Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] Nº 69 (64), 1 de agosto de 2000 |
INNOVACIÓN, DESARROLLO Y MEDIO LOCAL.
DIMENSIONES SOCIALES Y ESPACIALES DE LA INNOVACIÓN
Número extraordinario dedicado al II Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)
LA CIUDAD Y LA INNOVACIÓN: EL PASADO COMO FUTURO
EN LA RETÓRICA DE LA INNOVACIÓN URBANA
Joan-Anton Sánchez de Juan
Estudiante de Doctorado
Instituto Universitario Europeo, Florencia
Este artículo examina la constitución de un paradigma tecno-económico y político-institucional de la innovación urbana en las ciencias sociales contemporáneas a través del análisis de sus formas de legitimación histórica. En el mismo indico que la elaboración de un discurso teórico de la innovación tecnológica se basa en ciclos evolutivos de desarrollo económico, que implican el recurso a formas de argumentación de teleología histórica, permitiendo así la formación de narrativas que proyectan el curso de la sociedad de la información en el medio urbano del futuro. En el artículo analizo cómo el discurso científico-social de la innovación (ya sea tecnológica, política, económica o social), participa de un doble campo semántico que encuentra sus formas de argumentación en el pasado, mientras que, por otro lado, proyecta sus formas de perfectibilidad en el futuro.
Palabras clave: ciudad/ innovación tecnológica/ aspectos históricos
This article examines the constitution of a techno-economic and politico-institutional paradigm of urban innovation in contemporary social science through an analysis of its historical legitimization. I argue that the elaboration of a theoretical discourse of technological innovation is sustained in evolutionary cycles of economic development, and implies a recourse to an argument of historical teleology. It thus provided the foundations of narratives which project the course of the information society into the urban world of the future. I seek to analyse how the social scientific discourse on innovation (whether technological, political, economic, or social) shares a double semantic field that both locates its forms of argumentation in the past and projects its forms of perfectibility into the future.
Key words: City/ technological innovation/ historical aspects
La extensión de las dinámicas de la innovación tecnológica al funcionamiento del medio urbano contemporáneo, representa el traspaso de contenidos característicos de un discurso tecno-económico al del orden político-institucional de la ciudad. Como veremos, el traspaso de tales consideraciones teóricas supone el despliegue de estrategias narrativas centradas en la capacidad intrínseca de las nuevas tecnologías de la información para el desarrollo futuro de la transformación urbana. Sin embargo, paradójicamente, como intento mostrar en este artículo, el contenido teleológico del paradigma de la innovación urbana requiere la utilización sistemática de la experiencia histórica para legitimar las potencialidades de desarrollo futuro de la ciudad.
Este artículo se basa en supuestos metodológicos procedentes de mi tesis doctoral en curso: "Civitas et Urbs: El pasado como futuro en la imaginación de nuevas formas de gobernanza urbana en España (1877-1924)". Las sorprendentes analogías entre el urbanismo de principios del siglo XX y la retórica del papel de la innovación tecnológica en la transformación de las formas de gestión urbana contemporáneas, me han conducido ha tratar de elaborar próximamente un enfoque similar para el estudio de la nueva gobernanza urbana, del cual este artículo no es más que una simple aproximación(1). En este sentido, he dividido mi exposición en tres partes diferenciadas: en primer lugar, se presenta una visión sintética de los elementos teóricos que caracterizan el contenido del paradigma de la innovación tecnológica; en segundo lugar se analizan las relaciones entre urbanismo e innovación en perspectiva histórica, para concluir destacando, en la tercera parte, la doble articulación del tiempo histórico entre pasado y futuro, característico del discurso de la innovación urbana.
