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REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES (Serie documental de Geo Crítica) Universidad de Barcelona ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 Vol. XII, nº 753, 10 de octubre de 2007 |
LA NUEVA CAPITAL DE BIRMANIA: ¿PARANOIA, LEGADOS HISTÓRICOS O ELECCIONES ESTRATÉGICAS?
Daniel Gomà
Profesor del Master de Estudios de Asia-Pacífico
Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona /
Visiting Scholar – Weatherhead East Asian Institute –ColumbiaUniversity
(Nueva York – EE.UU.)
dgoma@ub.edu
La nueva capital de Birmania: ¿Paranoia, legados históricos o elecciones estratégicas? (Resumen)
Este artículo analiza las posibles causas que han llevado al régimen militar de Birmania a abandonar la antigua capital de Rangún (Yangon) por Naypyidaw. Aunque no están claras, las causas parecen estar estrechamente vinculadas con el miedo de las autoridades a perder el poder, el deseo personal de su líder supremo de dejar un legado histórico y la necesidad de control de las regiones periféricas
Palabras clave: Birmania (Myanmar), junta militar, capital, Rangún (Yangon), Naypyidaw
Burma’s New Capital: Paranoia, Historical Legacies, or Strategic Choices? (Abstract)
This article analyzes the possible reasons that had led the Burmese military government to abandon the ancient capital ofRangoon (Yangon) to Naypyidaw. Although confusing, these reasons are closely related to the fear of local authorities of losing power, the personal desire of the supreme leader to give an historical legacy to his people and the control of the border zones
Key words:Burma (Myanmar), military junta, capital,Rangoon (Yangon), Naypyidaw
A comienzos de noviembre del año 2005, de forma súbita y sin previo anuncio, la junta militar que gobierna desde el año 1962 Myanmar, la actual Birmania, decidió cambiar la capitalidad del país sustituyendo Rangún (Yangon) por Pyinmana.[1] Esta última ciudad, situada a unos 320 kilómetros al norte de la anterior, a medio camino entre Yangon y Mandalay, la segunda ciudad del país, a los pies del macizo montañoso de Pegu Yoma, era hasta entonces una pequeña ciudad de provincias, capital del distrito de mismo nombre, habitada por unas cien mil personas. Situada en el corazón de la Dry Zone (Zona Seca),[2] históricamente, su importancia radicaba simplemente en que había sido el cuartel general de la resistencia nacionalista birmana contra el ocupante japonés al final de la Segunda Guerra Mundial.
Algunos indicios de la creciente importancia del lugar empezaron a surgir a partir de 2002 con el traslado del cuartel general de las fuerzas armadas a Pyinmana pero no se esperaba una decisión tan drástica. El cambio de capital se hizo en medio de una cierta confusión y con una carencia casi absoluta de información oficial. El secretismo que ha rodeado muchas de las acciones del régimen militar instaurado tras el golpe de estado del 2 de marzo de 1962 se hizo evidente en esos días de noviembre con noticias contradictorias sobre si Rangún seguiría manteniendo su status de capital. La noticia del traslado de todos los departamentos gubernamentales el día 4 de noviembre cogió por sorpresa a los diplomáticos acreditados en el país y, más aun, a la gran mayoría de funcionarios del régimen, quienes fueron informados con pocas horas de antelación y tuvieron que dejar en muchos casos a sus familias en Rangún.
Desde noviembre de 2005 en las afueras de Pyinmana se empezó a construir un enorme recinto fortificado que albergaría a los ministerios del gobierno y demás instituciones del régimen. El día 6 de noviembre un convoy abandonaba Rangún con la mayoría de funcionarios en dirección a la nueva sede del gobierno Asimismo, se procedió a construir un nuevo aeropuerto, digno de la dimensión de Pyinmana. Por último, para darle mayor entidad como nuevo centro político del país, el gobierno birmano cambió el nombre de la ciudad y bautizó la nueva capital como Naypyidaw (“la Ciudad del Rey”).[3] El 26 de marzo de 2006, tras meses de confusión sobre si Yangon seguiría siendo la capital política y Naypydaw el centro administrativo, esta última fue proclamada oficialmente la nueva capital del país. Un día después, más de 12.000 soldados desfilaron por ella para celebrar el Día de las Fuerzas Armadas marcando el primer acto público de la nueva capital de Myanmar.
