REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES (Serie documental de Geo Crítica) Universidad de Barcelona ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 Vol. XIII, nº 796, 15 de septiembre de 2008 |
ALTERNATIVA METODOLÓGICA A LA GEOPOLÍTICA DE LAS REPRESENTACIONES DEL MAPA MUNDIAL
Alfonso Luis Feijóo González
Geógrafo experto en Relaciones Internacionales
feixoo@yahoo.es
Alternativa metodológica a la Geopolítica de las representaciones del mapa mundial (Resumen)
Las representaciones geopolíticas han sido, con frecuencia, objeto de manipulación al servicio del imaginario nacional de un Estado para justificar políticas exteriores, a menudo, agresivas. Este artículo propone un método de análisis geopolítico alternativo a la Geopolítica al servicio del poder establecido para, a continuación, aplicarlo a la estrategia de seguridad del 2002 de Estados Unidos. Aunque, no se quiere limitar al análisis discursivo ya que reclama una representación geopolítica que sea más fiel a la realidad.
Palabras clave: Geopolítica, Geopolítica Crítica, imagen geopolítica, imaginaciones geopolíticas, realidad construida, The National Security Strategy of the United States September 2002.
Methodological alternative to the Geopolitics of the representations of the world map (Abstract)
Geopolitical representations have been frequently target of manipulation serving the state's national imaginary in order to justify, quite often, aggressive foreign policies. This article proposes a geopolitical method of analysis alternative to the Geopolitics serving the established power, and, afterwards, applies it to the United States national security strategy of 2002. However, there is no intention to limit it to a discursive analysis as it demands and briefly proposes a more based on reality geopolitical representation.
Key words: Geopolitics, Critical Geopolitics, geopolitical image, geopolitical imaginations, built reality, The National Security Strategy of the United States September 2002.
“El mundo ya no funciona en realidad de esa manera. Ahora somos un imperio, prosiguió, y cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad. Y mientras ustedes estudian esa realidad juiciosamente, como desean hacerlo, nosotros volvemos a actuar y creamos otras realidades nuevas, que ustedes también pueden estudiar; y así es como pasan las cosas. Nosotros somos los actores de la historia. (...) Y a ustedes, a todos ustedes, no les queda otra cosa que estudiar lo que nosotros hacemos” Karl Rove a Ron Suskind (2004 citado en Salmon 2007).
Las representaciones del mapa geopolítico mundial son una herramienta que con frecuencia ha sido utilizada para reflejar espacialmente la articulación del sistema internacional desde la perspectiva de una o varias potencias. Éste ha sido uno de los usos que se le ha asignado a la Geografía Política y, más concretamente, a la Geopolítica. Función, que hizo de ésta un instrumento o un medio para justificar fines y políticas, aunque se disfrazara de cientificismos. Es decir, una disciplina al servicio del poder. Pues, estas representaciones no iban más allá de una recreación del mundo puesta al servicio del imaginario nacional de un Estado para justificar de cara al público, políticas exteriores, a menudo, agresivas. Esta perversión de la Geopolítica impidió durante mucho tiempo que esta sub-disciplina y la Geografía Política en su conjunto madurasen. Así, fue más un instrumento manipulado que una herramienta útil para entender las interrelaciones espaciales políticas. Manipulación de la que no está exenta en la actualidad, como pone en evidencia el mapa de la reconfiguración del orden mundial del choque de civilizaciones de Samuel P. Huntington (1997)[1].
Las representaciones geopolíticas se pueden clasificar en tres tipos en función de la relación entre la realidad y la abstracción:
- Imagen Geopolítica: Abstracción geopolítica objetiva de la realidad;
- Imaginaciones Geopolíticas: Abstracción geopolítica subjetiva de la realidad; y
- Realidad Construida: Abstracción geopolítica aparentemente tomada de la realidad pero que, por el contrario, pretende que la realidad se parezca a la abstracción y no a la inversa.
Este artículo propone un método de análisis geopolítico alternativo a la manipulación de la Geopolítica como herramienta de representación al servicio del poder establecido para, a continuación, aplicarlo a la estrategia de seguridad de Estados Unidos del 2002[2].
A tal fin, se introducen, en primer lugar, la Geopolítica Crítica como respuesta a las corrientes que buscan dominar el espacio. A continuación, la consiguiente propuesta metodológica de análisis de las representaciones geopolíticas del mapa mundial. Finalmente, se aplica esta metodología a la estrategia de seguridad de Estados Unidos del 2002 para comprobar si este documento es una fiel representación del sistema internacional o, por el contrario, una representación imaginaria de la realidad espacial.
La Geopolítica Crítica como repuesta a las corrientes de pensamiento en Geografía Política que buscan dominar el espacio
A grandes rasgos, existen dos grandes corrientes en Geografía Política[3]. Una primera corriente, que busca dominar el espacio, agruparía a la Geografía Política Clásica[4] y Neoclásica[5], responde, bien a un carácter pretendidamente determinista, aunque muchas veces esté muy ideologizado, que considera que la Geografía es un factor inmutable y del que no se puede escapar, bien a un carácter pretendidamente positivista, o ambos a la vez. En el contexto de la post-Guerra Fría se le ha unido planteamientos conservadores que recurren también a la Geopolítica, consciente o inconscientemente, para elaborar un discurso totalmente ideologizado con el propósito de justificar enfoques de la política exterior o visiones de la realidad internacional en función de los intereses de los EE.UU. Destacando los planteamientos Neoconservadores (PNAC 2008)[6] y el modelo del choque de civilizaciones de Huntington (1997)[7]. La segunda gran corriente, busca denunciar los mecanismos de dominio espacial y engloba a las otras Geografías Políticas que llamaremos alternativas entre las que destacarían las Geografías Políticas próximas al marxismo[8] y el enfoque posmodernista de la Geopolítica Crítica[9]. Contrapuestas a las anteriores, ya que se acercan a la relación entre el espacio y la Geografía desde una perspectiva crítica, empírica o no, que denuncia su utilización con fines partidistas, bien para justificar políticas exteriores agresivas, bien para implementar estrategias de dominio económico y/o político de unos Estados y/o empresas sobre territorios, poblaciones o Estados más débiles a los que terminan haciendo dependientes. A su vez, estas dos corrientes se encuentran retadas por discursos de corte neoliberal, que al abrigo de las nuevas tecnologías llegan a considerar irrelevante el factor geográfico[10].
La mayor parte de los supuestos análisis y mapas geopolíticos de la realidad internacional no dejan de ser otra cosa que construcciones mentales del sistema internacional que no van más allá de meras manipulaciones espaciales. Manipulaciones que están en gran medida al servicio de las políticas exteriores de los estados, pero que son especialmente importantes cuando estas políticas exteriores son de países con pretensiones de potencia ya sea regional o global. Las visiones geopolíticas, la mayoría de ellas pretendidamente realistas, son simples construcciones mentales de la realidad internacional al servicio de los intereses de una potencia concreta o de una percepción ideológica del signo que fuere.
