Documentos: - Carta de población de Cervera. Anónimo.
Font i Rius, Josep Maria, Cartas de población y franquicia de Cataluña. Madrid, Barcelona, CSIC, 1969. Vol. 2, doc. 16.
Els pergamins de l’arxiu comtal de Barcelona de Ramon Borrell a Ramon Berenguer I. Barcelona, Fundació Noguera 1999, vol. 1, doc. 172.
Traducción parcial al castellano: Textos y documentos de historia antigua, media y moderna hasta el siglo XVII. “Historia de España”, dirigida per Manuel Tuñón de Lara, Barcelona, Labor, 1986, pp. 329-330.
En nombre de Cristo. Yo, Ermesenda, por la gracia de Dios condesa, con mi hijo Berenguer, marqués y conde y su esposa Sancha, condesa, os damos generosamente a vosotros Guinedilda, mujer, y a tus hijos Miró, Guilabert, y Amat y a vosotros Bernardo Guifré y tu esposa Sancha, y Bonfill y tu esposa Amaltruda. Así, por nuestra liberalidad os damos a vosotros nuestra tierra yerma situada en la marca del condado de Osona, con su monte y el castillo que se encuentran en dicho lugar, que se llama Cervera, el cual vosotros contra los ataques de los paganos habéis alzado antes que ningún otro poblador de la marca por medio de vuestra presura y la torre construida que ya tenéis bajo vuestro dominio, juntamente con los montes y la costa y el llano que puedan encontrarse dentro de los términos posteriormente citados. Todo ello nos fue entregado por la generosidad de nuestros predecesores Borrell y Ramon, de buena memoria, condes y marqueses, y por el derecho dado a la esposa sobre los bienes de su marido y también por la autoridad real por el juramento que tenemos sobre dichas cosas hecho por nuestros predecesores. Los términos de nuestros derechos son: De la parte oriental hasta el norte primero limitan con la Pelosa, después con “Cascolino y el Castrosello” y la fuente de Luciano y la torre de Zuleima y hasta el río Segre. Del norte a occidente dejamos que sea Dios quien la limite y confiamos, esperanzados, que la guardéis de la potestad de los sarracenos; de occidente al mediodía, primero sobre el Segre y hasta el castillo del Losor y por el valle del Losor hasta la Guardia Grande y de la fuente de la Murria hasta la citada Pelosa, de donde partíamos.
Todo aquello que se encuentra dentro de dichos términos os lo damos a vosotros, hombres y mujeres citados, con la condición que en la medida que Dios os lo permita y vosotros deis abasto, acabéis con el yermo y la soledad y lo convirtáis en cultivo y construyáis viviendas, castillos y torres, y no tengáis por dichas cosas ningún otro señor, ni vosotros ni vuestros sucesores, más que nosotros y nuestros sucesores. La mitad de todas estas cosas y todo aquello que podréis mejorar dentro de dichos términos lo consideréis alodio vuestro y como bien propio vuestro, y podréis hacer lo que queráis vosotros y vuestra descendencia. La otra mitad la consideraréis vosotros y vuestra posteridad como feudo nuestro y de nuestra posteridad por fidelidad. La donación que hacemos sea firme y para siempre. Hecha el día de las calendas de febrero del año treinta del rey Roberto.
Firma Ermesenda, condesa por la gracia de Dios. Firma Sancha, por la gracia de Dios condesa, nosotros que esta donación hemos hecho y hemos pedido firmar...
