Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] Nº 69 (67), 1 de agosto de 2000 |
INNOVACIÓN, DESARROLLO Y MEDIO LOCAL.
DIMENSIONES SOCIALES Y ESPACIALES DE LA INNOVACIÓN
Número extraordinario dedicado al II Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)
INNOVACIÓN Y RENOVACIÓN URBANA. EL CASO DEL CENTRO
HISTÓRICO
DE SALVADOR-BAHIA EN BRASIL
Juarez Duarte Bomfim
Doctorando Departamento de Geografia Humana
Profesor de la Universidade Estadual de Feira de Santana-Bahia
Este trabajo trata de las transformaciones ocurridas en el Centro Histórico de Salvador de Bahia, en Brasil, desde el siglo XVI a la actualidad, y sus consecuencias sociales y urbanísticas. El centro de la ciudad, que albergaba casi todas las funciones hasta inicios del siglo XX, pasa por un proceso de migración centrífuga y cambio de población que lleva a su degradación física y social, hasta que en el último cuarto de ese siglo empiezan las tentativas de su regeneración, incluida la discusión sobre el perfil de la población pobre, residente en condiciones de precariedad y caracterizada como lumpen, con todo lo que eso implica para la protección patrimonial y el destino de esa gente. Sin querer agotar el asunto, el trabajo trata de las acciones del poder público para rehabilitar el casco antiguo y los reflejos en ese tejido social e urbano, que de una parte desarrolla la "operación deportación" de la población marginada, y de otra, reincorpora el centro histórico de la ciudad al uso y frecuencia de los ciudadanos a través de cambios de ocupación, mejoras infraestructurales y de seguridad.
Palabras clave: centro histórico/ Salvador de Bahia/ población/
lumpen/ regeneración urbana.
This article deals with the transformations occurred in the historical center of Salvador, Bahia, in Brasil from the XVIth century to the present time, and its social and urban consequences. The downtown area, that was sheltering nearly all the functions until beginning of XXth century, goes through a centrifugal migration process and change of population that carries to physical and social degradation, until when in the last quarter of this century it began some attempts of regeneration, which include the discussion on the poor population profile, resident in precarious conditions and characterized as lumpen, whith that implies for the patrimonial protection and the destination of this people. Unwillingly to exhaust the matter, it discuss the government actions for rehabilitation of the historical city and the reflexes in social and urban tissue. On one hand developing the "operation deportation" of the marginalized population, and on the other hand, reinstating the historical center of the city to the use and frequency of citizens through settlement changes, infrastructure improvements and safety.
Key words: historical center/ Salvador of Bahia/ population/ lumpen/ urban regeneration.
Cuando Tomé de Souza llegó al Brasil en 1549 para fundar la Ciudad de Salvador, la capital del Gobierno General, ya traía en sus naves una completa organización judicial, hacendística, administrativa y militar. Era un numeroso grupo de funcionarios nombrados por el rey de Portugal, que compondrían la administración pública y aproximadamente trescientos soldados y seiscientos obreros, sobre todo de construcción, entre ellos una porción de exilados.
Salvador se fundó como ciudad. El gobernador general no trajo de Portugal solamente el objetivo de crear una ciudad, sino también su plano y estatuto. Ordenó el rey la fundación de una ciudad en el medio de un litoral muy extenso para servir como la sede principal de gobierno, después de la decisión de reestructurar las capitanías donatarias y crear un gobierno único. Rápidamente se eligió el lugar más adecuado para el pueblo grande y fuerte: la cumbre de una colina, que caía en fuerte declive hasta la extremidad de los márgenes de una bahía protegida, sobre uno de los lados que separan la Baía de Todos os Santos y el Océano Atlántico. La colina sirvió a Tomé de Souza para construir, en 12 meses, su ciudadela de casas de adobe, cubiertas de paja, que él cercó de murallas también de adobe, y tenía sólo dos puertas: Carmo y Santa Luzia. En el exterior de las murallas fueron construidos los conventos, aprovechándo las vastas concesiones que el gobierno les había hecho. Al norte se localizó el convento de las Carmelitas; al sur, el de los Benedictinos; al este el de los Franciscanos. Por esa época, tenían rodeada la ciudad, porque al oeste se encuentran la escarpa y la bahía.
Salvador tuvo como primer núcleo de ocupación la Praça Central, hoy llamada Praça Municipal o Praça Tomé de Souza. El barrio aristocrático se hallaba alrededor. Pero a mitad del siglo XVII, el entorno de ese centro estaba bordeado ya de un verdadero cinturón de buenas casas de campo que pertenecían a las personas adineradas, mientras los pobres y comerciantes vivían en la Playa (la Ciudad Baja).
