Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796] Nº 240, 15 de junio de 2000 |
ECHEVERRÍA, Javier. Telépolis. Barcelona: Ediciones Destino (Colección Ensayo, nº17), 1994, 189 p. [ISBN 84-233-2366-8]
Daniel Reixach
Javier Echeverría, nacido en Pamplona en 1948, es licenciado en Matemáticas y doctor en Filosofía por la Universidad Complutense (Madrid) y por la Sorbona (París I). Desde 1979 es profesor de la Universidad del País Vasco y a partir de 1986 Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en dicha Universidad.
El autor ha pasado por dos etapas en cuanto a investigaciones publicadas. La primera, más dedicada a la filosofía y las matemáticas, ha servido para dar a conocer obras y manuscritos inéditos de Leibniz (Nuevos Ensayos sobre el Entendimiento Humano, Filosofía para princesas, Caractéristique Géométrique de Leibnizen 1679). Ha coeditado libros como la Confesión de Bakunin al Zar, Structures of Mathematical Theories y The Space of Mathematics. Entre sus publicaciones relacionadas con este tema cabe destacar: Sobre el juego (1979), Leibniz (1982), Límites de la conciencia y del matema (1983, con Víctor Gómez-Pin), Análisis de la identidad (1987) e Introducción a la Metodología de la Ciencia (1989). En la segunda etapa se ha dedicado a reflexionar sobre el tipo de sociedades en que nos encontramos y cómo hemos llegado a esta situación. En este sentido ha publicado Telépolis (1994), Cosmopolitas domésticos (1995), Los señores del aire: Telépolis y el tercer entorno (1999) y, últimamente, Un mundo virtual (2000).
El libro que ahora se presenta fue elaborado por el autor con ocasión de una estancia de dos años como Profesor-Investigador en el Instituto de Filosofía del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid). Javier Echeverría publica este libro con la intención de escribir, tal y como dice él en unas de sus páginas (181), un ensayo introductorio a Telépolis (la ciudad que viene y que tenemos), y no un tratado sociopolítico.
El libro se estructura en un prólogo, tres capítulos y un apéndice comprendiendo casi doscientas páginas de análisis ensayístico de los cambios que se vienen produciendo en nuestra sociedad.
En el prólogo, el autor resume por capítulos su ensayo, e introduce conceptos básicos sobre los que se asientan su estudio a modo de hipótesis. Estima que "durante el siglo XX se ha ido generando una nueva forma de organización social en una nueva ciudad (Telépolis) que se sustenta en una nueva forma de economía (telepolismo), que convierte los ámbitos privados en públicos y puede transformar el ocio en trabajo y el consumo en producción. Los medios de comunicación, y en particular la televisión, constituyen parte de la infraestructura de Telépolis".
El primer capítulo hace referencia al nuevo tipo de geografía urbana que el autor interpreta en un sentido metafórico y "más sugerente que riguroso": "las regiones y los países son simples manzanas y barrios de Telépolis". En este sentido, analiza los lugares que en la antigua Grecia tenían tanta importancia como eran las plazas (ágora, espacio público por excelencia, que hoy viene representado, según el autor, en el espacio televisivo. La vida a distancia es una de las características de los buenos telepolistas), los barrios (la ciudad se extiende a partir de conurbaciones infinitas sólo quebrantadas por elementos geofísicos ampliamente superados por las nuevas tecnologías, dando lugar a que la Tierra sea una gran ciudad(1)), las calles (lugar donde antes se formaba una opinión pública, pasan en la actualidad a desempeñar esa función los medios que configuran una percepción interesada de la realidad), los mercados (que actualmente son empresas industriales de centros de producción, administración y distribución repartidos por doquier), los cementerios (la explotación comercial de lo que el autor denomina "el cadáver de la Naturaleza" es un importante sector económico de Telépolis), y, sobre todo, las casas (o mejor dicho, las telecasas que suponen, según Echeverría, una nueva civilización. Un ejemplo de la nueva ciudad que con sus infraestructuras electrónicas ha provocado cambios en la vida doméstica. La realidad del telepolitano (ciudadano de Telépolis) puede llegar a ser, en ocasiones, contradictoria porque con las nuevas redes de información "Lo más distante forma parte de lo más íntimo").
Por medio de la televisión nos llegan las realidades comentadas que nosotros elegimos según sean nuestros intereses y compromisos sociales, pero por medio del ordenador y las nuevas formas de comunicación, esas realidades (en este caso contempladas desde lo virtual) pueden "volverse" infinitas.
