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Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.  Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 84, 15 de marzo de 2001. 

 LA MODERNIZACIÓN DEL SISTEMA DE ACUARTELAMIENTO EN LA CIUDAD DE BARCELONA: DEL DERRIBO DE LAS MURALLAS (1854) A LA GUERRA CIVIL DE 1936

Marc Lloret Piñol
Licenciatura en Geografía
Universidad de Barcelona


La modernización del sistema de acuartelamiento en la ciudad de Barcelona: del derribo de las murallas (1854) a la Guerra Civil de 1936 (Resumen)

Las transformaciones que sufrieron un gran número de ciudades europeas en el siglo XIX, impulsaron la renovación de los cuarteles para adaptarse a las nuevas necesidades militares, determinadas por la desaparición de las fortificaciones y el aumento del espacio urbano. Además, estas instalaciones presentaban graves problemas de higiene, lo que dio como resultado una evolución en las tipologías cuartelarias en todo el continente europeo para solucionarlos, que se fueron incorporando a la construcción de los nuevos cuarteles. En este artículo se analiza el proceso de modernización de los cuarteles de Barcelona, dentro del particular contexto español, iniciado en la década de 1860, una vez derribadas las murallas, y que se prolongó hasta el final de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Dicho proceso implicó el traslado de los cuarteles hacia la priferia de la ciudad, manteniendo en el centro histórico de la ciudad dependencias, como el Gobierno Militar y la Capitanía General, que por su importancia lo exigían, y estuvo caracterizado por las dificultades económicas y la imposibilidad de llevarlo a cabo hasta la creación de la Junta Mixta de Urbanización y Acuartelamiento de Barcelona.

Palabras clave: Ejército/ Barcelona/ cuarteles/ Geografía militar


The modernization of the headquarters system in the city of Barcelona: from the fortification´s destruction (1854) to the 1936´s Civil War (Abstract)

The transformations of the most european cities in the XIX century, produced the renovation of headquarters for the new military needings settled by the destruction of the fortifications and the growing of the urban space. In this article we analize the modernization process of Barcelona´s headquarters, inside the spanish special context, which was started in the 1860´s, after the wall´s destruction, and not finished until the end of the Primo de Rivera´s dictatorship (1923-1930). This process settled the movement of the headquarters to the edge of the city, keeping in the historical centre only this instalations, such as the Militar Goverment and the General Intendence of the region, which was demanded by his importance, and it was caracterized by the economic problems and the imposibility to did it until the creation of the "Junta Mixta de Urbanización y Acuartelamiento de Barcelona".

Keywords: Army/ Barcelona/ headquarters/ militar Geography


El objetivo de este artículo es mostrar las transformaciones que sufrieron los cuarteles de Barcelona a partir de la segunda mitad del siglo XIX. El proceso de modernización de los cuarteles se dio en toda Europa; en España se caracterizó por las dificultades económicas para llevarlo a cabo y por la progresiva descentralización de estas instalaciones. El derribo de las fortificaciones y el ensanche de las ciudades marcaron el inicio de este proceso, debido a las nuevas necesidades militares derivadas del crecimiento de la ciudad y a las carencias higiénicas de muchos de los cuarteles existentes. La modernización y descentralización definitiva de éstos se produjo a finales de los años 1920, con la creación de la Junta Mixta de Urbanización y Acuartelamiento de Barcelona en 1927.

El artículo se ha estructurado en tres partes; en la primera, se aborda la situación del acuartelamiento una vez derribadas las murallas, señalando las carencias que impulsaron la renovación. En segundo lugar, se trata la evolución del acuartelamiento durante la Restauración, y se muestran los intentos por adecuar los cuarteles a las nuevas necesidades, así como las dificultades para su realización. Finalmente, en el apartado dedicado a la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), se analiza y se valora la tarea que llevó a cabo la Junta Mixta para solucionar el problema del acuartelamiento.

La transformación del acuartelamiento barcelonés en el siglo XIX

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, el sistema de acuartelamiento de tropas en Barcelona sufrió importantes transformaciones para adaptarse a las necesidades militares de los nuevos tiempos. La modernización de estas instalaciones se acometió principalmente por dos motivos: el ensanche de las ciudades, posibilitado por el derribo de las fortificaciones, y las deficiencias de los cuarteles viejos.

El ensanche de las ciudades fue un proceso generalizado en toda Europa durante el siglo XIX. En España, este proceso se dio sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX. El desarrollo económico provocado por la Revolución Industrial, concentrado especialmente en la parte nordeste de la Península, y las malas condiciones higiénicas y el hacinamiento dentro del espacio amurallado, motivaron las demandas de derribo por parte de los Ayuntamientos; antes éstas, finalmente, el ramo de la guerra tuvo que ir cediendo en las diferentes ciudades españolas. En Barcelona, se consiguió dicho permiso de derribo en 1854 y la aprobación de su plan de ensanche en 1859 1. Las primeras peticiones se remontaban a la década de 1820, siendo estas denegadas o modificadas 2; de igual modo sucedió en ciudades como Tarragona o Cádiz entre muchas otras 3, añadiéndose posteriormente, en todos los casos, la polémica sobre la propiedad de los terrenos liberados por la destrucción de las murallas.

El ensanche de las ciudades implicaba un mayor espacio y población a controlar, por lo que debía procederse al aumento de la guarnición, lo cual requería la reorganización de un acuartelamiento que ya no cumplía adecuadamente con sus funciones militares. En este sentido cabe mencionar el desarrollo de la artillería, que con la potencia de fuego alcanzada, hacía que las murallas y los cuarteles situados intramuros y cerca del cinturón fortificado, resultaran inútiles 4. Las tácticas militares desarrolladas por Napoleón en el siglo XVIII también contribuyeron a que estos elementos defensivos perdieran su razón de ser. Las nuevas concepciones estratégicas abogaban por la dispersión por el territorio de las defensas y por su mimetismo, siendo su elemento más destacado, en sustitución del baluarte, la casamata 5. El concepto de concentración espacial de los sistemas de defensa, en el interior de su elemento más importante, las murallas, quedó desfasado, ya que además esta concentración favorecía el aumento de las bajas civiles al situarse en medio de un espacio muy densificado. La modernización de los cuarteles españoles tenía su importancia si se tiene en cuenta la función policial que vino ejerciendo el ejército desde el siglo XIX, sobre todo, con el aumento de la conflictividad social y política en el siglo XX 6.

La necesidad de renovar el sistema de acuartelamiento en toda España se debía también a la precaria situación en que se encontraban éstos. En ellos existían graves problemas de higiene, los cuales hacían elevar la tasa de mortalidad de la tropa al doble de la misma para la población civil a mitad del siglo XIX 7. En el resto de Europa, los cuarteles también presentaban deficiencias en materia de higiene. Las causas de estos problemas eran, en primer lugar, las reducidas dimensiones de los edificios cuartelarios, lo que provocaba el hacinamiento de la tropa y no permitían la debida separación de dependencias ni entre animales y hombres; y en segundo lugar, la tipología de los edificios y los materiales de construcción. En efecto, modelos como el de Belidor, ampliamente extendido en toda Europa a mitad del siglo XIX 8, que agrupaba cuatro cuerpos unidos alrededor de un patio central, dificultaban la circulación del aire; además los materiales de construcción -como la madera- y la falta de separación y especialización de dependencias, favorecían la aparición de enfermedades infecciosas.

A fin de remediar esta situación,  en diferentes países europeos se crearon .comisiones y se redactaron reglamentos. A pesar de que ya se habían adoptado medidas desde el siglo XVIII para la mejora de las condiciones de habitabilidad e higiene en diferentes países 9, sería de Inglaterra desde donde se difundieron los cuarteles higiénicos, resultado de las comisiones creadas en 1855 y 1857 para la propuesta de nuevos modelos. El iniciador de estos cuarteles, llamados de descentralización, fue el inglés Douglas Galton, aunque hay que destacar asímismo el papel del ingeniero civil francés Tollet en el desarrollo de este modelo.

Las principales características de la tipología de los nuevos cuaerteles eran las que se citan a continuación: la instalación en la periferia de las ciudades y la disponibilidad de amplias superficies; el alojamiento de la tropa en pabellones aislados de dos pisos como máximo; la separación de dependencias y entre hombres y animales; la edificación de construcciones funcionales, sustituyendo la madera por el hierro; y la incorporación de nuevos servicios como el alumbrado eléctrico, la evacuación de aguas residuales, o calefacción, entre otros.

En 1847se creó en España una comisión del Cuerpo de Ingenieros, para la formulación de proyectos de cuarteles de tipo rectangular de Belidor 10. La llegada de los cuarteles higiénicos de Galton y Tollet no se produjo hasta finales de siglo. En 1890, se redactó la obra Cuarteles tipo, que constaba de dos volúmenes. Dicha obra fue elaborada por una comisión creada en 1888 y presidida por el coronel Francisco Roldán, para la adopción de tipos de cuarteles que sirvieran de orientación para la construcción de los nuevos. Las malas condiciones de habitabilidad e higiene en los cuarteles, se agravaban en el caso español por la utilización de conventos desamortizados para el uso militar a partir de 1835, debido a la escasez de recursos para construirlos de nueva planta.

En la Barcelona de 1860, una vez derribadas las murallas, el sistema de acuartelamiento contaba con las instalaciones que se citan a continuación 11(figura 1); los cuarteles de la Ciudadela, construida en el reinado de Felipe V 12; el Fuerte Pío; el Fuerte Don Carlos; el cuartel de Atarazanas, sobre los astilleros medievales, reconvertido en cuartel en 1663 tras la "Guerra del Segadors" 13; los cuarteles de San Carlos y San Fernando, construidos entre 1764 y 1779 en el barrio de la Barceloneta 14; los exconventos cedidos al ramo de la guerra en 1845 del Buensuceso, en el antiguo convento de los servitas edificado entre 1626 y 1635, y el de San Pablo; el cuartel de San Agustín, la antigua academia de ingenieros en la calle Comerç, sobre un exconvento construido entre los siglos XIV y XV; el cuartel de Santa Mónica, un antiguo convento construido en 1636 de los agustinos descalzos, desamortizado en 1836 15; también se encontraban los cuarteles de Tallers, San Pedro, San Antonio, Junqueras y Santa Madrona levantados en 1856 sobre los derruidos baluartes, 16 y otras instalaciones como el Hospital Militar de la calle Tallers, sobre un antiguo convento de Pauls; el Palacio de la Capitanía General, en el exconvento de la Merced cedido en 1845; el Gobierno Militar, en el Portal de la Pau; y el castillo de Montjuic.
 