Esa aglomeración administrativa, militar, religiosa y residencial es el núcleo-matriz de la Ciudad de Salvador, su Centro Histórico.
El centro de Salvador consiste en una franja de dos kilómetros de anchura máxima y de más o menos seis kilómetros de largo, situado en la Baía de Todos os Santos. La historia urbana de Salvador originó la concentración de funciones en los distritos centrales, en un vigoroso fenómeno de centralidad. A la primitiva función de aglomeración administrativa y militar - que determinó la elección del sitio, un sitio difícil, en la escarpa - fue añadiéndose la función portuaria que existió desde el inicio de la vida urbana y subsecuentemente, las funciones religiosa, comercial, residencial, industrial, financiera y ya en nuestro siglo, la función turística. Desde mediados del siglo XVI hasta la segunda mitad del siglo XX, casi todas las funciones practicadas en una ciudad se situaron en esa zona. Sólo a partir del fin de los años 1950 el fenómeno de concentración funcional empezaría a dar señales de declive.
Ya en la mitad del siglo XVII empieza a esbozarse una especialización de funciones entre la Ciudad Alta y la Ciudad Baja El centro era entonces la sede de la administración civil y eclesiástica, mientras el barrio comercial se encontraba en la parte baja. Hasta el fin del siglo XIX toda la función comercial tuvo lugar allí, era el "Comercio", que conserva hasta hoy esa denominación. Con el inicio del siglo XX se acentúa el proceso de centralidad, especialización y terciarización del centro, con las obras de ampliación del puerto de Salvador, la creación de estaciones y el ensanchamiento de la Rua Chile y otras calles que la continúan, siguiendo la tendencia de las ciudades contemporáneas de dominio de la producción del espacio urbano por el terciario.
Principal puerto del Atlántico Sur durante el periodo colonial de Brasil, su actividad fue desde entonces condición necesaria para la realización de otras actividades. Su vitalidad determinó la formidable obra del terraplén y la ampliación, con la ocupación de una llanura conquistada al mar, donde una verdadera masa de edificios fue construida y se concentraron las actividades vinculadas al puerto: el comercio mayorista, de exportación e importación y las actividades financieras, mientras el comercio al detalle y los servicios se alojaron en la Ciudad Alta, en una nueva especialización funcional del centro.
Hasta los años 1950, el centro albergó casi toda la actividad comercial de la ciudad. Fuera de los distritos centrales, el comercio se desarrolló también alrededor de la estación de ferrocarrilde Calçada, atendiendo Itapagipe, y en la Liberdade, ya entonces poblado barrio que alojaba un quinto de los habitantes de la capital.
La función administrativa, el motivo para la fundación de la ciudad, sufrió su primera crisis provocada por el traslado de la capital del país a Río de Janeiro, en 1773; aún así mantuvo el papel de capital del Estado y de centro regional.
En Salvador, sede regional del capital especulativo, la actividad bancaria se desarrollaría febrilmente, concentrándose hasta recientemente casi toda ella en el área del Comercio, dinámico centro financiero.
A mediados del siglo XX, la institucionalización de la actividad turística en Salvador promovió la creación de incentivos, el logro de eventos y dio lugar en 1955 al Plan Director del Turismo, incorporando por entonces esa nueva función.
La continuidad del proceso de especialización y terciarización, con ciertas actividades como el sector bancario, el comercio de venta al mayor, el comercio de artículos de lujo y otras actividades semejantes, tiene tendencia a expulsar la población del centro de la ciudad. La conversión de antiguos edificios residenciales en edificios de oficinas, la construcción de edificios funcionales, con la consecuente imposibilidad de usar esas construcciones como residencias, el comercio que compite con los habitantes, provoca la disminución de densidades. Sin embargo, algunos barrios del Centro Histórico mantuvieron funciones residenciales, como Pelourinho, Maciel, Passo y Carmo.
Debido a su historia urbana de ocupación no mononuclear, Salvador ya vivía una tendencia lenta y natural de descentralización. En la década de 1960 (después del golpe militar de 1964) ese fenómeno se produjo en forma de descentralización dirigida y acelerada, donde las decisiones y acciones gubernamentales transformarán radicalmente la faz de la ciudad.
Al finales de los años 1950 empieza el proceso de descentralización del comercio, en virtud de algunas obras públicas como la apertura del Túnel Américo Simas y Avenida do Contorno, nuevas vías que evitan el tráfico por el centro.