Las representaciones geopolíticas más representativas son: el muy influyente modelo Heartland – Land of Outer or Insular Crescent de Halford Mackinder (1904; 1919; y 1943) que pretendía contribuir a la hegemonía del Imperio Británico; el modelo de las Pan-Regiones de Karl Haushofer (1986 y 1998) al servicio del expansionismo nazi; el mapa geopolítico sistémico y jerárquico al servicio de la política exterior estadounidense de la Guerra Fría de las regiones geoestratégicas, regiones geopolíticas y cinturones de quiebra elaborado y reelaborado por Saul B. Cohen (1980; 1982; 1991; 1999; y 2003) durante décadas y al que, tras la Guerra Fría, incluye las Compression Zones y Gateways Regions; el modelo de tablero de ajedrez articulado entorno a los jugadores geopolíticos activos y los pivotes geopolíticos para la preservación de la hegemonía estadounidense de Zbigniew Brzezinski (1998); y, el anteriormente citado, enfoque cultural del choque de civilizaciones entre la Civilización Occidental y las no Occidentales con el que Huntington (1997) busca aconsejar a los EE.UU y sus aliados Occidentales como sobrevivir frente a las tensiones civilizatorias y que ha sido visto por algunos como el escenario geopolítico surgido tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11-S)[11].
Estos discursos geopolíticos deforman a la Geopolítica hasta convertirla en una mera arenga al servicio del poder dominante. Reflejan no tanto una realidad geopolítica como una representación fruto de la imaginación geopolítica. Es decir, elaboran un escenario pretendidamente real pero que, en realidad, sólo responde a las percepciones que el poder político y económico de sus respectivos países tienen del mundo para, en cierto modo, legitimar o justificar políticas exteriores y procesos de toma de decisión. Legitimación que buscan con el argumento de su pretendida objetividad científica y de una visión determinista del mundo. Aunque reclaman que utilizan diferentes variables, incluso cuantificables estadísticamente, en realidad la única variable que utilizan es la variable independiente “amenaza” a la que califican con diferentes adjetivos y los adjudican a diferentes actores internacionales. Variable, que unas veces responde a conceptos existentes pero que, otras veces, en función de la sutileza fruto de la presión de lo políticamente correcto, se ocultan mediante las actualizaciones de dichos conceptos. Así, por ejemplo, el caso del término “choque de civilizaciones” con el que Huntington (Ibid) moderniza el concepto de racismo en el contexto de las alteraciones de escalas provocadas por la Revolución de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICS)[12].
En definitiva, muchas veces la pretensión, más que la representación de imaginaciones geopolíticas, es la elaboración de realidades construidas en las que se pretende que la realidad se parezca a la descripción y no a la inversa con todos los riesgos que conlleva[13]. De esto se deduce que es más interesante comprender el mecanismo por el que se construyen los escenarios geopolíticos que el escenario en sí.
La insatisfacción ante las corrientes de pensamiento que buscan dominar el espacio, el contexto político internacional surgido tras el 11-S, y la preponderancia de una visión y un discurso geopolítico ideologizado y, en cierta medida, dirigido por el pensamiento neoconservador reclaman la necesidad de denunciar esta deformación de la realidad geopolítica internacional. Por consiguiente, frente a las imaginaciones geopolíticas y las realidades construidas de la Geopolítica Clásica y Neoclásica y las grandes narrativas de los planteamientos próximos al marxismo, el planteamiento metodológico a utilizar será propio de la Geopolítica Crítica porque es, quizá, la corriente que mejor combate los discursos que buscan dominar el espacio y los que, por el contrario, afirman la irrelevancia del espacio y la Geografía gracias a la Revolución de las TICS.
La Geopolítica Crítica[14], al igual que la Geografía Política de los análisis de los sistemas-mundo, ha supuesto una verdadera renovación de la Geografía Política que ha ampliado los horizontes de la disciplina. Esta corriente surge desde el postmodernismo por la insatisfacción que produce la práctica tradicional dominada por grandes discursos sometidos a las rigideces paradigmáticas de la Geografía Política Neoclásica y de las próximas al marxismo. Esta propuesta alternativa pretende replantear la Geopolítica mediante el desenmascaramiento crítico del discurso geopolítico dominante, generalmente elaborado por intelectuales que buscan servir a sus respectivos gobiernos, y que no se puede separar de los planos políticos e ideológícos (Ó Tuathail y Agnew 1992, p. 191-193; Nogué Font y Vicente Rufí 2001, p. 8; y Agnew 2005, p. 8). Este enfoque argumenta que la Geopolítica debe ser vista como “the study of the spatialization of international politics by core powers and hegemonic states” (Ó Tuathail y Agnew 1992, p. 192). Es decir, estudio llevado a cabo por el razonamiento geopolítico en tanto que busca aproximarse a la Geopolítica discursivamente a través del análisis de “socio-cultural resources and rules by which geographies of international politics get written”(Ibid, p. 193). Agnew (2005, p. 6) y Ó Tuathail (1996, p. 18) prefieren referirse a la Geopolítica como geo-política para diferenciarlo de cómo ha sido descrita tradicionalmente, ya que proponen una visión crítica a través del análisis del discurso y, así, desenmascarar las prácticas geopolíticas. Concretamente el término geo-política lo define Ó Tuathail (Ibid, p. 18) como “the politics of writing global space”. Por lo tanto, el método de la Geopolítica Crítica consiste en estudiar críticamente el razonamiento geopolítico mediante el análisis y la deconstrucción del discurso de las representaciones espaciales del mundo por parte de las prácticas geopolíticas dominantes de las élites de las grandes potencias.
