos "modernos e higiénicos", biblioteca pública, escuela con capacidad para mil niños, mercados, comercios, correo, dispensario médico asistencial y servicios generales propios, es descrito como "una verdadera ciudad" donde abundan plazas, jardines y centros recreativos "para uso y solaz de una población trabajadora" que se aproxima a las cinco mil personas.[36]

Modernidad e higiene son los atributos de la "verdadera ciudad de los trabajadores", que por lo demás estaba diseñada para proveer a sus habitantes de educación, salud y recreación.[37] En esta ciudad de iguales, la voluntad transformadora parece puesta en el mejoramiento de la calidad de vida de su población, a través del acceso a los beneficios del bienestar de los que antes estaba excluida; en suma se trata de encarar "la solución del problema de la dignificación de viviendas para el pueblo"[38] y de la "educación de los niños, instruirlos para ser útiles a la sociedad, ya que ellos son los privilegiados de Perón y Evita".[39]

La propaganda posterior a 1950 revaloriza el barrio como una autoabastecida y armónica "ciudad de población netamente trabajadora".[40]Mundo Infantil describe una bucólica imagen de pabellones "distribuidos armónicamente entre jardines y caminos", conformando un barrio que "todo lo tiene: cómodas viviendas, parques de recreación infantiles, comercios, sucursal de correos, biblioteca pública, piscina y lo que no podía faltar en ningún rincón de la Nueva Argentina: una escuela," la escuela "Justicialista" del Barrio Los Perales.[41]

El impulso igualador y comunitario detrás de la operatoria de Los Perales, era presentado como el ambiente saludable y apropiado para la "vida digna y sin lujos" del trabajador y para la educación de sus niños. Este discurso presentaba apreciable grado de distancia con el "buen gusto y confort" de los chalets de Ciudad Evita, "que en la Argentina de hace diez años se hubieran calificado de lujosos".[42] Esta afirmación subraya el ascenso social experimentado por los trabajadores en esos diez años, posibilitando su acceso a casas antes reservadas a sectores sociales más holgados.

Cuando los vecinos tomaron posesión de las primeras casas del barrio Juan Perón el "lindo y amplio chalet de dos plantas" los habría hecho sentir incómodos: "La casa era demasiado linda, demasiado limpia, y nosotros habíamos vivido siempre en una pobre casa de madera. Por eso algunas personas dijeron que darnos las casas era como "echarles margaritas a los cerdos". Se olvidaron de que en la vida el perfeccionamiento de las costumbres es una cuestión de tiempo".[43]

La casa aparece como el instrumento de una ascesis por la cual de las costumbres imperfectas del obrero pre-peronista, se accedería a las menos imperfectas costumbres del buen trabajador justicialista, "gente transformada, cuyas peculiaridades morales, espirituales y materiales, casi no tienen nada en común con las de antes".[44] Las que llama "nuevas peculiaridades", remiten en muchos casos a imágenes características del mundo de la pequeña burguesía: "Mire usted mi chalet, ¿ve esas alegres cortinas?. Fueron confeccionadas por mi esposa con una máquina de coser que le compré con el producto de mi trabajo".[45]

Debajo de una foto de un hombre en mangas de camisa, cuidando su jardín, puede leerse: "Ese ciudadano aprovecha sus horas libres para cuidar de su jardín o de su huerta".[46] El señor en mangas de camisa no es un descamisado sino que ha devenido en un ciudadano. Esto se debe, en buena medida a que este barrio de casitas, con jardines privados y callecitas que confluyen en la iglesia, está en consonancia con un modelo de conciliación de clases y no de igualación social, puesto que en él viven "obreros, empleados, funcionarios". No obstante esa diversidad social es igualada por un universo de valores compartidos, puesto que "nos iguala la suprema dignidad del trabajo. Salimos de nuestros hogares a hora muy temprana, y casi siempre a esa misma hora nuestras mujeres comienzan a ocuparse de los quehaceres domésticos. Mientras los niños juegan en los parques, nuestras esposas, nuestras hijas o nuestras hermanas salen de compras".[47]