Todos esos hechos contribuyeron a vaciar el centro de Salvador fuera del horario comercial. La población de bajos ingresos conserva el contacto con el centro de la ciudad a través de las estaciones de autobús de la Lapa y Barroquinha y del comercio de la Baixa dos Sapateiros.
La nucleación acelerada del Vale do Camurujipe, región de diferente geomorfología respecto al área central, trajo una forma pionera de aglomeración en Salvador, con nuevos arreglos espaciales. El traslado de la Estação Rodoviária para ese punto, la apertura del Acesso Norte, la comodidad de circulación y aparcamiento, crearon las condiciones favorables para la aparición de un nuevo y dinámico centro de compras, con el surgimiento de shopping centers y del Hipermercado, provocando el desplazamiento del centro comercial hacia esa área.
Cambio de población en el Centro de Salvador
Hacia 1549, Salvador contaba con una población de aproximadamente mil habitantes, a la derecha de la bahía de Todos os Santos, en una colina próxima al puerto. Cuando, en 1558, Mem de Sá asumió el gobierno general, encontró ya una ciudad más extensa que la antigua fortaleza. Aun así, hasta el último cuarto del siglo XVI, la ciudad no creció mucho, porque la mayor parte de las gentes vivía fuera en sus molinos y haciendas.
En el siglo XVII aparecen los primeros edificios o sobrados, que, en la Ciudad Baja, tenían originariamente una función mixta: la planta baja era usada para comercio, mientras que las superiores eran la vivienda de los comerciantes. Pero, en la Ciudad Alta los sobrados tenían una función exclusivamente residencial.
Hacia el siglo XVIII el Pelourinho se constituyó en la zona residencial más noble de la ciudad, construido en condiciones de gran desarrollo económico regional y se constituyó en vivienda de hombres de negocios, de grandes comerciantes, de exportadores e importadores, de señores del engenho (molinos) y altos funcionarios de la administración pública. En ese barrio se concentraron los componentes de las clases sociales más altas: era entonces también el centro cultural de la Ciudad de Salvador.
En el distrito de Pilar se dio el primer proceso de migración de las familias ricas hacia los barrios externos. Originalmente como un tipo de ocupación a la que se asoció el comercio y la población de comerciantes más adinerados y sus familias, con débiles densidades. Con la salida de esos moradores, las casas son ocupadas por una numerosa población cada vez más pobre, provocando degradación y aumento de densidad. En un tercer momento se da la imposibilidad de la permanencia de habitantes en los predios deteriorados y se produce la conversión de estos edificios funcionales, generalmente en depósitos.
En el siglo XIX la ciudad se extiende. Presionada por el aumento de población provocado por varios ciclos de sequía en el interior de la región, que produce oleadas sucesivas de emigrantes. Otra condición que favoreció la emigración hacia la ciudad fue el progreso de la agricultura en algunas regiones, que estimuló a los propietarios rurales a fijar su residencia en la capital. Las consecuencias fueron numerosas: las alteraciones del paisaje urbano, que estaba más o menos inmutable desde la primera mitad del siglo XVIII. Hacia el sur el barrio de Vitória - el "barrio de los ingleses" - aparece constituido por grandes y bonitos palacetes, rodeados de jardines, viviendas de extranjeros ligados a las actividades mercantiles y consulares, y de una burguesía ennoblecida por la explotación de la tierra. Hacia el norte se forman los barrios habitados por una clase media y por los pobres.
La prosperidad económica empezó a declinar en la segunda mitad del siglo XIX. La crisis económica afectó de una manera directa el desarrollo de la ciudad y modificó el cuadro social existente. Los emigrantes pobres, desplazados por la sequía y la decadencia de la economía baiana, fueron atraídos hacia Salvador en busca de mejor suerte. Ocupan las habitaciones existentes y se concentran en zonas residenciales, en locales donde las poblaciones de estratos económicos más bajos podían depender de servicios prestados a los grupos económicos más elevados. Asíse densificó aún más el área central de la ciudad.
Higienización y cambio de población
En el siglo XIX Salvador es escenario de una explosión feroz de epidemias - como el cólera en la mitad del siglo - lo que lleva el poder público a esfuerzos en el sentido de controlar las condiciones higiénicas en la ciudad, especialmente a finales del siglo e inicio del siguiente.