Propuesta metodológica alternativa: El mecanismo de análisis de los procesos de dominación espacial
Las representaciones intrumentalizadas del mapa geopolítico mundial son generalmente, bien recreaciones imaginarias de la realidad espacial, bien realidades construidas o una mezcla de ambas. Sin negar la posibilidad de construir mapas geopolíticos objetivos, la experiencia demuestra que muchas veces el fin no era la abstracción de la realidad o su simplificación para poder entender fenómenos complejos y amplios por su amplitud, como es el sistema internacional en su conjunto. Acaso, más bien, reflejar en un mapa el imaginario del esquema mental que un Estado tiene del resto del sistema internacional o de cómo le gustaría que fuese alimentado por sus fobias y aspiraciones de poder. Muchas veces claramente tergiversado por estar sustentado en parámetros de sesgo ideológico. El discurso del imaginario geopolítico de las élites gobernantes no sólo es una abstracción, sino que, a menudo, busca el camino inverso al pretender que lo descrito se convierta en la realidad. Es decir, se convierta no ya en una imaginación geopolítica, sino en una realidad construida. Esto ha provocado con frecuencia, por una parte, la inutilidad de estos modelos por su carencia de rigor, especialmente cierto cuando la representación geopolítica es distorsionada por interpretaciones que pretenden que se ajuste a un corpus ideológico. Por otra parte, y, ahí reside su perversa utilidad, modelos que con frecuencia pretenden que la realidad se parezca a su propuesta con los peligros que esto puede conllevar. Sin embargo, para poder comprender la articulación espacial de una política exterior es necesario conocer cuál es la representación geopolítica que un Estado tiene del conjunto del sistema internacional y el imaginario sobre el que se sustenta para poder revelar los mecanismos de su funcionamiento e interpretarlos. De ahí, que la herramienta idónea para llevar a cabo una respuesta que busque desenmascarar esta visión y discurso geopolítico se encuentre en la Geopolítica Crítica. Al menos, como punto de partida.
Los principios que sustentan esta propuesta metodológica parten inicialmente de la concepción de Geopolítica Crítica de Ó Tuathail y Agnew[15]. Ésto es, entender a la Geopolítica en términos discursivos como resultado de la relación entre el poder y el conocimiento para revelar los mecanismos y el significado espacial de la política exterior de las grandes potencias, aunque no exclusivamente (Ó Tuathail y Agnew 1992, p. 190-195 y Ó Tuathail 1996, p. 10).
Una de las formas de poder descubrir estos mecanismos y su funcionamiento es aproximarse a través de lo que Routledge (2003) denomina Anti-geopolitics[16] y, en concreto, uno de sus enfoques, el que Edward Said (2003, p. 81-109) llama la “geografía imaginaria y sus representaciones” que unido al concepto de terrae incognitae[17] (Nogué Font y Vicente Rufí 2001, p. 111-153) permiten comprender como los estados y muchos geógrafos políticos han elaborado la representación del sistema internacional. Por tanto, el análisis que pretenda interpretar las representaciones del mapa geopolítico mundial de un Estado concreto y sus mecanismos debe centrarse, como señala Routledge (2003, p. 236-237), en los retos económicos y militares, a los que añadimos políticos, tal como los percibe dicho Estado en cuestión y, especialmente, en revelar los intereses geopolíticos que le han llevado a escoger un tipo particular de representación espacial del sistema internacional. A la vez que se hace este ejercicio, se analiza la proporción que tiene de imagen geopolítica, imaginación geopolítica, y de realidad construida.
Revelados estos sistemas de representación, a continuación, es necesario interpretarlos a través de la geografía imaginaria que los sustenta (Said 2003, p. 81-109). Said (Ibid, p. 87) denuncia que el convencionalismo perverso de la Geografía imaginaria es una simple construcción mental que pretende diferenciar entre “un espacio familiar que es <<nuestro>> y un espacio no familiar que es el <<suyo>>”. Diferenciación que al esforzarse en construir el espacio del “Otro” más allá de nuestras fronteras se basa únicamente en demostrar la superioridad de “Nosotros” frente a “Ellos” y pretender que esas nuevas realidades inferiores son conocidas de antemano (Ibid, p. 91-92). Las representaciones geopolíticas continuamente se van construyendo sobre el imaginario de previas representaciones que han servido para justificar discursos geopolíticos, a menudo imperialistas, en los que se ve al otro como inferior o como amenaza (Ibid, p. 103-104). Esta es la función de la geografía imaginaria. Es decir, construir sistemas de representación cerrados, que parafraseando a Said (Ibid, p. 108) tratan de describir a los otros estados como algo extraño e incorporarlos esquemáticamente a un escenario teatral cuyo público, director y actores pertenecen al Estado que busca representar al resto del mundo con respecto a él.
Estas representaciones geopolíticas trazan una línea divisoria entre lo importante, incluidos espacios dominados y planificados, y lo irrelevante, entre lo conocido y las terrae incognitae (Nogué Font y Vicente Rufí 2001, p. 152-153). Estas dicotomías responden más a intereses que a realidades geográficas. Sin embargo, el “Otro” calificado como conocido, resulta, en realidad, muchas veces desconocido, porque la descripción responde más a lo que mueve al que lo califica, que a su verdadera personalidad. En otras palabras, responde más a una imagen falsa para poder justificar actitudes políticas que buscan el control de esos espacios que se escapan de su área de influencia o dominio. El paso previo es la calificación y clasificación de esos espacios. Por el contrario, el “Otro” cuando se le ignora y se reconoce realmente su desconocimiento convirtiéndolo en una terrae incognitae puede resultar contraproducente tanto para “Uno”, como para el “Otro”. Para el primero, un desconocimiento de una realidad que se considera no relevante puede verse redescubierta abruptamente porque la ignorancia puede generar frustración en el “Otro” que puede derivar, incluso, en violencia. Para el segundo, su irrelevancia motivada por razones económicas, etc. puede profundizar esa progresiva desaparición del mapa del imaginario geopolítico tras un descenso en la jerarquía del sistema internacional al abismo. Por consiguiente, revelar el sistema de representación del mapa geopolítico mundial de un determinado Estado debe reflejar el mecanismo que incluye regiones conocidas, regiones que se creen conocidas pero que se desconocen, aunque se les concede gran importancia geopolítica, regiones que van paulatinamente cobrando importancia, regiones que, por el contrario, la van perdiendo, y, por último, las terrae incognitae.
En síntesis, los mecanismos de análisis de los sistemas de representación geopolíticos deben exponer la articulación del sistema internacional de un determinado mapa geopolítico para, a continuación, revelar el mecanismo que lo configura y, finalmente, interpretarlo. En esta tarea no se niega la posibilidad de elaborar representaciones espaciales y escenarios geopolíticos objetivos, pero sí revelar que en muchos casos, por no decir en la mayoría, son meras manipulaciones de la realidad geográfica. Por consiguiente, no se quiere limitar al análisis discursivo ya que se pretende a su vez proponer representaciones geopolíticas alternativas que sean más fieles a la realidad y, por tanto, más coherentes. Porque, en caso contrario, convertimos a la Antigeopolítica en un mero instrumento destructor de la Geopolítica como subdisciplina que lleva al nihilismo de la denuncia sin buscar, al menos, la contrapropuesta o la búsqueda honesta de la representación geopolítica a la que hemos denominado imagen geopolítica.