En este modelo, que Mundo Peronista describe a propósito del barrio Juan Perón, la conciliación de clases iba de la mano del mantenimiento de los roles del hombre trabajador y la mujer ama de casa. El apego a los valores tradicionales es también manifiesto en la centralidad adjudicada a la familia como pilar de la sociedad: "La gente de mi barrio vive en familia, forma parte de alguna familia que puede, sabe y quiere vivir como familia".[48] La fotos muestran a una familia sentada en un claro del jardín, tomando mate, hay otra foto de dos mujeres cuidando sus rosales. Una tercera muestra tranquilas y arboladas calles. Todas revelan la ausencia de masas, el vecindario familiar parece muy alejado del barrio obrero y más cercano al ideal católico.

A pesar de los diferentes modelos sociales y materiales detrás de ellos, tanto el barrio Los Perales como el barrio Juan Perón son barrios peronistas, en el sentido en que ambos son parte del aparato simbólico y del discurso de propaganda del peronismo que, como ha dicho Tulio Halperin Donghi, fue un poderoso movimiento de masas que, paradójicamente, promovió la pasividad y la obediencia social a través de la consigna "de casa al trabajo y del trabajo a la casa".[49]

La canonización de Juan y Eva Perón fue una de las principales estrategias de la propaganda peronista. Debido a ello, toda mención a las obras que el peronismo había construido debía resaltar ineludiblemente la inspiración de los líderes del movimiento. En Mundo Peronista, y también en Mundo Infantil, siempre era la bondad o el sacrificio de Eva y el amor de Perón por su pueblo los que posibilitaban el bienestar de sus seguidores: "Les he mostrado mi barrio para que vean cómo ha florecido en él, con realidades, el amor de un hombre por su pueblo y el sacrificio de una mujer por los humildes".[50]

La Ciudad Infantil, con su modelo de sociedad jerárquica y tradicional basada en la Iglesia y la familia; la ciudad de la conciliación de clases del barrio Juan Perón y la comunidad proletaria del barrio Los Perales fueron modelos asimilados y resignificados por la propaganda peronista, que se movió con un criterio amplio y desprejuiciado. Es posible, sin embargo, advertir debajo de esa laxitud, la firmeza de algunos ejes ordenadores: la centralidad de lo social, la necesidad de mostrar mediante obras concretas el cumplimiento de las promesas de bienestar contenidas en la nueva Constitución y la centralidad de las figuras de Perón y Evita se revelan constantes.

Consideraciones finales

Los modelos detrás de los barrios analizados muestran diferentes corrientes de pensamiento social y líneas técnicas detrás de ellos. Esas ideas sufrieron deslizamientos y torsiones que vaciaron a los modelos urbanos de muchos de sus significados originales, en un momento de intensos cambios sociales que incorporaban a los hombres a las fábricas y a los sindicatos, a las mujeres al mercado laboral, a los niños al deporte y una escolarización más temprana y a las familias a nuevas pautas de bienestar y de consumo.

La propaganda peronista vehiculizó diferentes imágenes y discursos sobre la vivienda, dejando entrever una pluralidad de visiones sociales y futuros posibles. Las realizaciones empíricas mostraron, por su parte, los límites del programa de reformas del peronismo. La propaganda oficial supo apropiarse y reelaborar discursos de legitimación para todo tipo de intervenciones, ya fueran orientadas por un impulso reformador o dirigidas hacia un objetivo redistributivo. Tanto la Ciudad Infantil, modelo-maqueta de la sociedad ideal para un sector del peronismo, o el barrio Juan Perón, símbolo del ascenso social y la conciliación de clases, como la ciudad del proletariado materializada en el barrio Los Perales, eran un punto de partida fructífero para ensalzar las conquistas debidas a la inspiración de los líderes del movimiento.