In Christi nomine. Ego Hermessindis, gratia Dei comitissa, cum filio meo Berengario marchione comite, et coniuge sua Santia comitissa, largientes vobis Guidinildi, femina, et filius tuis Mirono et Guilaberto et Amato, et vobis Bernardo Guifredo e uxori tuae Santie, et Bonofilio et uxori tue Amaltrudi, aliquid per gratiam nostrae munificentiae, donatores sumus vobis, sicuti et damus, terram nostram heremam adiacentem marchiae comitatus Ausonensis, cum ipso puio et castellare quod ibidem est, dictum Cervaria, quod vos contra infestationem paganorum positi ante habitatores marchiarum omnes, per vestram apprisionem, et turris constructionem in vestro iure iam retinetis, simul cum omnibus pugiis et prono atque plano quod inveniri potest infra terminos subterscriptos. Advenerunt nobis hec omnia per largitionem decessorum nostrorum Borrelli atque Raimundi, divae memoriae marchiarum comitum, sive per vocem iuris uxorum dati in rebus virorum, necnon et per regiam vocem, quam habemus in supradictis rebus sicuti et antecessores nostri. Habent namque hec omnia terminum per nostram iussionem atque nostrum consultum, de parte orientis sibi datum usque af partem septentrionis, primo in ipsa Pelosa, deinde in ipso Coscololio et in ipso Cannosello, et in ipso fonte de Luciane et in ipsa turre de Zuleima et usque in rivum Sigeris; de septentrione quoque usque in occidui partem soli Deo terminanda relinquimus et a potestate sarracenorum servanda expectantes confidimus; de occiduo vero usque ad meridium, primo in supradicto fluvio Sigere et sic inde revertendo usque in ipso castellare de ipso Losorio, et per vallem predicti Losorii usque in ipsam Guardiam Grossam; de meridie namque usque in orientem, primo in prefata Guardia Grossa et inde in fonte de ipsa Murria, postmodum in prenotata Pelosa, a que cepimus. Hec quippe omnia sicuti sunt posita infra suprascriptos terminos damus vobis supradictis hominibus nostris et supradictis feminis, in eo videlicet modo et ordine ut, in quantum Deus vobis permiserit et posse donaverit, a vastitate heremi abstrahatis et ad culturam atque habitationem hominum et ad constructionem tam castrorum quam turrium perducatis. Et de supradictis rebus alium seniorem vel patronum vos aut vestra posteritas sive vestri successores, non eligatis neque faciatis, nisi nos aut posteritatem nostram; sed medietate ex supradictis omnibus rebus, seu de omnibus augmentis quae facta sunt aut abinceps fuerint infra suprascriptos terminos, ad vestrum alodium et ad vestrum proprium habeatis, ad faciendum exinde quod volueritis, tam vos quam vestra posteritas sive successores vestri. Aliam quippe medietatem supradictarum rerum per nostrum fevum sive nostrae posteritatis posideatis atque sequri teneatis vos et vestra posteritas sive successores vestri, ad nostram sive nostrae posteritatis fidelitatem. Quod si nos aut nostra posteritas iniuste contra hanc nostram donationem venerimus aut venerit ad inrumpendum, non hoc valeamus aut valeat vendicare, sed componamus aut componat vobis aut vestre posteritati sive successoribus vestris supradicta omnia que vobis damus in tripplum. Et insuper haec donatio firma permaneat omnique tempore.
Actum est hoc kalendis februarii, anno XXX regni Roberti, regis.
Signum Hermessindis, gratia Dei comitissae. Signum Santiae, nutu Dei comitissae, nos qui hanc donationem fecimus et firmare rogavimus.
Signum Gondeballi Bisorensis. Signum Mironis de castro Pontibus. Sugnum Guilelmi de Lupariola.
Signum Poncii cognominato Bonifilii, clerici et iudicis, qui haec scripsit et signavit die et anno quo supra.
Teresa Vinyoles VidalTeresa Vinyoles Vidal nació en Barcelona en el año 1942, casada, madre de dos hijos y dos hijas, es profesora titular de Historia Medieval en la Universidad de Barcelona, miembro del Centro Duoda de la citada universidad desde su fundación. En sus líneas de investigación hay el estudio de las mujeres, al que se ha dedicado desde 1969, y de la vida cotidiana en la época medieval; coordina un proyecto de investigación sobre didáctica de la historia. Entre sus obras se cuentan: Les barcelonines a les darreries de l’edat mitjana (Barcelona, Fundació Vives Casajuana, 1976). La vida quotidiana a Barcelona vers 1400 (Barcelona, Fundació Vives Casajuana, 1985). Mirada a la Barcelona medieval des de les finestres gòtiques (Barcelona, Dalmau, 2002). Presència de les dones a la Catalunya medieval (Vic, Eumo, en prensa). Y numerosos artículos sobre historia de las mujeres, entre los cuales destacarían: "Petita biografia d’una expòsita barcelonina del segle XV" (Barcelona, CSIC, 1989 p 255-272). "L’amor i la mort al segle XIV, cartes de dones" (Miscel·lania de textos medievals 8, Barcelona, CSIC, 1996, p.111-198). "Las mujeres del año mil" (Aragón en la Edad Media XVII, 2003, pp.5-26). |
La presencia de las mujeres en la roturación, repoblación, colonización y civilización es constante a lo largo de los siglos medievales. Esta presencia femenina es especialmente remarcable en las zonas de frontera de los diferentes espacios de la Península Ibérica. Partiendo de esta base haremos entrar en la historia a mujeres de diversas clases sociales que nos aparecen en los documentos de los Condados Catalanes de época prerrománica y románica –prefeudal y feudal-, tiempo en que las mujeres dejaron un rastro activo en la documentación. Hay manos femeninas que artigan, que plantan, que fundan, que pacifican, que gobiernan, que juzgan... y que además miman a los hijos, educan, sanan, amasan, cocinan, hilan y bordan.