Figura 1. Localización de los cuarteles viejos en la Barcelona fortificada. Plano del año 1842.

Fuente: Elaboración propia.
Observaciones: El cuartel de Estudios había sido enajenado en la década de 1840.


A partir de la década de 1860 se empezaron a elaborar informes periódicos acerca del estado del acuartelamiento en la ciudad, tanto en lo referente a la conservación de los edificios, como a las necesidades de alojamiento de la guarnición. En éstos se señalaban repetidamente las carencias citadas anteriormente y la insuficiencia de las instalaciones. En un informe incluido dentro del plan de acuartelamiento para la década de 1860, se indicaba que la capacidad de alojamiento de los cuarteles de Barcelona era de 6.100 hombres y 1.050 caballos 17, repartidos en los cuarteles de Atarazanas, los dos de la Barceloneta, San Agustín, Ciudadela y el castillo de Montjuic, siendo el de San Pablo, utilizado solo en caso de extrema necesidad por su mal estado de conservación.

Una vez quedaron patentes las deficiencias de los cuarteles de Barcelona, el ramo de la guerra emprendió la tarea de solucionar el problema lo más rápidamente posible. En el proyecto de acuartelamiento para 1860-1869 se incluía necesidad de construcción de los siguientes edificios de nueva planta:  un cuartel de infantería para 3.000 hombres; un cuartel de caballería; un hospital militar, el parque de ingenieros; almacenes y oficinas de la administración militar; el parque y maestranza de artillería; el palacio de la Capitanía General; y el Gobierno Militar. El presupuesto de las obras ascendía a 33.500.000 reales de vellón 18, los cuales se esperaban obtener de las enajenaciones de los viejos cuarteles aún no cedidos. Las enajenaciones de los cuarteles viejos, de igual modo que los terrenos de las murallas, suponían una fuente de recursos para financiar las nuevas obras de acuartelamiento. En efecto, según la legislación vigente una vez restaurada la monarquía en 1874, los edificios y terrenos declarados inútiles por el ramo de la guerra debían devolverse al Estado, ya que el ejército los ocupaba en régimen de cesión. Sin embargo, el producto de las ventas de estos terrenos y edificios debía dedicarse al fondo del Material de Ingenieros para la realización de las obras que creyese conveniente en sustitución de las instalaciones enajenadas. De este modo, la renovación necesaria de un acuartelamiento con graves deficiencias podía ser impulsada por los recursos obtenidos de la venta de los viejos cuarteles, instalándose los nuevos en zonas periféricas donde la disponibilidad de espacio era mayor y el precio del suelo más bajo que en el centro de la ciudad.

De las enajenaciones, el ramo de la guerra pensaba obtener 31.958.519 reales de vellón por los edificios y solares, a los que hay que añadir los 4.610.730 de los fuertes provisionales de San Pedro, San Antonio, Junqueras y Tallers, sumando un total de 36.569.249 reales de vellón (cuadro 1).
 

Cuadro 1. Superficie y valoración de los terrenos de los cuarteles levantados en 1856 sobre derruidos los baluartes.
Cuarteles
Superfície (m2)
Valoración
             (reales de vellón)
San Antonio
2.584
867.750
Tallers
420
176.400
San Pedro
5.766
2.248.730
Junqueras
2.584
1.317.840
Fuente: Archivo de la Corona de Aragón. Fondo de la Comandancia de Ingenieros. Caja nº 451. Expediente nº 1.201. Edificios de Barcelona.
Proyecto de acuartelamiento para esa ciudad. 1860-1869.

 La Ciudadela pudo ser derribada en 1869 19, ya que las autoridades revolucionarias la cedieron gratuitamente al Ayuntamiento de Barcelona. Sin embargo, posteriormente se acordó el pago de 3.500.000 de pesetas y del 1,5 por ciento del valor del suelo dedicado a edificación, por urbanizarse más del doble de lo previsto 20; también se procedió a la mencionada cesión de los terrenos para cuarteles en virtud del convenio firmado entre el Ayuntamiento y el ramo de la guerra el 1 de mayo de 1873 21. A éste, le siguieron varios más a partir de 1876, para la cesión de los cuarteles.

Al contrario de lo que pueda parecer con el ejemplo citado de la Ciudadela, la enajenación de los viejos cuarteles no fue un proceso rápido ni mucho menos. En efecto, el Real decreto del 4 de abril de 1879 autorizaba la enajenación de los cuarteles de San Pablo, San Agustín, Buensuceso, Atarazanas, los almacenes de Cordellers, el hospital militar de la calle Tallers, el Gobierno Militar y la Capitanía General; pero dicha disposición quedó anulada por la Real Orden del 3 de octubre de 1883 22. En 1891, aún no se habían satisfecho las cantidades correspondientes a los cuarteles que se citan a continuación 23: el Fuerte Pío; el cuartel de Estudios, derribado en 1843 para convertirse en la "Rambla dels Estudis"; y el cuartel de Junqueras, además de los terrenos de las murallas y parte de los terrenos del edificio de Atarazanas destinados a vías públicas; según las Reales Ordenes de cesión del 9 de diciembre de 1858 y del 25 de marzo de 1864, en 1890, se resolvió que el Ayuntamiento de Barcelona abonará al ramo de la guerra la cantidad de 25.655.025 de pesetas en el plazo de diez años por los edificios y terrenos entregados y cuyas cantidades no habían sido satisfechas. Solamente la enajenación del Fuerte D. Carlos, junto con la de la Ciudadela, había sido abonada. Las enajenaciones de los otros cuarteles se retrasó hasta la II República (1931-1936), cuando se produjo una aceleración en el proceso de cesión; durante la misma y en los años posteriores a la Guerra Civil Española (1936-1939) se enajenaron casi todos los cuarteles viejos de Barcelona (cuadro 2).

En consecuencia, los recursos procedentes de las enajenaciones que el ramo de la guerra esperaba obtener no llegaron a cumplir las espectativas de los militares, que por otro lado tampoco quedaron nada contentos con las operaciones que sí se habían llevado a término 24. En el decenio de 1860-1869, solo se realizó el proyecto de un cuartel en Hostafrancs en 1868  25 , para un regimiento de caballería y se adquirió un solar en el paseo de Gracia por 8.500.000 reales de vellón, para la instalación del cuartel de infantería proyectado; sin embargo ninguna de las dos obras se llevarían a término 26 . Las demás construcciones quedaron aplazadas para más adelante.

Los nuevos tiempos exigían una renovación de las defensas basada en el traslado de las instalaciones militares hacia la periferia de las ciudades, situándose en lugares estratégicos del espacio urbano ensanchado. La expansión de la ciudad fue un factor decisivo para la transformación de los edificios cuartelarios y su dispersión por la zona del ensanche, ya que por un lado, obligó a reorganizar la localización de los cuarteles para el mejor control de la población; y por otra parte, facilitó el abandono de los viejos cuarteles, permitiendo la mejora de la habitabilidad y la higienede estas instalaciones, y el saneamiento higiénico y social de los centros históricos, actuando como elementos de rehabilitación gracias a su conversión en espacios públicos o en equipamientos. Hay que destacar, los planes de apertura de nuevas vías que atravesaban la ciudad vieja desarrollados en la segunda mitad del siglo XIX, como los de Cerdá, y posteriormente el de Baixeras. Incluso el propio estamento militar elaboró un proyecto de reforma del barrio de Atarazanas en 1927 27, en el que se proponía la apertura de nuevas y amplias calles. Los proyectos de reforma interior se difundieron por Europa desde Francia, donde la reforma del centro de París realizada por Haussmann entre los años 1850 y 1870 fue su máximo exponente.Como han apuntado muchos autores, detrás del saneamiento y embellecimiento de la ciudad, se encontraba la cuestión del control de la población de estos espacios, para lo que se abrieron amplias calles por donde las fuerzas militares pudieran avanzar sin dificultades y imposibilitar el levantamiento de barricadas28.

Cuadro 2. Enajenaciones de los cuarteles viejos

Cuarteles
Ordenes de cesión
Nuevo uso del solar/ edificio
Ciudadela
1868
Recinto de la Exposición Universal de 1888. Parques y jardines
Fuerte Pío
1868
Vías del ensanche
Fuerte D. Carlos
1868
Vías del ensanche
Atarazanas
1879/ 1933
Equipamiento cultural
San Carlos
1879/ 1931
Edificación
San Fernando
1879/ Durante la Guerra Civil (1936-39)
Edificación
Sta. Mónica
después de la Guerra Civil (1936-39)
Equipamiento cultural
Buensuceso
1879/ Después de la Guerra Civil (1936-39)
Plaza Vicente Martorell
San Agustín
1879/ 1988
Equipamiento cultural
Hospital Militar
(c/ Tallers)
1879/ 1895/ 1927
Plaza Castilla
San Pablo
Durante la II República
Escuela Collaso y Gil
Estudios
1943
Paseo público (Rambla)
Gobierno Militar
1879 (no realizada)
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Fuente: Elaboración propia a partir de los datos obtenidos en el Archivo del Gobierno Militar de Barcelona. (Comandancia de Obras) y en el Archivo de la Corona de Aragón.
Observaciones: En los casos en que aparecen diversas fechas de enajenación, las primeras no se llevaron a cabo y la última hace referencia a la cesión definitiva al municipio. Las enajenaciones previstas en 1879 son las que se suspendieron en 1883.

