Modas

Violencia cultural: edadismo y clasismo 

Hay un poder incontestable en el mundo; una soberanía que á nadie rinde vasallaje; que reina sobre los corazones por el doble atractivo de la juventud y la hermosura; que tiene súbditos en todos los climas, y esclavos bajo todas las zonas ; que asienta su trono en París, y desde este centro resplandeciente ilumina y subyuga al universo ; que ostenta su magnificencia en los Kans de Damasco, en los bazares de Constantinopla, en los muelles de Calcula; que pasea sus maravillas en el Campo grande de Pera, en las perspectivas de Newaki en San Petersburgo, en Broadway en Nueva-York, del mismo modo que en los bulevares de París, en los esquares de Lóndres, en las calles de Madrid; un poder, en fin , cuyos decretos no tienen apelacion; que se rie de las prohibiciones, de los cordones y de las aduanas; que á pesar del estado de guerra penetra en todas partes, lo mismo en el campo Ruso que en el Turco, y este gran poder, que dá cada dia la vuelta al mundo, es, lectoras mías, la Moda.

Este año la caprichosa autócrata no parece sino que acaba de llegar de Australia; tan desenfrenado es su lujo. Las salidas de baile llevan bordados de oro; los sombreros de paseo adornos de flores de plata; y los vestidos dejan muy atrás en la magnificencia de sus tejidos y dibujos á todo lo mas lujoso y mas rico que hemos conocido.