El objetivo de este artículo es intentar explicar las posibles razones que llevaron al imprevisible régimen militar de Birmania, conocido como Consejo Estatal para la Paz y el Desarrollo (SPDC en sus siglas inglesas), a trasladar la capital de la nación.[4] Las causas de este cambio son oscuras y a fecha de hoy el gobierno birmano no ha hecho pública explicación alguna de dicho cambio. Analizando la realidad de Birmania se pueden apuntar, sin embargo, cuatro posibles explicaciones. La primera sería el miedo de la junta militar a una invasión de Birmania por EE.UU. siguiendo el ejemplo de Irak y al poder creciente de la oposición en las grandes ciudades. La segunda sería a la necesidad de controlar más de cerca las insurgencias de corte étnico mientras que la tercera estaría relacionada con la tradicional superstición de los líderes militares birmanos. La última respondería al deseo de regresar al lugar original del nacimiento de la civilización birmana, el centro del país. Aunque las causas puedan ser diversas, siempre tenemos que tener en cuenta un aspecto: aunque las políticas y objetivos del régimen militar, así como la cara de sus dirigentes, han cambiado a lo largo de estas cuatro décadas y media, la finalidad última del régimen ha sido preservar siempre el dominio político de las fuerzas armadas sobre la sociedad.[5]
La hostilidad estadounidense y los miedos de los líderes birmanos
Como señalábamos anteriormente, una posible razón para el traslado de capital ha podido ser el miedo a un ataque norteamericano.[6] Este miedo, rozando en muchos casos la paranoia, se intensificó a partir de finales de los años 80 con el sangriento aplastamiento del movimiento democrático por parte de las autoridades y las denuncias hechas por Washington acusando a Rangún de no respetar los derechos humanos. Ello conllevó a iniciativa de Washington y Londres, seguido por buena parte de Occidente un boicot financiero y sanciones, impidiendo a las empresas occidentales invertir en el país asiático. La respuesta birmana desde entonces ha sido acusar a EE.UU. de neoimperialista e incluso se dice que el régimen ha dado una preparación especial de corte militar a sus funcionarios civiles para hacer frente a un posible ataque norteamericano.[7]
La debilidad de Rangún desde el punto de vista geopolítico siempre estuvo en la mente de los dirigentes birmanos pero la invasión de Irak en 2003 no hizo sino preocupar todavía más a la junta militar, temerosa que un hecho similar contra el gobierno de Myanmar hiciera caer la capital en poco tiempo. Aunque Rangún no se encuentra en la zona costera del sur de Birmania, por su ubicación geográfica en las cercanías de la enorme desembocadura del gran río Irrawaddy y su conexión con éste último a través del Canal de Twante hace que esté directamente comunicada con el Océano Índico. El temor del SPDC era que un masivo desembarco anfibio estadounidense en la costa central de Myanmar hiciera caer en pocas horas la capital y, por tanto, derribar el sistema político instaurado en 1962. De hecho, desde 2002, antes incluso de la campaña iraquí, en el interior del régimen birmano se había empezado a especular sobre un posible traslado de los ministerios clave (Defensa, Interior, Asuntos Exteriores) a la ciudad de Pyinmana, como sede de una capital alternativa a Yangon, para prevenir posibles ataques de potencias extranjeras.[8] La mentalidad de asedio es notoria desde hace décadas en el seno de la cúpula dirigente birmana, especialmente entre los más mayores, que no olvidan que durante las tensiones internas de 1988 barcos norteamericanos penetraron en aguas territoriales de Myanmar.[9]
Esta creencia es un sinsentido porque Washington nunca ha mostrado interés alguno en invadir Birmania, país que carece de los intereses geoestratégicos de la Casa Blanca post-11 S. Para el gobierno norteamericano, la transición política hacia la democracia deben llevarla a cabo exclusivamente los birmanos, tanto los del interior como los del exterior y de manera pacífica. Además, Washington no ha intervenido directamente en el escenario del sudeste asiático desde la Guerra de Vietnam (1965-1973) y tiene a Oriente Medio como el centro de su política exterior y militar.
Conviene destacar, no obstante, que la vulnerabilidad estratégica de una ciudad ha sido motivo en muchas ocasiones para el cambio de capital. En este punto, Rangún compartiría con ciudades como Estambul y Alma Ata la pérdida de su capitalidad por motivos geopolíticos. Por ejemplo, la capitalidad turca de Ankara es debida fundamentalmente a la ocupación aliada de Estambul al final de la Primera Guerra Mundial. El imperio otomano, como aliado de la derrotada Alemania del Káiser, tuvo que aceptar el dominio de las potencias vencedoras sobre el oeste de Asia Menor (Anatolia), mientras que los turcos sólo controlarían la zona central. El líder del movimiento nacionalista tuco, Mustafá Kemal, llamado más tarde con el apodo de Atatürk, estableció la sede de su lucha por la soberanía nacional en Ankara, entonces una minúscula ciudad del centro árido de Asia Menor. Pero tras su triunfo en 1923 con la instauración de la República Turca, mantuvo a Ankara como sede del gobierno consciente de las debilidades de una ciudad como Estambul, situada en el estratégico paso de los Dardanelos, con un pie en Asia y otro en Europa y fácilmente atacable por mar. En cambio, Ankara, en el centro del país, siempre sería más defendible en caso de un conflicto bélico con un enemigo exterior.