La evolución del acuartelamiento en la Restauración

La escasez de recursos dificultaba la construcción de los cuarteles necesarios, y las enajenaciones no pudieron resolver este problema. Los que pudieron ser construidos durante la Restauración atravesaran, más o menos, largos procesos hasta su terminación, como consecuencia igualmente de las limitaciones económicas, que obligaron a paralizar las obras o dificultaron la adjudicación de éstas.

En 1879, se proyectó el cuartel de Jaime I, cuyo contratista fue José Xiró y Ferré, y en 1881 el de Roger de Lauria, junto al primero, en los terrenos cedidos de la exciudadela 29. En 1889 se aprobó el proyecto del cuartel de caballería de Gerona 30, en el todavía entonces independiente municipio de Sant Martí de Provençals. En el mismo año, también se aprobaron los proyectos del cuartel del Bruc, al lado del anterior, y el cuartel de María Cristina, también llamado sucesivamente de Alfonso XIII y de Numancia, en la calle Tarragona. Sin embargo, la construcción de los cuarteles de Roger de Lauria, Gerona, el Bruc y María Cristina se encontraba paralizada en 1892 por falta de fondos, los tres últimos, con solo la cimentación construida. Aún dentro del siglo XIX, se elaboró otro proyecto de cuartel en 1888 31, que dio lugar al cuartel de los Docks, en el futuro barrio barcelonés de Pueblo Nuevo. El cuartel de Jaime I se terminó a finales de los años 1880 y el de Roger de Lauria y María Cristina se acabaron en la década siguiente. Sin embargo, el cuartel del Bruc no fue construido hasta la intervención de la Junta Mixta; los cuarteles de Gerona y los Docks serían terminados, así como el de María Cristina ampliado, por la mencionada Junta. En la localización de estos cuarteles, ya se aprecia una cierta descentralización, desplazándose hacia la zona del ensanche y en las vías de entrada a la ciudad (figura 2).

Las dificultades económicas impedían una y otra vez solucionar satisfactoriamente el problema del acuartelamiento de Barcelona. Muchos proyectos no se realizaron, otros tardaron mucho tiempo en completarse y, de éstos, algunos quedaron desvirtuados respecto a su proyecto inicial, a pesar de los numeroso créditos extraordinarios concedidos al Cuerpo de Ingenieros durante los años 1890 y al aumento constante de los presupuestos de guerra 32. En esta misma década fue cuando se aprobaron las tipologías de cuarteles higiénicos para infantería, caballería y artillería, publicadas en la obra Cuarteles tipo citada anteriormente. En definitiva, en el período de 1876-1900, se iniciaron en España unos 30 cuarteles de nueva planta y 8 hospitales militares en diferentes capitales como Madrid, Barcelona, Valencia, Córdoba, Burgos, Logroño, Vitoria y Pamplona 33. Sin embargo, la cuestión de los cuarteles en Barcelona distaba mucho de quedar resuelta, ya que además, los cuarteles que primero fueron construidos con las tipologías expresadas en la obra, serían los proyectados por la Junta Mixta a finales de los años 1920.
 

Los problemas para la modernización del acuartelamiento en el siglo XX

Al filo del cambio de siglo, las necesidades militares de Barcelona aumentaron. Su causa fue la agregación en 1897 y 1904 de los municipios circundantes a la ciudad , lo que ampliaba aún más el espacio urbano a controlar. Los recelos de los militares quedan patentes en los expedientes de agregación 34, en los cuales se mencionaba el temor a que las agregaciones facilitasen la unión de los diversos grupos revolucionarios, haciendo más difícil su control. En efecto, la conflictividad social se encontraba presente en muchas ciudades españolas, especialmente en el caso de Barcelona, por su gran desarrollo industrial que le hacía albergar un gran número de población obrera en plena lucha de clases 35. Además, en este caso hay que añadir la cuestión de los nacionalismos, que empezaban a emerger en esos comienzos del siglo XX; tanto en el País Vasco como en Cataluña empezaba a aflorar el sentimiento nacionalista, el cual no era nada bien visto por un estamento militar receloso de una posible disgregación de la patria.

La crisis económica provocada por el desastre de 1898, dio lugar a una primera década de siglo caracterizada por la contención del gasto, con las medidas del Ministro de Hacienda Villaverde 36. Como consecuencia, los presupuestos militares también se vieron afectados, produciéndose una reducción de éstos. El propio ramo de la guerra quedó sumido en una crisis de prestigio causada por una derrota que evidenciaba los defectos y carencias del ejército español 37, y la necesidad de adecuar su fuerza a las posibilidades de la Hacienda española.

En primer lugar, el ejército español contaba con un número de oficiales desproporcionado para la tropa disponible. En 1898 el número de oficiales del ejército español, era 6 veces superior al de Francia, cuando ésta contaba con 180.000 soldados frente a los 80.000 del ejército español. Esta situación provocaba que la mayoría del dinero del presupuesto de guerra se destinara al pago de sueldos de oficiales, quedando marginadas otras necesidades como la construcción de los cuarteles38. Por otra parte, había que asumir una reducción de la fuerza del ejército debido a los escasos recursos disponibles; esto implicaba olvidar los sueños de gran potencia para centrarse únicamente en la defensa del país. Durante la primera década del siglo XX, los efectivos militares del ejército español se mantuvieron alrededor de los 80.000 soldados, aunque en muchos años no se llegó a reclutar al números previsto por las dificultades económicas 39. El primer aumento destacado en el siglo XX fueron los 115.000 soldados de 1911 40, momento a partir del cual, éstos ya no dejaron de aumentar hasta los 216.000 soldados de 1920, debido a la guerra de Marruecos.

Una primera reorganización del ejército se produjo en 1912 por el gobierno de Canalejas 41, como respuesta a los sucesos de la Semana Trágica barcelonesa de 1909. Dicho conflicto asustó en gran manera a los industriales burgueses catalanes, que veían amenazado su orden social por el clima revolucionario que se gestaba en toda europa. La revuelta se originó por el envío de más tropas a la guerra de Africa, aunque en el trasfondo había también hechos como la Ley de Jurisdicciones de 1906, impuesta por el estamento militar a raíz del asalto a la redacción del periódico catalanista "Cut-Cut"; mediante ésta se amplió la jurisdicción militar a los delitos de injurias y calumnias hechos contra el ejército y la patria a través de la prensa; con esta ley se continuaba un proceso iniciado en el siglo XIX, por el que la justicia militar aumentaba sus competencias. También existía un sentimiento antimilitarista entre la sociedad española provocado por la derrota de 1898; no hay que olvidar que la "redención a metálico" del servicio militar, permitia a la gente con mayores posibilidades económicas el que sus hijos no prestaran el servicio, lo que hacía que éste estuviera integrado mayoritariamente por soldados procedentes de las clases populares. Por otro lado, también contribuía a este rechazo las brutales represiones de los movimientos huelguísticos a las que se lanzaba el ejército, instigado por los gobiernos de la Restauración42. En efecto, desde el siglo XIX, el estamento militar había venido ejerciendo la función de mantener el orden público, ya fuera por medio de la Guardia Civil, en las áreas rurales, o mediante el propio ejército, en las ciudades. Especialmente dura fue la reacción contra la protesta de 1909. En ese contexto social el nuevo gobierno de Canalejas se decidió a democratizar el ejército sin conseguirlo totalmente; para ello, suspendió la "redención a metálico" y estableció el servicio militar universal y personal, pero se creó la figura del soldado de cuota, el cual, seleccionado en base a criterios más culturales que económicos, prestaba servicios reducidos en el cuartel, aunque no se libraba de ir al frente en caso de guerra.

Después de unos años caracterizados por la contención del gasto público, que permitió la eliminación de la Deuda Nacional, se inicio otra etapa en la que los presupuestos de guerra aumentaron nuevamente43. La guerra de Africa y la desastrosa organización del ejército, junto con la influencia de este estamento sobre los débiles gobiernos y el auge militar provocado por el conflicto europeo, fueron los factores de la subida de más de un 100 por ciento del presupuesto militar en el periodo de 1909-1920 44; desde 1914 hasta 1922, el presupuesto del ministerio de la Guerra representó más del 20 por ciento del presupuesto general del Estado, excepto en 1915 (19%), 1917 (16%) y 1919-1920 (18%); llegando al 25 por ciento en 1916, al 24 por ciento en 1920-21 y al 29 por ciento en 1921-22. La persistencia de una oficialidad desproporcionada, la cual se llevaba el 50 por ciento del presupuesto de guerra 45, no permitía resolver los problemas de higiénicos de los cuarteles. Todos los esfuerzos económicos hechos no sirvieron más que para contentar a algunos sectores afines a las denominadas Juntas de Defensa, gracias a los aumentos de sueldos y al pago de retiros.

También en la década de 1910 se inició una política de concesión de créditos extraordinarios y de suplementos y ampliaciones de créditos 46. Cabe mencionar, que la financiación de las obras de construcción de cuarteles mediante la fórmula de los créditos extraordinarios, iniciada en los años 1890, suponía una novedad, ya que durante el siglo XIX, se utilizaba para ello el fondo de redenciones, es decir el dinero abonado para evitar el servicio militar 47; al suprimirse dicha redención, hubo que buscar nuevos mecanismos para conseguir fondos, especialmente si se tienen en cuenta los problemas del proceso de enajenación; sin embargo aún pudo contarse también con los recursos obtenidos gracias a los soldados de cuota.

De los créditos concedidos para diversos menesteres, queremos destacar el otorgado por la Ley del 29 de junio de 1911, por un importe de 300.000 pesetas, para las obras en diversos cuarteles de Barcelona; y el suplemento de crédito concedido el 26 de junio de 1912 por valor de 300.000 pesetas 48, para continuar la construcción del cuartel de Gerona. Mención aparte merece el crédito extraordinario concedido en 1918 por el ministro de Guerra La Cierva 49, por un importe de 231.491.690 de pesetas, pagaderos en doce anualidades para la construcción de 96 cuarteles de nueva planta, la realización de 50 ampliaciones y la reforma de los ya edificados.

