Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] Nº 45 (40), 1 de agosto de 1999 |
IBEROAMÉRICA ANTE LOS RETOS DEL SIGLO XXI.
Número extraordinario dedicado al I Coloquio Internacional de
Geocrítica (Actas del Coloquio)
LA DINAMICA ACTUAL DE LOS TERRITORIOS RURALES EN AMERICA LATINA.
Héctor Avila Sánchez.
Universidad Autónoma Chapingo (México) – Universidad
de Toulouse Le Mirail (Francia).
E-mail: avila@univ-tlse2.fr
Hoy en día, los efectos de la economía global se hacen patentes en todo el planeta. Una de sus manifestaciones principales está en la readecuación de los procesos productivos y sus expresiones territoriales. Este hecho adquiere matices drásticos en los países pobres y en aquellos llamados "en desarrollo", donde la transformación económica afecta notablemente una serie de patrones culturales y sociales, bajo los cuales los actores sociales viven y construyen sus territorios. En América Latina, la aplicación de las políticas neoliberales ha derivado en una modificación profunda de las estructuras territoriales, sobre todo en el sector rural. En la mayoría de los países se han se han puesto en marcha ajustes estructurales en la economía, donde las libres fuerzas del mercado tienen un papel más activo, en detrimento de la participación del Estado; al tiempo, se ha desarrollado una paulatina apertura a la inversión extranjera, que en el caso de la agricultura ha sido principalmente a través de la importación de alimentos. También se han implementado políticas trascendentales que afectan notablemente la estructura de los territorios rurales, como ha sido el caso de las transformaciones en las formas de tenencia de la tierra. Las manifestación principal de éste fenómeno, ha sido el establecimiento de una diferenciación en los roles que desempeñan los actores sociales en el desarrollo rural; por un lado, ocurre un proceso de eliminación de grupos de campesinos empobrecidos, que no se insertan en la economía mercantil; por otro, está el desarrollo de mecanismos de sobrevivencia y estrategias de adaptación, que llevan a cabo otros grupos de actores locales y a través de los cuáles pueden integrarse en los distintos mecanismos de la economía global, aún a costa de una profunda transformación de sus patrones culturales.
En esta comunicación, se reflexiona en torno a la forma en que se están llevando a cabo esas transformaciones de los territorios rurales en América Latina y, las formas o estrategias que adoptan los actores sociales ante el nuevo contexto, en la organización y ocupación de su entorno. Se lleva a cabo una reflexión en torno a la idea de la nueva ruralidad latinoamericana, sus alcances y necesidades, así como del estado que ahí guardan los territorios rurales. Se enfatiza también en la necesidad de ahondar en el estudio de los roles específicos de los actores sociales y sobre todo, en las variaciones de la identidad y la pertenencia territorial en el nuevo contexto socioespacial.
En las distintas formaciones socio-espaciales ha estado históricamente definido el papel que tienen los actores sociales en la construcción o apropiación de su territorio. En toda formación social, los categorías genéricas de actores (locales y externos) se apropian del espacio según sus modalidades y en función de sus posturas, que reflejan conjuntamente su personalidad propia y su posición en las relaciones de clase o de grupos.
En las sociedades modernas, los actores sociales han vivido el territorio como un producto, un campo de acción y se han situado en él, sobre todo a partir de su utilización económica; de la misma manera, los actores sociales han identificado al territorio como substrato y regenerador de su cultura, sobre el que se insertan las dimensiones económicas y políticas de su existencia o de sus estrategias. Ahí, los actores, sobre todo los locales, no se separan jamás del espacio que les originó o al cual se encuentran arraigados; esos fuertes vínculos provienen de un proceso profundamente enlazado a través de flujos de información, que se establecen a partir del espacio social de referencia: pueblo, comunidad, barrio, ciudad, etc.(1), además de las redes impersonales y los lazos familiares.
De esta manera, la construcción de los territorios ha operado
gracias a las interacciones entre actores y actividades, pero sobre todo,
por la puesta en práctica de estrategias operacionales que se apoyan
sobre la cultura, la historia. la movilización del "saber-hacer",
los fenómenos de aprendizaje colectivo, los modos o formas de cooperación
y de asociación entre los actores y las prácticas de adaptación
que se desarrollan en escala local (2).
Globalización y territorio.
Durante el último tercio del presente siglo, las tendencias del desarrollo económico internacional han inducido pautas de modificación en la organización y estructuración de los territorios, así como en las normas o conductas de los agentes sociales que ahí desarrollan su cotideanidad. Las formas bajo las que se han implantado las políticas neoliberales, han socavado o bien transformado las pautas de comportamiento de actuación de los actores sociales, con respecto a la utilización de sus territorios.