La Representación y el Discurso de la Estrategia de Seguridad del 2002 de los EE.UU
Una vez elaborada una propuesta metodológica el paso siguiente es demostrar su utilidad mediante su aplicación práctica. A tal fin, en las próximas líneas se llevará a cabo un análisis de la representación geopolítica de The National Security Strategy of the United States September 2002 (NSS 2002) (The White House 2002). La NSS 2002 es la estrategia de seguridad de la Presidencia de George W. Bush y tuvo su vigencia del 2002 hasta 2006, año en que se hizo su revisión cuatrienal[18]. Busca, por una parte, ser respuesta a la amenaza terrorista, los estados canallas[19] y el riesgo de que ambos consigan y usen Armas de Destrucción Masiva (ADM) y, por la otra, la preservación de la hegemonía estadounidense. Parte del supuesto de que los atentados terroristas del 11-S de Al-Qaeda contra los EE.UU han significado el fin de la transición de la post-Guerra Fría y el inicio de una nueva etapa en la política exterior estadounidense y mundial que implicaría la inauguración de un nuevo código geopolítico[20] que quiere ser equivalente a lo que significó el código geopolítico de la contención[21] durante la Guerra Fría.
El mapa geopolítico de la NSS 2002 estaría encabezado por los EE.UU como potencia hegemónica y se clasifica en:
Tipología de Región Geopolítica |
Áreas Geográficas y Estados |
Regiones Conocidas: |
- EE.UU y sus aliados: - Potencias rivales: |
Regiones que se creen conocidas, pero que se desconocen y se les concede gran importancia geopolítica: |
- Mundo Islámico y Árabe: con especial hincapié en el conflicto árabe (palestino)-israelí - Estados canalla: Irak y Corea del Norte (curiosamente no cita a Irán, Siria y a Cuba) - Estados ex-canalla: Afganistán |
Regiones que cobran importancia: |
Basculamiento hacia el Este: emergente papel de China, India y en menor medida Indonesia, creciente importancia del espacio centro-asiático y del Mar Caspio, y el reto del mundo islámico y la Guerra contra el Terrorismo - Mundo islámico: incluido el conflicto palestino-israelí y la Guerra contra el Terrorismo entonces centrada en Afganistán - Sur de Asia: India (potencial contrapeso de China), Pakistán (rival de la India) e Indonesia por su proximidad e importancia en la Guerra contra el Terrorismo - Asia Central y la región del Mar Caspio: por sus recursos energéticos y situación estratégica respecto a la Guerra contra el Terrorismo - Extremo Oriente: China, rival regional y con importantes diferencias con los EE.UU, incluido el conflicto sobre Taiwán. Actor importante en la crisis de Corea del Norte |
Regiones que pierden importancia: |
- África donde la NSS 2002 se centra en los más importantes: - América donde las preocupaciones son los cárteles de la droga y el terrorismo y países prioritarios, los más importantes: |
Terrae incognitae: |
- África Subsahariana y otras partes del mundo en desarrollo - Cuarto Mundo - Desigualdad Norte--Sur - Conflictos olvidados y estados fallidos - Cambio climático - Desplazamientos de población (Emigrantes, desplazados, y refugiados) - Violación de Derechos Humanos y choque socio-cultural |
Cuadro 1. Clasificación de la Representación Geopolítica del Sistema Internacional de la NSS 2002 (The White House 2002, p. 9-16 y 25-28).
Elaboración propia inspirada en Feijóo (2006, p. 84-86).
En primer lugar, la NSS 2002 al decir:
“Throughout history, freedom has been threatened by war and terror; it has been challenged by the clashing will of powerful states and the evil designs of tyrants; and it has been tested by widespread poverty and disease. Today, humanity holds in its hands the opportunity to further freedom’s triumph over all these foes. The United States welcomes our responsibility to lead in this great mission” (The White House 2002, p. vi). Y “We must be prepared to stop rogue states and their terrorists clients before they are able to threaten or use weapons of mass destruction against the United States and our allies and friends” (Ibid, p. 14).
Sintetiza la concepción geopolítica del mundo de la NSS 2002 que se caracteriza, en líneas generales, por lo que Agnew y Ó Tuathail (1992, p. 197) denominan oposiciones binarias y Agnew (2005, p. 26-37) Geografías Binarias y que beben de la Geografía Imaginaria de Said (2003, p. 81-109). Es decir, una concepción simplista, dual del mundo de clara inspiración judeocristiana empeñada en dividir el mundo en “Nosotros” (EE.UU y los Estados aliados y amigos), los buenos y con moral y los “Otros” (tiranos, estados canallas y terroristas), los malos, calificados por nuestra imaginación geopolítica de forma variable según nos interese. Concepción dual que se había abandonado con el fin de la Guerra Fría, pero que siempre ha estado presente en el imaginario de los EE.UU basándose en el particularismo estadounidense inspirado en la Doctrina del Destino Manifiesto[22]. Ésto, se refleja en una visión del mundo maniquea en donde los EE.UU tienen el destino mesiánico de liderarlo y defenderlo frente a sus enemigos. Durante la post-Guerra Fría, que va desde el colapso de la URSS en 1991 hasta el 11-S, este discurso dual u oposición binaria había perdido su capacidad para explicar la realidad internacional de manera simplista porque no tenía enemigo al que referirse. Esta falta de discurso geopolítico claro cambia con el 11-S. Los EE.UU consiguen, como pone de manifiesto la NSS 2002, retomar el discurso dual y maniqueo gracias al descubrimiento del terrorismo y los estados canalla como los enemigos a confrontar y eliminar. A su vez, retomar la visión del liderazgo de EE.UU de tintes mesiánicos propia del citado Destino Manifiesto. La misión que busca justificar moralmente y legitimar su búsqueda hegemónica es la misión democratizadora mediante la promoción activa de la democracia que creen favorece sus intereses nacionales, está presente en toda la NSS 2002. De la misma forma que Castilla justificó su expansión colonial con la misión cristianizadora o Francia su expansión colonial decimonónica mediante la mission civilizateur (Feijóo 2006, p. 104 y 158).