Sin duda, el aumento del presupuesto y los numerosos créditos otorgados al ramo de la guerra, sobre todo el de 1918, no hubieran sido tan generosos sin la influencia de dos elementos que citamos a continuación: en primer lugar, el inicio de la Guerra Europea en 1914; a pesar de que España no participó en el conflicto, la guerra devolvió al primer plano de interés las cuestiones militares 50. En segundo lugar, la creciente influencia del estamento militar en asuntos del Estado, que no le eran propios, lo que se vio reflejado en la creación de la Juntas Militares de Defensa en 1917. Estas surgieron como reacción a los abusivos ascensos concedidos en la guerra de Marruecos y a la subida de precios que afectaba a todos los asalariados, motivada por la buena coyuntura económica que experimentó España, beneficiándose de su posición neutral en el conflicto bélico. Sin embargo, pronto se constituyeron como un grupo con gran poder sobre el Estado, influyendo en cuestiones esenciales del mismo, como nombramientos o destituciones 51. La política de La Cierva fue muy complaciente con la Juntas, aunque paradójicamente fuera el primer civil que desempeñó el cargo de ministro de Guerra 52; en 1917 reorganizó el ejército, estableciendo 16 divisiones en activo y 16 en reserva repartidas entre las 8 Capitanías Generales, a pesar de que se mencionaba la necesidad de reestructurar las fuerzas del ejército de acuerdo con las necesidades defensivas 53. En efecto, la presencia de las Capitanías Generales aumentaba la importancia de la ciudad; en consecuencia las presiones de éstas, para que no se suprimieran o trasladaran las Capitanías Generales, no permitieron redistribuir racionalmente a las fuerzas del ejército por el territorio español.

Del mencionado crédito concedido por La Cierva, no se había destinado ninguna parte a los cuarteles de la cuarta región 54, donde se encuentra Barcelona; en consecuencia, la situación del acuartelamiento no mejoró en absoluto en esos años. La falta de recursos impedía la realización de las obras proyectadas, a pesar de la gran cantidad de créditos extraordinarios otorgados y al constante aumento del presupuesto de guerra. En junio de 1921 se nombró una Comisión de Acuartelamiento 55, para que mediante la colaboración con la diferentes Comandancias, elaborara los proyectos de cuarteles, a cuya construcción se les destinó el crédito extraordinario de 1918. A finales de año, se habían aprobado 64 proyectos por valor de 148.000.000 de pesetas.

De todos modos, la situación de acuartelamiento en el conjunto de España tampoco progresó demasiado, si se tiene en consideración el informe publicado en el Memorial de Ingenieros por Vicente Martorell 56, autor de algunos de los proyectos de la Junta Mixta a finales de los años 1920 y principios de los 1930. Las dificultades comenzaban por la falta de ingenieros para la elaboración de proyectos. Una vez aprobado por Real orden y hasta el comienzo de las obras, el proyecto tenía que recorrer un largo proceso para la formación del expediente de subasta, en el cual era enviado al ministerio de la Guerra, donde se le añadía la verificación de la Intendencia General de la existencia de crédito para ejecutar la obra; también se requería la certificación de la Presidencia del Consejo de Ministros del cumplimiento de la Ley de Protección a la Industria Nacional. Finalmente, el expediente con los certificados mencionados, pasaba al estudio de la Intervención Civil y del Consejo de Estado antes de que el Consejo de Ministros publicara el Real decreto autorizando el gasto. El último paso era la devolución del expediente a la respectiva Comandancia para que se publicara el anuncio de la subasta en el Boletín Oficial de la Provincia y en la Gaceta de Madrid.

A consecuencia del largo proceso desde la terminación del proyecto hasta la celebración de la subasta, que duraba un año de media, era difícil que ésta no quedara desierta, ya que en el transcurso de este tiempo, los presupuestos aprobados no se ajustaban en muchos casos a unas subidas de precios que fueron constantes en España en los años en que duró el conflicto bélico en Europa. Si después del mismo largo proceso, la segunda subasta quedaba desierta, se podía hacer un nuevo presupuesto, lo que suponía la repetición de todo el proceso sin garantías de que no ocurriera lo mismo; la otra alternativa era la realización de la obra por gestión directa, con las mismas dificultades que hacían que las subastas quedaran desiertas. En definitiva, de los 64 proyectos aprobados en 1918, en 1921 solo se había empezado la construcción de 6 en todo el país 57. En el caso de Barcelona, el proyecto de ampliación del cuartel de Alfonso XIII se encontraba en construcción, el proyecto de un cuartel para un regimiento de infantería estaba detenido por falta de crédito y otro más, también para un regimiento de infantería, se había aprobado y en formación del expediente de subasta. Estos proyectos, más los diversos intentos de terminación del cuartel de Gerona fueron todo lo hecho desde el inicio del siglo XX hasta la Dictadura de Primo de Rivera.

En el mismo informe del Memorial de Ingenieros también se hacía mención de las dificultades para la adquisición de solares donde construir los cuarteles; para ello se tenía que proceder a la celebración de un concurso, cuya tramitación era igual de dificultosa que la citada anteriormente para la adjudicación de las obras; al fracasar la compra mediante el concurso, el solar tenía que adquirirse mediante gestión directa, o en su defecto, por expropiación forzosa, lo que alargaba aún más el proceso.

En último lugar, los mayores inconvenientes para la resolución del problema del acuartelamiento eran los económicos; aunque el crédito de 1918 suponía un gran impulso, su abono en anualidades no permitía disponer de toda la suma y hacer una mejor distribución de los recursos, a fin de que pudiera establecerse un régimen permanente de construcción y aprobación de nuevos proyectos, que no se podía realizar porque los que estaban en tramitación absorbían el crédito para ese año, impidiendo la aprobación de otros nuevos.

El acuartelamiento en la Dictadura de Primo de Rivera

Con la llegada en 1923 de la Dictadura militar de Primo de Rivera, excepto la acentuación de la militarización del Estado, las cosas continuaron sin grandes cambios en un principio 58. El presupuesto militar continuó ascendiendo hasta el final de la guerra de Marruecos, la Deuda Pública también, y la situación de la renovación del sistema cuartelario en Barcelona seguía sin resolverse. La causa seguía siendo la escasez de recursos causada en gran parte por la imposibilidad de reestructurar el ejército, a pesar de los intentos de Primo de Rivera por reducir el número de oficiales y reclutas y por elevar los niveles de vida de las clases militares inferiores, con éxitos más bien modestos 59.

El fin de la guerra africana en 1926 permitió dar un impulso definitivo a la construcción de cuarteles en todo el país. La reducción del gasto en Africa hizo posible la aprobación de un presupuesto extraordinario para el período de 1926-1936 de 140.530.000 de pesetas, destinado a la construcción de cuarteles en la Península, Baleares y Canarias, así como de campamentos para el ejército de Africa 60. El crédito se enmarcaba en el plan de acuartelamiento para el mismo período, en el que se procedió a la definitiva descentralización de los cuarteles españoles. La cuarta región volvió a quedar en cierta manera marginada; si mediante el crédito de 1918 no se había conseguido casi nada, en el nuevo crédito se le concedieron 9.800.000 de pesetas, siendo la quinta región peninsular en asignación de recursos (cuadro 3), por debajo de la primera, segunda, octava y sexta región. En la distribución del crédito, destacan los 37.800.000 para la primera región, que representaba el 26 por ciento del total, aunque esta diferencia se puede entender por estar la capital, Madrid, incluida en la misma.

El acuartelamiento barcelonés seguía sin conseguir la modernización que demandaba, pese a que desde 1918 se había acometido la solución de los problemas de acuartelamiento de forma seria en toda España. Finalmente, en 1927 se dio el paso definitivo hacia la adecuación del acuartelamiento de Barcelona a las necesidades de los nuevos tiempos, gracias a la reducción de los gastos militares en Marruecos y debido a que en los créditos extraordinarios para acuartelamiento no se habían atendido las necesidades de la ciudad de Barcelona. La creación de la Junta Mixta de Urbanización y Acuartelamiento de Barcelona supuso la disponibilidad de recursos y la agilización de la tramitación de los proyectos. Estas facilidades se materializaron en la realización de cuatro edificios militares de nueva planta, la terminación de otros dos y la reforma de varios más 61, completándose el proceso de renovación y descentralización de los cuarteles de Barcelona.

Cuadro 3. Presupuesto extraordinario 1926-1936. Acuartelamiento.
Plan General de Obras a ejecutar. Asignación de recursos.

Destinación de los recursos
Ciudad donde se encuentra la Capitanía General
Recursos destinados
(pesetas)
1º Región
Madrid
37.800.000
2º Región
Sevilla
13.700.000
3ª Región
Valencia
4.000.000
4ª Región
Barcelona
9.800.000
5ª Región
Zaragoza
8.175.000
6ª Región
Burgos
11.405.000
7ª Región
Valladolid
5.700.000
8ª Región
La Coruña
12.900.000
Baleares
Palma de Mallorca
3.400.000
Canarias
Santa Cruz de Tenerife
650.000
Parques regionales de artillería, ingenieros, intendencia y sanidad
----
25.000.000
Campamentros para tropas de reserva del ejército de Africa
----
8.000.0000
TOTAL
----
140.530.000
Fuente: Colección Legislativa del Ejército, 9 de julio de 1926. Extraído de GARCIA MORENO, José F. Servicio Militar en España (1913-1935). Madrid: Servicio de Publicaciones de EME, 1988.