Es una época en la cual el simbolismo fue muy importante. El simbolismo en la pintura románica se muestra a menudo en las manos; unas manos que expresan actitudes, mentalidades y sentimientos. Entre las manos románicas escogería las de Lucía de la Marca, condesa de Pallars, pintada en el monasterio de San Pedro de Burgal. Lucía aparece con una mano abierta, generosa, en señal de ofrecimiento, de donación; con la otra mano sostiene una lámpara, como las vírgenes prudentes, siempre alerta, siempre a punto, y quiso que su mecenazgo fuera notorio, de modo que su nombre figurase en la pintura.
Eran tiempos en que parejas de colonizadores arrebataban tierras yermas, campesinas y campesinos, mujeres y hombres codo con codo: “rompen, artigan, cultivan, aprisionan” tierras hasta el extremo más lejano de la marca con los sarracenos. Es un goteo constante desde el siglo IX: Yo, Ermengarda y mi hijo Otger y mis hijas Ermengarda y Eldefrida te vendemos ... una casa con corral y huerto, tierras cultivadas y yermas, todo lo que sacamos del yermo conjuntamente con mi marido Senaldo, difunto. Esta estructura de familia repobladora continúa; leemos en un documento del siglo XI, Yo, Altamir, con mi mujer Sindola, somos vendedores ... de una viña que obtuvimos por coplantación y con el sudor de nuestro trabajo.
Es época de dura tarea en el campo. Los restos de huesos analizados en muchos lugares del campo medieval, han demostrado que las mujeres trabajaban duro, realizaban un trabajo equiparable al de los hombres. Es época de guerras hechas por los hombres, mientras las mujeres cultivan, conservan el patrimonio, administran los feudos, comandan los castillos, rigen condados. Su tarea les fue más reconocida que en otros momentos históricos, como se aprecia tanto en la propiedad de las tierras, como en los derechos reconocidos en las leyes vigentes y en las parcelas de poder que ostentan.
Fue más con las azadas y los arados, y no tanto con las espadas, que se dominó la tierra. Campesinas y campesinos arrebatan tierras a los bosques y a los carrascales, cultivan nuevos campos y plantan viñas. Los documentos reconocen esta tarea conjunta; hacen constar por escrito que ellas han participado en la rotura de la tierra, desde que era yerma, abandonada, improductiva. En cambio, no queda reflejada esta presencia activa en los libros de historia; pero ellas trabajan la tierra, edifican y fundan, son pobladoras, madres y educadoras; elles estaban allí desde el principio.
Muy interesante en este sentido es la donación que hizo a favor del monasterio benedictino de San Juan de las Abadesas una colonizadora llamada Grima; sus tres hijos, cumpliendo la voluntad de la madre y para remedio de su alma, otorgan al monasterio una pieza de tierra que ella sacó del yermo, junto con nosotros sus hijos, los primeros hombres en la tierra real bajo dominio de los francos, realizan la donación en favor de la abadesa Emma y las monjas de San Juan. Remarcamos que entre los “primeros hombres” que colonizaron el Ripollés se cita una mujer, propietaria de unas tierras fruto de su trabajo, en un momento en el cual la organización de la zona se encontraba también en manos de una mujer, Emma de Barcelona, artífice del ordenamiento de aquel territorio. Podemos comprobar, por medio del documento que consignaba la integración de diversas comunidades campesinas bajo el control de Emma, que la mitad de las firmantes, cabezas de familia, eran mujeres.
