Resumo
Un joven aristócrata, Pedro, vuelve de Inglaterra para vivir con su madre, y durante sus paseos diarios, ve a la misma mujer sentada en un banco todos los días. Se enamoran, pero ella se niega a mostrarle su casa, solo diciendo que vive en “ruinas.” Cuando por fin Pedro la obliga a llevarle a su casa, descubre que sus tres hermanos la mantienen en una forma de esclavitud, aprovechándose de su belleza para atraer hombres ricos; atraídos los hombres a la casa arruinada, los hermanos les roban sus posesiones valiosas y los matan. La mujer había intentado evitar este destino para Pedro, pero los hermanos los descubren, y aunque la mujer logra liberarlo a Pedro, un hermano la mata como venganza. Pedro escapa de la situación, pero más tarde se encuentra en peligro mortal “de resultas de unas calenturas cerebrales” (nº 49, 7). El cuento se acaba sin revelar su destino.
Asesinato; violencia doméstica; esclavitud; robo; ruinas; terremoto de Lisboa de 1755
Violencia de/contra as mulleres
Violencia directa (una mujer es esclavizada por sus hermanos, golpeada, y forzada a actuar como cebo para atraer hombres ricos); violencia cultural (familia: hermanos); cosificación; sexualización; metaforización (flor)
“—Porque soy esclava […] de mis perversos hermanos. […] Mira esta cicatriz en mi cuello, este brazo aún sin movimiento por una dislocación que ha sufrido, y comprenderás, no solo el yugo que sobre mí pesa, sino también el peligro en que estarla mi vida si me escapase de ellos […] Me obligan á cuidar de su casa y á preparar sus alimentos. Me obligan ¡gran Dios! Á traerles aquí á aquellos hombres ricos que, imprudentes, se obstinan en seguir mis pasos cuando me fuerzan á ir para ser vista á los sitios públicos” (nº 48, 2)
“el mayor de los tres [hermanos] la cojió por un brazo, y la tiró al suelo” (nº 48, 2-3)
“la dejaron atada y presa de una espantosa convulsión tendida en el suelo” (nº 49, 6)
“[…] yo te salvaré! —esclamó Pedro.
—No de mi puñal;—dijo en voz ahogada por la ira el mayor de los [hermanos], el cual, antes que nadie hubiese previsto ni podido impedir su acción, había cumplido su amenaza” (nº 49, 6).