La Junta Mixta de Urbanización y Acuartelamiento de Barcelona

La Junta Mixta de Urbanización y Acuartelamiento de Barcelona se constituyó por el Real decreto Ley del 15 de marzo de 1927 62, como organismo autónomo, y con el objetivo de dotar al sistema de gestión del patrimonio militar de más agilidad que la otorgada por la legislación que en esta materia se promulgó en el siglo XIX. Esta Junta, constituyó un claro precedente a las posteriores Juntas regionales de Acuartelamiento, creadas en 1940 y que más tarde dieron lugar a la Junta Central de Acuartelamiento 63. De este modo, la creación de la Junta supuso una cierta descentralización de las funciones militares del Estado, ya que tenía plenas competencias para la aprobación de proyectos y la asignación de créditos. Esto permitía reducir el largo proceso desde la formulación del proyecto hasta la finalización de las obras, debido a que ya no era necesario enviar los proyectos y los expedientes de subasta al Ministerio de la Guerra y a las otras instancias de carácter estatal radicadas en Madrid.

La Junta estaba integrada por diversas entidades y personas 64, empezando por el Capitán General de Cataluña, que ostentaba la presidencia, el Ayuntamiento, que además del alcalde, que ejercía las funciones de vicepresidente, tenía dos vocales. Las otras entidades que formaban parte de la Junta eran la Diputación, las Aduanas, la Cámara de Industria, la de Comercio, la de Navegación y la de la Propiedad Urbana, el consorcio del Puerto Franco y la Junta de Obras del Puerto; también formaban parte de ella el gobernador militar, el comandante general de Ingenieros, el jefe de la Sección de Hacienda del Ayuntamiento y el decano del Colegio de abogados.

Los cometidos a realizar por la Junta se expresan en el artículo 1º del R.d. de creación, según el cual

"Para iniciar la urbanización y embellecimiento del barrio de Atarazanas, realizar las permutas de terrenos, de cuarteles y dependencias militares que sustituyan a los que hoy no reúnan las debidas condiciones de capacidad e higiene, ampliar la actual aduana con edificios provistos de grúas y vías férreas y otras mejoras, que garantizando la seguridad de las mercancías permitan la supresión de vigilantes, lonas y demás gavelas que lo reducido de la Aduana actual, impone al Comercio y la Industria y para las demás consecuencias naturales de éste Real Decreto, se crea una Junta autónoma que se denominará Junta Mixta de Urbanización y Acuartelamiento de Barcelona" 65.

Como se observa, la Junta estaba compuesta tanto por el estamento civil como por el militar, a pesar de lo cual, era este último el que tenía mayor poder de decisión, a través del Capitán General, que tenía facultades para vetar cualquier acuerdo que considerase oportuno, aún estando en minoría, siendo el Gobierno el que debía decidir en este caso. En la particular composición de la Junta cabe destacar que las obras a realizar no solo eran de carácter militar, sino que además se preveían otras actuaciones urbanísticas civiles, como era el caso de la reforma de la Aduana de Barcelona y la del barrio de Atarazanas.

Para realizar las tareas encomendadas, la Junta, según el artículo 3º,

"tendrá amplias facultades para comprar, vender, permutar y arrendar terrenos, cancelar o constituir censos, celebrar subastas o concursos de proyectos y planos, contratar obras y realizar todo aquello que sea preciso a sus fines, utilizando los beneficios de las leyes vigentes. También podrá arrendar servicios, emitir y administrar emprésitos, amortizarlos dentro del plazo señalado en el artículo quinto, con la garantía de sus ingresos y las demás condiciones que tenga por conveniente, procurando siempre desarrollar su plan en el menor tiempo posible y con la máxima economía" 66.

La Junta tenía un carácter temporal, previéndose su disolución en un período de 20 años, o una vez finalizadas las obras previstas en su constitución. El presupuesto máximo con el que contaba ascendía a 63 millones de pesetas 67, financiados por la constitución de un fondo anual por las aportaciones establecidas en el artículo 5º. En dicho artículo, se disponía que el Ministerio de la Guerra y el Ayuntamiento debían contribuir cada uno con 1.500.000 pesetas anualmente, 300.000 pesetas anuales por parte de la Diputación de Barcelona, y diversas aportaciones del Comercio, la Industria y la Propiedad Urbana. Del mencionado presupuesto de 63 millones, 41 estaban destinados obligatoriamente a las construcciones militares, ya que para la ampliación de la Aduana se destinaban 10 millones, la misma cantidad otorgada para la adquisición de solares, y finalmente, 2 millones para el Casino Militar. La financiación de obras militares mediante impuestos especiales no era una situación novedosa. Hay numerosos ejemplos de este mecanismo para aportar fondos en construcciones militares; en este sentido, podemos destacar el caso de la Ciudadela de Barcelona 68.

Los objetivos perseguidos por la Junta en materia de acuartelamiento eran los que se citan a continuación: la construcción de cuarteles higiénicos para el traslado de dependencias y tropa de los cuarteles no enajenados aún; la descentralización de las instalaciones militares, localizándose estratégicamente en la periferia de la ciudad, cerca de grandes vías de comunicación, especialmente las que constituían la entrada y salida de la ciudad; y la agrupación en un solar, o en su defecto en solares próximos, de los cuerpos y servicios de una misma arma. Con estas premisas y con los medios expuestos en este apartado la Junta Mixta de Urbanización y Acuartelamiento de Barcelona acometió la tarea de modernizar definitivamente los acuartelamientos de la ciudad.

Las actuaciones a realizar por la Junta quedaban establecidas en el artículo 6º del Real decreto Ley de creación del 15 de marzo de 1927 69. Estas se pueden clasificar en dos: las obras de terminación y reforma y las obras de nueva planta (cuadro 4). A pesar de la intención de construir edificios de nueva planta para algunas dependencias, las dificultades económicas impidieron la realización de todas las obras de nueva planta previstas, por lo que algunas dependencias se alojaron en los cuarteles ya construidos. También ocurrió que en las obras realizadas se tuvieron que reducir los presupuestos iniciales de los proyectos, quedando desvirtuados respecto a su concepción original.

Cuadro 4. Características de las obras realizadas por la Junta Mixta de
Urbanización y Acuartelamiento de Barcelona y su resultado final.

Obras proyectadas
Características
Resultado final
Gobierno Militar
Nueva planta
No realizada. (Se hizo la reforma del mismo edificio)
Cuartel de artillería
 Nueva planta
Realizada. Cuartel de Bailén
Cuartel del Bruc
 Nueva planta
Realizada
Cuartel de Gerona
Terminación
Realizada
Cuartel de los Docks
Terminación
Realizada
Cuarteles de Jaime I y Roger de Lauria
Reforma para alojamiento de infantería
Realizada
Cuartel de María Cristina
Reforma
 Realizada
Maestranza y Parque de artillería
 Nueva planta
Instalada en el cuartel de Bailén
Cuartel para un regimiento de plaza y posición
 Nueva planta
Instalado en el Gobierno Militar
Cuartel de zapadores
 Nueva planta
Realizada. Cuartel de Lepanto
Cuartel para un regimiento de sanidad
 Nueva planta
Instalado en el Gobierno Militar
Hospital militar
 Nueva planta
Realizada
Parque de ingenieros
 Nueva planta
Instalado en el cuartel de Lepanto
Cuartel para parque y regimiento de intendencia
 Nueva planta
Instalados en Jaime I y Roger de Lauria
Clínica militar de urgencia
 Nueva planta
Instalada en el Gobierno Militar
Centro Cultural de los Ejércitos
Reforma
 Realizada
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos obtenidos en el Archivo del Gobierno Militar de Barcelona. (Comandancia de Obras).

Las obras militares a realizar, indicadas en el mismo artículo 6º eran las que se citan a continuación: el Gobierno Militar, un cuartel para un regimiento ligero de artillería, el cuartel de María Cristina, un cuartel para un regimiento pesado de artillería, el cuartel del Bruc, la terminación del cuartel de Gerona, la terminación del cuartel de los Docks, la transformación del cuartel de Jaime I y del de Roger de Lauria para infantería, la Maestranza y el Parque de artillería, un cuartel para un regimiento de plaza y posición, un cuartel para un regimiento de zapadores con parque de ingenieros, un cuartel para un regimiento de sanidad, el Hospital Militar, la Clínica Militar de Urgencia, un edificio para parque y un regimiento de intendencia y el Centro del Ejército y de la Armada de Barcelona.
Las edificaciones que la Junta Mixta realizó finalmente de nueva planta fueron el cuartel de infantería del Bruc; el cuartel de zapadores de Lepanto, donde se instaló el Parque de ingenieros; el cuartel de Bailén, donde se instalaron todos los servicios de artillería; y el Hospital Militar. Presentaremos a continuación los proyectos de estas instalaciones de nueva planta y los proyectos de reforma del Gobierno Militar, del Centro Cultural de los Ejércitos y la terminación del cuartel de caballería de Gerona (cuadro 5), con el objetivo de establecer una comparación con los viejos cuarteles del siglo XIX, tanto en su morfología como en su localización en la ciudad, completando la evolución de la edificación cuartelaria en Barcelona desde el derribo de sus murallas (figura 2).

Cuadro 5. Cuarteles edificados por la Junta Mixta
 

Cuarteles
Bruc
Lepanto
Centro Cultural de los Ejércitos
Bailén
Gobierno Militar
Gerona
Hospital Militar
Tipo de obra
Nueva planta
Nueva planta
Reforma
 Nueva planta
Reforma
Terminación
 Nueva planta
Año del proyecto
1929
1929
1929
1929/ 1934
1929
1929/ 1931
1932
Autor del proyecto
V. Martorell Otzet
J. Roca
J. Roca Navarra
J. González Juán/ M. Company Valera
J. Sans Forcadas
J. Sans Forcadas
J. Roca Navarra/ J. Sans Forcadas
Presupuesto
6.500.000
4.555.917,91
2.000.000
7.327.157
4.676.230
4.120.710
9.759.000
Localización
Pedralbes
La Bordeta
Plaza de Cataluña
Sant Andreu
Ramblas
Gracia
Vallcarca
Superficie del solar (m2)
53.100
50.000
----------
49.417
4.230
54.714
106.108
Adjudicación de las obras
Subasta
Concurso limitado
Subasta
 Concurso limitado
Subasta
Subasta
 Concurso limitado
Sistema de ejecución
Contrata
Contrata
Contrata
Contrata
Contrata
Contrata
Contrata
Duración prevista de las obras
3 años
3 años
1 año
3 años
3 años
1 año
3 años
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos obtenidos en el Archivo del Gobierno Militar de Barcelona. (Comandancia de Obras).

