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PERSÈPOLIS, de Marjane Satrapi.

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AMPARO SILVANA CHUMACERO RUÍZ

PERSÈPOLIS, de Marjane Satrapi.

“PERSÉPOLIS”
Buenas tardes y gracias a todas y todos por estar hoy aquí. Me hace mucha ilusión poder participar de este cine fórum que Marisé cuida con tanto cariño. Mi cariño por ella, por Duoda y por los espacio de mujeres son la razón por la que quise participar como madrina de esta película. El estar juntas y viendo cine es una propuesta irresistible.
Tal vez, antes de comenzar, cabe aclararles que las palabras que a continuación compartiré son palabras que poco les dirán sobre la historia de Irán, de la revolución islámica y de otros aspectos que esta película enseña muy bien porque lo que busco es abrir el debate a otras miradas posibles, más allá de la histórica y de la política de los gobiernos para, más bien, acercarme a la vida de las mujeres, a la vida de Marjane Satrapi.

Breve biografía de la directora:
Marjane Satrapi nació en 1969 en Rascht, Irán. Hija única de una familia bien acomodada, descendiente de la dinastía Kayar. Estudió en el Liceo Francés en Teherán hasta que en 1979 comenzaron a prohibir la educación bilingüe. A sus 14 años la enviaron al liceo francés a Viena, Austria para garantizar su formación laica. Tras terminar su formación regresó a estudiar Bellas artes en Irán, pero decidió irse a Francia y actualmente reside en Paris. Tiene 3 libros traducidos al castellano: Persépolis, Bordados y Pollo con ciruelas. Los tres son altamente recomendables. Pollo con ciruelas está en película. El mejor para mí es sin duda Bordados.