El paradigma de la innovación tecnológica
El estudio de la innovación tiene una larga tradición en el universo de las ciencias sociales, y más específicamente en la geografía humana. La publicación en 1953 de la obra del geógrafo sueco Torsten Hägerstrand, La difusión espacial como un proceso de innovación, inauguró el estudio de las innovaciones como un proceso de difusión espacial. Sin embargo a finales de los años 80, Peter Hall y Paschal Preston idearon en Inglaterra un supuesto teórico alternativo para el estudio de la geografía de la innovación tecnológica, basado en las famosas "olas de desarrollo económico" del economista soviético Nikolai Kondratieff. Más concretamente, en su estudio de las nuevas tecnologías de la información, Hall y Preston, se basaron en la lectura personal de la obra de Kondratieff a cargo de otro importante economista del siglo XX, Joseph Schumpeter.
Este libro de Hall y Preston, La ola portadora, ofrece por vez primera una reinterpretación de dichas teorías económicas de inicios siglo XX, a partir del estudio del comportamiento de las nuevas tecnologías de la información en dichos ciclos de desarrollo económico (Hall and Preston, 1988). Kondratieff utilizó la metáfora de las "olas" para explicar porqué el sistema capitalista experimentaba crisis económicas significativas a intervalos de aproximadamente cada cincuenta años. Schumpeter, basándose en los estudios de Kondratieff, identificó tres "olas" de desarrollo económico caracterizados por el surgimiento de nuevos medios productivos: 1785-1842 (carbón, hierro, y máquina de vapor), 1843-1897 (acero, ferrocarril, y navegación a vapor), y de 1898 hasta su propio tiempo (automoción, y las industrias químicas y eléctricas). Al contrario que en Kondratieff, para Schumpeter, la predicción de "largas olas de desarrollo económico" se basaba en la creencia de que a cada ciclo de crisis económica, le correspondía un proceso de innovación en que nuevos actores e instituciones impulsaban el crecimiento económico. De acuerdo con Hall y Preston, además, el surgimiento de nuevas tecnologías productivas, desarrollaría unos patrones espaciales cambiantes de acuerdo con la aparición de centros innovadores en la producción de los nuevos bienes de consumo (Hall and Preston, 1988, p. 3-4).
Comparando esta experiencia histórica con el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información, Hall y Preston, determinaron un nuevo ciclo de desarrollo económico que coincidiría con la cuarta ola de Kondratieff, característica de la segunda mitad del siglo XX (1947-2003). De acuerdo con estos autores, la invención del telégrafo en 1830, el teléfono, el fonógrafo y la máquina de escribir durante el periodo 1875-1890, representaba la creación de un nuevo tipo de industrias mecánicas, eléctricas, electromecánicas, y electrónicas que utilizaban la tecnología para el proceso de grabación, transmisión, y distribución de la información. El descubrimiento del nacimiento de las tecnologías de la información durante el siglo XIX, llevó a estos autores a la consideración del papel desempeñado en este proceso por los desarrollos tecnológicos más recientes, sobre todo el surgido a finales de los años 1970. Para Hall y Preston esta última ola de innovaciones se caracterizaría, más que por el desarrollo de nuevas tecnologías, por la convergencia de innovaciones tecnológicas históricamente dispersas como el microprocesador y el teléfono (Hall and Preston, 1988, p. 5).
La convergencia de dichos elementos tecnológicos permitió a estos autores localizar el surgimiento de un nuevo ciclo de desarrollo económico en un futuro próximo (2004-), quizás tan reciente que ni ellos mismos podían adivinar a finales de los años 1980, y que denominaron "la era de la información". En este sentido Hall y Preston estructuraron su libro de acuerdo con las olas identificadas por Kondratieff, incluyendo en ellas el papel desempeñado por las nuevas tecnologías de la información en la evolución de dichos ciclos económicos. Así, la segunda ola Kondratieff (1846-1895), que ellos denominan "la era mecánica", se caracterizaría por alumbrar las primeras innovaciones eléctricas: el telégrafo y el teléfono. La tercera ola (1896-1947), "la era de la electricidad", dio lugar a un gran número de innovaciones en gran parte debidas a la convergencia de las industrias eléctricas con las mecánicas. Dicha reunión generó un gran número de aplicaciones como la iluminación, la tracción mecánica y otras aplicaciones eléctricas, además de permitir el nacimiento de la radio y la televisión. La cuarta ola Kondratieff (1948-2003), en la que todavía nos encontraríamos, fue bautizada por Hall y Preston como "la era electrónica" cuya principal característica sería el surgimiento de las telecomunicaciones y la informática.