Las mujeres artigaban al lado de los hombres, algunas incluso tomaban la iniciativa, ocupaban tierras y se fortifican en la frontera, como Guinedilda, que sin marido, con sus tres hijos y dos parejas de pioneros, es la primera en ocupar Cervera, que se encontraba en un lugar muy próximo a la taifa de Lérida. Esta mujer es adalid de un pequeño grupo de pioneros; la autoridad condal le reconoce el liderazgo otorgándole a ella y a los suyos, pero en primer lugar a ella, la carta de población, haciendo constar el mérito de ser la primera entre los primeros de poblar y edificar en aquel lugar, antes que ningún otro poblador de la marca. Que una mujer sea adalid no es nunca un hecho aislado, en aquel contexto hubo otras protagonistas de la historia de la colonización y organización del territorio, de modo que encontramos listas de pobladores encabezadas por mujeres, otras actúan al lado de los hombres a nivel reconocido de tarea conjunta, como la pareja que aparece en los capiteles de Ripoll.
Durante aquellos primeros siglos hubo pocos avances en la frontera -realizados con la fuerza de las armas, decíamos antes que la tierra se había dominado sobretodo con las manos que la trabajaban y que la ordenaban; pero también se produjeron conquistas, veremos un ejemplo concreto suficientemente documentado para adivinar cuál era entonces el papel de la mujer: Arnau Mir de Tost y su esposa Arsenda conquistaron, repoblaron, organizaron el valle de Ager y edificaron en él. Su marido lo recordaba al hacer donación de la villa y el valle, que habían conquistado ambos, a la canónica que yo y mi difunta mujer conjuntamente edificamos. No sabemos de qué forma participó ella en la conquista, si cogió las armas, o bien aconsejaba y apoyaba a su marido y administraba el patrimonio; de todos modos, ella en su testamento consideraba que le correspondía su parte de les armas, igual que de los muebles; ahora bien, disponía que se vendiesen para comprar ornamentos sagrados, contrastando con su marido que dejó las armas a sus hombres para que las dispusieran al servicio de sus hijas y de sus nietos. No sabemos si ella luchó, pero sabemos que participó activamente en la organización y repoblación del valle, estableciendo familias campesinas, ordenando construir caminos, puentes y hospitales, y realizó una tarea civilizadora, conciliadora y pacificadora en las guerras feudales.
Durante aquellos siglos, las tierras cultivadas crecían por toda Europa, especialmente en las zonas de frontera y de nueva colonización; hay una activa participación de las mujeres en la tarea pobladora y constructora, lo digo en el sentido más amplio, edificaron viñedos, pueblos y templos, crearon y transmitieron lenguas y cultura, consolidaron familia, genealogía y linajes. La presencia de la mujer en contacto con la naturaleza que iban domesticando nos acerca a la tierra que fructifica, a la madre tierra, a la diosa madre; entonces, en muchos lugares de nueva colonización aparecen Vírgenes encontradas en las cuevas, en los bosques o en los márgenes de los cultivos; el culto a la Madre, convertido en el culto a María, es cada vez más vivo. Hay Vírgenes que con sus manos aguantan el universo y a Dios niño al mismo tiempo.
Yo Ermesenda, por la gracia de Dios condesa, con mi hijo … os donamos generosamente a vosotros Guinedilda, mujer, y a tus hijos… leíamos al comienzo de la carta de población de Cervera. Ermesenda, condesa-madre, apoya la tarea repobladora y colonizadora de la tierra, actúa como primera firmante por el derecho dado a la mujer sobre los bienes de su marido, y hace constar que al frente de los repobladores estaba Guinedilda, pionera-madre, símbolo de la mujer colonizadora, a quien se le reconoce el trabajo realizado en la ocupación de tierras yermas y la construcción de fortalezas fronterizas. La carta incitaba a aquellas nuevas pobladoras y nuevos pobladores a seguir sacando tierras del yermo y de la soledad, convirtiéndolas en cultivo, y a construir viviendas, castillos y torres. Remarcamos también que se hace constar de manera explícita la condición de madre que tenían estas mujeres, de esta “categoría” emana gran parte de su posición.
La condesa consta por delante de su hijo y de su nuera, hay que destacar que a pesar de constar el nombre de Berenguer Ramón como otorgante, él no firma, en cambio sí que lo hace su joven mujer Sancha. Ermesenda había dejado la tutela de su hijo hacía tres años; pero la ley vigente reconocía el derecho de la viuda que no se volvía a casar, ella estaba por encima del hijo; igual que las campesinas que se regían por la llamada ley goda, por toda la Península Ibérica y en el mediodía francés, ostentan este derecho y luchan por conservarlo. Ermesenda ejerció su autoridad, primero al lado de su marido, en su nombre presidió juicios, como el que en el año 1000 favorecía a una pobre mujer que había vuelto de la cautividad; acompañó a Ramón Borrell en el campo de batalla y sobretodo en las misiones de paz, como la que le llevó a Zaragoza cerca del rey musulmán de aquella ciudad y que se selló con la boda de su hijo con la hija, niña aún, del conde de Castilla. Muerto el marido, gobernó al lado de su hijo, que murió joven, y después actuó como tutora de su nieto.