El discurso oficial del peronismo respecto de la vivienda fue capaz de encauzar impulsos y modelos opuestos, cuando no contradictorios. Con el mismo pragmatismo con que Perón inauguraba y reivindicaba para su gobierno cada obra en la que cristalizaba la consigna "Perón Cumple", la prensa y las revistas peronistas elaboraron un discurso plagado de yuxtaposiciones y deslizamientos, incorporando uno al lado del otro los postulados de igualación y de ascenso social y reivindicando indistintamente los valores de las obras donde uno y otro cristalizaban. Hay sin embargo algunos ejes constantes en ese discurso: la perspectiva del carácter social de la acción del gobierno en vivienda y la orientación democrática de los beneficios del bienestar.

El peronismo favoreció desde el estado una transformación del significado social del habitar, al democratizar el acceso a la vivienda, entendida como un derecho de los trabajadores y sus familias. El gobierno peronista no tuvo un modelo social o una tipología urbana con la cual identificar su política de vivienda. Esto confluyó con la fuerte orientación social de las políticas de gobierno, propiciando la rápida adopción de tipologías urbanas y equipos técnicos disponibles por sobre la elaboración de un programa que articulase orientaciones políticas, criterios urbanos, decisiones técnicas y racionalidad económica.

El barrio Los Perales en Mataderos, y los conjuntos Juan Perón y 1º de Marzo en Saavedra, materializaron distintas tipologías urbanas colectivas e individuales que contaban con antecedentes anteriores a la llegada del peronismo. El gobierno debió servirse de modelos urbanos y cuerpos técnicos existentes, a modo de herramientas disponibles, como consecuencia de haber definido la prioridad de subsanar de inmediato una parte del déficit de viviendas, mediante la construcción directa por parte del estado. El cumplimiento de un contrato, que recién aparece escrito en la Constitución de 1949, pero que es fundacional, entre Perón y los trabajadores, hizo que la prioridad recayera en la cristalización de ese compromiso en obras, por encima del diseño de una política de viviendas articulada en torno a un modelo de intervención.

La pluralidad de iniciativas, apreciable en los primeros años de gobierno, fue producto de decisiones urgentes, ancladas en el pragmatismo y en la centralidad de la orientación social de las políticas públicas, pero es también reflejo de la gran heterogeneidad de iniciativas y proyectos sociales y urbanos competitivos que convivían dentro del peronismo en esos años. El debate en torno de la vivienda, que había estado fuertemente ideologizado en las décadas precedentes, permite recortar con claridad un sector más afin con las propuestas de vivienda colectiva para las masas trabajadoras y otro decididamente más proclive a la construcción de casas unifamiliares en lotes propios.

Dentro de los primeros se contaban las vanguardias arquitectónicas, el partido socialista, los arquitectos de las reparticiones municipales que habían colaborado con Le Corbusier en el Plan para Buenos Aires y actores importantes del mundo de la cultura. Por otra parte, los sectores sociales más cercanos al nacionalismo católico veían en la casa individual la garantía de preservación de un modelo familiar que no restringía el numero de hijos y que favorecía el trabajo exclusivamente doméstico por parte de la mujer, a la vez que desalentaba el intercambio social entre vecinos. En este último grupo se contaban la Corporación de Arquitectos Católicos, los católicos nucleados en torno a la revista Criterio y los sectores reunidos en torno a Eva Perón y su Fundación.