Esta visión dual de la NSS 2002 reconstruye un discurso, como se ha citado anteriormente, muy en la línea del Orientalismo de Said (2003, p. 87), al calificar y representar a “Nosotros” y nuestro territorio como ámbito civilizado y con una mentalidad diferente que la definen como “libre” y representante del bien frente al “Otro”, el enemigo, al que se define como intolerante y representante del mal, que se simplifica sin matices a términos similares al de bárbaros como tiranos, terroristas, estados canalla, etc. Se adjudican estos conceptos duales, metafóricos, sin realmente, preguntarse si realmente, “Nosotros” somos completamente los civilizados y las victimas y los “Otros” son sólo los bárbaros, tiranos contrarios a la civilización y amenazantes. Lo que es más, no se hace en la NSS 2002 un análisis de las fuentes del conflicto que dicen enfrentar, sino, más bien, hacer extrapolaciones. En definitiva, se busca la legitimación de nuestra representación geopolítica en la demonización del contrario para que la tarea de salvación en términos evangélicos sea justificable. La elección de quién es el “Otro” como amenaza enemiga no es inocente, pues se pretende construir una representación del “Otro” que satisfaga nuestros deseos y, no tanto, ser reflejo de la realidad ya que así se justifica los medios para alcanzar el fin último que es su dominación y satisfacer las necesidades belicosas del complejo militar industrial estadounidense. Sin embargo, muchas veces, estas representaciones ocultan que, con frecuencia, son reversibles al descubrir que las argumentaciones pueden ser descritas en sentido inverso, como pone de manifiesto la presentación de Irak como un Estado Canalla que con ADM era una amenaza para el mundo para justificar su invasión y que luego se demostró que no era tal y confirmó la ilegalidad de la intervención estadounidense[23]. O, cuando, los EE.UU se erigen en líder del mundo libre y propagador de la democracia, pero la retención de supuestos islamistas radicales en Guatánamo de forma contraria a las Convenciones de Ginebra, los excesos en la Guerra contra el Terror y los dobles raseros cuestionan dicha autocalificación como, por ejemplo, al castigar a los Palestinos por el triunfo electoral de Hamas en 2006.
La gran novedad de la NSS 2002 desde el punto de vista geopolítico es la importancia que cobran los actores no estatales y los Estados que no son grandes potencias a la hora de enfrentarse al equilibro de poder en el sistema internacional (Feijóo 2006, p. 104). Así, cobran relevancia, por una parte, actores a-espaciales, quasi invisibles y difusos, los terroristas, y, por otra, los estados canalla, países más díscolos que importantes en el sistema internacional. Sirviéndose, una vez más, de la variable “amenaza” para configurar la representación geopolítica de la estrategia de seguridad.
La NSS 2002 significa el abandono definitivo del código de la contención por el Código hegemónico de la defensa anticipatoria que incluye la acción preventiva, aunque selectiva, y que parte de la premisa que ante la amenaza terrorista y de las ADM no hay mejor defensa que el ataque y que actuarán unilateralmente en caso necesario (Ibid, p. 93 y 99-100). Así, la estrategia afirma:
“We know from history that deterrence can fail; and we know from experience that some enemies cannot be deterred” (The White House 2002, p. 30). “we will not hesitate to act alone, if necessary, to exercise our right of self-defense by acting preemtively against such terrorists, to prevent them from doing harm against our people and our country” (Ibid, p. 6). Y “we recognize that our best defense is a good offense” (Ibid, p. 6).
Este planteamiento geopolítico es peligroso, como ha puesto de manifiesto la invasión de Irak mediante una guerra preventiva por el supuesto apoyo de Irak al terrorismo y por ser una amenaza por tener supuestamente ADM[24]. Primero, la acción preventiva no está reconocida en el Derecho Internacional[25]. Segundo, el uso de la guerra preventiva como excusa. Tercero, incrementa la anarquía al no renunciar al unilateralismo. Cuarto, el abandono del código de la disuasión puede favorecer el dilema de la seguridad[26] en los estados rivales, como pasó con Corea del Norte que adquirió armas nucleares para forzar a los EE.UU a trabajar el conflicto desde la lógica de la disuasión. En definitiva, implica más inestabilidad y riesgos para la seguridad internacional.
Por último, al afirmar “The war on terrorism is not a clash of civilizations. It does, however, reveal the clash inside a civilization, a battle for the future of the Muslim world. This is a struggle of ideas and this is an area where America must excel” (Ibid, p. 31) revela, lo que en principio niega. De forma similar a Huntington (1997), por una parte, realmente conciben el escenario mundial como un Choque entre Occidente y Oriente y, por otra, con las mismas palabras, se reservan la autoridad moral para representar el mundo musulmán [27].
En segundo lugar, la representación geopolítica del mundo de la NSS 2002 permite evaluar por un lado, su grado de conocimiento real del mundo y, por otro, en que grado se adecua esta representación a los retos económicos, políticos y militares e intereses geopolíticos de los EE.UU (véase Cuadro 1).
El punto de partida es el de un sistema internacional donde el equilibrio de poder deje paso a la hegemonía estadounidense. Es decir, un orden internacional hegemónico (Feijóo 2006, p. 100). A tal fin, la estrategia afirma: “The United States possesses unprecedented-and unequaled-strength and influence in the world [...] The great strength of this nation must be used to promote a balance of power that favors freedom” (The White House 2002, p. 1). Sin embargo, un orden hegemónico es muy difícil de imponer porque las potencias rivales buscan evitar que un Estado rompa el equilibrio de poder en su favor. La desastrosa Tercera Guerra del Golfo[28] (TGG) fue un ejemplo de imponer la hegemonía estadounidense al margen del equilibrio de poder representado por el Consejo de Seguridad de la ONU con el resultado de que los EE.UU no pueden actuar en solitario y de que el intento de imponerse a los demás genera resistencias[29]. En definitiva, un ejemplo de los EE.UU actuando como una “potencia revolucionaria” al no estar satisfecha con el orden establecido y pretender romperlo (Feijóo 2006, p.108)[30].
Las regiones conocidas se representan en la estrategia desde la óptica clásica del equilibrio de poder y, por tanto, teniendo en cuenta de una manera más objetiva la interacción con ellos. Es decir, por un lado, sus tradicionales aliados Occidentales y asimilados con los que le unen preocupaciones económicas, políticas y militares y la coincidencia, hasta cierto punto, en los intereses geopolíticos. Por otro, el reconocimiento de la importancia creciente de China, aunque también de India, y, en menor medida, de Indonesia como actores internacionales rivales de primer orden. En el caso de los dos primeros, EE.UU reconoce de forma racional y realista la importancia, cada vez mayor de ambos países, en función de sus crecientes poderes económicos, políticos y militares, así como, sus divergencias geopolíticas debido a diversas diferencias, especialmente respecto al creciente poder de China, sus tensiones con sus vecinos, y el conflicto irresoluto de Taiwán. Sin embargo, a Indonesia se le concede importancia, no tanto por su papel de potencia media emergente, sino por ser un país musulmán y que cuenta con simpatizantes del terrorismo islámico, al que los EE.UU declara el gran enemigo a batir. Por tanto, hay algo de ideologización en la definición de Indonesia sin cuestionarse por qué tiene ciudadanos que se inmolarían contra lo que los EE.UU y Occidente representan, como ocurrió en los atentados de Bali de 2002. Sigue reconociendo la relevancia de la decadente Rusia como potencia rival por su arsenal nuclear y su importancia geoestratégica fruto de un análisis objetivo, aunque simplista. Aunque, debido a su apoyo interesado a la Guerra contra el Terrorismo se le ve como aliado y no tanto enemigo, las relaciones con Rusia no han estado exentas de tensiones, especialmente durante el segundo mandato de George W. Bush (2004-2008).