En aquella época violenta en que se producía el rápido proceso de feudalización, Ermesenda se rodeó de obispos, de abades y de jueces, con quienes intentó llevar a cabo una tarea pacificadora, de fundaciones religiosas, de repoblación y recuperación económica, quiso garantizar el derecho y el poder público. Pero los tiempos cambiaban irremediablemente, la violencia feudal triunfaba por doquier, la nobleza deseosa de poder desafió su autoridad, la antigua ley que defendía ardientemente la vieja condesa era substituida por juicios arbitrarios, la violencia llegaba al seno de las familias; ella se veía enfrentada con el nieto y reclamaba tozudamente sus derechos, se ponía al lado de la reforma moral propugnada por la iglesia, defendía la ley vigente, los derechos de la mujer, el derecho a juicios justos y el rechazo a las ordalías. Finalmente traspasaba el poder a su nieto Ramón Berenguer I, a quien había hecho casi de madre.
Los documentos de la época la presentan y la recuerdan como una mujer piadosa, fue activa en la fundación y dotación de iglesias y monasterios, entre ellos el monasterio femenino de San Daniel de Girona poco después de que hubiera sido suprimido violentamente el de San Juan de las Abadesas. Su testamento, como el de otras mujeres de la nobleza de su tiempo, es un recorrido por las catedrales y los monasterios románicos que se estaban alzando en su entorno. Religiosa femina la llaman en el libro de óbitos de la catedral de Girona, comitissa santísima la calificaba un documento navarro.
A pesar de todo, la historiografía la ha convertido en una mujer autoritaria y ambiciosa, en un personaje negativo. Otras mujeres, de su tiempo y de todos los tiempos, han sido silenciadas por la historia; pero ante este personaje que no se puede silenciar, ya que ejerció su autoridad desde el 993 hasta prácticamente su muerte acontecida en el año 1058, los historiadores han optado por dar una visión parcial y muy peyorativa, pienso que ha sido tratada injustamente. Podríamos leer su actuación no desde la perspectiva de un ansia de poder, sino de una obstinación por la legalidad, Ermesenda quería que se cumpliera el derecho vigente, empezando por su derecho evidentemente, el derecho que dejaba a la mujer como titular vitalicia de los bienes y derechos de su marido; pero la costumbre iba cambiando y la viuda cada vez quedaba más apartada en beneficio del hijo.
En un momento en que los nobles quieren privatizar el ejercicio de la justicia y hacer prevalecer la fuerza arbitraria de los juicios de Dios por encima de la decisión del tribunal condal, Ermesenda defiende la validez de la ley por encima de la fuerza y de la arbitrariedad, afirmaba que los problemas no se deben discutir con las armas, sino con la ley en la mano.
La condesa otorgaba carta de población en favor de una repobladora, fundaba un monasterio de monjas, hacía prevalecer la ley que favorecía a las viudas, escuchaba una campesina que había salido de la cautividad... La historiografía se recrea en presentar a Ermesenda enfrentada a otra mujer, Almodis de la Marca, la esposa de su nieto; la Historia quiere recordarla como una vieja beata enfrentada a la joven feminista, que debían combatir inexorablemente.