La preocupación por la higiene y la salubridad y las nuevas posibilidades de circulación abiertas con la estructuración de un sistema vial envolvente - los trabajos de alargamiento de la rua Chile, Ajuda, Misericórdia y Avenida Sete - y la aparición de los transportes colectivos - primero el tranvía de mulas, después la introducción de transportes mecánicos como el automóvil (1901) y el tranvía eléctrico (1904) - desempeñaron un papel fundamental en el proceso de transformaciones de Salvador, desde el inicio del siglo XIX, un proceso que puede calificarse como el de las nuevas espacializaciones.
Nueva espacialización y diferenciación: el advenimiento de los transportes colectivos hará posible la ruptura del espacio entre el lugar de la vivienda y el local de trabajo, al mismo tiempo eso facilitará que las clases de mayor capacidad económica abandonen las áreas congestionadas e insalubres de la ciudad.
La expansión de la ciudad en la dirección sur que se fue desarrollando desde la mitad del siglo XIX, cuando la Avenida Sete se desarrolla como lugar de vivienda de la clase dominante; con el impacto de las obras de agrandamiento de las calles principales articula el centro con la parte noble de la ciudad, las colinas de Vitória y de Graça, lo que lleva a que el barrio de Pelourinho y demás áreas centrales, tanto en su parte alta como en la parte baja, sean gradualmente abandonados por sus habitantes originales, que vendieron sus propiedades por completa obsolescencia funcional, o se los arrendaron a comerciantes, trasladándose hacia los nuevos barrios que se iban construyendo.
Saneamiento y transportes
El siglo XX es el siglo de las grandes transformaciones en el centro de Salvador. Entre 1912 y 1916 - primer gobierno de J. J. Seabra - se desarrolla el plan Melhoramentos Urbanos que proporciona una modernización importante en la ciudad, apoyado en el binomio "saneamiento/transportes". Se pretendía rediseñar la ciudad en función del vehículo automobil que aparecía, reforma urbana que hace referencia a una espacialización modelo, a una trama de trayecto urbano especializado que congrega un nuevo modo de vida, una nueva estética, un nuevo sentido de lo público.
Las primeras décadas del siglo XX cierran para Salvador una etapa crítica de redefinición de las funciones del centro de la ciudad. Acompañando la expansión hacia el sur, el centro comercial también se desplaza en esa dirección, compitiendo con la función residencial, en una pérdida continua de habitantes en favor de los establecimientos de negocio. A pesar de todo, la función residencial se mantuvo en el centro histórico.
La emigración centrífuga de las familias ricas va acompañada por la ocupación de las casas por familias de clase media y después por los pobres, atraídos por el bajo valor del alquiler en las propiedades degradadas y por su localización privilegiada. Se establece un círculo vicioso, donde la deterioración inicial de los primeros años de este siglo, condujo a un proceso irreversible de empobrecimiento del área, y el empobrecimiento se convirtió, a su vez, en un factor de la deterioración.
La región norte de Pelourinho fue ocupada por una población de estratos económicos medios, que se acomodó en las casas de uno y de dos pisos, tipos de construcciones capaz de albergar a una familia de clase media, sin la necesidad de un gran dispendio para mantenerlas en condiciones de la habitabilidad. Por otro lado, al sur del Convento y Iglesia de Carmo las casas fueran ocupadas en sus plantas bajas por un pequeño comercio y artesanía - prolongación de las actividades comerciales de la Misericórdia, Praça da Sé y Terreiro de Jesus - mientras que los pisos superiores de los casarões y sobrados se transformaron en hospedarías, casas-de-cômodo y otras formas de vivienda colectiva, recogiendo los más diversos tipos de personas, pertenecientes a los estratos económicos más bajos. En Maciel prevalecen las construcciones de más de dos pisos, lo que permite las residencias colectivas en número cada vez mayor.
Aunque se mantuvieron las funciones primitivas (vivienda complementada por servicios y actividades afines) la substitución de un tipo de población por otro de nivel económicamente distinto, es un fenómeno propio de la dinámica intra-urbana, lo que implica profundos cambios sociales y también físicos. Generalmente, se produce un descenso social cuando el centro histórico se ve marginado con relación a los nuevos centros dinámicos de la ciudad.
Causas de la decadencia del Centro Histórico de Salvador
La creciente revalorización de los terrenos en el área central de la ciudad relacionada con la centralización administrativa hasta inicios de los años 1970, junto a la concentración de las actividades económicas, aceleró la congestión de las áreas residenciales, motivando la movilidad centrífuga de los grupos de mayores rentas, que se desplazan hacia los nuevos barrios situados al sur por las posibilidades abiertas con la introducción de nuevos medios de transportes urbanos. Acompañando el desplazamiento de las élites, el centro comercial se traslada también hacia esas áreas, siguiendo la línea de la cumeada (colina) y de los transportes.