El desarrollo histórico de las nuevas tecnologías de la información ejemplifica, de acuerdo con estos autores, como a cada ciclo de crecimiento económico capitalista le corresponde una nueva ola de innovaciones tecnológicas que lidera el sector de la producción. Independientemente, en su libro se presta una atención especial a la geografía cambiante que dichos procesos de innovación tecnológica imprimen en el territorio y, en especial, como este cambio incide en la organización económica y social de las ciudades y regiones afectadas. En un contexto internacional, los principales centros productores de la innovación tecnológica tienden a variar de región a región, y de ciudad a ciudad. Así, desde el nacimiento de las nuevas tecnologías de la información, en la segunda, pero sobre todo en la tercera ola Kondratieff (1896-1947), Berlín y el eje Boston - Nueva York eran los centros globales de la innovación. Sin embargo durante la cuarta ola Kondratieff (1948-2003), un cambio radical en los principales lugares de la innovación variaron hacia nuevos centros urbanos como el sur de California, Silicon Valley, el eje Stuttgart - Munich, el entorno de Londres, y la megalópolis de Tokaido (Castells and Hall, 1994).
El motivo de la geografía cambiante que imprimen las nuevas tecnologías de la información en el territorio es, sin lugar a dudas, uno de los aspectos más interesantes del discurso de la innovación tecnológica. En ella se articulan un gran número de los factores explicativos del surgimiento de dichas innovaciones, al mismo tiempo que sería responsable de gran parte de las transformaciones experimentadas en el medio urbano durante este proceso. De todos modos, lo que es interesante destacar aquí es la importancia de la perspectiva histórica desarrollada por Hall y Preston en sus argumentaciones. Frente a las explicaciones disponibles a través de los modelos keynesianos y neoclásicos de equilibrio económico, nuestros autores eligieron un esquema evolutivo de larga duración para explicar el desarrollo de la innovación tecnológica (Hall, 1994). En este sentido, la teoría del desarrollo económico propuesta por Schumpeter, un economista cuya contribución había sido relegada a un segundo plano por la teoría económica a mediados del siglo XX, encajaba a la perfección para analizar el papel de la innovación tecnológica en las distintas fases del crecimiento económico (Rosenberg, 1994).
De hecho, la contribución de Schumpeter ofrecía un enfoque alternativo al esquema circular y estático de los economistas neoclásicos que encontraba numerosas dificultades para explicar el cambio económico, y en consecuencia la innovación tecnológica. Schumpeter identificó que el cambio económico era un aspecto producido desde el interior del mismo sistema a través de la aportación de nuevas combinaciones: un nuevo producto, un nuevo método de producción, mercado o modo de organización industrial producía nuevas combinaciones que permitían el inicio de un nuevo ciclo de crecimiento económico a partir de la imitación y expansión de las innovaciones (Hall and Preston, 1988, p. 14-16). Era precisamente este proceso que posteriormente, el mismo Schumpeter denominaría como de "destrucción creadora", lo que constituía la característica esencial del desarrollo capitalista. Es decir, el despliegue de estrategias de transformación radical que convierten en obsoletas las estructuras existentes, de modo que el sistema tiene que sostenerse en un número creciente de innovaciones que permitan el mantenimiento de sus aspiraciones y capacidades (Schumpeter, 1974, p. 83).
