La claridad como derecho: la aportación de la norma ISO 24495-1 hacia el lenguaje claro es el título de la reciente publicación en el Anuario ThinkEPI que firman estos dos miembros de la Cátedra UB-DIBA de Comunicación Clara Aplicada a las Administraciones Públicas.
El artículo tiene como finalidad presentar la nueva norma ISO 24495-1, y se articula sobre tres puntos esenciales: el derecho a entender de la ciudadanía para poder participar de la vida democrática; los antecedentes, objetivos y entresijos de la elaboración de la norma ISO 24495-1; y el contenido de la norma y sus aportaciones, La norma quiere ser una referencia autorizada para aquellos redactores de textos que trabajan para promover la claridad en las comunicaciones que las organizaciones públicas o privadas dirigen a los ciudadanos.
Los autores subrayan la relevancia de la norma, que presentan como la materialización de un consenso global que inicia su reciente andadura gracias al esfuerzo interdisciplinario continuado y mayormente voluntario de “especialistas en lenguaje claro: lingüistas, redactores técnicos, traductores, creadores de contenido y diseñadores de numerosos países” (p. 3).
Una de las muchas bondades del artículo es la nitidez con la que destilan el contenido de la norma, que proporciona directrices de redacción organizadas en torno a cuatro principios rectores: los lectores obtienen lo que necesitan (pertinencia); los lectores pueden encontrar fácilmente lo que necesitan (encontrable); los lectores pueden entender fácilmente lo que encuentran (comprensible); los lectores pueden utilizar fácilmente la información (usable).
Algunas de las directrices que recoge la norma para redactar textos claros y accesibles son las siguientes:
- “identificar quiénes son los lectores, con qué propósito abordarán el documento y en qué contexto lo harán;
- elegir el formato y el contenido más apropiados, asegurando que el tipo de documento y los contenidos seleccionados se alineen con las características, los objetivos y el contexto de los lectores;
- utilizar técnicas de diseño de información que permitan a los lectores encontrar la información;
- utilizar títulos para ayudar a los lectores a anticipar lo que viene a continuación;
- mantener separada la información complementaria;
- elegir palabras conocidas;
- escribir frases y párrafos claros y concisos;
- considerar la posibilidad de incluir imágenes y elementos multimedia;
- transmitir un tono respetuoso;
- garantizar la cohesión del documento;
- evaluar el documento a medida que se elabora;
- seguir evaluando el documento con los lectores;
- seguir evaluando el uso que hacen los lectores del documento”. (p. 3 y 4).