En sus primeros años en el gobierno, Perón entregó viviendas a las familias trabajadoras como modo de repartir los beneficios del bienestar entre un amplio número de ciudadanos que lo premiaban con su apoyo político. La propaganda peronista tuvo la habilidad de absorber ideas y reelaborar discursos de legitimación para todo tipo de intervenciones en materia de vivienda, vehiculizando imágenes que sufrieron deslizamientos y torsiones respecto de los significados originalmente asociados a los diferentes modelos urbanos. Los barrios de chalets individuales fueron asociados por los instrumentos de propaganda a ideas de ascenso social y conciliación de clases, a la vez que con la defensa del modelo tradicional de familia y el mantenimiento de los roles tradicionales de la mujer como madre y esposa. La ciudad de iguales, materializada en el barrio Los Perales, inspirada en el modelo socialista de las siedlungen centroeuropeas, fue rescatada por la propaganda oficial en asociación con los ideales higienistas del cambio de siglo y presentada como la ciudad saludable a la que los trabajadores habrían podido acceder de la mano de Perón y Evita.

El discurso peronista en la prensa y en las revistas Mundo Peronista y Mundo Infantil respecto de la vivienda se reveló, como en muchos otros campos, capaz de encauzar modelos opuestos y también contradictorios, incorporando uno al lado del otro los postulados de igualación y los de ascenso social, reivindicando indistintamente los valores de las obras donde uno y otro cristalizaban. Este alma doble del peronismo en el campo de la vivienda es una manifestación de la paradoja, señalada por Tulio Halperin Donghi, acerca de un movimiento de masas que desde el gobierno se caracterizó por alentar la pasividad social.

A pesar de las ambigüedades contenidas en el discurso del peronismo, sus orientaciones dieron un nuevo escenario al problema de la vivienda de los trabajadores, produciendo una ruptura respecto de los gobiernos anteriores. La orientación social de su política, la defensa del derecho a la vivienda y el impulso democratizador de los beneficios del bienestar fueron los ejes articuladores de su programa y de sus acciones, a lo largo de los años de gobierno. Las cualidades distintivas de la acción del peronismo se desprenden de su formulación de la vivienda como un derecho social de la familia obrera, de la activa participación del estado en la solución del problema y de la cantidad de viviendas construidas.
 

Notas

[1] Sobre la ambigüedad política y las tensiones ideológicas al interior del peronismo, dentro de un campo más vasto en contribuciones, véase Plotkin, Mariano, "La ideología de Perón: continuidades y rupturas", en Amaral, Samuel y Plotkin, Mariano (comp.), Perón, del exilio al poder, Buenos Aires, Cántaro, 1993; Halperin Donghi Tulio, "El lugar del peronismo en la tradición política argentina", en Amaral y Plotkin, ob. cit., y del autor, Argentina en el callejón, Buenos Aires, Ariel, 1994, y La larga agonía de la Argentina peronista, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1994. Torre, J,C., "El 17 de Octubre en perspectiva", Neiburg, Federico, "Un análisis del mito de origen del peronismo", ambos en Torre, Juan Carlos (comp.), El 17 de Octubre de 1945, Buenos Aires, Ariel, 1995. Los estudios centrados en las inestables e intensas relaciones entre el peronismo y la Iglesia, iluminan también las tensiones ideológicas del movimiento, véase Caimari, Lila, Perón y la Iglesia católica. Religión, estado y sociedad en Argentina (1943- 1955), Buenos Aires, Ariel, 1995. El estudio de Sigal, Silvia y Verón, Eliseo, Perón o muerte. Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista, Buenos Aires, Legasa, 1985, es ineludible para analizar la evolución del discurso público del peronismo.

 
[2] Véase Baliero, Horacio y otros, "Del conventillo al conjunto habitacional", en AA.VV., Documentos para la historia de la arquitectura argentina, Buenos Aires, Ed. Summa, 1978. También Gutierrez, Ramón y Ortiz, Federico, "La arquitectura en la Argentina, 1930- 1970", Madrid, Hogar y Arquitectura, Nº 97, 1972.
 