La recuperación de la tesis de los ciclos de desarrollo económico de Schumpeter se caracterizó por la introducción de determinantes exógenos en su configuración, como la influencia de aspectos político-institucionales en los procesos de transformación económica. Hall y Preston optaron decididamente por este tipo de enfoque para su análisis de las nuevas tecnologías de la información y la geografía de la innovación. Desde este punto de vista, los grandes ciclos de crecimiento representan modos de desarrollo económico que responden a un estilo tecnológico concreto, y que requieren una organización eficiente de la producción. Así, el sistema capitalista se caracterizaría por contener al menos dos subsistemas complementarios: uno tecno-económico y otro político-institucional. La complementariedad de ambos elementos constituiría, de acuerdo con nuestros autores, una especie de paradigma en que, por ejemplo, el surgimiento de un nuevo factor tecnológico de menor coste precipita la crisis del sistema e inicia una lenta transición hacia nuevas formas de organización institucional (Hall and Preston, 1988, p. 20).
Es precisamente esta constitución bajo la forma de paradigma, la integración de aspectos tecno-económicos y político-institucionales, donde descansa gran parte del éxito de la retórica de la innovación, y la que me interesa destacar aquí. En este sentido, el discurso de la innovación tecnológica no justifica, por sí solo, su aplicación a dominios de la vida social y política. Como hemos visto, dicho discurso se estructura a partir de un detallado análisis histórico del funcionamiento del sistema económico, y en una visión optimista acerca de las condiciones de posibilidad que el surgimiento de la innovación ofrece al desarrollo futuro del capitalismo. Sin embargo, el atractivo que dicho discurso ofrece para las esferas de la vida política y social ha producido que, como veremos, paralelamente se establezca la validez de dichos planteamientos optimistas en el desarrollo de la vida social y, en especial, en la transformación de las ciudades.
Ciudad e innovación en perspectiva histórica
La traducción de la dinámica de la innovación tecnológica a la esfera política y social de la ciudad, es decir, la extensión de los contenidos típicos de un sistema tecno-económico a uno político-institucional, se ha realizado en el contexto del nuevo orden urbano surgido a partir de los retos planteados por la globalización económica (Sassen, 1994). Dichos planteamientos, sin embargo, requieren una atención especial en el momento de situar sus contenidos en una perspectiva histórica. Como asumieron Hall y Preston en su investigación cada nueva ola de innovación tecnológica imprime un patron cambiante en el territorio que refleja los cambios instituidos en la esfera de la producción. Si bien este aspecto no era muy relevante durante la era mecánica y la era de la electricidad, es decir durante lo que se ha denominado como primera y segunda revolución industrial respectivamente, el advenimiento de la era informacional ha significado un cambio muy importante en la geografía de la innovación y el desarrollo económico.
De acuerdo con Peter Hall, las ciudades han sido históricamente el escenario de la innovación tecnológica, a la vez que han representado el papel de catalizador político y cultural requerido para la realización de dicho proceso. En este sentido la evolución histórica de las ciudades se caracterizaría a partir de breves, pero sucesivas, edades de oro donde el mundo urbano sintetiza históricamente los determinantes culturales de su época, a la vez que proyecta hacia el exterior los elementos más importantes de su hegemonía cultural. Las ciudades a lo largo y ancho de la historia se equiparan a un crisol cultural donde, a partir de la capacidad del medio urbano para atraer y desarrollar actividades creativas e innovadoras, se conjugan los elementos de la civilización. Valgan simplemente enumerar como ejemplo la Atenas de Pericles, la Florencia de los Médicis, el Londres de Shakespeare, la Viena de Freud, el París de Picasso, o el Berlín de la cultura de masas (Hall, 1998, p. 7).