 
 
Figura 2. Evolución del acuartelamiento en Barcelona y su localización en la ciudad (1860-1936).
En el plano se observa la progresiva descentralización del acuartelamiento. 
De la localización dentro del espacio intramuros y cerca de las murallas, se pasó hacia un relativo traslado de los cuarteles hacia la periferia (Gerona, María Cristina y Docks). El proceso se completó con la construcción de los cuarteles a finales de la década de 1920 y principios de los años 1930, de los cuales se encargó la Junta Mixta.
Fuente: Elaboración propia

El cuartel del Bruc

El Cuartel del Bruc, situado en el barrio de Pedralbes, fue proyectado en 1929 por el teniente coronel de Ingenieros Vicente Martorell Portas y por el teniente de Ingenieros Vicente Martorell Otzet 70. Su función era la de alojar la brigada de infantería que ocupaba los cuarteles enajenados de San Fernando y del Buensuceso. El proyecto contaba con un presupuesto de 6,5 millones de pesetas. El solar disponía de unas dimensiones de 53.100 m2, incluyendo los cuarteles y el campo de deportes. En dicho solar se edificaron ocho pabellones con una capacidad para alojar de 400 a 600 hombres instalados en dos dormitorios. Las obras fueron adjudicadas mediante la fórmula de subasta pública y el plazo máximo para la terminación de la obra se estableció en tres años. Respecto al estilo arquitectónico del cuartel, éste emula el estilo de los castillos medievales, modernizando los elementos decorativos de almenas y matacones (figura 3).

Figura 3. El cuartel del Bruc. La imagen corresponde a esquina izquierda de la fachada principal.

Foto del  autor


El cuartel de Gerona

En este cuartel situado en el exmunicipio de San Martí de Provençals, entre las calles de Cerdeña, Travesera de Gracia, Taxdirt y Lepanto, con fachada en esta última, la Junta llevó a cabo la tarea de terminarlo, ya que ya había sido iniciado en 1891 según el proyecto aprobado por la R.o. del 3 de mayo de 1889 71. En dicho proyecto se incluía la instalación de los cuarteles de Gerona y del Bruc, para lo cual se adquirió en 1887 por gestión directa a Amalia Iborn y Roma la finca llamada "March Iborn". A esta parcela se le añadió en 1891 dos más situadas en la parte superior mediante expropiación forzosa. Del presupuesto de 3.883.500 pesetas para la construcción de los dos cuarteles aportado por el fondo del Material de Ingenieros, 2.417.400 pesetas estaban destinadas al Cuartel de Gerona; como ya hemos visto, el acuartelamiento del Bruc fue construido finalmente en otra zona de la ciudad. Las obras de cimentación empezadas en el mencionado 1891 quedaron interrumpidas al siguiente año hasta 1911 a causa de dificultades económicas. En dicho año se aprobó la concesión de un crédito extraordinario de 300.000 pesetas por el Ministerio de Hacienda, según la R.o. del 18 de marzo de 1911, al cual se le añadió otro crédito por la misma cantidad en 1912. De este modo, en 1913 se aprobó un proyecto de reforma de este cuartel (R.o. del 19 de mayo de 1913) a cargo del comandante del Cuerpo de Ingenieros Mariano Valls, debido a la necesidad de adecuación del presupuesto a los nuevos precios y de ajustar el proyecto al reglamento vigente, ya que el anterior había quedado derogado al haber transcurrido 19 años desde el proyecto inicial.

En los siguientes años de 1914, 1915 y 1916 se instalaron en el cuartel el 2º escuadrón, el regimiento completo y la plana mayor de Regimiento de Dragones de Santiago, respectivamente, en las instalaciones disponibles en ese momento. En 1916 se redactó el que sería el tercer proyecto realizado por el comandante de ingenieros José Sans Forcadas. En 1921, se aprobó por el R.d. del 7 de julio otro proyecto en el que se incluía la necesidad de ampliación del solar, la cual debía llevarse a cabo por enajenación voluntaria de los propietarios, o, en su defecto, por expropiación forzosa. Hasta ese momento, la responsabilidad de la construcción del Cuartel de Gerona corrió a cargo de la Comandancia de Ingenieros, mientras que los siguientes proyectos que se elaboraron para la terminación del cuartel (1929 y 1931) se encontraron bajo la dirección de la Junta Mixta. En el proyecto de terminación de 1929 se previeron modificaciones en los edificios ya existentes y la construcción de otros de nueva planta, para lo cual se contó con un presupuesto de 1.103.710 pesetas.

Respecto al sistema de ejecución de las obras, se estimó en 1921 que la mejor solución era la realización de éstas por contratas parciales, debido a que la larga duración de los trabajos hacía difícil que alguna empresa asumiera las subidas de precios que a buen seguro se producirían. De todos modos, en el proyecto de 1929 se adoptó el sistema de contrata, a terminar en el plazo de un año. Después de todas estas visicitudes, el cuartel de Gerona ocupó una superficie de 54.714 m2, 16.618 de los cuales estaban edificados y con capacidad para alojar 550 hombres, 580 cabezas de ganado y 12 vehículos. En el solar destinado inicialmente al Cuartel del Bruc se instaló el campo de deportes.

El cuartel de Bailén

El cuartel de Bailén o de San Andrés fue construido a fin de reunir todos los servicios de artillería trasladados por la enajenación del cuartel de las Atarazanas y por la necesidad de más espacio para éstos 72. La construcción se realizó en el solar de 49.417,75 m2, que ya era propiedad del ejército en San Andrés, el cual debía alojar al 8º regimiento de artillería ligera, en el solar entre las calles del Palomar, el Paseo de Torras y Bages, la Carretera de Fogás de Tordera y la Carretera de Ribas; al 4º regimiento de artillería de a pie, en el solar contiguo delimitado por el Paseo de Torras y Bages, la prolongación de la calle del Palomar, los muros de cierre del Parque de artillería y una calle de 20 metros de ancho propuesta, paralela al Paseo de Torras y Bages y la Acequia Condal; el Parque regional de artillería; y la Inspección General y Reservas.

El proyecto inicial del teniente coronel de ingenieros José González Juan estimaba para la construcción un presupuesto de 11.087.994 de pesetas, que por excesivo se redujo a 7.327.157, que fue el que se aprobó en 1929. A fin de conseguir esta importante reducción del presupuesto, se suprimieron algunos servicios del 4º regimiento de a pie, tales como agua, electricidad, alcantarillado, aceras y pavimentación de calles; también se dispuso el alojamiento de la guarnición destacada en Barcelona solamente, renunciándose a instalar al regimiento completo. La adjudicación de las obras, realizadas por contrata y con un plazo máximo de tres años, fue para los Sres. Pujadas y Llobet en un concurso limitado celebrado en el despacho del Capitán General. En este cuartel se adoptó un estilo arquitectónico moderno donde destacan la sencillez de líneas y su severidad, en consonancia con su función militar.

En 1934 se abordó la tarea de completar las instalaciones de este cuartel de artillería a través del proyecto del capitán de ingenieros Manuel Company Valera. El objetivo era el poder llevar a cabo el desalojo completo del cuartel de las Atarazanas.

El cuartel de Lepanto

El Cuartel de Lepanto, emplazado en la Gran Vía de la Corts Catalanes donde se encuentra la frontera entre los municipios de Barcelona y Hospitalet de Llobregat (figura 4), fue construido para el alojamiento de un regimiento de zapadores. El objetivo era el de acoger al 4º regimiento de zapadores minadores alojado en el cuartel de las Atarazanas para su cesión definitiva al Ayuntamiento 73. El proyecto de este edificio fue aprobado en 1929 y su redacción corrió a cargo del teniente coronel José Roca de la Comandancia de Ingenieros, como ingeniero subdirector y por el comandante Pedro Fauqué del 4º Regimiento de Zapadores Minadores. El presupuesto con que se dotó a la obra ascendía a 4.555.917 pesetas, en el que también se incluía el necesario desvío de la calle Riera Blanca. La obra se adjudicó mediante un concurso limitado celebrado en el despacho del Capitán General de la región.
 
 
 

Figura 4. El cuartel de Lepanto
Fuente:  Archivo Municipal del Distrito de Sants-Montjuïc del Ayuntamiento de Barcelona. Fotografía de  Joan Campañà. Realizada en marzo de 2000. Vista de la fachada principal que da a la calle Gran Vía de les Corts Catalanes.

El Gobierno Militar

El nuevo Gobierno Militar no había podido construirse de nueva planta como se tenía previsto desde el plan de acuartelamiento de 1860-1869. Este se emplazó finalmente en el mismo solar que el anterior, de 4.230 m2 de superficie 74. Este estaba situado en el Portal de la Paz, al final de la Rambla. Las reformas practicadas iban encaminadas a alojar diversas dependencias que se encontraban desperdigadas en diferentes edificios, algunos de los cuales no pertenecientes al ramo del ejército; éstas eran: los Juzgados Militares Permanentes, la Sala de Consejos de Guerra, la Fiscalía Jurídica Militar, la Jefatura de Transportes, la Jefatura de Propiedades Militares, la Auditoría General del Ejército, el Patronato de Casas Militares, creado por R.d. del 25 de febrero de 1928, y el alojamiento de 200 hombres con sus servicios y dependencias. Evidentemente, el anterior edificio de una solamente planta resultaba insuficiente para albergar todas estas dependencias. A estas se le añadieron en el proyecto de reforma de 1932 la Comandancia de Obras y Fortificación, la Oficina de Acuartelamiento de la Junta Mixta y la Clínica Militar de Urgencia y la Farmacia Militar de la 4ª división, estas últimas a causa de no prosperar el proyecto de construcción de un servicio de urgencia de mayores dimensiones.