Los EE.UU se desentiende de los conflictos existentes en el mundo, incluido aquellos en los que han sido hasta, cierto punto, directa o indirectamente, responsables, como es el caso del conflicto árabe (palestino)-israelí. La política estadounidense en el mundo islámico y árabe ha estado definida por su doble rasero y por su importancia estratégica, debido a que albergan buena parte de los recursos energéticos consumidos por los EE.UU. Éste ha preferido apoyar a gobiernos autoritarios y humillar a estos estados cuando pretenden alcanzar cierta autonomía, como ocurrió con la participación de los EE.UU en la caída en 1953 del Primer Ministro de Persia Muhammad Mussadeq, o, su actitud ante el panarabismo del líder de Egipto entre 1954 y 1970 Gamal Abdel Nasser. Además, el papel de los EE.UU como protector de Israel, aun cuando incumple las resoluciones de Naciones Unidas referidas a la ocupación de los territorios palestinos, no es equivalente a cuando Irak invadió Kuwait (1990-1991). Esto ha generado gran frustración en Oriente Próximo que ha provocado que ciertos discursos radicales y antisistema calen y hallan derivado en la violencia del débil, que es el terrorismo, por ser el único instrumento a su alcance. Los EE.UU no han tenido mano izquierda para, utilizando su enorme poder blando[31], enfrentarse a esta sensación de humillación, semejante a la que tuvo Alemania tras el final de la Primera Guerra Mundial y que derivo en el nazismo, y preguntarse por las causas de esta aversión y de cómo los EE.UU han de actuar en la región. Esta falta de conocimiento real del mundo islámico y árabe simplificado muchas veces como “bárbaros” y que por medio de imágenes de cadenas de televisión como la CNN debe ser representado por “Nosotros” como filoterroristas, fanáticos, etc., demuestra un gran desconocimiento de esas realidades y esto ha contribuido a la aparición de extremistas que se han erigido también en salvadores y utilizan el citado terrorismo. Sin embargo, el gran error de la NSS 2002 es su ideologización al personificar al terrorismo, que es un instrumento, en el enemigo, de forma parecida a como ciertas estrategias de la contención identificaron al comunismo como enemigo y no a la Unión Soviética (Ibid, p. 162-163)[32]. Convirtiendo a todo díscolo en terrorista, sea o no. Simplificación peligrosa que no contribuye a reducir la violencia. En vez de buscar las causas y tratar de enfrentarse racionalmente a ellas.
El otro ejemplo de áreas que se creen conocidas pero se desconocen son las que los EE.UU de forma maniquea definen como estados canallas. Término con el que los demonizan como “malos”, igual que el Presidente Ronald Reagan se refería a la Unión Soviética como el Imperio del Mal. Simplemente, porque son estados que se escapan a su control y, por tanto, son antisistema. Los EE.UU reelaboran su descripción de éstos en función de su actitud. Así, la NSS 2002 señala a Irak y Corea del Norte a los que acusa de tener y utilizar las ADM como una opción y no como arma disuasoria y apoyar al terrorismo[33]. Curiosamente no cita expresamente ni a Irán, el otro miembro del llamado Eje del Mal, ni a Cuba ni Siria. Sin embargo, como la Libia de Muammar al-Gaddafi ya acepta la hegemonía Occidental, aunque siga siendo un tirano, no se le demoniza más. Esta visión y relación con los estados canallas no se basa en un análisis real de los retos económicos, políticos y militares sino, más bien en un intento de justificar el control geopolítico de esta región basándose en una descripción caricaturesca de peligro para el mundo. Así, los resultados de la invasión de Irak han demostrado que no era tal amenaza y, por consiguiente, no era consecuencia de un análisis real de dichos retos e intereses geopolíticos[34]. Hasta tal punto, que el terrorismo aparece en Irak, tras la TGG y eso que se vendió la contienda como parte de la Guerra contra el Terrorismo[35]. Cuestionando, la supuesta superioridad moral de los EE.UU. Si bien, la NSS 2002 entiende que Afganistán, donde empezó la Guerra contra el Terrorismo, como Estado ex-canalla y que tras su ocupación ha sido liberado (Bush 2002, p. 5 y 7). Sin embargo, el país esta muy desestructurado, los talibanes se han reforzado, recurren con frecuencia creciente a actos terroristas y la democracia no está asentada.
Las regiones que ganan o pierden importancia para los EE.UU según la NSS 2002 indican un basculamiento hacia el Este desde el espacio europeo hacia el mundo islámico, el Sur de Asia, Asia Central y región del Mar Caspio y Extremo Oriente es fruto de un análisis objetivo de su creciente importancia económica y estratégica. Que, hasta cierto punto, refleja la concepción Tierra-Corazón de Halford Mackinder (1904; 1919 y 1943) en la preocupación por el bloque Euroasiático a la hora de preservar los intereses estadounidenses. Por el contrario, las áreas que pierden importancia están fundamentalmente situadas en África e Iberoamérica. En donde sólo se centran en los estados principales, demostrando el poco interés político, militar y económico de estas regiones para los EE.UU. Sin embargo, este abandono puede resultar contraproducente para los EE.UU, como demuestra el basculamiento de Iberoamérica hacia la izquierda y el caos de África que, tarde o temprano, en este mundo interdependiente, afectarán negativamente a los intereses estadounidenses.