Ciertamente Ermesenda se enfrontó a su nieto Ramón Berenguer I –a quien había hecho de abuela, de madre, de educadora y consejera-, se opuso a su matrimonio con Almodis, contrario a la moral de la iglesia; pero fue ella quien intercedió personalmente ante el Papa para que legalizara la que fue una gran historia de amor del siglo XI. Ermesenda juró fidelidad a Almodis; podemos imaginarla con sus viejas manos encima de las de la joven condesa, jurando en nombre de Dios y de los santos y nombrando a sus madres: Juro yo Ermesenda, hija que fui de la condesa Adelaida, a ti Almodis condesa, que fuiste hija de Amelia condesa, que de aquí en adelante no te decepcionaré ni a ti ni a tu vida ni a los miembros de tu cuerpo ni a tu descendencia... Algún historiador ha visto en este acto una grave humillación para el orgullo de la condesa abuela, nosotras podríamos ver en ello un entrañable acto de amor. La mano extendida hacia la otra, a quien llama condesa, mientras ella renuncia a este título. No podemos olvidar que Ermesenda cedió el gobierno a Ramón Berenguer por el bien de la paz y en nombre del amor, así lo recordaba: Ruego al señor Ramón, conde, nieto mío, conjuntamente con la señora Almodis, condesa, esposa vuestra, por Dios y Santa María, Madre suya, ... que tengáis gran cuidado de mi alma ... ya que Dios sabe que yo os he querido más que nadie de entre vuestra gente, y eso lo podéis saber con aquello que he hecho por vosotros. Considero brillante, magnífica, esta frase en boca de la anciana condesa cuando firmaba testamento en noviembre de 1057. Reconoce que los ha querido, a él y también a ella, conscientemente con la voluntad de hacerlo y con el sentimiento emanado del corazón hacia el hijo de su hijo y su esposa. Además, el amor activo lo ha demostrado con las cosas que ha hecho por ellos, y piensa que los ha querido más que nadie. Quizás al fin y al cabo la vieja dama tenía razón, la nobleza se había levantado contra el conde, y unos años más tarde el hijo de Ramón Berenguer asesinaría a Almodis en el propio palacio condal. La historiografía ha enfrentado estas dos mujeres; pero Ermesenda dijo que sería fiel a Almodis y que la quería y que confiaba en ella, y nos lo creemos.
Este tema ha sido pensado para aprender a hacer otra lectura de la historia. Queremos remarcar que esta historia, a pesar de partir de un documento concreto, la hemos construido con documentos diversos, y que las protagonistas son varias mujeres, son las mujeres. Ellas se identifican como plantadoras, pobladoras, edificadoras, condesas, madres... La sociedad de su tiempo no las silenció, su palabra potente se consigna por escrito: Yo Ermegarda vendo..., Nos ha dicho nuestra madre Grima..., Guinedilda la primera antes que ningún otro poblador..., Yo Ermesenda doy..., juzgo..., juro..., os he amado...
Hemos querido que las figuras centrales fuesen Guinedilda, madre y pionera, parecida a muchas otras madres y pioneras que habría en toda Europa en aquellos primeros siglos medievales, y la condesa Ermesenda, figura destacada de su tiempo que actúa con autoridad como otras coetáneas. La Historia hecha por los historiadores las ha hecho invisibles, y cuando no han podido hacerlo, han minimizado o menospreciado su presencia.
Lo que destacaríamos es que ellas, en aquellos siglos tan lejanos, no se limitaron a ser espectadoras de los acontecimientos, sino que fueron protagonistas; y hay que insistir que miraron el mundo con ojos de mujer, actuaron en femenino, hicieron sentir sobre la tierra y sobre los hombres de su tiempo sus manos ordenadoras.
Se refiere a Borrell II conde de Barcelona, (947-992), suegro de Ermesenda, y al marido de ésta, Ramón Borrell, conde de Barcelona (992-1017).
Los límites de la tierra dada son muy imprecisos: La Pelosa, podría ser la Guardia Pilosa (municipio de Pujalt); Losor era un lugar hoy en día despoblado del municipio de Montoliu de Segarra, al sur de Cervera; la Guardia Grande se ha identificado con Sanahuja, si bien la identificación es muy dudosa ya que se encuentra al norte de Cervera, podría ser la Guardia Lada.
Diplomatario de la catedral de Vic, Vic, 1980, doc. 11 (año 889).
Archivo de la Catedral de Barcelona, Liber Antiquitatum, vol. I, doc. 62 (año 1017).
OLLICH, Imma, "Arqueología medieval y género" en Morir en femenino.
Precepit nobis jenitrice nostra quando ad extrema voluntate venit, nomine Grima, fecissemus cartam de terras ad supradicto monasterio propter Deum et remedium anime sue. .. quod illa eam tenebat genitrice nostra supradicta Grima de aprisione, que illa traxit de heremo cum nos supradictos filios suos, pimi homines terra regia subditione franchorum… El documento está fechado en el año 942, justo el año en que moriría la abadesa fundadora. UDINA, Federico, El archivo condal de Barcelona, en los siglos IX-X, doc. 116 (año 942). No es el único ejemplo: Riquilda, colonizadora, mujer, hace la donación a San Juan de las Abadesas y a su abadesa Emma con sus santi moniales, de una viña que ella había edificado junto a su marido. Obra citada, doc. 12 (año 900).