[3] Para consultar las diferentes visiones historiográficas en relación con la introducción del estilo californiano y su entronización como "arquitectura nacional", véase Larrañaga, María Isabel y Petrina, Alberto, "Allá lejos y hace tiempo: la vivienda de un proyecto social", Arquitectura y comunidad nacional, No4, s/f, "Arquitectura de masas en la Argentina (1945- 1955): hacia la búsqueda de una expresión propia", Anales del Instituto de Arte Americano, No 25, 1987 y Hilger y otros, "Nacionalismo popular (1943- 1955). Análisis crítico del diseño arquitectónico en el período" , Documentos para la Historia Argentina, Ed. Summa, 1978. Para una crítica a la visión anterior, puede consultarse Gorelik, Adrián y Silvestri, Graciela, "’Lo nacional’en la historiografía de la  arquitectura en la Argentina: el peso de una tradición", en Comité Internacional de Ciencias Históricas, Historiografía argentina (1958- 1988). Una evaluación crítica de la producción histórica argentina, Buenos Aires, 1990. Los autores plantean un debate con la generación precedente, no exento de autocrítica por haber quedado aprisionados en la contestación al discurso revisionista, p. 185.
 
[4] Ward, Peter, en A History of Domestic Space. Privacy and The Canadian Home, University of British Columbia Press, Vancouver and Toronto, 1999, p.15.
 
[5] Para un estudio de la construcción de lazos identitarios a partir de la sociabilidad barrial, véase Aboy, Rosa, "Peronismo y vivienda social. La cultura del habitar en un barrio peronista. Los Perales, 1946-1955", Tesis de Maestría en Investigación Histórica, Universidad de San Andrés, Buenos Aires, 2002.
 
[6]Véanse al respecto Bianchi, Susana, Catolicismo y Peronismo. Religión y política en Argentina. 1943- 1955, Tandil, Trama/Prometeo/IEHS, 2001; y sus anteriores"La Iglesia católica en los orígenes del peronismo", Anuario IEHS Nº5, Tandil, 1990; y "Catolicismo y Peronismo. La familia entre la religión y la política (1945- 1955)", Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana ’Dr. Emilio Ravignani’, 3ª serie, Nº 19, 1º semestre de 1999 y Caimari, Lila, Perón y la Iglesia Católica. Religión, Estado y Sociedad en la Argentina (1943- 1955), Buenos Aires, Ariel, 1994.
 
[7] Caimari, Lila, Perón y la Iglesia Católica. Religión, Estado y Sociedad en la Argentina (1943- 1955), Buenos Aires, Ariel, 1994, pp.112 - 114.
 
[8] La cualidad particular de la relación entre líder y masa en el peronismo ha sido estudiado por Mariano Plotkin, Mañana es San Perón, Buenos Aires, Ariel, 1994.
 
9] Véase al respecto Bullrich, Francisco, "Arquitectura moderna en la Argentina", Summa, Nº 230, oct. 1986.
 
[10] "Fíjese bien en mi casa", Mundo Peronista, Año l, No 20, Mayo 1º de 19552, pp.35-37.
 
[11] "Nueva barriada destinada a las clases menos pudientes", en Democracia, 14 de septiembre de 1947, p.4.
 
[12] Fecha en que fue nombrado Subsecretario de Informaciones de la Presidencia.
 
[13] "Casas para el Pueblo: el Barrio Juan Perón", Democracia, 2 de junio de 1949, p.7.
 
[14] "Casas para el Pueblo: el Barrio Juan Perón", Democracia, 2 de junio de 1949, p.7
 
[15] La introducción del "estilo californiano" y su transformación como símbolo de status y de prestigio y luego como símbolo de "arquitectura nacional", ha sido tratado en el capítulo 1.
 
[16] En esos años Evita hablaba de la "causa peronista" como una "causa sagrada cuyo mejor premio es el amor de los humildes y el odio de los oligarcas". Discurso pronunciado en la inauguración de un comedor para obreros del MOP, en el Balneario Zona Norte en Núñez. Democracia, 4 de mayo de 1949 p.7
 
[17] Eva Perón, "Nuestras obras", La razón de mi vida, 1998, Buenos Aires, Buró Ed., pp. 107-109.
 
[18] Ibídem.
 
[19] Ibídem.
 