El proyecto del nuevo Gobierno Militar fue redactado por el teniente coronel de ingenieros José Sans Forcadas, siendo aprobado en 1929 con un presupuesto de 4.676.230 pesetas. En el mismo se dispuso que el edificio constara de planta baja más cuatro plantas y dos patios centrales, a pesar de que en un principio se proyectaron siete plantas, no pudiéndose realizar por las limitaciones de altura impuestas por el Ayuntamiento. Las obras de esta instalación fueron realizadas por el sistema de contrata, a ejecutar en un plazo máximo de tres años.

En esta edificación, el diseño de la fachada tenía especial relevancia debido a la importancia del mismo y por su emplazamiento en un lugar emblemático de Barcelona como es la Rambla, donde se encuentra el monumento a Colón. Por este motivo, a todos los edificios de esta plaza se les prestó especial cuidado en su diseño de la fachada, por lo que el Gobierno Militar no podía ser una excepción y su decoración exterior debía estar en consonancia con el estilo arquitectónico de los demás edificios. El arquitecto municipal Rubió fue el responsable de la urbanización de la Plaza de la Paz, la cual estuvo asociada a la construcción del Gobierno Militar. A estos efectos, el arquitecto municipal Adolfo Florensa se encargó de supervisar el diseño de las fachadas, que debía estar en consonancia con el estilo arquitectónico impuesto por el Ayuntamiento para la plaza y tener un carácter monumental(figura 5). En ésta destaca el estilo neoclásico mostrado por las columnas, pilastras y cornisas de la misma. Las limitaciones económicas impidieron su construcción en piedra, por lo que se utilizó un enchapado de piedra artificial. De la misma manera que en las fachadas, se dispensaron importantes atenciones a la decoración interior por la mencionada importancia de las dependencias que albergaba el edificio. Como en el caso de la decoración exterior, se redujeron en gran medida los elementos decorativos previstos en un principio por las mismas razones de tipo económico.

 
Figura 5. Gobierno Militar. Fachada del Gobierno Militar de Barcelona, delante del monumento a Colón.Fotografía: Marc Lloret
El Hospital Militar

La construcción del nuevo hospital militar se convirtió en un proceso muy largo, empezado en la dictadura Primorriverista y terminado en la dictadura Franquista. Esta era una construcción muy necesaria debido a las precarias condiciones del antiguo hospital de la calle Tallers, el cual carecía de las más elementales condiciones de higiene y comodidad, además de tener una capacidad muy reducida, ya que el solar donde se emplazaba contaba solamente con 6.620,66 m2.75 Por estos motivos se decidió la construcción de nuevo hospital que sustituyera a aquel, que fue cedido al municipio en 1927.

El proyecto para esta edificación fue elaborado por el coronel de ingenieros José Roca Navarra y por el teniente coronel de ingenieros José Sans Forcadas en 1931, siendo modificado y aprobado al siguiente año con un presupuesto de 9.754.000 pesetas. En este proyecto constaban la construcción del Hospital Militar con capacidad para 654 camas y la Clínica Militar de Urgencia consultorio para 306 camas. Como hemos visto, ésta última no fue construida y sería ubicada en el edificio del Gobierno Militar con una capacidad de 6 camas. Los motivos hay que buscarlos seguramente en las cuestiones económicas una vez más. El lugar escogido para su instalación fueron unos terrenos adquiridos en la barriada de Vallcarca de 106.108 m2 de superficie, ya que éstos satisfacían la necesidad de encontrarse alejado de la población y en un sitio despejado con una orientación conveniente. En este sentido cabe destacar la Real orden circular del 22 de noviembre de 1924, en su apéndice nº11, donde se detallaban las instrucciones que debían servir de guía al elegir solares para construir hospitales generales. Además, el terreno también satisfacía las necesidades para la Clínica Militar de Urgencia, que como hemos visto no se construyó.

A pesar de que en lo referente a la extensión del solar, mucho mayor que en lo estipulado en la R.O. de 1924, su menor precio por metro cuadrado y las inmejorables condiciones en las otras cuestiones a las que se refería la misma R.O. decantó la decisión a favor de esta opción. Del presupuesto para esta instalación sanitaria, 4.213.030 pesetas estaban destinadas a la compra del solar, suponiendo casi el 50 por ciento del mismo. La terminación del Hospital Militar se retrasó considerablemente, hasta después de la Guerra Civil, a pesar del plazo de 3 años con que contaba la obra. En este edificio solamente se atendieron a las cuestiones higiénicas, dejando de lado cualquier tipo de lujo arquitectónico.

Centro Cultural del Ejército y de la Armada

Esta instalación se encontraba en el edificio de la Plaza de Cataluña nº 15, en cuyos bajos se encontraba arrendado el Banco Español del Río de la Plata 76. La actuación consistió en un proyecto de reforma elaborado por el coronel de ingenieros José Roca y por el arquitecto municipal Adolfo Florensa. La presencia del arquitecto municipal, que ya había participado en el proyecto del Gobierno Militar, era debida a la misma razón por la cual había estado presente en aquel; por afectar la obra al diseño urbano, concretamente al ornato de la Plaza de Cataluña. Dicho proyecto fue aprobado en 1929 con un presupuesto de 2.000.000 pesetas. De dicho presupuesto, 1.601.562,84 pesetas se dedicaron a la cancelación de préstamos hipotecarios y al pago de contribuciones atrasadas; 1.317.875,90 pesetas a favor del banco Hipotecario y 276.032 pesetas para José Mestres Mitjans .

La obra consistió en la construcción de dos plantas más azotea y cubierta, dando lugar a un edificio de seis plantas y a la terminación de diversas instalaciones. También se procedió a la reforma de la fachada de la Plaza Cataluña, de acuerdo con el Proyecto de Ordenación de Alturas y Remates de la Plaza Cataluña aprobado por el Ayuntamiento el 3 de marzo de 1929 , a cuyos efectos se incluyó la citada participación de Adolfo Florensa. Finalmente, cabe destacar que las obras fueron ejecutadas por contrata, el sistema habitualmente utilizado en las construcciones realizadas por la Junta Mixta.

Conclusiones

La modernización del acuartelamiento de Barcelona fue impulsado por las nuevas necesidades militares derivadas de la aprobación del ensanche de la ciudad en 1854 y de las agregaciones de municipios de 1897 y de 1904, dado el aumento de la conflictividad social y la función policial del ejército.

El proceso de modernización se caracterizó por las dificultades económicas para llevar a cabo los proyectos. La escasez de recursos fue una constante que las enajenaciones no pudieron resolver. En efecto, hasta la II República no se cedieron la mayoría de los cuarteles viejos (cuadro 2); dicha cesión pudo realizarse por el realojamiento de los efectivos instalados en ellos, permitido por la terminación de los nuevos cuarteles. Por otra parte, los militares no quedaron nada satisfechos con los acuerdos alcanzados. De las cesiones efectuadas en el siglo XIX ni de las realizadas a partir de la II República; de éstas últimas se obtuvieron 17 millones de pesetas 77, mientras que los gastos para obras militares de la Junta Mixta ascendían a 41 millones de pesetas. Sin embargo, las enajenaciones sí que permitieron la rehabilitación higiénica y social del centro histórico relacionada con las políticas de reforma interior. Los solares y edificios liberados vieron transformados sus usos al pasar a manos del Ayuntamiento (cuadro 2).

Los problemas económicos hicieron que los cuarteles proyectados durante la Restauración sufrieran largos procesos hasta su terminación, incluyendo la intervención de la Junta Mixta en los que se citan a continuación: la terminación de los cuarteles de Gerona y los Docks; y, la reforma y ampliación de los cuarteles de Jaime I y Roger de Lauria y el de Alfonso XIII. Además, el cuartel del Bruc, proyectado al lado del de Gerona en el siglo XIX, fue edificado por la citada Junta. En este período, ni el aumento constante de los presupuestos ni la aprobación de gran cantidad de créditos extraordinarios consiguieron solucionar el problema del acuartelamiento en Barcelona.

Las necesidades militares y la imposibilidad de satisfacerlas provocaron que se creara en 1927 la Junta Mixta. A ésta se la dotó de suficientes recursos para la construcción de los cuarteles y permitió la agilización de la tramitación de los proyectos. A pesar de que las dificultades económicas siguieron presentes, como se desprende de las reducciones de presupuestos en casi todos los proyectos, la tarea de la Junta Mixta completó la transformación de acuartelamiento barcelonés iniciada con el derribo de las murallas.

La transformación de los cuarteles implicó un progresivo traslado hacia la periferia de la ciudad. La descentralización se produjo a medida que crecía la ciudad; de este modo, los cuarteles construidos en la segunda mitad del siglo XIX se situaron en el ensanche y en sus accesos en el límite administrativo de Barcelona antes de las anexiones de 1897 y 1904(figura 2); el cuartel de Gerona, en la frontera con el exmunicipio de Sant Martí de Provençals; el cuartel de Maria Cristina, en el límite con el exmunicipio de Sants; el cuartel de los Docks, en el acceso al ensanche por el futuro barrio del Pueblo Nuevo; y los cuarteles de Jaime I y Roger de Lauria, al lado de la Ciudadela. Con las anexiones de finales y principios de siglo y la consolidación constructiva del ensanche en el siglo XX, los cuarteles que construyó la Junta Mixta se localizaron otra vez en la periferia y los accesos más importantes del nuevo espacio urbano, instalándose completamente dentro de los pueblos agregados (figura 2); el cuartel de Lepanto, en la entrada sur a Barcelona por la Gran Vía en Sants; el cuartel del Bruc, cerca del acceso a la ciudad por la Diagonal en Las Corts; y el cuartel de Bailén, en la carretera de Ribas en Sant Andreu.