Un ejemplo similar y más reciente que el de Estambul-Ankara sería el caso de Astaná, la actual capital de Kazajstán.[10] Esta ciudad era una más de las urbes secundarias del país centroasiático hasta que en diciembre de 1997 fue designada oficialmente la nueva capital nacional, sustituyendo a Alma Ata (Almaty). Aunque es indudable que parte de esta decisión fue tomada unilateralmente por el presidente Nursultan Nazarbayev (en el poder desde 1991), no es menos cierto que motivos geoestratégicos impulsaron su elección. No en vano, Astaná se encuentra en una zona relativamente aislada en el centro de la estepa kazaja, con un clima más duro que en la anterior capital. En primer lugar, al trasladar la capital más al norte, se buscaba asentar el poder político del gobierno kazajo en una zona de influencia rusa, como es la parte septentrional del país. Y en segundo lugar, y esto es muy importante, se alejaba el peligro de una amenaza exterior. Almaty tiene la particularidad de encontrarse cerca de las fronteras de los estados vecinos de Uzbekistán, Kirguizistán y sobre todo de China, lo que supondría una espada de Damocles en caso de hostilidades con el poderoso régimen comunista de Pekín.
Situando la capital en zona más central del país, como hicieron turcos y kazajos, la cúpula militar birmana alejaba el peligro de un posible ataque exterior. Es posible incluso que el caso kazajo sirviera de modelo como prueba el hecho de que Naypidaw se encuentra en una zona aislada y alejada de las zonas fronterizas. El traslado en 2002 del cuartel general de las fuerzas armadas a la entonces Pyinmana era un indicio claro de que la junta militar optaba por un repliegue hacia el interior. Al situar el centro de dirección 300 kilómetros al norte se gana obtiene un tiempo precioso para preparar una defensa y realizar un contraataque en caso de invasión enemiga. Incluso en caso de fallar este último, se puede proceder a impulsar una defensa desde el interior aprovechando la abundancia de zonas boscosas y junglas, incluso en caso de caer Naypyidaw. Sería, en términos históricos, un regreso a la resistencia fundamentada en la guerra de guerrillas que llevó a cabo el BIA en su lucha contra Japón a finales de la Segunda Guerra Mundial.
Es importante destacar también que a las paranoias del SPDC ante una eventual invasión extranjera se le añade también el temor de los militares a la tradicional hostilidad de la población hacia el régimen. La cúpula dirigente vive con la duda permanente de que la seguridad está llena de grietas y de que la fuga de información es la tónica general en algunos departamentos del gobierno y que elementos internos colaboran con “agentes extranjeros”. Al trasladar a un lugar tan remoto y semiaislado como Naypyidaw al cuerpo de funcionarios de ministerios tan sensibles como el de Defensa o el de Interior, se elimina o al menos se seduce notablemente el problema de la fuga de información en materia de seguridad.
Y es que las grandes ciudades se han convertido en uno de los problemas de las autoridades. Rangún, sin ir más lejos, ha sido desde la independencia en 1948 una ciudad culta, universitaria, contestataria. Ha sido y es un foco de disidencia y oposición al régimen militar desde su instauración hace cuatro décadas y media.[11] Así, pocos meses después del golpe militar los estudiantes solicitaban el retorno de la democracia pero la respuesta del gobierno fue la violencia. La primera matanza tuvo lugar en julio de 1962 en el campus de Rangún. Un segundo levantamiento, también respondido con la fuerza, vendría en 1974.[12] El último tuvo lugar en 1988 y fue el más grave de todos. Llegando a amenazar los cimientos del régimen, el nuevo levantamiento encabezado por los estudiantes y apoyado por una población harta de la prolongada crisis económica fue aplastado a sangre y fuego por el ejército (llamado Tatmadaw en Birmania) y puso sobre la mesa del gobierno la necesidad de hacer frente a una realidad innegable: la facilidad con la que se podía perder el control de la situación en caso de una nueva sublevación en la capital. La junta militar ha buscado desde entonces evitar una repetición de los hechos de 1988 cuando los mecanismos del poder estuvieron paralizados durante meses por una revuelta popular.
Conscientes de una población urbana generalmente hostil al régimen, las autoridades eran conscientes de buscar un nuevo emplazamiento. No se podía contar con la antigua capital real de Mandalay porque la segunda ciudad de Birmania también había sido escenario de protestas estudiantiles y, además, cuenta con la mayor concentración de monjes budistas (la religión predominante) de todo el país. El cuerpo sacerdotal budista ha sido históricamente junto con los estudiantes quienes más se han opuesto al régimen militar. Por otro lado, la última década ha estado marcada por varios estallidos de violencia. El año 2005 fue escenario de varios atentados, uno de los cuales en mayo mató a unos quince civiles en Rangún.[13] Este terrorismo urbano ha sido objeto de gran preocupación entre las autoridades y más aun tras no llegar a conclusiones definitivas las investigaciones. Algunas hipótesis apuntan incluso a luchas intestinas dentro del régimen y a grupos interesados en desplazar a los líderes principales. La creación de Naypyidaw, una capital diseñada exclusivamente para la cúpula gobernante, sería una manera de sentirse más protegida, donde los dirigentes se sentirían rodeados por los suyos, finalmente seguros. Prueba de ello es la prohibición de los extranjeros y nacionales de trasladarse a ella sin antes obtener un permiso especial, acreditación por lo general denegada por las autoridades.