Señora de Ager, esposa de Arnau Mir de Tost (muerta el 1068). Sobre Arsenda, VINYOLES, Teresa; SANCHO, Marta; NAVARRETE, Maria; VERGARA, Elena, “Lo material y lo simbólico en los testimonios de mujeres el siglo XI”. En De los símbolos al orden simbólico femenino (siglos IVXVII). Madrid, Laya, 1998, 265-283.
Con respecto a la conquista de Ager, Arnau Mir y Arsenda agradecen a Dios “que nos ha dado a nosotros la victoria sobre los paganos y después de muchos peligros y tribulaciones nos hizo conquistar y poseer, en territorio de los sarracenos muchos castillos, tierras y fortalezas que sacamos de su dominio”. La documentación sobre Arsenda está extraída de los documentos publicados por SANAHUJA, Pedro, Historia de la Villa de Ager, Barcelona, Seráfica, 1961 y CORREDERA, Eduardo, El archivo de Ager y Caresmar. Balaguer, 1978.
He hablado sobre el tema en VINYOLES, Teresa, “Ermessenda, Guinedilda... les dones de l’any mil”. Gerbert d’Orlhac i el seu temps. Vic, Eumo, 1999, pp. 175-187. “Las mujeres del año mil”, Aragón en la Edad Media, n. XVII, Zaragoza, 2003, pp. 5-26.
AURELL, Martí, Les noces del comte, Barcelona, Omega, 1997, p.85. Colección diplomática de la Rioja, vol. II. Logroño. Diputación Provincial, 1976, doc. 3 (año 1040).
AURELL, obra citada, p. 206.
Iuro ego Ermesindis filia qui fui Adalaizis comitissa, tibi Almodis comitissae que fuisti filia Amelie comitisse, quod ab hac hora et deincebs, in futuro tempore, dum xivero, non dezebré te predictam comitissam Almodem de tua vita neque de tuis membris que in corpore tuo se tenent, nec te neque posteritatem tuam quam nunc habes de Remundo chomite, filio Sanccie, comitissae vel in venturo tempore habebis ex eo. Los pergaminos del archivo condal de Barcelona de Ramón Borrell a Ramón Berenguer I, Barcelona, Fundació Noguera, 1999, doc. 534 (año 1057).
Liber Feudorum Maior, doc. 490 (año 1057): quia Deus scit quod plus vos dilexi et amavi quam alium de vestra gente. Ermesenda no murió hasta el año siguiente, después del testamento escribió un codicilo donde no menciona al nieto ni a su mujer; pero donde no revoca lo que había firmado y afirmado en su testamento.
Estas palabras han sido inspiradas por un canto de boda del siglo IX dedicado a Leodegundia, hija de Ordoño I rey de León, que se casó con un rey de Pamplona; es una magnífica alabanza a la novia: sus virtudes, su palabra, su erudición, su rostro y sus manos ordenadoras: Ornata moribus, eloquiis claram, eruditam litteris sacrisque mistertiis, conlaudetur cantus suavi imniferis vocibus. Dum facies ejus rutilat decore moderata... ornat domum, ac disponi mirabile ordine.
Canto escrito hacia el año 869, conservado en el Códice de Roda, publicado por Armando Cotarelo. Historia crítica y documentada de la vida y acciones de Alfonso III el Magno. Madrid, Victoriano Suárez, 1933, p. 641.
Diplomatario de la catedral de Vic, Vic, 1980, doc. 11 (año 889).
Archivo de la Catedral de Barcelona, Liber Antiquitatum, vol. I, doc. 62 (año 1017).
OLLICH, Imma, "Arqueología medieval y género" en Morir en femenino.
Precepit nobis jenitrice nostra quando ad extrema voluntate venit, nomine Grima, fecissemus cartam de terras ad supradicto monasterio propter Deum et remedium anime sue. .. quod illa eam tenebat genitrice nostra supradicta Grima de aprisione, que illa traxit de heremo cum nos supradictos filios suos, pimi homines terra regia subditione franchorum… El documento está fechado en el año 942, justo el año en que moriría la abadesa fundadora. UDINA, Federico, El archivo condal de Barcelona, en los siglos IX-X, doc. 116 (año 942). No es el único ejemplo: Riquilda, colonizadora, mujer, hace la donación a San Juan de las Abadesas y a su abadesa Emma con sus santi moniales, de una viña que ella había edificado junto a su marido. Obra citada, doc. 12 (año 900).