[20] Rybcczinski, Witold, Home. A Short History of an Idea, New York, Viking Penguin, 1986, p. 202.
 
[21] "La mejor política es hacer obra, dijo Perón", Titular de Democracia, martes 26 de julio de 1949, p.1.
 
[22] Ballent plantea una delegación de estas facultades en Evita, por parte de su marido, a partir de un discurso de Perón en 1947. En
sintonía con Bianchi y Sanchís, Ballent se refiere a Eva Perón como "la figura de ‘madre nutricia’ que provee, pero que al mismo tiempo es una madre todopoderosa, que no encuentra límites: desde alimentos hasta viviendas", Ballent, Anahí, "Las huellas de la política. Arquitectura, vivienda y ciudad en las propuestas del peronismo. Buenos Aires, 1946-1955", Tesis de Doctorado, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1997, pp.146- 147.
 
[23] "Inauguración de la Ciudad Infantil. Un país de ensueño para los niños", Democracia, jueves 14 de julio de 1949, p.1.
 
[24] El arquitecto Federico Ortiz, quien integró los cuerpos técnicos del Ministerio de Asuntos Técnicos, calificó como "absurda" la orientación de recursos posterior a 1950, puesto que mientras se construía la Ciudad Infantil, la oficina integrada por él mismo se abocaba a proyectar viviendas para futuros residentes en la Antártida. Proyectos de cómo los dos señalados consumían grandes sumas que hubiesen podido orientarse a subsanar el déficit de viviendas. Entrevista con el arquitecto Federico Ortiz, abril de 2001.
 
[25] En la inauguración oficial de la Ciudad Infantil Evita expresó que la obra "simboliza, ante el país y ante el mundo, el inmenso caudal de ternura que hay en el espíritu de esta Nueva Argentina por las generaciones que han de seguirnos". Las citas son de Democracia, viernes 15 de julio de 1949, p.3.
 
[26] Democracia, viernes 15 de julio de 1949, p.3. Poco tiempo después, Eva Perón puso también la guía espiritual de su Fundación bajo el amparo de la iglesia católica, al designar Director Espiritual de la misma al R. P. Hernán Benítez. Véase al respecto, Democracia, viernes 19 de agosto de 1949.
 
[27] Democracia, jueves 14 de julio de 1949, p.1.
 
[28] Democracia, jueves 14 de julio de 1949, p.6.
 
[29] Ibídem.
 
[30] Democracia, jueves 28 de julio de 1949.
 
[31] Las citas son de Democracia, jueves 28 de julio de 1949.
 
[32] Ibídem.
 
[33] Ibídem.
 
[34] "La mejor política es hacer obra, dijo Perón", Titular de Democracia, martes 26 de julio de 1949, p.1. El titular reproduce una de las frases pronunciadas por el presidente Perón ante la asamblea de su partido, reunida en el Luna Park. En un largo discurso de "doctrina peronista", Perón habló de la necesidad de hacer obras, paralelamente a la de inculcar la doctrina, a la que definió como "una cosa del alma, que crea una mística, un espíritu". Identificando la "doctrina peronista" con la "Verdad", señalaba como "indispensable que inculquemos profundamente nuestra doctrina. Cada peronista debe ser un predicador. Sostenemos la Verdad...estamos en la obligación de predicarla..."
 
[35] " VI. Derecho al Bienestar", Democracia, jueves 15 de septiembre de 1949. El subrayado es nuestro.
 
[36] Ibídem.
 
[37] Respecto de la educación, véase "La Escuela Justicialista es un orgullo de la Nueva Argentina", Mundo Infantil, No 85, 14 de Mayo de 1951, pp.12- 13.Para la salud, "El cuidado de la Salud", Mundo Infantil, No 96, 30 de Julio de 1951, p.24. Allí se señala "Una vivienda sana, sin lujos pero sin estrecheces, donde todos saben las ventajas de una buena aireación y una buena iluminación, constituyen un marco digno para el cuidado de la salud". La nota está ilustrada con una foto aérea del barrio Los Perales.
 