La globalización genera una serie de condiciones y reacciones sociopolíticas en los ámbitos locales, nacionales y regionales. Las condiciones cambiantes, sean económicas, políticas, culturales o ecológicas, se relocalizan en marcos de conocimiento y organización locales, nacionales o regionales; estos procesos implican el surgimiento de nuevas identidades, así como el surgimiento de alianzas y luchas por el espacio y el poder (3).
Una manifestación común de la globalización en los países de América Latina, tiene que ver con las políticas de ajuste estructural en la economía. Las sociedades enteras han resentido los efectos, especialmente las capas de menores ingresos, tanto en los ámbitos urbanos como en el rural. Bajo este discurso, en América Latina se ha señalado que, para incorporarse al contexto de la economía global, es necesario enfrentar el atraso en que se encuentra el campo, redefinir y reorientar el rol que tiene la producción agropecuaria en el desarrollo económico. Así, en la mayoría de los países del subcontinente se realizan reformas de tipo estructural, que tienen que ver sobre todo con los cambios en la propiedad de la tierra y con las diferentes formas de la participación de los actores sociales en el proceso productivo. De esta manera, en la reestructuración económica de fin de siglo y del milenio, se transforman los paradigmas acerca de la organización social y territorial en el sector rural. Surgen nuevos actores, conflictos, demandas, organizaciones y formas de representación social. Se conforman nuevos intereses, nuevas posturas(4).
En la mayoría de los espacios rurales de América Latina, el enfoque económico neoliberal visualiza dos modelos de uso o aprovechamiento: el de corte empresarial, moderno y cuya producción está destinada a la exportación; por otro lado en el mismo espacio, está la explotación campesina, atrasada, con estrategias productivas poco competitivas y que más bien, debe ser rescatada a través de programas sociales y gubernamentales de apoyo a la pobreza. Toda vez que lo "moderno" ha ido permeando los espacios de la producción agrícola y forestal, se han trastocado una serie de valores sociales propios de la dinámica de funcionamiento de los espacios rurales, principalmente de las comunidades campesinas autóctonas; lo moderno resalta la valorización de lo individual (lazos sociales desarrollados alrededor del proceso productivo), por encima de las solidaridades tradicionales y las relaciones de vecindad bajo las que históricamente se han estructurado las comunidades rurales latinoamericanas.
Así, la liberalización de las economías latinoamericanas,
además de agudizar el empobrecimiento extremo y la proletarización
en el ámbito rural, pone en evidencia los límites de la legendaria
solidaridad campesina, doblegada por su falta de inserción en los
mecanismos de la economía mercantil (5).
Nuevas formas y estrategias.
Derivada de la crisis de la agricultura y la reestructuración productiva, se ha transformado el papel que desempeñan los actores sociales en los territorios rurales; cada vez es más difícil encontrar al productor "independiente" como base de la organización campesina. Ante la progresiva prevalencia de las relaciones mercantiles, el campesino debe integrarse en estructuras productivas asociativas más amplias (agroindustriales o comerciales, redes regionales de productores, etc.)
La propiedad colectiva o comunal de la tierra ya no es el principal
núcleo territorial, social y político de la organización
campesina. Cada vez se fortalece más la noción de la empresa
individual o colectiva, incorporando tanto a productores privados pequeños
como a campesinos. El productor independiente se aisla, pues le resulta
cada vez más difícil vincularse a una cadena productiva amplia.
La unidad de producción campesina deja de ser esencialmente agropecuaria
y se diversifica, incursionando en el trabajo artesanal o de pequeña
industria domiciliaria (maquila); ésto deriva en nuevas formas de
convivencia y de conducta en las comunidades donde ocurren éstos
cambios (6).
Ideas, tendencias, posturas.
Para algunos estudiosos de las cuestiones rurales y campesinas, en el nuevo contexto económico, la autonomía y el funcionamiento de la economía campesina es socavada por el desarrollo y prevalencia de las relaciones mercantiles; el desarrollo y la puesta en práctica de la apertura comercial enfrenta en una competencia desventajosa a los agricultores comerciales, con los agricultores tradicionales (6). Hay un proceso selectivo, de eliminación, es decir, se desarrollan situaciones mediante las cuáles unos actores salen y otros permanecen en el espacio rural. Se señala a este respecto que, el único camino que queda a las comunidades campesinas, es el éxodo hacia el medio urbano o bien hacia el extranjero(7).
Por otro lado, algunos estudios hacen énfasis en que, si bien hay una profunda modificación de la economía campesina, ésta no se dirige del todo hacia la desaparición. Nuevas formas, nuevas estrategias son puestas en práctica, a manera de sobrevivencia. Los actores locales, en éste caso las comunidades campesinas que cuentan con un determinado potencial económico y tecnológico, desarrollan mecanismos de adaptación a las nuevas condiciones.