Con la marcha de la primitiva población, el deterioro del barrio se acelera - las zonas de construcciones antiguas se desvalorizan rápidamente - debido al bajo nivel de renta de las clases que los sustituyeron y sobre todo por el régimen de uso de estas construcciones, alquileres y subarriendos, lo que no estimulaba la conservación, ni por el inquilino ni por el propietario. Además, las prohibiciones legales, promulgadas para protección del patrimonio, no incentivan a los empresarios a invertir en el área, los cuales encontraron entonces una buena razón para la inversión en otra parte de la ciudad.
Todo el proceso de deterioro del centro histórico se vincula así mismo al interés de consolidar nuevos centros de intercambio y de comercio, que provocarían el fracaso del comercio tradicional, de capital local, en beneficio del capital extranjero.
Los años 1920 son cruciales en la formación de un nuevo cuadro social en el centro histórico degradado. Es la época de la formación del gran espacio de prostitución de Maciel, forzado por la acción represiva de la "policía de costumbres" que, dentro de los límites de ese barrio, liberó la prostitución y las actividades paralelas y derivadas, que terminaron por englobar toda el área residencial, como forma de control de esa práctica, dentro de la política higienista de entonces.
La degradación social y el tipo de estructura arquitectónica del caserío colonial, que propiciaba su uso como vivienda colectiva, son factores que favorecieron la concentración de la prostitución en el área arruinada. El estigma de barrio maldito y el guetificación de Maciel - que paradojamiente concentra el conjunto patrimonial de mayor relevancia en el centro histórico - tuvo su origen en ello, en el establecimiento forzado como zona segregada.
El área circundante era residencia de gente pobre. En el Largo do Pelourinho, entre los años 1940-50, sus 32 propiedades estaban ocupadas en la planta baja por actividades de comercio y artesanía, mientras que, en los pisos superiores residía una población heterogénea, en condiciones precarias. En 1950, entre las ocupaciones más frecuentes se encontraban:
bicheiro, encanador, lavadeira, cozinheiro, bombeiro, pequeno funcionário, porteiro, engraxate, encerador, viajante comercial, tipógrafo, empregado doméstico, vendedor ambulante, chofer, condutor de ônibus, camelô, etc (...) são pequenos empregados ou pessoas sem uma ocupação permanente ou bem definida, seu local de trabalho era, de preferência, no centro da cidade (Santos, M., p. 166).
En el barrio de Maciel, aparte de la gran incidencia de la prostitución, se podía encontrar entonces una población con actividades profesionales semejantes. Así en una investigación realizada en 1969, para una población censada de 1960 habitantes, con una población masculina en edad activa de 442 individuos, las ocupaciones más frecuentes eran las de empleado comercial (23,0 por ciento), vendedor ambulante (15,1 por ciento), pequeño comerciante (7,4 por ciento), biscateiro (5 por ciento) y más sublocador, zapatero, obrero, marceneiro, mecánico, marinero, pintor, engraxate, albañil, chofer, militar, funcionario público, profesional liberal, jubilado, peluquero, alfayate, cocinero y sirviente.
La población femenina en edad activa constituía una amplia mayoría: 781 mujeres. Sorprende el alto percentaje de prostitutas, 57,6 por ciento del total de las mujeres en edades activas (eso supone el 36,6 por ciento de la población global del área en edad activa); otras ocupaciones encontradas son: actividades domésticas (19 por ciento) lavandera, comerciante, sublocadora, vendedora ambulante, costurera, empleada del comercio, biscateira, funcionaria pública, peluquera (Espinheira, p. 24-6).
A pesar de estar habitado por una población también trabajadora, Maciel era entonces un barrio donde prevaleció la vivienda colectiva de los grupos cuya conducta es socialmente patológica, por ser una comunidad anómala donde la prostitución se localiza. Esa comunidad formaba una verdadera subcultura constituida principalmente por una población que se dedicaba, en su mayoría, a las actividades socialmente marginadas.
Durante los años 1980 no se producirán cambios significativos en el tejido social del área, a no ser por el empeoramiento de las condiciones de la violencia y inseguridad, que no son más exclusivas de la zona segregada y desbordan hacia la ciudad entera.
Una característica peculiar a la población que vive en el centro es lo que podemos calificar como de "extremo desplazamiento"; esa población solo consigue residir un día o una semana en cada vivienda, y el alquiler de las habitaciones es cobrado por adelantado.