Si bien la hegemonía cultural de las ciudades es una constante histórica, la capacidad específica de ciertas ciudades para liderar el desarrollo económico de su propio tiempo a escala mundial es una característica del desarrollo de la urbanización moderna a partir de la revolución industrial. Así, por ejemplo, el papel de Manchester, considerada como la primera ciudad industrial; Glasgow y, especialmente, su industria de construcción de buques para la navegación transoceánica; Berlín, como la primera tecnópolis moderna a inicios del siglo XX; o Detroit y su papel fundamental en el desarrollo de la automoción, han sido ampliamente utilizados en la retórica de la innovación urbana. En este sentido, es importante destacar que, si bien, estas ciudades desempeñaban una influencia destacada en la internacionalización de la economía su desarrollo industrial se asumió siempre dentro de un mercado nacional o imperial.
Sin embargo con el advenimiento de la era informacional y la globalización económica, el papel tradicional desempeñado por las nuevas tecnologías de la información ha transformado la naturaleza del medio urbano innovador de nuestra época. La globalización económica ha disminuido el papel de los estados en la organización del desarrollo económico nacional, permitiendo a las ciudades y regiones constituirse como los ejes más dinámicos de la innovación. La creación de polos tecnológicos vinculados a redes internacionales de industrias dedicadas a la producción y procesamiento de información han florecido en las últimas décadas en paisajes donde la tradición industrial no apuntaba que se convertirían en centros líderes en la innovación tecnológica como Silicon Valley en los Estados Unidos, Bavaria en Alemania, Montpellier y Toulouse en el sur de Francia, Irlanda y otras ciudades y regiones del sur de Europa como Bari y Málaga (Castells and Hall, 1994).
Sin embargo, aún aquí, se hace difícil hablar de un modelo unívoco de innovación tecnológica a partir de la disminución del control estatal en la dirección de la economía. El análisis del eje San Francisco-Palo Alto-Berkeley en la creación de los complejos industriales de la información al aunar en una misma área investigación y desarrollo; o el eje constituido por Tokio y Kanagawa, para analizar el papel del Estado como innovador permanente en el Japón contemporáneo, sugiere la constitución de dos modelos distintos de innovación tecnológica. Por un lado la éxitosa estrategia horizontal y descentralizadora de las empresas situadas en el área de Silicon Valley en California, y por el otro, el control estatal ejercido en los patrones innovadores de la industria japonesa (Hall, 1998, p. 497).
De este modo se interpretaría el establecimiento de la geografía cambiante que la innovación tecnológica imprime en el territorio a partir de un contraste en la implantación territorial inversamente proporcional al experimentado por la revolución industrial. Frente a criterios caracterizados por la jerarquía y centralización de la producción de los centros de producción durante la primera y la segunda revolución industrial, el paradigma de la innovación tecnológica propone la dispersión y la sinergia como catalizadores de la producción y el crecimiento económico en la era de la información. Sin embargo, aunque innegablemente nos encontramos ante prácticas de implantación urbana y territorial diversas, no debemos olvidar que ambos procesos responden a planteamientos productivos muy parecidos. Es útil recordar en este sentido, la distinción establecida por Manuel Castells entre modos de producción y modos de desarrollo. Mientras los modos de producción implican una estrategia tecno-económica y político-institucional específica representada por los modelos capitalistas y estatalistas; los modos de desarrollo (industrialismo, informacionalismo) se producen siempre en un marco más ámplio que determina la organización política de la producción (Castells, 1996, p. 14).
De este modo se puede estudiar las estrategias organizativas de las ciudades occidentales en los dos últimos siglos, para ilustrar las respuestas cambiantes del gobierno urbano frente a la innovación tecnológica y la evolución del desarrollo económico. Como por ejemplo el papel desempeñado por el pensamiento utilitarista en la organización de las etapas de mayor crecimiento de la metrópolis londinense a pincipios del siglo XIX; el despliegue masivo de obras públicas de iniciativa estatal para la creación del orden urbano moderno de París durante la prefectura de Haussmann; la gestión de contrastes culturales, económicos y demográficos en Nueva York a principios del siglo XX; la estructuración urbana de Los Angeles a partir de la construcción de autopistas y el desarrollo del automovilismo; la doctrina social-demócrata característica de Estocolmo desde finales de la segunda guerra mundial; o el modelo neo-liberal ejemplificado por la política urbana londinense bajo el tatcherismo. Todas estas ciudades han desarrollado históricamente, y dentro de sus respectivos países, modelos innovadores de gestión urbana que les ha permitido adaptar, transformar y producir en sí mismas los planteamientos tecno-económicos y político-institucionales de un modo de desarrollo específico (Hall, 1998).