Señora de Ager, esposa de Arnau Mir de Tost (muerta el 1068). Sobre Arsenda, VINYOLES, Teresa; SANCHO, Marta; NAVARRETE, Maria; VERGARA, Elena, “Lo material y lo simbólico en los testimonios de mujeres el siglo XI”. En De los símbolos al orden simbólico femenino (siglos IVXVII). Madrid, Laya, 1998, 265-283.
Con respecto a la conquista de Ager, Arnau Mir y Arsenda agradecen a Dios “que nos ha dado a nosotros la victoria sobre los paganos y después de muchos peligros y tribulaciones nos hizo conquistar y poseer, en territorio de los sarracenos muchos castillos, tierras y fortalezas que sacamos de su dominio”. La documentación sobre Arsenda está extraída de los documentos publicados por SANAHUJA, Pedro, Historia de la Villa de Ager, Barcelona, Seráfica, 1961 y CORREDERA, Eduardo, El archivo de Ager y Caresmar. Balaguer, 1978.
He hablado sobre el tema en VINYOLES, Teresa, “Ermessenda, Guinedilda... les dones de l’any mil”. Gerbert d’Orlhac i el seu temps. Vic, Eumo, 1999, pp. 175-187. “Las mujeres del año mil”, Aragón en la Edad Media, n. XVII, Zaragoza, 2003, pp. 5-26.
AURELL, Martí, Les noces del comte, Barcelona, Omega, 1997, p.85. Colección diplomática de la Rioja, vol. II. Logroño. Diputación Provincial, 1976, doc. 3 (año 1040).
AURELL, obra citada, p. 206.
Iuro ego Ermesindis filia qui fui Adalaizis comitissa, tibi Almodis comitissae que fuisti filia Amelie comitisse, quod ab hac hora et deincebs, in futuro tempore, dum xivero, non dezebré te predictam comitissam Almodem de tua vita neque de tuis membris que in corpore tuo se tenent, nec te neque posteritatem tuam quam nunc habes de Remundo chomite, filio Sanccie, comitissae vel in venturo tempore habebis ex eo. Los pergaminos del archivo condal de Barcelona de Ramón Borrell a Ramón Berenguer I, Barcelona, Fundació Noguera, 1999, doc. 534 (año 1057).
Liber Feudorum Maior, doc. 490 (año 1057): quia Deus scit quod plus vos dilexi et amavi quam alium de vestra gente. Ermesenda no murió hasta el año siguiente, después del testamento escribió un codicilo donde no menciona al nieto ni a su mujer; pero donde no revoca lo que había firmado y afirmado en su testamento.
Estas palabras han sido inspiradas por un canto de boda del siglo IX dedicado a Leodegundia, hija de Ordoño I rey de León, que se casó con un rey de Pamplona; es una magnífica alabanza a la novia: sus virtudes, su palabra, su erudición, su rostro y sus manos ordenadoras: Ornata moribus, eloquiis claram, eruditam litteris sacrisque mistertiis, conlaudetur cantus suavi imniferis vocibus. Dum facies ejus rutilat decore moderata... ornat domum, ac disponi mirabile ordine.
Canto escrito hacia el año 869, conservado en el Códice de Roda, publicado por Armando Cotarelo. Historia crítica y documentada de la vida y acciones de Alfonso III el Magno. Madrid, Victoriano Suárez, 1933, p. 641.
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Dirección científica: Maria Milagros Rivera Garretas
Agradecimientos: La investigación para esta obra ha sido financiada por el Proyecto de Investigación del Instituto de la Mujer I + D titulado: "Entre la historia social y la historia humana: un recurso informático para redefinir la investigación y la docencia" (I+D+I 73/01).
Han contribuido a su elaboración y producción el Institut Català de la Dona de la Generalitat de Catalunya y la Agrupació de Recerca en Humanitats de la Universitat de Barcelona (22655).
Dirección técnica del proyecto: Dr. Óscar Adán
Producción ejecutiva: Dr. Sonia Prieto
Edición: Marta García
Correción: Gemma Gabarrò
Traducción al alemán: Doris Leibetseder
Traducción al catalán: David Madueño
Traducción al inglés: Caroline Wilson
Traducción al italiano: Clara Jourdan
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