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La democracia igualitaria y la violencia contra las mujeres
Número 37 (2009)
REVISTA DUODA 37
EDITORIAL: La democracia igualitaria y la violencia contra las mujeres
En este número de DUODA recogemos las reflexiones del Seminario público del Centro de Investigación Duoda de la Universidad de Barcelona y el coloquio que le siguió. También encontraréis en este número el diálogo magistral con Lia Cigarini, los textos de la Jornada “Ser mujer en el siglo XXI”, los textos de la IV Jornada de Política de las Mujeres de Reus, y las viñetas de Pat Carra.
Este año en el Seminario nos preguntamos sobre los vínculos que pueden existir entre la democracia igualitaria y la violencia contra las mujeres. Esta pregunta y reflexión las planteamos, como siempre, desde la palabra viva de las mujeres y hombres invitados a partici¬par; palabra en la que se entrelazan la experiencia y el pensamiento nacidos del ponerse en juego en primera persona, sin enmudecer la diferencia humana primera y original que es el ser mujer o ser hombre, por tanto, sin borrar la diferencia sexual libre.
¿Por qué pensamos que puede haber vínculos entre la democracia igualitaria y la violencia contra las mujeres? Porque, como ha escrito (y nos recordó preparando este seminario) la filósofa Luisa Muraro, “la democracia igualitaria fue inventada por hombres que excluyeron a las mujeres, y porque la democracia igualitaria es una conquista histórica, es decir, forma parte de la historia humana y, como tal, es criticable y se debe valorar en cada presente histórico. Pensar y repensar el paradigma de la democracia igualitaria es, por tanto, una tarea de la política de las mujeres y de los hombres. Lo hizo Marx, Gramsci, lo hicieron muchos otros pensadores socialistas, y lo hizo Foucault y también Carla Lonzi, entre otros. Y ahora también lo hacemos nosotras”. Nos preguntamos y reflexionamos, pues, sobre la posible existencia de vínculos entre la democracia igualitaria y la violencia sexista, sin establecer nunca una relación de causa-efecto entre ambas.
Nos preguntamos por qué en los países en los que se han alcanza¬do las formas más altas de democracia paritaria, la violencia contra las mujeres no ha desaparecido ni tan solo ha disminuido. Y tampo¬co han disminuido otras formas encubiertas de violencia que ponen en peligro una y otra vez el sentido libre de la diferencia de ser mujer y también, de manera distinta, la diferencia libre de ser hombre. Nos referimos sobre todo a las nuevas formas de burocratización, tecni¬ficación e instrumentalización del sentido de las relaciones de convi¬vencia, de la vida en el trabajo –como nos explica Lia Cigarini- y en las instituciones públicas, que claramente obstaculizan e interfieren la libertad femenina en este final del patriarcado; por ejemplo, la custodia compartida de hijas e hijos –como nos explica Núria Beitia Hernández-; o los excesos en las acreditaciones y pruebas para acceder a puestos de trabajo como la universidad; o la dificultad para atender y saber escuchar “el doble sí” que están diciendo muchas mujeres a la maternidad y al trabajo.
Percibimos nudos importantes de violencia sexista que continúan en esta democracia, enmascarada de procesos igualitarios entre mujeres y hombres; mecanismos llamados “igualitarios” que en gran medida están pensados y sostenidos a partir de un patrón masculi¬no presentado como homologable para ambos sexos, sin tener presente el sentido de la diferencia libre de ser mujer, como señala en su artículo Laura Mora Cabello de Alba. Por tanto, nos tenemos que preguntar más a fondo por las causas de esta violencia entre los sexos y por su vínculo con la democracia igualitaria. Como también nos tenemos que interrogar sobre el sentido y papel simbólico del derecho, de la norma y de la legislación en este contexto, y que produce tanta violencia contra las mujeres, al convertirse, en gran medida, en formas que actúan -como subraya en su texto Clara Jourdan- como barreras simbólicas que interceptan las relaciones verdaderas, que son las de confianza, y en las cuales las mujeres se mueven mejor por su apertura a la relación, como el propio cuerpo de mujer señala sin ningún determinismo.
Preguntarnos por este vínculo es reconocer autoridad a todas las mujeres que con su lucha hicieron posible que hoy disfrutemos de una libertad cada vez mayor. Es el reconocimiento de su legado lo que nos mueve, a la vez que nuestro deseo de continuar haciendo realidad el estar en el mundo con sentido libre de la diferencia, practicándola entre mujeres y, a través de una relación pacífica, con aquellos hombres que hoy ya no soportan o no quieren sostener más la jerarquía del poder y que repiensan el sentido libre de su estar en el mundo. Por ello, agradecemos el texto de Marco Deriu.
Como en otras ocasiones en nuestro seminario público, el debate con las y los asistentes forma parte de la riqueza que queremos ofrecer en la revista. En esta ocasión, valoramos especialmente el debate surgido desde que se difundió el título del seminario; desde aquí se lo agradecemos a quienes han contribuido a él desde distin¬tos ámbitos (la universidad, los partidos políticos, asociaciones, etc.), ya que solo así podremos, entre todas, contribuir a deshacer los nudos que vivimos en la democracia actual. Deseamos que este número de DUODA permita mantener la discusión y la relación abiertas y más ricas. Por ello, consideramos que, como nos dijo Luisa Muraro, una vez que le pedimos consejo “el mejor reconoci¬miento a las mujeres que han luchado por nuestra libertad, es disfrutarla libremente”.
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