En este sentido, a cada periodo histórico las ciudades han respondido a los retos que se les han planteado desde las esferas tecno-económicas y político-institucionales transformando estos determinantes exteriores en la creación de un nuevo orden urbano. Sin embargo, la característica del discurso de la innovación urbana es la de perfilar los retos que se plantean al mundo urbano contemporáneo en un futuro próximo.
El pasado como futuro en los procesos de innovación urbana
Como hemos visto, la creatividad cultural, el progreso económico y el establecimiento de un orden urbano, conjuntamente, han garantizado a través de la historia el surgimiento de las grandes ciudades y constituido, durante breves periodos de tiempo, edades de oro donde la vida urbana ha establecido su hegemonía económica, cultural y política. Dichos planteamientos se sitúan en un plano diametralmente opuesto a los tópicos que han construido gran parte del discurso de la teoría urbana en la segunda mitad del siglo XX. El discurso de la innovación urbana se dirige a rebatir los argumentos comúnmente asumidos, y magistralmente ejemplificados por los planteamientos clásicos de Lewis Mumford en La ciudad en la historia, donde se equiparaba el futuro de la ciudad contemporánea al de una necrópolis que extinguiría el proceso de urbanización del mismo modo que se había iniciado: en los cementerios (Mumford, 1961).
Frente al pesimismo reinante en la obra tardía de Mumford respecto al futuro de la urbanización, Peter Hall responde en su último libro, Las ciudades en la civilización, que estamos más lejos que nunca de ver la destrucción de las grandes ciudades. Al contrario, para Hall, mientras las ciudades sigan atrayendo a las organizaciones que lideran la globalización de la economía y los servicios que éstas requieren, el orden urbano se mantendrá fuertemente arraigado a la actividad de la creatividad e inteligencia humanas (Hall, 1998, p. 7). En efecto, el recurso a los ciclos de desarrollo económico, el tema elegido por Hall para rebatir los argumentos de Mumford, ofrece en este sentido un modelo teórico eficaz para sostener las aspiraciones epistemológicas presentes en el debate científico-social de la innovación urbana.
Es precisamente aquí donde descansan también gran parte de los argumentos que sostengo en esta comunicación. El análisis de los ciclos de crecimiento económico y de la innovación tecnológica se conforman a modelos evolutivos de naturaleza histórica y que requieren por tanto de un soporte historiográfico para su formulación. Además, la evolución cíclica del subsistema tecno-económico presupone que a cada fase de retroceso le corresponderá otra de recuperación económica con su período de transición pertinente. Este argumento que caracteriza, como hemos visto, la teoría de la innovación tecnológica funciona además como un factor activo de transformación espacial. En este sentido, el discurso de la innovación tecnológica descansa sobre la base de la experiencia histórica que determina el funcionamiento regular de las distintas olas de crecimiento económico que permiten el establecimiento de un nuevo orden urbano, político-institucional, adecuado a la transformación de la economía.
La organización de dicha estrategia discursiva requiere una argumentación retórica ambivalente que es, como veremos, la que caracteriza el discurso de la innovación urbana. Por un lado la retórica de la innovación tecnológica sitúa su horizonte de expectativa en un futuro próximo, es decir que fija sus condiciones de posibilidad en función de condicionantes del presente que se realizan en el futuro. Mientras que por el otro lado establece su legitimidad a partir del espacio de experiencia característico del pasado histórico, es decir que se remite a experiencias históricas análogas para argumentar y legitimar el advenimiento de un desarrollo que de otro modo sería difícilmente imaginable (Koselleck, 1985, p. 272). Es en este sentido que el discurso sobre la innovación urbana en la era de la información, se construye indefectiblemente a partir del conocimiento histórico disponible y en especial en comparación directa, y como continuo contraste con la revolución industrial.