Sin embargo, el proceso de incorporación trae consigo un trastocamiento de la vida y la cultura en las comunidades rurales; la mercantilización y el mayor peso relativo que adquieren los agentes sociales externos en el desarrollo de la producción, tiene consecuencias reales cuando son introducidas y traducidas por los actores específicos. Son procesos muy recientes que no se han analizado de manera amplia; en ese sentido, una caracterización de la realidad de los espacios rurales latinoamericanos, requiere ahondar en el estudio de cómo los agricultores y los jefes de familia manejan estas situaciones y desarrollan sus proyectos de sobrevivencia; de cómo se desarollan estrategias (generalmente por el jefe de familia), movilizando y reconstruyendo recursos sociales e identidades(8).
Este tipo de cuestionamientos han sido abordados a través del concepto de la "nueva ruralidad". Por principio, se ha identificado a dicho proceso como el conjunto de políticas económicas y sociales, mediante las cuáles tienen lugar una serie de transformaciones en la existencia y dinámica de los territorios rurales. Para los impulsores del modelo neoliberal, la nueva ruralidad implica que el habitante del medio rural se inscriba o desarrolle dentro de una lógica de operación empresarial, adecuando las formas en que participará en el proceso productivo; por un lado, a través de cambios profundas al régimen de tenencia de la tierra (antes propiedades colectivas, ahora privada); también debe participar activamente en asociaciones productivas (de productores colectivos con propietarios privados), a fin de ampliar el espectro de la circulación mercantil y la forma de acceso a los créditos para la producción. En fin, hay un surgimiento de nuevas relaciones rurales, donde tienen un nuevo rol y peso las fuerzas tanto locales como las nacionales y las supranacionales (9).
En efecto, no solo en América Latina, sino en el mundo entero se ha desarrollado una "nueva ruralidad"; sin embargo, debe visualizarse en los términos exactos del contexto económico-social en el que se desarrollan los cambios en el territorio rural. Hay que analizar cuidadosamente las distintas formas, estructuras y roles que asumen los agentes sociales. Debe observarse la capacidad que tienen de incidir tanto en el ámbito local como más allá del mismo. Así, la organización de los territorios rurales puede comprenderse analizando el papel y las interacciones que desarrollan el conjunto de los actores sociales, sean campesinos, agricultores privados, politicos, agentes gubernamentales, etcétera. Ello requiere estudiar detalladamente las practicas de vida social cotidiana, estrategias, discursos, etc.(10).
Los actores sociales siguen siendo la parte central en la construcción de los territorios; en este sentido adquiere una gran importancia el conocimiento detallado de determinados aspectos que concierne sobre todo, a los actores locales; en el caso de éstos, debe estudiarse cómo se modifican una serie de normas y comportamientos culturales bajo los que se ha sustentado tradicionalmente, la vida cotidiana en los territorios rurales (los lazos de parentesco, comunales, etc.); igualmente se deben analizar las formas en que se dan las nuevas formas de participación local, como por ejemplo la formación de microempresas o bien, los nuevos tipos de estrategias que se desarrollan al establecer nexos con las asociaciones profesionales, los organismos gubernamentales, las cámaras comerciales, etc. Muy importante es también, conocer como se piensan éstos nuevos mecanismos de actuación y cómo los imaginan con respecto a su entorno espacial.
El enfoque debe darse en un justo medio. No magnificar o sobrevalorar el papel de las fuerzas y los agentes globales, minimizando la capacidad de iniciativa de los agentes locales. Sin embargo, tampoco a éstos hay que otorgar un peso exagerado como elementos claves en el proceso, pues siguen teniendo márgenes muy reducidos de operación(11).
Asimismo, hay que evitar el traslado exacto de patrones preestablecidos; la nueva ruralidad latinoamericana, concebida por el neoliberalismo, es muy distinta a la que se está generando en los países desarrollados, más concretamente en Europa, donde más bien tiene lugar una readecución de los espacios rurales, pero que siguen estando vinculados a los grandes espacios agroindustriales; ahí el problema es de la inserción laboral de jóvenes agricultores o bien, al surgimiento de nuevas actividades terciarias (segunda residencia, turismo, etcétera), ligadas al proceso de la contraurbanización; son situaciones poca relacionadas al contexto latinoamericano.
En resumen, los territorios rurales tienen una historia económica y una estructura que resultan del uso de la tierra por la agricultura, las actividades forestales y las actividades industriales, utilizando la fuerza de trabajo rural y los recursos naturales. Como noción y unidad económica y cultural, dichos espacios se construyen y se viven a través de las estrategias, los saberes, tradiciones y cultura de los actores sociales(12). Sin embargo en la actualidad, la materialización de una economía global en los espacios rurales, ha derivado en el establecimiento de diferenciaciones sociales y económicas, al tiempo que ha trastocado la forma de vida de quienes ahí habitan.