é uma população que vive em função do centro da cidade (...) de vender nas filas de ônibus, de cuidar dos carros, é gente que faz faxina de escritórios e lojas, são prostitutas. O centro é também uma área de submundo, de venda de "fumo", de recepção de roubo, de violência policial. É tudo misturado, tem família vivendo com prostituta, tem tudo. Há guardadeiras de crianças... essa população é considerada, por grande parte da classe média e das autoridades, como uma população "out law", marginal: o maconheiro, a prostituta, o foragido. É, na verdade, uma população que vive na clandestinidade, que não pode aparecer (Azevedo, P.O., p. 249-250)
Al lado de los habitantes con 15 o más años de vida en el barrio, hay una población flotante de desterrados del interior y marginados urbanos, como los travestis y transgresores, que empeoran las condiciones sociales frente a los inevitables conflictos de todo orden, que comprometen a la seguridad de los residentes y visitantes.
Preservación del patrimonio
Ciertas actividades, como el comercio minorista, la artesanía y viviendas de baja renta no tienen fuerza para crear un marco urbano propio, y por eso se alojan en el marco preexistente. Así
os palacetes e sobradões envelhecidos que perderam seu antigo papel de residência dos nobres e da gente rica, conhecem agora outras utilizações. Alguns servem exclusivamente à residencia pobre. Outros abrigam no andar térreo um comércio de transição ou artesanato e os andares superiores servem como residência pobre (Santos, M., p.144).
Esa población residente en los bloques degradados, por su interés en estar próximo al lugar de trabajo, la comodidad de transportes, ambientación con la vida en el centro o falta de alternativa de la vivienda, ha sido la que, ocupando y dando uso a las propiedades arruinadas, las han conservado hasta hoy, bien o mal.
La población
La población que allí trabajaba y residía era heterogénea como las varias funciones que el Centro Histórico albergaba. Al norte, en la Colina del Carmo, una clase media empobrecida, asustada con el aumento de la decadencia e inseguridad, pierde la identidad con el barrio, ansiando moverse hacia "lugares mejores". Al sur, con el barrio del Maciel como paradigma, vive un lumpenproletariado luchando por su supervivencia. El perfil de esa área en los años 1980: en sus ocho calles el Maciel albergaba 1.848 personas predominantemente jóvenes (66 por ciento tenían 28 años de edad o menos), venidas del interior (61 por ciento) en busca de trabajo. Una población de inquilinos (78 por ciento), o que residía en propiedades cedidas por el Instituto del Patrimonio del Gobierno, o propiedades invadidas de órdenes religiosas. Vivian en habitaciones subalquilados y presentaban una densidad de 3,3 personas por habitación y 17 personas por edificio. Vivían en edificios arruinados y en condiciones sanitarias inciertas: 70 por ciento de las propiedades ofrecían servicios higiénicos de uso colectivo.
Aproximadamente dos tercios de la población económicamente activa no poseían empleo fijo y eran subempleados o desempleados, ejerciendo actividades inferiores en el círculo de la economía: vendedores ambulantes, biscateiros, lavanderas, costureras, pequeños comerciantes, prostitutas, vigilantes, sirvientes, artesanos etc., con ingresos mensuales inferiores a un salario mínimo brasileño (36 por ciento), inferiores a tres salarios mínimos (29 por ciento) o sin ninguna renta (27 por ciento ).
La prostitución, establecida fuertemente en el primer cuarto de este siglo, y que transformó el área en zona segregada alimentando el estigma de barrio condenado - atrayendo además actividades congéneres, como el banditismo y el tráfico de drogas - entra en franco declive como una de las principales actividades ejercidas exclusivamente por mujeres. En el año de 1980, representaban el 13 por ciento del total de la población trabajadora de Maciel. Era entonces la segunda mayor actividad ejercida por los dos sexos.
En 1983 el número de mujeres que practicaban la prostitución cae al 6,3 por ciento del total y continúa disminuyendo hasta el punto de que en el año de 1992 era considerada apenas como una actividad residual en Maciel. Parece que las encuestas no registran el fenómeno - entonces ya bastante significativo - del travestismo. Porque aunque los travestidos no ejercen generalmente la prostitución en el lugar de residencia, ellos viven allí y contribuyen a forjar la imagen del barrio.
A pesar de que el caserío barroco del Centro Histórico de Salvador alberga una población trabajadora, lo que caracteriza a los residentes locales es su condicion de lumpenproletariado.
