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Texts de l'Era de la Perla
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MARÍA-MILAGROS RIVERA GARRETAS
La matria
La matria ha sido arrollada por la patria
En 1938, durante la Guerra Civil española, mientras iba a Francia camino del exilio, murió el padre de María Zambrano en un piso que tenía entonces la II República en la avenida Diagonal 600, en lo que hoy es la Plaza Macià. Cincuenta años después, María Zambrano recordaba esos tiempos tremendos en la entrevista que le hizo Pilar Trenas en 1988, diciendo:
“Sí, perdí a mi padre, perdí la patria, pero me quedó la madre, la matria, la hermana, los hermanos. Me quedó todo, y hasta mi padre, que sentí que iba con nosotros. Pero ¡qué alegría, padre, que tú no tengas que sufrir los avatares del exilio!”
¿Qué ha sido de la matria? ¿Qué ha sido de la casa común de la madre? La matria no tiene territorio, ni ejércitos, ni fronteras, ni correlaciones de fuerzas como motor de la historia. Tiene sentires, relaciones, lengua materna, amor, anchura, vida, apertura, hermandad. Es la política previa y contigua a la polis; es la verdadera política.
La matria ha sido arrollada por la patria. Patria viene de “pater”, padre. El padre le ha quitado a la madre (“mater”) la nación, el lugar doméstico (de “domus”, “casa”) y el hecho maravilloso del nacimiento, el primero y principal hecho histórico que vive y protagoniza cada ser humano: su propio nacimiento. Y lo ha degradado, como hacen todos los –ismos. El nacimiento de madre ha degenerado en nacionalismo. La preciosa matria que fue la civilización occitana medieval, la de la Lengua de Oc, la que decía “sí” con la palabra “oc” (del “hoc” latino, “eso”, “eso es”) fue destruida a principios del siglo XIII por una cruzada patriarcal. Se convirtió entonces en el fantasma recurrente de una civilización mediterránea femenina, espiritual y poética perdida, fantasma que sigue obsesionando, y con razón, a nuestra memoria, pidiendo rescate y redención.
En el nacionalismo hay muchas mujeres, también feministas. Muchas mayores, nacidas durante la dictadura franquista, y muchas jóvenes, educadas bajo el principio patriarcal de igualdad o unidad de los sexos. Entre las más significativas se observa desesperación y furia. ¿Será por la pérdida de la matria? En la patria no hay libertad femenina; hay homologación con la libertad masculina, alienación, exilio. En la patria, la mujer no es adorada sino seducida y temida, porque se puede dar cuenta del delito horrendo cometido contra ella y vengarse. ¿De ahí la furia de las nacionalistas más poderosas, que se equivocan de enemigo? Porque ¿de qué le sirve a una mujer libre el cambiar una patria por otra? “Como mujer, no tengo patria…”, escribió Virginia Woolf.
“La mujer nunca adorada se convierte en némesis, en Justicia, que corta la vida de los hombres”, advirtió María Zambrano en su libro El hombre y lo divino.
Recuperemos la matria. Ayuda la política de las mujeres, que es práctica de las relaciones, y, dentro de ella, ayuda mucho la política de lo simbólico, la del sentido de la vida y de las relaciones (Lia Cigarini). No ayuda la violencia, que no es ni siquiera política aunque se suela llamar así.
(13 octubre 2017)
Enviado por email el lunes 16 de octubre de 2017
Care amiche, grazie: l'articolo di Maria-Milagros Rivera è arrivato a suggerire pensieri e parole che stavo cercando, ringraziatela da parte mia, Luisa Muraro.
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