El control de las regiones sensibles y periféricas
Desde la independencia de Birmania de Gran Bretaña en enero de 1948 los diferentes gobiernos de Rangún tuvieron que hacer frente a las reclamaciones de las minorías nacionales. El problema tiene su origen en la administración colonial británica. Surgida como consecuencia de esta última, la Unión de Birmania tuvo que aceptar unas fronteras diseñadas por los antiguos administradores y el gobierno del país se demostró más complicado de lo que se pensaba. El gobierno nacional, dominado por la etnia birmana (alrededor del 70% de la población total) y que da nombre al país, tuvo que gobernar sobre territorios sobre los que nunca había habido una autoridad birmana. Ello incluía sobretodo las regiones periféricas, pobladas por minorías no birmanas como los shans, los karens, los kachins, etc. Muchos de estos pueblos no habían sido dominados hasta la llegada de los británicos e incluso en algunos casos la administración británica había sido más nominal que efectiva y algunas etnias fueron de hecho independientes durante esta época. Muchos de estos grupos, con la llegada de la independencia, se negaron a formar parte del nuevo estado birmano y optaron por la lucha armada como forma de obtener la autodeterminación.
Ello hizo que el papel del Tatmadaw adquiriera cada vez más importancia en el seno de la política birmana ya desde el principio de la era independiente como única institución capaz de garantizar la estabilidad del país y asegurar el gobierno efectivo sobre todos los territorios. Fue el Tatmadaw, junto con la actitud más conciliatoria al mismo tiempo del gobierno, los que pusieron fin a la amenaza persistente de desintegración del estado pero la no resolución de la cuestión de las minorías sería un lastre para los gobiernos futuros. De hecho, el golpe de estado militar de 1962 tuvo entre otras causas la ineficacia del gobierno democrático para hacer frente a las luchas de insurgencia de corte étnico.
Desde entonces, el objetivo de las fuerzas armadas ha sido asegurar el dominio sobre todos los territorios que componen la actual Unión de Myanmar. El éxito del SPDC en su lucha contra las sublevaciones étnicas ha sido notable. Los avances militares, gracias a la llegada de armamento (sobre todo chino), han permitido derrotar y aislar a los diferentes grupos armados, como la principal guerrilla karen, a la vez que esta política ha ido seguida de negociaciones con varios de estos grupos y se han obtenido alto el fuegos con más de veinte organizaciones armadas a cambio de dejarles un cierto control sobre los territorios donde actúan y haciendo la vista gorda ante sus actividades delictivas (tráfico de drogas principalmente).
Sin embargo, el éxito no ha sido total y, además, desde los años noventa se ha puesto de relieve la importancia de los recursos naturales del país, muchos de los cuales están en las zonas periféricas. Desde finales de 2005 el ejército birmano libra una guerra de limpieza étnica contra los karen, la principal minoría que lleva oponiéndose al dominio de Rangún desde hace medio siglo y cuya organización más importante es la Unión Nacional Karen.
El miedo de los dirigentes birmanos ha sido que los grupos que han formado un alto el fuego con las autoridades decidan volver a la lucha armada y con ello amenacen las comunicaciones y el acceso a los recursos naturales (madera, petróleo). La estratégica situación de Nyapyidaw, cerca de la intersección de las mayores vías de comunicación que unen la India con Tailandia y China con Bangladesh aseguraría la posición del régimen, especialmente en el ámbito económico. Además, por su posición, la nueva capital controla la principal carretera y la vía del tren que unen la Baja y la Alta Birmania, así como la circulación sobre dos de los grandes ríos del país, el Irrawaddy y el Sitaung.
Con una posición de centralidad innegable, Naypyidaw permite irradiar mejor la autoridad central del régimen militar hacia la periferia, especialmente las zonas pobladas por gente no birmana. Situada más cerca de los estados Kachin, Kayah, Shan y Kayin que Rangún, la nueva capital ejerce un mayor control no sólo político sino también psicológico sobre aquellos pueblos que pudieran tener tentaciones de sublevarse o intensificar la lucha armada contra el gobierno.
Legados históricos y la influencia de oráculos
La construcción de nuevas capitales no es algo ajeno a la historia de Birmania. Generalmente, el cambio o la fundación de una capital significaba un cambio dinástico o el deseo de cortar con la historia anterior. A la histórica Pagan le sucedió Ava en el siglo XIV, a ésta Taungoo y más tarde Pegu (siglo XVI) y así hasta llegar a Mandalay, la última capital real en el XIX. Por tanto, la acción del gobierno militar en noviembre de 2005 no tiene en este sentido nada de extraño.