Así encontramos que gran parte de la retórica de la innovación tecnológica y la creatividad urbana concomitante, se establece a partir de paralelismos con una experiencia histórica que se considera superada, aquélla de la revolución industrial. Así lo indica por ejemplo Manuel Castells, en su celebrado análisis de la era de la información, cuando reconoce que no debemos confundirnos por la artificialidad profética y la manipulación ideológica de la mayoría de discursos sobre la revolución de la tecnología de la información. Para él la verdadera significación de dicho proceso sería un acontecimiento histórico, al menos tan importante como fue la revolución industrial en el siglo XVIII (Castells, 1996).
De hecho, como ilustra una simple lectura de los principales textos característicos de la innovación urbana, el recurso a ejemplos históricos procedentes de la revolución industrial es una constante de este discurso. De acuerdo con el mismo Manuel Castells la era informacional requeriría una nueva forma urbana, la ciudad informacional, pero que ésta, del mismo modo que la ciudad industrial no fue una réplica mundializada de Manchester, la ciudad informacional emergente no copiará Silicon Valley ni Los Angeles (Castells, 1996, p. 398, Castells, 1989). Peter Hall y el mismo Castells, en su análisis de los polos tecnológicos de la nueva economía de la información, compararon igualmente los patrones espaciales de dichos centros de producción con el papel desempeñado por las minas y las fundiciones durante la primera revolución industrial (Hall and Castells, 1994).
Del mismo modo, William Mitchell en su imaginación del universo urbano desarrollado por una ciudad organizada a partir de las autopistas de la información, asume los componentes históricos como parte integrante de su discurso. Para él, del mismo modo que el Baron Haussmann impuso una marcada tela de araña de grandes avenidas sobre la antigua trama viaria parisiense, o la red de ferrocarriles acortó las distancias en los Estados Unidos de América, el cableado de fibra óptica y las autopistas de la información cambiarán nuestras vidas para siempre. Mitchell utiliza igualmente un refinado análisis arquitectónico de las formas espaciales de la industrialización y sus principales instituciones (hospitales, teatros, prisiones, bibliotecas, etc.) para proponer sus visiones futuras alternativas (Mitchell, 1995, p. 3).
Sin embargo esta tendencia queda mucho mejor ilustrada por Peter Hall, al ilustrar la sucesión de las principales ciudades a través de los ciclos de desarrollo económico y la geografía cambiante de la innovación tecnológica por el descrita: "Del mismo modo que Manchester lideró el camino a finales del siglo XVIII, Detroit a finales del XIX, Los Angeles y el área de la bahía de San Francisco a mediados del siglo XX, seguramente nuevas ciudades mostrarán el camino en el próximo siglo" (Hall, 1998, p. 943).
No es mi intención aquí la de mostrar los innumerables ejemplos retóricos que se encuentran en dichos textos que, seguramente, permitirían desarrollar una investigación muy interesante. Sin embargo me gustaría concluir mi exposición con la observación de que quizás los paralelos entre el estilo histórico de la era de la información, y aquéllos de la industrialización que legitiman su discurso no sean, en definitiva, tan antagónicos. Susan Buck-Morss, en su análisis de la obra de Walter Benjamin París, capital del siglo XIX, propone un interesante juego de imágenes en el que sustenta su argumento. De acuerdo con Benjamin, Buck-Morss indica que: "el modernismo y el postmodernismo (léase era industrial y era informacional) no son eras cronológicas, sino posiciones políticas en la lucha secular entre el arte y la tecnología" (Buck-Morss, 1989, p. 359). En este sentido, la analogía en que se apoya el discurso de la innovación urbana no constituiría tal referente histórico, sino que simplemente constituiría una mera analogía en sus formas.
