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Atreverse a sentir … y seguir viviendo sin locura

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GLORIA LUIS PERALVO

Atreverse a sentir … y seguir viviendo sin locura

Presentación del libro: EMILY DICKINSON, Ese Día sobrecogedor. Poemas del incesto Libreria La caníbal
 c/ Nàpols 314, 08013 Barcelona. Viernes, 16 de marzo de 2018

... Importunando en tu oído
Tan fría como Tambores de Sátiro -
Si tú recuerdas, y te salvaste ...

Lo primero, decir que estoy contenta de estar aquí hoy, y agradecida a Milagros Rivera por haberme invitado a hablar de este libro de poemas, de verdad sobrecogedor, sí. La mayoría de poemas de Emily Dickinson lo son. No porque te asusten sino porque te tocan el alma y te dejan el corazón en vilo. Y aunque yo los había leído casi todos (traducidos y publicados en los tres volúmenes a lo largo de los últimos años por las traductoras) además de llevar muchos a la lectura del grupo “Miércoles de Poesía” para compartirlos con otras, no siempre leer un poema quiere decir sentirlo en toda su plenitud. Pero cuando te abandonas al poema y al sentir que despierta en ti, es una experiencia tremenda.
Una experiencia que lleva a lugares ignotos de una misma. Zonas sombrías en las que el poema rescata lo originario de la vivencia dolorosa e indecible y la encamina desde la penumbra a la luz. Una luz que hasta no hace mucho, Isabel pensaba que la dejaría ciega, que la arrebataría. Sin embargo la lectura de este librito de poemas “del incesto” (poemas detectados en la obra de Emily por la intuición y la sabiduría femenina de las traductoras) no solo no la ha dejado ciega sino que ha dicho con palabras verdaderas una experiencia que sólo había podido ser padecida como pesar inconfesable.

Escribió María Zambrano en ‘Notas de un método’ que “Si después de haber probado la suprema felicidad o el terror indecible, se sigue viviendo sin locura, es por esta humildad reiterada, no buscada, que vence al absolutismo del sujeto”. Y sigue diciendo que ‘en los momentos de más oscuridad de la vida puede estar la salvación, porque nos obligan a transcendernos, a ir más allá de la peligrosa mismidad’.
Emily Dickinson con cada uno de sus poemas consigue hacer esto. Como por ejemplo en la última estrofa del poema 619 que dice:
“…..
Importunando en tu oído
Tan fría como Tambores de Sátiro -
Si tú recuerdas, y te salvaste
Es más similar así - parece -
... "

Algo tan terrible (terrible porque quien abusaba era un varón cercano de la familia -la mayoría de las veces- muy querido) provocaba la mudez, era enterrado bajo capas de olvido en el inconsciente infantil, perturbando de aquí en adelante la capacidad de la lengua para dar expresión a lo viviente, a la experiencia.

Hasta que de adulta Isabel no leyó y escuchó relatar a otras esa experiencia, no salió a la luz la propia. Entonces le causó pavor y estupefacción. ¿Qué hacer con ese recuerdo inconcebible que ya no podía volver a enterrar ni a olvidar?

Solo en relación con otras eso se puede volver decible, desde luego, gracias a la libertad y al entremujeres que ha traído el feminismo. Una vez dado este paso, ya no se puede volver atrás, ya no se puede sepultar. Porque ya hemos visto. Y al reconocerlo, nos ha ensanchado la experiencia, el alma y la vida. Ahora la herida (y la culpa) cicatriza acompañada de una potencia liberadora que ya no desaparecerá.

Y en ese camino de reconocimiento, los poemas de Emily Dickinson han sido muy importantes, han amparado el despertar a la libertad de Isabel, al poder-decir con otras. Y como han dicho las mujeres del movimiento #MeToo, Isabel soy yo, somos todas (un 70 por ciento de las mujeres de la Unión europea han sufrido algún tipo de abuso por hombres de su entorno familiar). Y la poética de Emily ha sido fundamental en esa apertura de Isabel para encontrar las palabras, porque sus poemas son una creación de la experiencia, hecha desde su carne y su vivencia.


Por ello ha sido primordial el que las traductoras sean también mujeres conscientes de la importancia de su experiencia femenina y del acierto de llevar a cabo la tarea de traducir en relación. Esa práctica política de la relación a dos ha generado un más que ha visto y nos ha hecho ver a las lectoras el incesto en los poemas; y no solo esto, sino dar voz a otras vivencias placenteras, también obliteradas por los traductores, como el amor entre mujeres y su goce erótico, la sensibilidad y la delicadeza con que Emily Dickinson usa las alegorías para mostrar el horror del incesto, o el amor a su amada Susan, mediante la percepción y descripción de las criaturas diminutas de la tierra y del cielo (insectos, aves, florecillas, …) reflejadas en muchos de sus poemas.


Toda esta riqueza en la interpretación y en la traducción de los poemas, el atrevimiento para decirlo, las traductoras la han hecho posible, aparte de por su sabiduría de la lengua, por la práctica de esta relación política entre las dos, reconociéndose autoridad mutua, una práctica nacida en el entremujeres del feminismo de la diferencia sexual. Su fidelidad a la poeta, su atrevimiento y su generosidad ha hecho que podamos disfrutar de una traducción genuina, alejada de los cánones y por tanto, de la repetición de lo ya dicho.


De esta forma el mensaje de Emily Dickinson ha podido llegar a nosotras, como ella quería, porque como dice en el poema 673 “no puede haber en el mundo una sola niña rota”, y “a pesar de tener la lengua vendada por el terror que nos fulminaría si fuera dicho”…, (poema 1325) la verdad de ese mensaje requiere de testimonio, tenía que ser “llevado a los confines del mundo, aunque las colinas se desplomen y los cielos se desbanden, porque esa es la verdad y decirla es nuestro compromiso y nuestra libertad”.


Quiero acabar diciendo que la belleza y el juego de la lengua con la que Emily expresa en sus poemas esa atrocidad causada a las mujeres por los hombres, no tienen nada que ver con el relato de agravios que contribuyen a la miseria femenina con la que los medios y los partidos políticos masculinizados han hecho este año la celebración del 8 de marzo.


Ella rescata su dolor, su sentir originario femenino para revelarnos su potencia, dándole expresión simbólica. En sus poemas acusa la barbarie del incesto sufrido y de su aflicción. Pero no lo convierte en miseria ni siente menoscabada su dignidad por ello sino que sabe salir indemne y salvada de esa violencia masculina yendo más allá de su dolor y de su mismidad (como diría María Zambrano) llevando su testimonio al mundo, a través de su creatividad y de su amor por Susan Huntington Dickinson y por todo lo creado.


Ahora para finalizar, leeré el poema 763 donde Emily refleja su filosofía de la vida y su fina ironía:
...


Yo no tenía tiempo para Odiar -
Porque
La Tumba me estorbaría -
Y la Vida no era tan
Amplia que yo
Pudiera terminar - Enemistad -

Ni tenía yo tiempo par Amar -
Pero ya que
Alguna Aplicación ha de haber -
El pequeño Afán del Amor -
Pensé
Sería bastante grande para Mí

Universidad de Barcelona
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