En El Dieciocho Brumario de Luís Bonaparte (1852), Marx se refiere al lumpenproletariado, término que traduce el lumpemprolariat alemán, como "la basura de todas las clases", clase social constituida por los obreros que viven en la pobreza extrema y directa o indirectamente formada de individuos desvinculados de la producción social y que se consagran a las actividades marginales, como por ejemplo, la masa que reúne aquellos que viven de subempleo o de actividades como la prostitución, el rufianismo, el robo y tráfico de drogas; los individuos arruinados y los aventureros salidos de la burguesía, soldados mercenarios, desmovilizados; los malhechores recién salidos de la prisión, carteristas, mendigos etc., aquellos en los que Luís Bonaparte se apoyó en su lucha por el poder. Esos individuos serían incapaces de cualquier acción consecuente contra la sociedad capitalista debido a la falta de conciencia política y su condición de marginalidad.
Con dos tercios de su población con ingresos inferiores a un salario mínimo o sin cualquier empleo fijo; con un alto índice de enfermedades provocado por las condiciones de vida miserables y sin higiene, además de las enfermedades mentales, la población pobre y marginada no ofrecían indicadores socio-económicos y culturales positivos para ningún programa de financiamiento de viviendas en conjuntos patrimoniales.
Al mismo tiempo las encuestas socio-económicas y catastrales de las familias y fincas del área, la perspectiva de la recuperación en masa del conjunto arquitectónico, creó en la comunidad del Centro Histórico la expectativa de un programa de viviendas populares.
Entre la población se crearon expectativas de un programa de viviendas que mantendría externamente la estructura de los edificios y los adaptarían internamente para la función residencial. El precedente para vivificar la esperanza de los habitantes era la propia experiencia de la intervención anterior en el Centro Histórico, hasta entonces dirigido por el órgano del Gobierno Estatal: las reformas puntuales de propiedades eran preferiblemente para uso residencial.
Una justificación para el mantenimiento de la función residencial y de otras actividades como la hostelería, por ejemplo, es que con esas actividades el tejido urbano tiene vida durante 24 horas, mientras que las actividades de comercio y servicios tiene un uso apenas de 8 a 10 horas. El barrio deja de ser barrio, se transforma en un centro comercial y aumenta los costos con vigilancia y seguridad.
Surgen propuestas en el sentido de que se permitan actividades comerciales y de servicios en la planta baja, con viviendas en los pisos superiores. Se trata de mantener el uso mixto y ocupaciones diversas en el área. La crisis total del Sistema Financiero Habitacional del Gobierno Federal en los últimos años de 1980 echó por tierra cualquier esperanza de un programa de viviendas populares.
Por otro lado, el poder público no consigue atraer el interés de la iniciativa privada, del capital, para las inversiones en actividades de comercio y servicios relacionados con el entretenimiento y el turismo; mucho menos para el financiamiento de viviendas.
Patrimonio versus hombre
Entre los gestores públicos y expertos se impuso la idea de que era imposible mantener las dos cosas: la población miserable y la preservación del patrimonio. Si se mantenía la población miserable se perdería el patrimonio, y si el patrimonio se conservaba lo abandonaría la población. Pero la coexistencia de los dos era antagónica. ¿Porque?
Argumentos: las casas, una vez recuperadas, tenían un coste de mantenimiento alto. Además, tienen atributos de elementos arquitectónicos de alto valor. Eso no tiene importancia mayor para una población de hambrientos, que lucha por la supervivencia, que transforma literalmente la casa en comida. Eso quiere decir que las casas cedidas en que el lumpen vivía hasta entonces, eran desvalijadas: quitaban las puertas, las ventanas, los grifos y platos de los sanitarios; dilapidaban las fuentes de piedra, los azulejos y los vendían para comer o comprar drogas; los habitantes hacían hogueras con las escaleras.
Declaración de un experto: "el lumpen - carteristas, subempleados, mendigos, las prostitutas eventuales - no conserva. Invertir en el lumpen es algo sin sentido. Sin embargo, el Gobierno debe tener una política de viviendas: o para las áreas periféricas del Centro Histórico, o con la promoción social a través de empleos, transportes, etc.... Pero ese tipo de uso residencial en el centro histórico no puede continuar. Si insiste, todos los planes fallarán" (traducción del autor).
¿Ideología o premonición? Ciertas categorías de empleados públicos son fabricantes de políticas. Esos actores sociales (técnicos, agentes políticos, económicos...) son mediadores de políticas públicas sectoriales. Actúan con la lógica profesional que desemboca en la lógica corporativa y profesional, en el proceso de formación de direcciones sectoriales. Actúan igualmente con la lógica administrativa en su sección de competencia. Por supuesto, cuando se difunde entre los burócratas la opinión de que hay que condenar la permanencia de la población marginada residente en el Centro Histórico, su suerte está echada: la expulsión pasa a ser considerada como la única forma de acción pública eficaz.