Por último, las terrae incognitae de la NSS 2002 son zonas que totalmente ignora o, al menos, no concede importancia y, por tanto, son áreas que se descartografían. Primero, regiones donde no hay compromiso de enfrentarse a sus verdaderos problemas, fruto de la descolonización, la falta de desarrollo, y la desigualdad, preocupándose más por sus implicaciones en la Guerra contra el Terrorismo, aun cuando estos problemas son una amenaza mucho mayor para la seguridad a medio plazo que el terrorismo, como son las enfermedades, la pobreza, las tensiones étnicas, las malas cosechas, la sequía, etc. Pues, contrariamente a lo que afirma la estrategia, son parte de su causa[36]. No sólo se desentienden de los conflictos presentes en esas zonas descartografiadas, sino que la NSS 2002 afirma que el modelo neoliberal y el libre comercio son la solución a pesar de que, con frecuencia, impactan negativamente en estos países e incrementan su dependencia del “Norte”. La NSS 2002 da prioridad a la Guerra Contra el Terrorismo, en vez de preocuparse por las dimensiones económicas y humanas de la seguridad. Es decir, se busca combatir los síntomas y no la enfermedad al centrarse sólo en la lucha contra el terrorismo y no en las causas que lo generan que están en esa frustración por la desigualdad, la carestía y la humillación. El área descartografiada por antonomasia es el África Sub-sahariana. Ésta se percibe de forma genérica y sólo centrándose en los países principales por su economía, poder político y militar, e importancia estratégica, como son Sudáfrica, Nigeria, Kenya y Etiopía, y, no tanto, en los verdaderos problemas, como ocurre con la poca atención prestada a los conflictos en el Cuerno de África. De forma similar, otras zonas del planeta importan sólo por los problemas del terrorismo y el narcotráfico, sin buscar analizar las fuentes del conflicto enquistándolo más que solucionándolo, como ocurre con el conflicto colombiano y el problema del narcotráfico en la región andina. Tratando, una vez más, los síntomas en vez de la enfermedad. Segundo, la centralidad que se le da al terrorismo y los estados canallas, a la vez que se pone como solución panacea el modelo neoliberal y de libre mercado, descuida problemas para la seguridad mundial potencialmente mucho más graves y sinérgicos entre si, y que han sido descartografiados. Estos son: la expansión del Cuarto Mundo, conformado por los cada vez más pobres del “Sur”; la creciente desigualdad N-S; los conflictos olvidados y los estados fallidos[37]; los desplazamientos de población, ya sean emigrantes, refugiados o desplazados, debido a los conflictos, la persecución y los problemas socio-económicos; la violación de los derechos humanos y el choque socio-cultural fruto de los desplazamientos, los sentimientos de humillación por las desiguales relaciones N-S, etc. y, por último, la poca centralidad que se le da, al que, posiblemente, sea el mayor problema para la seguridad, el Cambio Climático.
En tercer lugar, el análisis precedente nos permite interpretar cuanto tienen estas representaciones de imagen geopolítica, de imaginaciones geopolíticas y de realidades construidas que, en definitiva, evalúan la validez del mapa geopolítico de la NSS 2002. El mapa geopolítico de la NSS 2002 es, en gran medida, fruto de las imaginaciones geopolíticas, pues desconoce el Mundo islámico y Árabe, los denominados estados canalla y presenta importantes terrae incognitae y, por tanto, no ofrece una imagen real del sistema internacional. La NSS 2002 parte de premisas falsas y busca con la demonización de los estados canalla y el invento del terrorismo como enemigo, a pesar de ser un instrumento, una realidad construida a través de la Guerra Contra el Terrorismo y el infundir miedo en los ciudadanos basado en un quasi Estado de excepción permanente que corre el riesgo de que la realidad se parezca a esa ficción, como pone de manifiesto la invasión de Irak. Lo único que tiene de verdadera imagen geopolítica es su relación con las regiones conocidas, tanto con los aliados, como con las potencias rivales.
Finalmente, se cierra este estudio de la representación geopolítica estadounidense reclamando una reevaluación objetiva de la realidad internacional porque el análisis precedente de la NSS 2002 no conlleva la hegemónica de los EE.UU ni el concierto internacional entorno a los valores estadounidenses. Primero, la NSS 2002 debe revisar y reevaluar las amenazas y entender que el terrorismo es un instrumento no un actor. La desigualdad N-S y en el seno del Sur, las terrae incognitae y el cambio climático obligan a reconceptualizar el mapa internacional pues ahí residen, al menos, parte de las amenazas y obligan a replantear el grado de importancia zonal de la NSS 2002 para que la estrategia sea más una imagen geopolítica que una imaginación geopolítica y/o realidad construida. Por último, abandonar las oposiciones binarias, pues el recurso al maniqueísmo deforma al rival y genera más frustraciones y odios que una visión objetiva real del sistema internacional.
[1] Agradecimientos:Al Dr José Luis Alonso Santos, Profesor de Análisis Geográfico Regional y Director del Departamento de Geografía de la Universidad de Salamanca por su inestimable apoyo y guía en la elaboración de este artículo.
[2] Véase The White House 2002.
[3] Esta clasificación en dos grandes grupos de la Geografía Política esta inspirada por el Forum de Political Geography Is there a politics to geopolitics? (Political Geography 2004).
[4] La Geografía Política Clásica, desarrollada hasta el final de la Segunda Guerra Mundial (SGM), concibe a la disciplina desde una perspectiva vinculada a la tradición realista de las Relaciones Internacionales. Ésto es, al servicio de los intereses nacionales de un Estado para alcanzar el fin fundamental de la política exterior que en el realismo tradicional es el poder. Se trata de una concepción de la Geopolítica determinista, social-darwinista y en la que la Geografía Política y la Geopolítica a menudo se confunden (López Trigal y Benito del Pozo 1999, p. 31-43 y Nogué Font y Vicente Rufí 2001, p. 37-49).
[5] La Geografía Política Neoclásica surge en el contexto de la derrota de Alemania en la SGM que implicó el ostracismo de la Geografía Política. Ello no supuso que desapareciera del todo, como tampoco desapareció la denostada Geopolítica. En este contexto, comienza tímidamente en los EE.UU a desarrollarse una Geografía Política aparentemente neutra y desideologizada en el marco de lo que se ha venido en llamar “revolución positivista” en Ciencias Sociales denominada Nueva Geografía y en el contexto político de la Guerra Fría. Se trata de una Geografía Política que utiliza un enfoque metodológico nuevo que, como señala López Trigal y Benito del Pozo (1999, p. 44), se caracteriza por ser “más sistemática, que aplica modelos cuantitativos y experimenta métodos cualitativos a la vez que se dispersa su preocupación ideológica”. Si bien, esta renovación implica el tratamiento de nuevos temas, como por ejemplo, el estudio espacial del comportamiento electoral por medio de la Geografía Electoral, progresivamente retomará a la Geopolítica.
[6] El pensamiento neoconservador en el campo de las Relaciones Internacionales tras la Guerra Fría se caracteriza por la búsqueda de “la preservación de la hegemonía benevolente estadounidense mediante la promoción activa de la democracia y el unilateralismo cuando sea necesario” (Feijóo 2006, p. 45).
[7] Huntington (1997, p. 19-20), desde un enfoque cultural, ha elaborado un modelo geopolítico que parte de la premisa que el mundo tras la Guerra Fría se reconfigura espacialmente por medio de los “lineamientos culturales” o “identidades civilizacionales” y que ha sido vista desde ciertos círculos como la visión geopolítica del mundo después del 11-S. El mundo pasaría de ser bipolar y dividido en bloques rivales, a ser multipolar y multicivilizacional, donde la tradicional hegemonía Occidental está siendo desplazada hacia otras civilizaciones y cuyo principal choque sería entre la decadente Civilización Occidental y las civilizaciones no Occidentales, que podría derivar en una guerra “en las líneas divisorias” entre civilizaciones, sobretodo entre musulmanes y no musulmanes (Ibid, p. 13-15,30 y 374).