¿Pero pretende la junta militar presentar el cambio de capital como la inauguración de una nueva era para la nación birmana, prolongando de esta forma su dominio sobre el país? Es difícil de asegurar pero es evidente que la fundación de una nueva capital siempre se ha llevado a cabo con el objetivo de prolongar la existencia de la dinastía reinante. ¿Y cuál es el papel que juega en todo esto el líder supremo y dirigente indiscutible de la junta militar desde hace una década y media, el general Than Shwe? Algunas hipótesis le señalan como el principal impulsor de la capitalidad de Naypyidaw y de comportarse junto con miembros de su familia como si fueran un linaje real y hacer de Birmania su reino del que abusar y enriquecerse. Promovido a generalísimo del Tatmadaw, es conocido por su tendencia a la megalomanía. La elección del nombre Naypyidaw, la “Ciudad del Rey”, no hace sino intensificar esta sospecha. De origen precolonial, este término designaba el recinto palaciego donde residían los reyes birmanos y da a entender que el viejo dictador considera disfrutar de un estilo de vida similar al de los soberanos del pasado como un derecho legítimo al ser el máximo dirigente de la nación. La nueva capital es el palacio donde Than Shwe reina sobre todo un país con la ayuda de sus colaborares, en este caso los altos mandos del Tatmadaw. Se prolongaría así para las siguientes generaciones el dominio de las fuerzas armadas.[14]
El construir una nueva capital y dejar así un legado para las nuevas generaciones no es un hecho raro en la Historia. No pocos soberanos y emperadores de la Antigüedad o la Edad Media resistieron semejante tentación. Más recientemente, en el siglo XX, Atatürk en el caso de Ankara y Nursultan Nazarbayev en el de Astaná lo hicieron. Sin embargo, en el primer caso, el “padre de la república turca” lo hizo por motivos puramente estratégicos y políticos y no por un capricho personal. En cambio, Nazarbayev se asemeja más a Than Shwe porque su nueva capital Astaná no deja de ser una decisión personal cuyas razones son cuestionables. No en vano, es el líder supremo de Kazajstán desde su independencia de la URSS en 1991 y se ha convertido en uno de los dictadores mejor asentados de las repúblicas de Asia Central. Astaná será uno de sus grandes legados para la futura generación de dirigentes kazajos.
En lo que sí se diferencian Than Shwe y Nazarbayev es en la importancia de la astrología y el papel de los oráculos. Nazarbayev es el típico representante de la escuela soviética más arcaica, convertido ahora en líder nacionalista y rodeado de un culto a la personalidad que extiende a su propia familia aunque careciendo de las aspiraciones totalitarias de un Stalin pero manteniendo el perfil autoritario de los últimos líderes soviéticos. Sin embargo, el caso de Than Shwe es diferente porque enlaza también con las creencias locales, que son una característica fundamental para entender la realidad birmana.
De hecho, no sólo en este país sino en todo el sudeste asiático ha habido dirigentes que han trasladado o fundado nuevas capitales como una forma simbólica de iniciar una nueva dinastía y con los auspicios favorables de los espíritus de las religiones locales. Aunque a nuestros ojos el papel de los adivinos suene a estúpido en la vida corriente, lo cierto es que en Birmania tradicionalmente la influencia de oráculos o vendedores de la buena fortuna ha sido muy importante. La astrología y la numerología, por ejemplo, han sido objeto de gran atención no sólo del pueblo sino también por parte de sus dirigentes. Valgan algunos ejemplos. La fecha y la hora elegidas para la independencia de Birmania del dominio británico (4 de enero de 1948) fueron establecidas como las más propicias por los oráculos. Estas creencias han derivado bajo el régimen militar en ejemplos patéticos como los que tuvieron lugar bajo Ne Win, gobernante entre 1962 y 1988. Este dictador, aconsejado por su consejo de oráculos, estableció que se condujera por la derecha en lugar de la izquierda (como había sido hasta entonces) porque así se eliminaba cualquier golpe de estado contra él desde la derecha política.[15] Más lamentable es el caso de la predilección constante del régimen por el número 9. El propio Ne Win hizo emitir billetes en los años 80 de 45 (4+5) y 90 kyats, la moneda local porque creía que así mejoraría la economía nacional. No sería extraño que el actual dirigente, Than Shwe, del que se sabe su afición por los astros, haya tomado la decisión de cambiar la capital como algo favorable a sus intereses. De hecho, se sabe que consulta cada decisión importante con un consejo de astrólogos que le dicen si la decisión tendrá buenas o malas consecuencias.