Quiero comenzar contándoles cuál ha sido el camino mío para llegar a proponer esta película, dentro de este ciclo de cine fórum, porque seguramente en ese camino hay pistas que pueden abrirnos a reflexiones sobre el cómo nos relacionamos con las cosas y sobre el qué nos mueve a estar y vivir de una y de diversas maneras.
Hace unos años recibí en mis manos el primer tomo de Persépolis de Marjane Satrapi. Fue Sandra, una amiga mía, quien me lo regaló en un viaje de visita que me hizo en la ciudad de Buenos Aires. Recuerdo que me dijo que seguramente me gustaría por la forma en cómo abordaba la autora episodios de la historia del pueblo persa y la revolución islámica. Poco sabía yo de Persia, hoy Irán, de su gente y de su historia, y, la verdad, poco me interesaba. Lo digo con mucha vergüenza, pero así era. La lejanía del llamado Medio Oriente era tan grande para mí que me resultaba imposible interesarme seriamente por el tema. Quién iba a pensar que al cabo de un año estaría viviendo en el barrio del Raval de Barcelona rodeada de gente de Iran, Paquistán y de otras regiones de Oriente. Entonces, el islam ya no sería la religión de aquellos que viven tan lejos, sino de los que tendría en la puerta del frente y sobre todo de las mujeres a las que me cruzaría cada día subiendo la garrafa de agua y a las que miraría fascinada por su vestimenta, su idioma, y toda su diferencia en relación a mí. Así pues, debía yo relacionarme e interesarme por las costumbres y la vida de mis vecinas y vecinos.
Sé que Sandra leía en el relatar de Marjane algo más que otra manera de contar la historia. No sólo el formato de cómic nos daba pistas de ello, sino alguna verdad que tiene que ver con la grandeza de las mujeres: con un saber ser y saber estar, incluso, en realidades violentas y dolorosas como las que el libro recoge. Marjane nos desvela otras realidades de la revolución islámica en Irán que no se cuentan en las noticias y que va más allá de las guerras entre vencedores y perdedores porque ella habla de la vida y de lo que suceden en el durante y cómo ella lo vivió. Marjane hace evidente en y con su libro las diferentes lecturas que se pueden hacer de una misma situación y cómo las mujeres a su manera encuentran/encontramos la manera de sobrevivir a estas. Ella es un ejemplo encarnado. Yo tengo la sensación que las mujeres estamos en una constante búsqueda de la libertad y me parece precioso contarlo, decirlo porque es una forma de vivir. Su apuesta es una apuesta política por contar su verdad y así ella lo explicita en varias entrevistas. Estaba cansada de escuchar hablar de su país y no verse reconocida en esos relatos.
Así, pues, empecé a conocer a Marjane y con ella a abrir mis ojos a un mundo desconocido. Ya en Barcelona, Salvador, uno de esos hombres que reconocen la grandeza femenina, me regaló el libro compilador de los cuatro tomos de Persépolis y en un trocito de su dedicatoria ponía: “para que lo disfrutes, como lo hice yo”. Pues sí, el libro se disfruta y la película también porque Marjane nos habla en lengua materna, es decir que nos cuenta lo que siente y piensa sin recurrir a palabras complejas o exagerar con la información histórica, simplemente expresa y dibuja lo que piensa por ello también comunica y la entendemos. La escogí para este cine fórum porque con ella se disfruta y sobre todo se comprende.
Pese a las situaciones de dolor, pérdida y desencanto que vive Marjane en esta película ella no deja reírse de sí misma y de las situaciones. Tampoco deja de lado la potencia del cuento en su vida. Sus charlas más importantes se relatan como un cuento. En su contarnos hay un disfrute que creo que tiene que ver con un nivel de conciencia de su proceso y de su historia. Esa conciencia que las mujeres vamos aprendiendo o habíamos olvidado, tal vez, y que otras, sin embargo, se animan a nombrarla escribiendo libros que nos invitan a hacerlo como por ejemplo Luisa Muraro y “La indecible suerte de nacer mujer” y Virginia Wolf con “El cuarto propio”, “cuerpo de mujer, sabiduría de mujer” de Christiane Northrup y tantas mujeres, de antes y de ahora, que no renuncian ni renunciaron al disfrute de conocerse y de aprender de ellas mismas y de otras mujeres. La libertad femenina ha existido siempre, mucho antes del feminismo y donde menos lo imaginamos, está. No es fácil conseguir librarse de pesos, como lo verán en esta película, pero lo hacemos.
Creo esencial hablar del disfrute porque disfrutar de la lectura no siempre se hace, disfrutar de la historia, al menos como yo la tuve en la escuela, tampoco lo es. Disfrutar mientras aprendes de una cruda realidad no es fácil y disfrutar contando aquello imagino que tampoco. Sin embargo, la sabiduría y ese saber hacer que Marjane refleja en esta película habla de su capacidad de atravesar dolores dándoles un sentido creativo y educativo lleno de ironía y de humor. Esto nos permite atravesar las situaciones incómodas y violentas sin padecer. Nos deja disfrutar de su historia y me parece que ella disfruta dibujando y escribiendo porque ha encontrado una manera de contar al mundo lo que ama. Ella misma dice que responder a la estupidez con estupidez, es estúpido y se refiere a la violencia que sintió al escuchar relatos sobre lo que en Irán ocurría, por tanto, cuenta su historia sobre lo que ama y que es parte de su vida, con amor.
Seguramente por ese disfrutar es que hoy estamos hoy aquí. El goce del entredós es para mí una de las grandezas que tenemos y que las abuelas, las madres y las mujeres en general suelen enseñarnos a cuidar y tener, aunque sea en secreto y como práctica en intimidad. Aquí, Marjane, relata la relación con su abuela de forma especial. Una de las escenas joya de esta película es la despedida con la abuela. El olor a jazmín de su abuela es su fuerza, ella aprende de los rituales para tener las tetas redondas y firmes. Marjane admira los pechos de su abuela porque son pechos que alimentan, entre otras cosas su seguridad. Es simbólica esa escena. Es el amor de la madre, de la abuela. La sabiduría de la abuela le recordará, luego, el ser fiel a sí misma. Y con jazmines cerrará la película.