El consumo productivo es la fuerza económica que sustenta Telépolis. El autor en el segundo capítulo la estudia a partir de unas variables clásicas en la actualidad: la conversión del ocio en trabajo, la capitalización de los nombres propios (es decir, la explotación económica de los nombres ilustres de la vida social, aprovechando al máximo su imagen) y el turismo. El turismo es una de las grandes empresas de Telépolis. Las estrategias que los países y las ciudades elaboran para luchar y combatir por este telemercado son muy variadas: lo esencial es que siempre haya algún gran espectáculo (artístico, deportivo, gastronómico, musical, comercial)(2)
, las votaciones y encuestas (emisión de tele-opiniones que son opinión pública industrialmente producida) son los instrumentos para conocer las tendencias y los gustos de los posibles compradores y, por último, el cuerpo en Telépolis (que pasa a ser en algunos casos pura mercancía, un número o identidad que sirve para territorializar al sujeto).
El tercer capítulo afronta posibles argumentaciones en contra de Telépolis, es decir valoraciones críticas a los conceptos introducidos como la creación de una nueva polis o de una nueva organización social. Se da entrada a objeciones, análisis y razonamientos que deben servir primero para una reflexión y segundo para una afirmación: Telépolis es un hecho incuestionable. Este apartado del libro recuerda la primera etapa del autor.
Un apéndice sirve a Javier Echeverría para terminar el libro. En éste diferencia las tesis de Marshall McLuhan en su libro Understanding Media: The Extensions of Man con sus hipótesis. De esta manera compara su Telépolis con la Aldea global(3) de McLuhan, destacando que él sí analiza los aspectos económicos que a su modo de ver son importantes para comprender lo que actualmente se nos ofrece a través de los media. Dice que "McLuhan parece explicar los grandes cambios en las formas de organización social por medio de la irrupción de diversas tecnologías o media: la rueda, la escritura, ...". He aquí donde Echeverría encuentra la diferencia principal entre su ensayo y el libro de McLuhan.
Una imagen: una familia viendo la televisión. Algo que aparentemente es un simple hecho cotidiano, Javier Echeverría, lo analiza minuciosamente e indaga en los motivos por los cuales se ha dado este desarrollo y este cambio en la organización social.
A partir de esta escena, se recogen toda una serie de premisas muy válidas para ser investigadas: la economía del sistema, su terciarización, sus poderes, los mecanismos de control a que los ciudadanos están siendo sometidos sutilmente, el cambio en el tiempo de ocio que se ha transformado en tiempo de producción y el consumo de los ciudadanos se materializa en producción. Todo esto acompañado de los medios de comunicación de masas (mass media) que actúan o sobreactúan manipulando y tejiendo una sociedad conformista y que se cree, mayoritariamente, que la realidad o lo real viene dado por ellos, cuando de todos es sabido que es una realidad que interesa dar a conocer a un grupo empresarial o a varios, dado que los medios están diversificados en varias compañías de producción, es lo que configura nuestra sociedad.
Cuando nos sentamos en el sofá de nuestro espacio doméstico y absorbemos, cuanto podemos, la información prefabricada industrialmente desde la distancia, nos llega, como es lógico, una comunicación cuanto menos falseable.
Todo esto y más es lo que genera Telépolis, un nuevo tipo de ciudad que crea realidades distintas. No obstante, y por paradójico que parezca, no se desarrolla en un espacio real, sino más bien en un espacio virtual, como podrían ser las chats electrónicas, introducidas por las nuevas tecnologías de la información. Estas, han revolucionado todo el sistema de comunicación, y han creado la distancia informativa y nuevas formas de entender la vida en este mundo.
Esta desterritorialización ha provocado una pasividad en los
consumidores finales y un "laisser faire" de los telepolitanos.
Por ello Javier Echeverría todavía vislumbra una luz en el
túnel. Razona que si se quiere cambiar, aún se puede si los
cosmopolistas
domésticos se despiertan del aparente letargo en el que se ven
inmersos. Es lo que Orwell(4) narró como el
Gran
Hermano, o bien la técnica hipnopédica de Huxley(5).
Telépolis es comparable con un poco de soma (y todo
solucionado): un poco de entretenimiento, de espectáculo, o en definitiva,
un poco de imagen real vista por la televisión y "se acabaron los
problemas".
Notas
1. Imagen que recuerda la recién estrenada Star Wars. La amenaza fantasma y un pasaje que aparece un planeta formado todo él por edificios siendo así un planeta-ciudad (Coruscant).
2. Se recomienda la lectura de DEBORD, Guy: La sociedad del espectáculo.
3. Global Village (de la que tantos autores han escrito y opinado).
4. ORWELL, George. 1984. Barcelona: Ediciones Destino. Colección Clásicos Contemporáneos Comentados, 1952, volumen nº17, 1952. Barcelona.
5. HUXLEY, Aldous. Un mundo feliz.
Barcelona: Círculo de Lectores (por cortesía de Plaza &
Janés), 1965.
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