Regreso al centro original de la civilización birmana
Una última teoría, defendida entre otros por el profesor de la Universidad de Hawai y reputado especialista en Birmania, el Dr. Michael A. Aung-Thwin, niega las hipótesis anteriores (miedo a una invasión norteamericana, regreso de una forma de liderazgo de corte monárquico, etc.), a excepción de la importancia geopolítica, y señala unas causas históricas, culturales y estratégicas para explicar el cambio de capital.[16] A juicio de Aung-Thwin, este último no tiene nada de sorprendente. La Dry Zone (Zona Seca) ha sido durante más de 2000 años el corazón del país, el lugar donde buena parte de las culturas prebirmanas florecieron y el emplazamiento donde nació la civilización birmana clásica, el famoso estado de Pagan, cuyo impresionante legado arqueológico podemos contemplar hoy día. Todas las capitales de los birmanos anteriores a la colonización británica, con la única excepción de Pegu (llamada hoy día Bago, en el delta del Irrawaddy), fueron edificadas en esta región central del país, lo que convierte a esta última en el origen de las tradiciones artísticas y literarias birmanas, la sede donde se alzan los lugares que albergan la mayor parte de las reliquias budistas de Birmania. En otras palabras, la Dry Zone es la cuna del pueblo birmano como nación. Rangún, en cambio, procede de una pequeña ciudad portuaria llamada Dagon, no fue fundada por los birmanos y no se convirtió en capital hasta la colonización británica, tanto en el nombre como en sus funciones y fue concebida para servir como puerto comercial británico, siendo un perenne recordatorio de la experiencia colonial.
De esta manera, según Aung-Thwin, no es de extrañar que la nueva capital se haya desplazado al norte. La Zona Seca está tan imbuida en la psique de los birmanos que no es raro que hayan aceptado el cambio de capital. Este último sería, en este sentido, un “regreso fetal”, un retorno a los orígenes, a la tierra a la que pertenecen los birmanos y que sólo la colonización británica truncó obligándoles a tener su centro político en el sur.
La teoría de Michael Aung-Thwin, cuya veracidad está todavía por demostrar, tiene paralelismos con otros casos. El más claro es sin duda el de Jerusalén aunque las causas del cambio de capital en este caso son diferentes. Aunque la mayor parte de la comunidad internacional sigue considerando a Tel Aviv como la capital del estado de Israel, el gobierno israelí decidió tras la Guerra de los Seis Días (1967) cambiar la capital por Jerusalén, cuya parte oriental había capturado en dicho conflicto armado. Las razones son en buena parte las mismas que las de Aung-Thwin: unir la nueva capital con el pasado, en este caso, con los tiempos gloriosos de la historia del judaísmo, la de David y Salomón y el templo, de cuyos restos hoy sólo queda en pie el muro de las Lamentaciones.Según esta hipótesis podemos afirmar que con su acción, la junta militar prosigue con su política de desvincularse del legado colonial, de continuar con su proceso de descolonización iniciado después del golpe militar de 1962 con la prohibición de estudiar inglés (entre mediados de los sesenta y 1979), lo que ocasionó un déficit notable en la enseñanza durante casi dos generaciones, y que prosiguió con la eliminación de los nombres anglófonos del país y la restauración de los nombres originales o su sustitución por la pronunciación en lengua birmana (véase nota 1).
Conclusión
Hoy, tras más de dos años de suspense, no está claro todavía cuál es el estatus de Rangún ni si Naypyidaw podrá sustituir definitivamente a aquella como capital verdadera de Myanmar. El principal dirigente de la junta militar, el general Than Shwe declaraba en julio de 2006 que “Naypyidaw se convertirá en la capital de la nación de acuerdo con la nueva Constitución que debe ser adoptada”[17] Mientras ésta no sea redactada y proclamada, Naypyidaw seguiría siendo una capital ficticia en el plano legal y Rangún seguirá ostentando la capitalidad de la Unión de Myanmar. Los militares llevan prometiendo la redacción de una nueva constitución desde las elecciones de mayo de 1990, ganadas ampliamente por la oposición democrática.
Las embajadas acreditadas en el país permanecen en Rangún y se han negado a trasladarse al interior del país. Las quejas más importantes han venido de los países de la ASEAN (siglas inglesas de Asociación de Naciones del Sudeste asiático), organización que en su momento tuvo que encajar muchas críticas por aceptar en su seno a la Unión de Myanmar y que recriminó al gobierno de esta país el no haber sido avisada ni consultada.[18] Por otro lado, el gobierno birmano se ha visto obligado a mantener una entidad gubernamental importante en Rangún ante las presiones de las agencias de viaje en un país donde el turismo es una de las fuentes principales de ingreso de divisas. Las dificultades de obtener los visados en Naypyidaw y las quejas de los touroperadores han obligado a mantener las principales oficinas del ministerio de Interior en esta ciudad. proceso
Lo único cierto es que con su decisión de cambiar la capital la junta no ha hecho sino reflejar claramente sus miedos ante una debilidad cada vez mayor en el plano social, económico e internacional. En este sentido, el cambio de capital es una huida hacia delante de un régimen incapaz de hacer frente a las necesidades de su pueblo y condenado por este último desde hace tiempo. Con su decisión la junta militar se arriesga no sólo a un mayor aislamiento de la comunidad internacional sino también respecto a su propia población ya de por sí muy hostil al poder de los militares.