[38] " VI. Derecho al Bienestar", Democracia, jueves 15 de septiembre de 1949.
 
[39] "Risas y emoción en Los Perales", Mundo Infantil, No 208, 21 de Septiembre de 1953, p.45. La educación de los niños contemplaba también otro tipo de actividades deportivas como el Festival Infantil Evita u otras actividades recreativas. Además del citado artículo, remitimos al lector a "Original carrera de autitos en Los Perales", Mundo Infantil, No 158, 6 de Octubre de 1952, p.4 y "Los Perales: el barrio que canta en la voz de sus niños", Mundo Infantil, No 224, 11 de enero de 1954, pp.18-19.
 
[40] "Barrios que son ciudades: Los Perales", Mundo Infantil, No 85, 14 de Mayo de 1951, p. 13.
 
[41] Ibídem.
 
[42] "Nuevos barrios de Buenos Aires", en Mundo Peronista, Año I, No 15, Febrero 15 de 1952, pp. 22-24.
 
[43] "Este es mi barrio", en Mundo Peronista, Año I, No 17, Marzo 15 de 1952, pp. 22-24.
 
[44] "Este es mi barrio", en Mundo Peronista, Año I, No 17, Marzo 15 de 1952, pp. 22-24.
 
[45] Ibídem.
 
[46] Ibídem.
 
[47] "Este es mi barrio", en Mundo Peronista, Año I, No 17, Marzo 15 de 1952, p. 23.
 
[48] Ibídem.
 
[49] Halperin Donghi, Tulio, "El lugar del peronismo en la tradición política argentina", en Amaral, Samuel y Plotkin, Mariano (comp..),
Perón, del exilio al poder, Buenos Aires, Cántaro, 1993, pp. 15-44.
 
[50] "Este es mi barrio", en Mundo Peronista, Año I, No 17, Marzo 15 de 1952, p.24.

 

Fuentes y Bibliografía

Fuentes

PERON, Eva, "Nuestras obras", La razón de mi vida, 1998, Buenos Aires, Buró Editor, 1998.

PRESIDENCIA DE LA NACIÓN, La Nación Argentina, Libre, Justa y Soberana, Secretaría de Informaciones del Estado, 3ª edición, Peuser, 1950.
Diario Democracia
Revista Mundo Peronista
Revista Mundo Infantil

Bibliografía

ABOY, Rosa. Peronismo y vivienda social. La cultura del habitar en un barrio peronista: Los Perales (1946- 1955). Tesis de Maestría en Investigación Histórica, Universidad de San Andrés, Buenos Aires, 2002.

AMARAL, Samuel y PLOTKIN, Mariano (comps.).  Perón, del exilio al poder. Buenos Aires: Cántaro, 1993.

BALIERO, Horacio y otros. Del conventillo al conjunto habitacional.  In AA.VV., Documentos para la historia de la arquitectura argentina. Buenos Aires: Ed. Summa, 1978.

BALLENT, Anahí. Las huellas de la política. Arquitectura, vivienda y ciudad en las propuestas del peronismo. Buenos Aires 1946-1955. Tesis de Doctorado, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1997.

BARRANCOS, Dora. Moral sexual, sexualidad y mujeres trabajadoras en el período de entreguerras. In DEVOTO, Fernando y MADERO, Marta. Historia de la vida privada en la Argentina, Tomo 3, La Argentina entre multitudes y soledades. De los años treinta a la actualidad. Buenos Aires: Sudamericana, 1999, p. 198- 225.

BARTHES, Roland. Center- City, Empty Center. In MILES, Malcolm, HALL, Tim y BORDEN, Iain (comps.). The City Cultures Reader. London: Rouledge, 2000, p. 195-197.

BEJAR, Helena. El ámbito íntimo. Privacidad, individualismo y modernidad. Madrid: Alianza, 1995.