Nuevos cambios poblacionales
En 1992 el Gobierno del Estado de Bahia empieza una reforma del área llamada Programa de Recuperaçao do Centro Histórico de Salvador, una política de regeneración en masa de los bloques del casco antiguo. El trabajo ejecutado no sólo abarca la reforma física de los edificios sino también un servicio de urbanización y paisajismo, la recuperación de la pavimentación, la mejora de la red de agua y energía eléctrica, medidas de prevención del fuego, etc.
Contra todas las recomendaciones nacionales e internacionales, ese programa se caracteriza por el abandono radical de la propuesta de intervención con el mantenimiento de la población, que marcó la acción del organismo público responsable del patrimonio prácticamente desde su fundación y que, en ciertos momentos, adoptó posiciones agudamente populistas y clientelistas.
La ocupación de los nuevos espacios por actividades de comercio y servicios, tales como tiendas, restaurantes, bares, librerías y oficinas, nuevas plazas y aparcamientos, para su consumo en forma de entretenimiento dirigidas a la clase media local e incremento del flujo turístico, viene acompañada de una ostensible vigilancia policial pública, todo eso son acciones que se conjugan para el desmantelamiento de lo que había sido una gran barrera para el logro del "destino cultural y turístico" del área: su imagen de zona peligrosa y reducto de delincuentes.
Respecto a los habitantes, se les ofrecieron dos alternativas: una indemnización que trataba de liberar el espacio ocupado por ellos o su desplazamiento a unidades residenciales recuperadas en los extremos del área. La mayoría de ellos optó por la primera propuesta, ya que la incertidumbre que caracterizaba la segunda indicaba la primera opción era el camino más seguro.
Este fue el modelo adoptado inicialmente y seguido durante la década de 1990: en aquel momento 525 familias optaron por la indemnización y dejaron el barrio. La operación de deportación, soñada desde hacía tiempo, empieza a realizarse.
La polémica entre los intelectuales de Bahia sobre el destino de esos que generalmente fueron denominados como la "comunidad de Maciel" acaba con la expulsión pura y simple de los residentes de sus viviendas. Una nueva realidad se establece.
Cabe resaltar que, generalmente, las indemnizaciones no son suficientes para reconstruir la vida de esas personas y familias, y por eso, tal acción posiblemente ha aumentado el número de mendigos, niños de la calle y sin-techo de Salvador, empeorando las condiciones de vida en la ciudad.
Para viabilizar los trabajos, cada finca fue objeto de negociación entre el gobierno del Estado y su propietario, tratando de definir las futuras formas de propiedad y uso, por medio de una cesión al Estado, a través de diversas formas de contrato (compra, desapropiación, permuta, cesión de propiedad o contrato de empréstimo).
Este sistema concentra en las manos del Estado una porción sustancial del parque inmobiliario en las áreas recuperadas, transformándolo en el gran gestor de la atribución del uso de las propiedades; a él le corresponde el comando del alquiler de las unidades inmobiliarias y de la elección de las empresas que se establecerán en el espacio de la intervención. Este mecanismo acentúa el carácter esencialmente centralizador de la intervención y abre la posibilidad de una relación clientelista con los interesados en instalarse en el área.
La intervención en Salvador fue considerada por los técnicos de UNESCO como una referencia mundial para la recuperación de sitios históricos, por ofrecer una esfera variada de comercio y servicios; la prontitud con que los nuevos inversores contestaron a la propuesta del gobierno indica una profundización de la función turística del área y, sobre todo, una notable transformación social.
Quedan, sin embargo, muchas preguntas: ¿cómo entender el relativo éxito de la "Operación Deportación" hoy, después de casi 30 años de esfuerzo? ¿que cambios posibilitaron la alteración significativa del destino social de ese espacio central?.
No es la pretensión de ese trabajo encontrar respuestas a un asunto de tamaña magnitud. De ahí la importancia de la continuidad de los análisis de un tema que despierta gran interés en la comunidad académica y en la opinión pública en general.
Lo mejor de todo es que hoy, desde el punto de vista urbano, los ciudadanos
y visitantes puedan caminar y apropiarse de esas calles y plazas que constituyen
el Centro Histórico de Salvador, ahora relativamente seguro y recuperado,
como quizás nunca nadie había imaginado anteriormente.
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