[8] También conocidos como Geografías Políticas Radicales, buscan revelar las contradicciones y las desigualdades que el sistema capitalista provoca en el ámbito de la Economía Política reflejado entonces en la aparición del Tercer Mundo y hoy en las desigualdades provocadas por la Globalización a diferentes escalas (véase Taylor 2003, p. 47-58). Posteriormente, el análisis de los sistemas-mundo y las relaciones centro-periferia de Peter Taylor y Colin Flint (2002) ha supuesto una gran renovación de la Geografía Política.
[9] El enfoque posmodernista y, dentro de éste, la Geopolítica Crítica, surge en las últimas décadas del siglo XX como respuesta a las insatisfacciones que generan los intentos de explicar la modernidad a través de grandes teorías y grandes narrativas propias del positivismo y el marxismo en una época de crisis y cambio en el que los conceptos tradicionales son cuestionados (Jencks 1987 citado en Robinson 1998, p. 467). La Geopolítica Posmodernista, como señala Timothy W. Luke (2003, p. 229), busca primero imaginar y luego representar el espacio. La Geopolítica Crítica propone una visión crítica a través del análisis del discurso para desenmascarar las prácticas geopolíticas (Ó Tuathail 1996, p. 18 y Agnew 2005, p. 6-7).
[10] Véase The Economist 1995.
[11] Se citan a estos autores porque son representativos de los discursos geopolíticos al servicio de los estados y su búsqueda de la hegemonía o, por lo menos, la búsqueda de la consolidación de la posición de esos estados en el sistema internacional.
[12] Racismo entendido como la expresión de la imposibilidad de convivir o tolerar al “Otro” al percibirlo como amenaza o peligro.
[13] Sí la abstracción tiene pretensiones no bien intencionadas sobre el sistema internacional.
[14] Véase Ó Thuatail y Agnew 1992; Ó Tuathail 1996; Dodds 2001; y Agnew 2005.
[15] Véase Ó Tuathail y Agnew 1992; Ó Tuathail 1996; y Agnew 2005.
[16] Este enfoque pretende elaborar una geopolítica alternativa de resistencia desde abajo y se define como “an ethical, political, and cultural force within society […] that challenges the notion that the interests of the state’s political class are identical to the community’s interests. Anti-geopolitics represents an assertion of permanent independence from the state whomever is in power, and articulates two interrelated forms of counter-hegemonic struggle. First, it challenges the material (economic and military) geopolitical power of states and global institutions; and second, it challenges the representations imposed by political and economic elites upon the world and its different peoples, that are deployed to serve their geopolitical interests” (Routledge 2003, p. 236-237). En cursiva en el original. En este artículo denominaremos Antigeopolítica.
[17] Las terrae incognitae son zonas del planeta que pierden importancia, caen en el desconocimiento descartografiándose y son debidas a “su exclusión de los flujos de riqueza e información y a su nulo interés político y geoestratégico” reflejo de la polarización socio-económica y política del mundo (Nogué Font y Vicente Rufí 2001, p. 115).
[18] Véase The White House 2006.
[19] Estado canalla, también denominado Estado gamberro, es aquel Estado al que se le acusa de ser irresponsable, antisistema al estar enfrentados a los EE.UU, no respetar la legalidad internacional, especialmente respecto a las AMD y sus vinculaciones con el terrorismo, y ser una amenaza para la comunidad internacional. Véase Marrero Rocha 2003, p. 32-35.
[20] Código Geopolítico es el “[c]ódigo utilizado en la política exterior de un gobierno, que evalúa los lugares que están más allá de sus fronteras” (Taylor y Flint 2002, p. 412).
[21] El código geopolítico de la contención dominó la política exterior estadounidense durante la Guerra Fría e “implica[ba] una postura defensiva” para frenar el expansionismo Soviético y comunista que creían amenazaba el equilibrio de poder y aplicaba, además, la disuasión nuclear (Taylor y Flint 2002, p. 100). Véase Gaddis 1982 y Taylor y Flint 2002, p. 100-105.
[22] Doctrina del Destino Manifiesto se define como la predestinación de los EE.UU a “extender, por el ejemplo, la libertad y la justicia social para todos y apartar a la humanidad del mal camino, conduciéndola hacia la Nueva Jerusalén terrestre” (Spanier 1991, p. 18), En cursiva en el original.
[23] Véase Feijóo 2006, p. 74-186.
[24] Véase Ibid, p. 74-101, 109-168 y 181-186.
[25] Véase el capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas (Naciones Unidas 2003, p. 27-33).
[26] Dilema de la seguridad “surge como consecuencia del esfuerzo que un Estado hace a la hora de reforzar su seguridad [...] que puede ser entendido por los demás estados como una amenaza a su seguridad (Maciel Padilla 2002, p. 7)” (Feijóo 2006, p. 19).
[27] Véase Ibid, p. 169-180.
[28] La Primera Guerra del Golfo (1980-1988) fue entre Irán e Irak y la Segunda Guerra del Golfo (1991) fue entre una coalición liderada por los EE.UU e Irak debido a la invasión de Kuwait (1990) por el segundo.
[29] Véase Ibid, p. 112-158.
[30] Véase Kissinger 1973.
[31] Poder blando “es la capacidad de obtener los resultados que uno quiere, y en caso necesario, de cambiar el comportamiento de otros para que esto suceda [... y] depende de la capacidad de organizar la agenda política de forma que configure las preferencias de otros [... y] procede en gran parte de [...] valores [... que] se expresan en [... la] cultura interna de [los EE.UU ...] y en la forma en que [actúa] en el contexto internacional” (Nye 2003, p. 25 y 30-31 citado en Feijóo 2006, p. 171).
[32] Véase Gaddis 1982.
[33] Véase The White House 2002, p. 13-16.
[34] Véase Feijóo 2006, p. 130-132 y 152.
[35] Véase Ibid, p. 132-133.
[36] Véase The White House 2002, v donde afirma “Poverty does not make poor people into terrorists and murderers. Yet poverty, weak institutions, and corruption can make weak states vulnerable to terrorist networks and drug cartels within their borders”.
[37] Estado fallido se define por su debilidad y riesgo de autodestrucción como aquel Estado, cuestionado, que ha perdido, en gran medida, el control sobre su propio territorio, el uso legítimo de la fuerza, su funcionalidad, y a la vez posee dificultades para actuar con naturalidad en la Comunidad Internacional (The Fund for Peace y Foreign Policy 2007).
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© Copyright Alfonso Luis Feijóo González, 2008
© Copyright Biblio3W, 2008
Ficha bibliográfica:
FEIJÓO GONZÁLEZ, Alfonso Luis. Alternativa metodológica a la Geopolítica de las representaciones del mapa mundial. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XIII, nº 796, 15 de septiembre de 2008. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-796.htm>. [ISSN 1138-9796].