Resumo
En una ciudad costera del Mediterráneo español, Antonio, el capitán de un barco, parte para realizar una larga travesia a Córcega. Deja en tierra a su mujer, Martirio, y a su hija pequeña, Enriqueta. A los meses de su partida, una intensa tormenta hacen a Martirio temerse lo peor y comienza a desesperarse. Su único consuelo es rezarle a la Virgen del Carmen, junto a su hija, en la ermita de la playa. Un día, al salir de la ermita, ve a Antonio llegar en un pequeño bote junto a un jóven pescador. Antonio le cuenta que su barco naufragó y que, de toda la tribulación, nadie más que él pudo salvarse.
Violencia de/contra as mulleres
Estereotipos patriarcales de género (esposa perfecta)
Tierna, amante, virtuosa y bella, Martirio reunía las más escelentes dotes que puede atesorar una mujer para ser el ídolo de su esposo, el cual la amaba con toda la efusión de su alma noble; y no menos apreciables honradez y relevantes cualidades, se hacía digno del inmenso cariño con que era correspondido.
Cosificación (niña como "vínculo" y como "flor")
Vínculo sagrado que unía con más estrechos lazos estos dos corazones, era la niña Enriqueta; naciente flor que empezaba a desplegar sus perfumadas hojas en una aurora serena, a la sombra de los halagos paternales y al dulce beso de la que veló su primer sueño.
Estereotipos patriarcales de género (hombre rescatador, mujeres cuidadoras)
Cuando se despertó en mayo, se halló tendido en las Arenas de una playa que no era la suya, y junto a sí el compasivo joven que lo había conducido; este, sosteniéndole, porque estaba muy débil, lo llevó a su choza, donde acogido por la caridad de la madre y la hermana del muchacho, permaneció sin querer que dieran parte a nadie hasta recobrar las fuerzas necesarias para volver a su morada.
Falta de agencia y estereotipo patriarcal (buena mujer que no podría soportar la muerte de su esposo)
Cuando Antonio concluyó su narración, los tres penetraron acompañados del pescador en la capilla, donde postrados ambos esposos daban gracias a la Madre de Dios por que los había vuelto a la felicidad, salvando a Antonio del furor de las olas y haciendo nacer en el corazón de Martirio la esperanza, sin la cual habría perecido víctima de su dolor.