Para los birmanos, el cambio de capital no deja de ser un tema controvertido. La represión política impide cualquier posicionamiento público y ningún signo de descontento se ha manifestado, incluso entre un cuerpo de funcionarios exiliado por la fuerza al interior del país, separado de sus familias y que no puede permitirse perder un trabajo en una de las naciones más pobres de Asia. Sin embargo, las voces críticas existen. Éstas sostienen, entre otras cosas, que los fondos públicos necesarios para la edificación de la nueva capital van ser a ser inmensos y deberían ser destinados a ámbitos más urgentes como la sanidad (en una situación paupérrima fuera de las grandes ciudades), la educación, etc., al igual que el coste del transporte de trabajadores y sus gastos de alojamiento en Naypyidaw. Las malas lenguas señalan que en los lucrativos contratos para el desarrollo de la nueva ciudad están presentes gente del entorno del general Than Shwe y sus colaboradores más cercanos.
El cambio de capital ha puesto de relieve la arbitrariedad del régimen militar de Birmania pero no debemos olvidar que los generales no dejan nada al azar. Son conscientes de que más pronto o más tarde deberán compartir el poder político con un gobierno democrático. Pero para conservar los resortes del poder, una capital administrativa y sede de las fuerzas armadas situada en una zona geográfica de gran importancia estratégica puede condicionar a favor del ejército las reglas de juego de la colaboración entre aquél y el futuro gobierno democrático.
Notas
[1] En 1989 la junta militar decretó la Ley de Adaptación de Expresiones con el fin de llevar a cabo una trascripción romanizada oficial de los nombres birmanos, principalmente de origen geográfico y étnico, con el fin de acercarlos mejor a la pronunciación original en lengua birmana. Así, por ejemplo, se procedió a cambiar el nombre del país, Birmania (Burma en inglés) por el de Myanmar. Otro ejemplo sería el de la capital, Rangún (Rangoon en inglés) que pasó a denominarse Yangon. Según el gobierno, uno de los argumentos para cambiar el nombre del país era el hecho de que “Birmania” tenía connotaciones étnicas porque señalaba claramente su origen con el grupo étnico birmano, que representa aproximadamente dos tercios de la población total del país. En cambio, “Myanmar” representaría mejor al conjunto de los ciudadanos indistintamente de cuál sea su origen étnico y/o lingüístico porque es étnicamente neutral. Sin embargo, este argumento es completamente falso porque tanto Birmania (Bama en el original en lengua birmana) como Myanmar significan lo mismo, “el país de los birmanos”, pero el primero es el nombre de uso coloquial y el segundo es el nombre más formal o literario. En otras palabras, no existe un nombre neutral desde el punto de vista étnico para referirse al país.
La cuestión del nombre de Birmania ha desembocado en polémica. La mayoría de escritores y especialistas se han decantado por mantener los nombres antiguos que se remontan a la época colonial británica. Los disidentes en el exterior también defienden el mantenimiento de los nombres antiguos. Las razones son varias. Primero, por comodidad. Segundo, porque el cambio de nombre lo decidió un gobierno sin consultar con su pueblo y es evidente que dicho cambio tiene unas implicaciones políticas importantes y no exentas de intereses particulares. A nivel internacional no existe un consenso. EE.UU. y Gran Bretaña, que mantienen la prohibición de comerciar con este país, siguen utilizando el antiguo nombre mientras que la mayoría de países asiáticos (poco proclives a cuestionar un sistema político cuando hay negocio de por medio) y Naciones Unidas han aceptado la nueva denominación. Sin embargo, pese a que oficialmente se acepta Myanmar para designar al país, por hábito solemos continuar utilizando el de Birmania. Además, en el caso de Myanmar no existe un gentilicio. En el texto hemos optado por utilizar ambas denominaciones, Birmania y Myanmar, indistintamente y en el caso de la antigua capital utilizamos la antigua denominación, Rangún.
[2] La Dry Zone comprende el área del centro de Myanmar, donde el clima es seco y la escasez de lluvias la característica principal. Aquí, los efectos de los monzones veraniegos que afectan al sur del país son nulos y sin la ayuda de las crecidas anuales del gran río la sequía sería absoluta.
[3] La zona capitalina comprende territorialmente hablando tres municipios o áreas urbanas: Pyinmana, Lewe y Alar. En esta última se encuentra el aeropuerto de Naypyidaw.
[4] El SPDC esel nombre oficial del régimen militar desde 1997. Con anterioridad, se conocía como SLORC, siglas inglesas para Consejo Estatal para la Restauración de la Ley y el Orden.
