Resumo
La Gitana, compinchada con D. Félix, manda a Azucena a entregarle el vestido para el ama de llaves un domingo, evitando así que ésta estuviera en la casa. Azucena es recibida por la portera de D. Felix, que le dice de malas formas que no el señor no está e insinúa que su intención al haber ido a entregar el traje un domingo era la de verse a solas con él. Don Félix escucha la conversación e interviene pidiéndole a su portera que lleve a Azucena a uno de sus salones. Allí se reúne con ella, le paga el vestido y, tras ofrecerse a ayudar económicamente a Azucena y a su abuela, le da a la joven una importante suma de dinero para que ambas no pasen más privaciones. Azucena, dada su precaria situación, no tiene más remedio que aceptar el dinero avergonzada.
Violencia de/contra as mulleres
Estereotipos patriarcales de género (envidia/maldad entre mujeres)
La Gitana, como dijo muy bien D. Félix, había mordido perfectamente el anzuelo, y ni sus numerosos lances de amor, ni su escuela de mundo habian sido suficientes para hacerla conocer si pisaba o no sobre un terreno falso.
Pero forzada a creer en un amor que tanto la humillaba, no quiso desperdiciar cuantas ocasiones se le presentasen de poner á prueba la envidiada virtud de la jóven huérfana. (196)
Avergonzada la muchacha por la maliciosa sonrisa de sus compañeras, se levantó encendida como una amapola y balbuceó algunas escusas para que eligiese otra compañera para aquel encargo. (196)
La Gitana reprendió a las costureras y se burló del rubor de Azucena. La jóven se abochornó de nuevo, pero viéndose obligada á obedecer, tomó la canastilla y salió del taller casi temblando. (196)
- El señor! he…he…lindo juego! el señor para entregarle ropa! Ah…bribonzuela, que bien habéis atisbado que doña Juliana está en Santo Domingo! Azucena tuvo la necesidad de apoyarse en la puerta para no caer de vergüenza. Pues bien!, no está el señor, dijo Custodia en tono de desprecio…no está. (196)