Así pues, una tarea importante que debe ser abordada por los estudiosos de la cuestión rural en América Latina, consiste en analizar detalladamente la dinámica de los procesos emergentes, en la perspectiva de que dichos fenómenos ya son manifiestos y que tendrán una larga permanencia en el espacio rural. Si bien una agenda para el análisis de la temática puede abordarse a partir de aspectos muy específicos, algunos puntos o temas centrales en la investigación podrían ser los siguientes:
a) El territorio como noción y unidad económica (nuevas formas y procesos productivos, nuevas relaciones sociales). los roles de los agentes externos y las instituciones, las estrategias productivas, los procesos organizativos, redes globales de interacción territorial (intercambios interregionales); apropiación de las nuevas tecnologías y adaptación al dominio social y cultural de los habitantes rurales; los mecanismos de integración a los mercados internacionales y su impacto en el ámbito territorial.
b) La cuestión de la identidad y el sentido de la pertenencia al territorio. La manifestación de nuevas actitudes y posiciones que desarrollan los actores sociales en la construcción del espacio rural, toda vez que surgen nuevas funciones, usos, necesidades, u otras manifestaciones diversas. El rol que tienen las organizaciones sociales en el campo, como los sindicatos agrícolas, las organizaciones de productores y de comerciantes, etcétera. Las formas en que se reconstruyen las identidades, la imaginación y el sentido de pertenencia al territorio en el contexto actual del campo latinoamericano. Posiciones y actitudes de las comunidades campesinas autóctonas.
c) Las nuevas formas en el uso y apropiación de los espacios.
Las formas bajo las que se desenvuelve la dinámica de la reterritorialización,
es decir, hasta que punto el cambio y la innovación reposan sobre
el antiguo territorio, o bien cuando los cambios crean los territorios(13).
Procesos de diferenciación intrarregional (regiones "ganadoras"
y regiones "perdedoras").
Notas
5. Bey, 1996: 69; De Grammont, 1996: 192
6. Por ejemplo, la apertura a la importación de maíz, frijol, arroz y otros granos de consumo básico, ha derivado en la pérdida creciente de productores, sobre todo en la economía campesina. En el caso de la agricultura mexicana, el maíz importado desde Estados Unidos o Canadá puede comprarse más barato en esos países, en la medida que su producción está fuertemente subsidiada.
7. Movimientos poblacionales de gran magnitud se efectúan desde México, Centro y Sudamérica, hacia los Estados Unidos; también de Guatemala hacia el sur de México; asimismo, desde Colombia a Venezuela, o bien desde Bolivia y Paraguay hacia Argentina; igualmente ocurren desde los países que tienen territorio sobre la Amazonia, hacia ciudades al interior de Brasil. Se trasladan desde las zonas rurales, hacia otros países, sea para trabajar en labores agrícolas o bien en actividades tercarias o de la construcción.
11. Llambí, 1996; Allaire, 1996
12. Pecquer, 1995; Cavalhes, 1994
Bibliográfía.
Allaire, Giles Projets et territoires. In Cautres, Brune (et al). Le developpement rural aujourd’hui. Acteurs et liens sociaux. 1996.
Bey, Margueritte.Las políticas agrarias y alimentarias y la situación del campesinado en países del Tercer Mundo. In Torres, Felipe et al (coords.). El reordenamiento agrícola en los países pobres. México: UNAM-Instituto de Investigaciones Económicas-Programa Universitario de Alimentos, 1996.
Cavalhes, Jean et al. Analyses des évolutions récents de l’espace rural. In Economie rurale, 1994, No. 223, septembre-octobre 1994. pp. 13-19.
Courtet, Catherine, Martine Berlan-Darqué et Yves Demarne (coords.). Territoires ruraux et développment. Quel role pour la recherche. 1995
De Grammont, Hubert C. Reestructuración productiva y reorganización social en el campo mexicano. In Torres, Felipe et al (coords.). El reordenamiento agrícola en los países pobres. México: UNAM-Instituto de Investigaciones Económicas-Programa Universitario de Alimentos, 1996.
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Llambí, Luis (1996) "Globalización y nueva ruralidad en América Latina: una agenda teórica y de investigación. La inserción de la agricultura mexicana en la economía mundial. México: INAH-UAM-UNAM, Plaza y Valdés editores, 1996, pp. 75-98.
Pecqueur, Bernard. La construction du territoire par les acteurs. In
Cautrés, Brune (et al). Le developpement rural aujourd’hui.
Acteurs et liens sociaux. 1996, pp. 69-81.
© Copyright: Héctor Avila Sánchez, 1999
© Copyright: I Coloquio Internacional de Geocrítica, 1999