[5] La primera etapa de la dictadura militar tuvo en Ne Win (1962-1988) a su principal dirigente. Esta época está caracterizada por la llamada “vía birmana hacia el socialismo”, ideología fundamentada en la creación de un estado de trabajadores donde las organizaciones de masas y de clases ostentarían el poder, siguiendo el modelo soviético pero manteniendo las características birmanas (como el apego a la religión budista). Para conseguirlo se procedió a la nacionalización de las empresas y a desarrollar un aislamiento económico, empezando por la industria con el fin de desarrollar una economía industrial doméstica y no ligada a los condicionantes del exterior. Asimismo, en virtud de este aislamiento, se redujeron al mínimo las relaciones de tipo político con el exterior, proceso acompañado de una política de “birmanización” de la sociedad, que entre otras cosas llevó a la prohibición de la enseñanza de idiomas extranjeros, empezando por el inglés hasta finales de los setenta.
La segunda etapa (de 1988 hasta nuestros días), dirigida por una nueva junta militar pero heredera de la anterior, se puede definir como una continuación de las inclinaciones autoritarias de la era Ne Win (incluyendo la represión de la oposición, la rígida censura y el control de la información) combinada con lo que podríamos llamar una “globalización controlada”, siguiendo a grandes rasgos el modelo chino y que es uno de los preferidos actualmente por los regímenes dictatoriales asiáticos, esto es, apertura económica y preservación del sistema político. La “globalización controlada” ha conllevado el abandono de las políticas socialistas en el terreno económico por una colaboración estrecha con el resto del mundo y en primer lugar con sus vecinos. Aunque la apertura económica ha supuesto una mejor integración de Birmania en la región del sudeste de Asia, el desarrollo económico ha beneficiado a la junta militar pero no al conjunto del pueblo birmano. Las principales actividades económicas han sido dirigidas por oficiales de las fuerzas armadas, sus familias y personas adeptas al régimen. En la práctica, la apertura económica ha implicado una economía basada en un capitalismo de estado (que incluye la explotación y venta de los recursos naturales) que ha comportado que los miembros del régimen y de las fuerzas armadas se hayan convertido en una clase alta detestada por el resto de la población.
[6] James, p. 164. El autor desea agradecer a la Dra. James el haberle hecho llegar su artículo.
[7] Seekins, p. 465.
[8] James, p. 164.
[9] Maung, p. 6.
[10] Astaná significa en kazajo “capital” y parece ser que este nombre fue elegido porque es fácilmente pronunciable en multitud de lenguas. En época soviética era llamada Tselinogrado y tras la independencia de Kazajstán recibió el nombre de Aqmola (“lugar sagrado” en lengua kazaja).
[11] Para un análisis serio de la dictadura militar véase la obra de Christina Fink, Living Silence: Burma Under Military Rule, Londres: Zed Books, 2001.
[12] La razón de esta sublevación fue el mal trato dispensado por las autoridades a la figura de U Thant, antiguo secretario general de Naciones Unidas, en el momento de ser trasladado a Rangún para su entierro. Para un análisis de estos hecho véase la monografía de Andrew Selth, Death of a Hero: The U Thant Disturbances in Burma, December 1974, Brisbane: Griffith University, 1993.
[13] James, p. 164.
[14] Esta realidad es incluso perceptible al ojo del observador extranjero. En mi primer viaje a Birmania en el año 1998 pude comprobar la presencia, sino constante, sí frecuente de retratos del general Aung San, líder de la descolonización, “padre” de la independencia de Birmania y progenitor de la disidente y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi. Asesinado por un rival político en julio de 1947, Aung San es considerado un héroe y venerado por el pueblo birmano pero su figura ha sido siempre un elemento incómodo para las fuerzas armadas desde 1962. Sin embargo, su imagen nuca fue prohibida, incluso cuando su hija se convirtió en la líder de la oposición al régimen militar. Sin embargo, en mi último viaje, en 2007 pude observar cómo su retrato había desaparecido e incluso mis preguntas a este respecto eran objeto de miradas inquietas y respuestas evasivas. La razón es que los actuales gobernantes han prohibido la exhibición pública de su imagen. En cambio, y para mi sorpresa, pude observar en alguna ocasión el retrato de Than Shwe, del cual hasta la fecha sólo había visto en recortes de periódicos y documentales.
[15] Fink, p. 41.
[16] Bangkok Post, 26 de noviembre de 2005.Agradezco al Dr. Aung-Thwin que me haya hecho llegar una copia del texto, titulado “From Rangoon to Pyinmana”.
[17] Myanmar Times, 13 de julio de 2006.
[18] Maung, p. 6.
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© Copyright: Daniel Gomà, 2007
© Copyright: Biblio3W, 2007
Ficha bibliográfica
GOMÁ, D. La nueva capital de Birmania: ¿Paranoia, legados históricos o elecciones estratégicas? . Biblio 3W Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol.XII, nº 753, 10 de octubre de 2007. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-753.htm]. [ISSN 1138-9796].