Por otro lado, al construirse los cuarteles en zonas poco urbanizadas en ese momento, como eran los exmunicipios independientes y determinadas zonas del ensanche, éstos contribuyeron a impulsar la urbanización de sus alrededores. En efecto, la demanda de servicios y la inclusión en los proyectos de la apertura y urbanización de calles estimularon la actividad constructora en las zonas circundantes a los cuarteles 78.

En definitiva, las actuaciones de la Junta Mixta consiguieron adecuar los cuarteles a las necesidades de los nuevos tiempos; por un lado, se aplicaron las nuevas tipologías cuartelarias, y los nuevos materiales empleados solucionaron los problemas de higiene; por otra parte, se aplicaron las nuevas ideas estratégicas a su localización en la ciudad, además de ampliar la superficie de los cuarteles. Hay que tener en cuenta también la influencia de la disponibilidad y del precio del suelo en el traslado hacia la periferia de los cuarteles. En efecto, en esta zona de la ciudad, el precio del suelo era menor por la mayor disponibilidad de espacio. Por tanto, la situación periférica favorecía las necesidades militares y las económicas; a su vez, esto permitió que los cuarteles dispusieran del grandes superficies para la instrucción y entrenamiento de la tropa y que se solucionaran los problemas de habitabilidad e higiene.

Como dato final, que muestra la importancia de la obra realizada por la Junta Mixta, queremos destacar que los cuarteles construidos bajo su dirección han permanecido en servicio prácticamente hasta ahora, aunque debido al proceso de enajenación de propiedades militares iniciado en los años 1980 en España, algunos han empezado a desaparecer de las ciudades. Se trata de una nueva renovación del acuartelamiento para adecuarlos a las actuales demandas de la defensa; abandonada la tarea policial que ejerció el ejército en tiempos pasados, el acuartelamiento del siglo XXI se localiza en las áreas rurales, donde se dispone aún de más superficie para la instalación de campos de entrenamiento y la realización de maniobras militares. Este proceso ha sido estudiado por Ignacio Muro 79 en ciudades como Barcelona, Madrid o Gerona, mostrando como el ramo de la guerra se erige en un agente urbano más, que participa en la construcción de la ciudad. Una vez más, los recursos obtenidos de las cesiones se han empleado para financiar el nuevo plan de acuartelamiento, permitiendo la utilización de los solares y edificios liberados para la rehabilitación de zonas, mediante su conversión en espacios o equipamientos públicos, en su mayoría. De los edificios reseñados en este artículo, están en servicio el cuartel del Bruc, el Hospital Militar, el Gobierno Militar y el Palacio de la Capitanía General; mientras que el cuartel de Lepanto se cedió en el año 2.000; el de Bailén, el de los Docks y el de Alfonso XIII en 1991; y el Centro Cultural de los Ejércitos desapareció en los años 70

Notas

1.ESTAPE, Fabià, 1968. p. 18.
2.CORTADA I COLOMER, Lluís, 1998. p. 344.
3.Sobre los procesos de derribo en estas dos ciudades ver: ARESTE Y BAGES, Jaume, 1982; y SUAREZ JAPON, Juan Manuel, 1999. En ellos también se muestra un visión general de los derribos y ensanches en toda España.
4.CORTADA I COLOMER, Lluís, 1998. p. 259-260 y 439.
5.CORTADA I COLOMER, Lluís, 1998. p. 259-260 y 439. La estrategia del ejército napoleónico consistía en el mantenimiento de pequeñas fuerzas militares impidiendo la salida del ejército del interior de los recintos amurallados, mientras el grueso del ejército conquistaba el resto del territorio. Sobre la evolución de las fortificaciones ver también PANDO FERNANDEZ, 1967 y SICA, P. (dir.), 1980.
6.TUÑON DE LARA, Manuel, 1974. Sobre la evolución de los ejércitos en general, y del español en particular, ver CARDONA, Gabriel, 1983.
7.AVILES Y ARNAU, 1909. p. 229-296.
8.Op. cit. en nota 7.
9.Op. cit. en nota 7. Ver también ESPASA, tomo XVI y SCHEIDNAGEL, Leopoldo, 1875.
10.Op. cit. en nota 7.
11.Archivo de la Corona de Aragón. Comandancia de Ingenieros, caja 451. Expediente nº1197.
12.GARCIA ESPUCHE, Albert, GUARDIA BASSOLS, Manuel, 1987.
13.MUÑOZ CORBALAN, Juán Miguel, 1988.
14.TATJER MIR, Mercedes, 1973.
15.HUERTAS CLAVERIA, Josep María, FABRE, Jaume, 1989. CIRICI, Alexandre, 1971.
16.Archivo de la Corona de Aragón. Comandancia de Ingenieros. Caja 451. Exp. nº1201.
17.Op. cit. en nota 16.
18.Op. cit. en nota 16.
19.CORTADA I COLOMER, Lluís, 1998. p. 343-345.
20.MURO MORALES, José Ignacio, 1990.
21.Archivo de la Corona de Aragón. Comandancia de Ingenieros. Caja 461.
22.Archivo de la Corona de Aragón. Comandancia de Ingenieros. Caja 178.
23.Archivo de la Corona de Aragón. Comandancia de Ingenieros. Caja 404/2.
24.MURO MORALES, José Ignacio, 1990.
25.Archivo del Gobierno Militar de Barcelona. Comandancia de Obras. Junta Mixta de Urbanización y Acuartelamiento de Barcelona.
26.Archivo de la Corona de Aragón. Comandancia de Ingenieros. Caja 451. Exp. nº1201.
27.Archivo del Gobierno Militar. Comandancia de obras. Junta Mixta de Urbanización y Acuartelamiento de Barcelona.
28.HALL, Peter, 1990 y SANCHEZ DE JUAN, Joan-Anton, 2000. Acerca de los proyectos de reforma del centro de Barcelona ver MARTORELL, et al., 1970.
29.Archivo de la Corona de Aragón. Comandancia de Ingenieros. Caja 453. Exp. nº1241.
30.Archivo de la Corona de Aragón. Comandancia de Ingenieros. Caja 540. Exp. 2193. Proyectos.
31.Archivo del Gobierno Militar. Comandancia de obras. Junta Mixta de Urbanización y Acuartelamiento de Barcelona.
32.Archivo de la Corona de Aragón. Comandancia de Ingenieros. Caja 192. Presupuestos.
33.GARCIA MORENO, José F., 1988. p. 156-158.
34.NADAL, Francesc, 1985.
35.TUÑON DE LARA, Manuel, 1974.
36.Op. cit. en nota 35.
37.ROMANONES, Conde de, 1920.
38.TUÑON DE LARA, Manuel, 1974.
39.PAYNE, Stanley, 1977.
40.TUÑON DE LARA, Manuel, 1974.
41.BALLBE, Manuel, 1983.
42.Op. cit. en nota 41. Referente a la particular visión del ejército de los emergentes nacionalismos ver SOLE I SABATE, Josep M., VILARROYA I FONT, Joan, 1990.
43.PAYNE, Stanley, 1977.
44.GARCIA MORENO, José F., 1988.
45.PAYNE, Stanley, 1977.
46.ROMANONES, Conde de, 1920.
47.GARCIA MORENO, José F., 1988.
48.ROMANONES, Conde de, 1920.
49.GARCIA MORENO, José F., 1988.
50.PAYNE, Stanley, 1977.
51.SECO SERRANO, Carlos, 1984.
52.PAYNE, Stanley, 1977.
53.ROMANONES, Conde de, 1920.
54.Archivo del Gobierno Militar. Legajo nº 13.
55.MARTORELL, Vicente, 1921.
56.Op. cit. en nota 55.
57.Op. cit. en nota 55.
58.PAYNE, Stanley, 1977.
59.PAYNE, Stanley, 1977.
60.GARCIA MORENO, José F., 1988.
61.Archivo del Gobierno Militar. Comandancia de Obras. Junta Mixta de Urbanización y Acuartelamiento de Barcelona.
62.MINISTERIO DE LA GUERRA. “Colección Legislativa del Ejército”, 1927. p. 161-165.
63.FERNANDEZ PIÑEYRO, Emilio 1985. p. 126-127.
64.MINISTERIO DE LA GUERRA. “Colección Legislativa del Ejército”, 1927. p. 161-165.
65.Op. cit. en nota 64.
66.Op. cit. en nota 64.
67.MINISTERIO DE LA GUERRA. “Colección Legislativa del Ejército”, 1927. p. 356-358.
68.FERNANDEZ PIÑEYRO, Emilio 1985. p. 126-127.
69.MINISTERIO DE LA GUERRA. “Colección Legislativa del Ejército”, 1927. p. 161-165.
70.Archivo del gobierno Militar. Comandancia de Obras. Legajo nº 7.
71.Archivo del gobierno Militar. Comandancia de Obras. Legajo nº 1. Todos los datos que se citan a continuación.
72.Archivo del gobierno Militar. Comandancia de Obras. Legajo nº 9.
73.Archivo del gobierno Militar. Comandancia de Obras. Carpeta 1. Legajo nº 6. Acerca de la reciente desaparición de este cuartel ver LLORET PIÑOL, Marc, 2000.
74.Archivo del gobierno Militar. Comandancia de Obras. Legajo nº 2.
75.Archivo del gobierno Militar. Comandancia de Obras. Legajo nº 11 y 14.
76.Op. cit. en nota 74..
77.HUERTAS CLAVERIA, Josep Maria, FABRE, Jaume, 1989.
78.Op. cit. en nota 77. Para un acercamiento a la morfología de los alrededores del cuartel de Lepanto y la evolución del proceso de urbanización en este sector ver LLORET PIÑOL, Marc, 1999.
79.MURO MORALES, José Ignacio, 1990.

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