Quizás el ejemplo de Barcelona ilustre mejor que ninguna otra
ciudad en el ámbito europeo el efecto de esta transformación
y repetición que el papel que la articulación entre pasado
y futuro tiene en la imaginación histórica de todo este proceso.
El desarrollo de la ciudad en la modernidad se perfila a partir de unas
simetrías evidentes en las que quizás el paso de la historia
no se revele más que por yuxtaposición. Así el proceso
de substitución industrial completado por la Barcelona post-olímpica,
se equipararía con el período de su plenitud industrial de
finales del siglo XIX (comparar figura 1 y figura 2). En este sentido,
desde el punto de vista de la innovación urbana, bien podría
considerarse como una ironía de la historia el hecho de que a mediados
del siglo XIX Barcelona deseara convertirse en el Manchester español
(Sánchez, 1994, p.15), y que a inicios del siglo XXI sea Manchester
quien desee convertirse en la Barcelona inglesa (The Economist,
1999).
-Figura 1 -
- figura 2 -
Notas
1. Utilizo aquí el término "nueva
gobernanza urbana", en relación a su homónimo inglés
new
urban governance para indicar las transformaciones experimentadas en
las formas de gobierno urbano contemporáneo. La edición española
del número 155 de la Revista Internacional de las Ciencias Sociales
dedicado monográficamente a estos aspectos utilizó, a falta
de un acuerdo mejor, indistintamente "gobernalidad" y "buen gobierno" para
referirse al inglés governance. El término "gobernanza",
tal y como aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española,
expresa a mi entender mejor que ningún otro concepto, incluido el
de "gobernancia" ámpliamente utilizado, los contenidos de dicha
transformación en las formas del gobierno urbano contemporáneo.
Bibliografía
BUCK-MORSS, S. The Dialectics of Seeing: Walter Benjamin and the Arcades project. Cambridge, MA: The M.I.T. Press, 1989.
CASTELLS, M. The Informational City: Information technology, economic restructuring and the urban-regional process. Oxford: Blackwell, 1989.
CASTELLS, M. The Rise of Network Society (The Information Age: Society, economy and culture, vol.1). Oxford: Blacwell, 1996.
CASTELLS, M. and HALL, P. Technopoles of the World: The making of 21st. century industrial complexes. London: Routledge, 1994.
HALL, P. Innovation, Economics and Evolution: Theoretical perspectives on changing technology in economic systems. London: Harverster Wheatsheaf, 1994.
HALL, P. Cities in Civilization. New York: Pantheon Books, 1998.
HALL, P. and PRESTON, P. The Carrier Wave: New information technology and the geography of innovation, 1846-2003. London: Unwin Hyman, 1988.
KOSELLECK, R. Futures Past: On the semantics of historical time. Cambridge, MA: The M.I.T. Press, 1985.
MITCHELL, W. City of Bits: Space, place, and the infobahn. Cambridge, MA: The M.I.T. Press, 1995.
MUMFORD, L. The City in History: Its origins, its transformations, and its prospects. New York: Harcourt Brace, 1961.
ROSENBERG, N. Exploring the Black Box: Technology, economics and history. Cambridge: Cambridge University Press, 1994.
SÁNCHEZ, A. "Manchester español, Rosa de fuego, París del sur...". In SÁNCHEZ, A., Dir. Barcelona, 1888-1929: Modernidad, ambición y conflictos de una ciudad soñada. Madrid: Alianza Editorial, 1994.
SASSEN, S. Cities in a World Economy. London: Pine Forge Press, 1994.
SCHUMPETER, J. Capitalism, Socialism and Democracy. London: Allen & Unwin, 1974.
The Economist, "Homage to Catalonia", 19 de Junio de 1999,
p.46.
© Copyright Joan Anton Sànchez de Juan, 2000.
© Copyright Scripta Nova, 2000.