BIANCHI, Susana. Catolicismo y Peronismo. Religión y política en Argentina. 1943- 1955. Tandil: Trama/Prometeo/IEHS, 2001.

BIANCHI, Susana. La Iglesia católica en los orígenes del peronismo. Anuario IEHS, nº 5, Tandil, 1990.

BULLRICH, Francisco. Arquitectura moderna en la Argentina.  Summa, nº 230, oct. 1986.

CAIMARI, Lila. Perón y la Iglesia católica. Religión, estado y sociedad en Argentina (1943- 1955). Buenos Aires: Ariel, 1995.

GERMANI, Gino. Política y sociedad en una época de transición. Buenos Aires: Paidos, 1966.

GORELIK, Adrián y SILVESTRI, Graciela. Lo nacional en la historiografía de la  arquitectura en la Argentina: el peso de una tradición. In Comité Internacional de Ciencias Históricas, Historiografía argentina (1958- 1988). Una evaluación crítica de la producción histórica argentina. Buenos Aires: 1990.

GUTIERREZ, Ramón y ORTIZ, Federico. La arquitectura en la Argentina, 1930- 1970.  Hogar y Arquitectura, nº 97, Madrid, 1972.

HALPERIN DONGHI, Tulio. El lugar del peronismo en la tradición política argentina. In Amaral y Plotkin, op. cit.

HALPERIN DONGHI, Tulio. Argentina en el callejón. Buenos Aires: Ariel, 1994.

HALPERIN DONGHI, Tulio. La larga agonía de la Argentina peronista. Buenos Aires: Espasa Calpe, 1994.

LARRAÑAGA, María Isabel y PETRINA, Alberto. Allá lejos y hace tiempo: la vivienda de un proyecto social. Arquitectura y comunidad nacional, nº 4, s/f.

LARRAÑAGA, María Isabel y PETRINA, Alberto. Arquitectura de masas en la Argentina (1945- 1955): hacia la búsqueda de una expresión propia. Anales del Instituto de Arte Americano, nº 25, 1987.

NEIBURG, Federico. Un análisis del mito de origen del peronismo. In TORRE, Juan Carlos (comp.). El 17 de Octubre de 1945. Buenos Aires: Ariel, 1995.

PLOTKIN, Mariano. La ideología de Perón: continuidades y rupturas. In Amaral, Samuel y Plotkin, Mariano (comp.). op. cit.

RIBCZINSKY, Witold. Home. A Short History of an Idea. New York: Viking Penguin, 1986.

SAINZ GUERRA, José Luis y otros. Las Siedlungen Alemanas de los años Veinte. Frankfurt, Berlín, Hamburgo. Valladolid: Universidad de Valladolid, 1995.

SIGAL, Silvia y VERON, Eliseo. Perón o muerte. Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista. Buenos Aires: Legasa, 1985.

TORRE, Juan Carlos. El 17 de Octubre en perspectiva. In TORRE, Juan Carlos (comp.), El 17 de Octubre de 1945. Buenos Aires: Ariel, 1995.

TORRE, Juan Carlos. La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo. Buenos Aires: Sudamericana- Di Tella, 1990.

WALTER, Richard. Politics and Urban Growth in Buenos Aires, 1910-1942. Cambridge: Cambridge University Press, 1993.

WARD, Peter. A History of Domestic Space. Privacy and The Canadian Home. Vancouver and Toronto: University of British Columbia Press, 1999.

ZANATTA, Loris. Perón y el mito de la nación católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del peronismo (1943- 1946). Buenos Aires: Sudamericana, 1999.
 

© Copyright Rosa Aboy, 2003
© Copyright Scripta Nova, 2003

 

Ficha bibliográfica:
ABOY, R. La vivienda social en Buenos Aires en la segunda posguerra (1946-1955). Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(031). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(031).htm> [ISSN: 1138-9788]

 
Índice de Scripta Nova
Menú principal