Marjane hábilmente nos explica como desde la visión masculina un hijab (pañuelo) pretende tapar muchas cosas, entre ellas la supuesta sensualidad del cabello y todo lo que se remita a “pecado”, pero el disfrute por las cosas no se tapan. Verán a una Marjane fanática de la música y verán a las mujeres seguir tranquilas con sus vidas pese al pañuelo. La libertad seguirá, aunque no sea mostrable y enseñable a todos. El pañuelo tapa al que mira y no a la que lo lleva. Cuántos prejuicios hay al ver a una mujer con hijab que nos impiden ver a las mujeres plenamente, incluso entre mujeres. Una escena del principio de esta película, en el baño del aeropuerto, lo recoge perfectamente.
Hay una cosa que me molesta de esta película y que quiero compartir con ustedes. Es cómo nos hemos creído que el modelo liberador y de desarrollo es el “occidental”, el europeo. Ese eurocentrismo que para mí sigue impidiéndonos encontrar y crear modelos propios. No nos deja ver. El androcentrismo sigue colonizando nuestro pensamiento. La vida puesta en manos de normas y leyes de los hombres sigue siendo el camino único para sostener la convivencia y la vida. Y es triste y Marjane no escapa a ello.
La madre en el libro tiene un rol precioso, más que en la película. Yo lo atribuyo a que con el codirector de la película Vincent Paronnaud, mejor amigo de Marjane buscaban contar lo sucedido en Irán y no lo que yo mujer quiero leer de la vida de las mujeres. Su madre está ahí, siempre, para sostenerla, para guiarla, para reñirla. Su madre es su medida y la que civiliza. Las que civilizan durante la guerra son siempre las mujeres y algunos hombres, cuando dejan de pelear. Es la madre que le dice que no vuelva.
Los hombres que aquí se ven son hombres de todos los tipos, pero me gusta el cuidado que ella tiene al hablarnos de su padre, de su tío. Hay un amor por los buenos hombres y los dibuja. Son hombres que escuchan a las mujeres. Marjane pese a su historia de desencuentro con los hombres es capaz de distinguir aquellos que valen la pena.
Su relación con Dios es estupenda. Lo baja del cielo para hablar con él. Establece una relación de tú a tú, se pelea con él y ella además quiere ser profeta. Esto es transgredir libremente las creencias y ponerlas en su sitio, en relación a una. Lo mismo sucede con Marx. Ella se salta barreras. Está por encima de las doctrinas y los pensamientos teóricos y religiosos porque se sabe capaz de pensar y confía en sí misma.
El amor de pareja, el modelo de amor heterosexual, está presente en todo su relato. Ni allá, tan lejos, nos salvamos del modelo de amor romántico y de los cuentos de Disney que nos frustran y que nos generan vacío. Su muerte en vida es causada por el choque cultural que vivir lejos de casa supone, y por sufrir el desamor. Esto es algo que aún me cuesta verlo desde la distancia porque lo tenemos muy dentro y nos lo creemos. Un día, espero, dejaremos de ver a los hombres como salvadores y pensemos las relaciones más allá de la pareja.
Podrán apreciar escenas donde las mujeres aprovechan su circunstancia de debilidad, donde su supuesto lugar de pobreza y sufrimiento, es su única herramienta para conseguir lo que buscan. Es de sabias utilizarlo, ¿por qué no? Es hacer crecer lo que se cree un menos.
La película logra su objetivo, que es que la historia sea contada desde otro lugar y por una mujer. Marjane lo hace y por ello es válido, también muestra la idea de que la mujer puede tener otro lugar y puede enfrentarse a las imposiciones, pero su discurso aún se centra en la idea de la igualdad. En la falsa igualdad y en el modelo occidental y de desarrollo. A mí me hubiera gustado que fuera más libre del modelo a seguir, que hiciera más simbólico, que nos enseñara en profundidad la vida de las mujeres en Irán, pero yo no soy Marjane y esta es su película y su libro.
Persépolis nos regala la oportunidad de pensar sobre el ser mujer en una cultura musulmana y nos relata y dibuja escenas antes no contadas, al menos no en lo que se nos enseña en los medios de comunicación aquí porque como casi en todo lado parece que la vida de las mujeres no es interés político ni social. Y mucho menos es un libro y película que guste a los gobiernos iraníes, tal vez por ello este libro ha sido prohibido en Irán.

Las y los invito a disfrutar de esta película “prohibida”. Deseo que podamos acercarnos a la historia de vida de Marjane niña, adolescente y mujer.

Universitat de Barcelona
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