Documentos: - Liber manualis. Dhuoda.
- Sapientia (Sabiduría). Hrotsvitha de Gandersheim.
- Nota sobre la salud de su amiga y consejera doña Juana de Mendoza. Isabel I de Castilla.
Dhuoda, Manuel pour mon fils, introd., texto y notas de Pierre Riché, trad. francesa de B. Vregille y C. Mondésert, París, Du Cerf, 1975. (“Sources Chrétiennes”, 225).
Dhuoda, The Liber Manualis of Dhuoda: Advice of a Ninth-Century Mother for Her Sons, texto y trad. inglesa de Myra Ellen Bowers. Tesis doctoral. Catholic University of America, 1977.
Dhuoda, Educare nel Medioevo. Per la formazione di mio figlio. Manuale, texto y trad. italiana de Gabriella Zanoletti, Milán, Jaca Book, 1982.
Dhuoda, La educación cristiana de mi hijo, trad. castellana de Marcelo Merino. Pamplona, Eunate, 1995.
Duoda, De mare a fill. Escrits d’una dona del segle IX, trad. catalana de Mercè Otero Vidal. Barcelona, LaSal, 1989.
Dhuoda, Handbook for William: A Carolingian Woman’s Counsel for Her Son, trad. inglesa de Carol Neel. Lincoln y Londres, University of Nebraska Press, 1991.
En nombre de la Santa Trinidad
Comienza el libro manual que Dhuoda dedicó a su hijo Guillermo.
A la mayor parte de las madres de este mundo les es dado gozar de la proximidad de sus criaturas, mientras yo, Dhuoda, me veo tan lejos de ti, hijo mío Guillermo, y por ello llena de ansiedad y de deseo de serte útil; por ello te envío esta obrita escrita con mi nombre, para que la leas y te formes; me alegraré si, aunque yo esté corporalmente ausente, precisamente este librito te hace pensar, cuando lo leas, en lo que, por amor de mí, debes hacer.
[...]
Prólogo
A muchos les son evidentes muchas cosas que a mí se me esconden; de mis semejantas, de percepción turbada, que carecen de inteligencia, si digo de ellas que están escasas, más todavía yo. Pero está siempre presente el que abre la boca de los mudos y hace elocuentes las lenguas de las niñas y de los niños (Sb. 10, 21). Yo, Dhuoda, aunque de delicado sentido, viviendo indigna entre mujeres dignas, soy, no obstante, tu madre, hijo mío Guillermo, y a ti te dirijo ahora las palabras de mi manual, para que, como el juego de los dados les resulta por cierto tiempo a los jóvenes el más conveniente y adecuado entre todas las artes mundanas, o, también, como algunas mujeres tienen por costumbre examinarse el rostro en el espejo para eliminar las imperfecciones, sacando a relucir su nitidez, pues se esmeran en agradar a sus maridos en el mundo, así yo te pido que, cuando estés apesadumbrado por hordas de actividades mundanas y temporales, leas con frecuencia este librito que yo te dirijo, y, en memoria de mí, como si fuera cosa de espejos y de juegos de dados, no lo descuides.
Aunque tengas cada vez más libros, date el gusto de leer a menudo esta obrita mía, y sé capaz, con la ayuda de Dios omnipotente, de entenderlo para tu propio provecho. Encontrarás en él, en breve, todo lo que desearás conocer; encontrarás también un espejo en el que podrás contemplar sin vacilación el estado de salud de tu alma, de manera que no solo le gustes al mundo sino que puedas gustarle en todo a quien te ha formado del polvo de la tierra (Gn. 1,7): porque es del todo necesario para ti, hijo mío Guillermo, que en los dos negocios te muestres de manera que puedas ser útil en el mundo y tengas el valor de agradarle siempre a Dios en todo.
Lo que más me preocupa, oh hijo Guillermo, es dirigirte palabras de salvación, entre las que mi corazón ardiente y atento se alza en llamas para que tú tengas, en este librito en códice, por deseo mío, testimonio de tu nacimiento, con ayuda de Dios, como está más útilmente ordenado en lo que sigue.
In nomine Sanctae Trinitatis
Incipit liber Dhuodane Manualis quem ad filium suum transmisit Wilhelmum.
Cernens plurimas cum suis in saeculo gaudere proles, et me Dhuodanam, o fili Wilhelme, a te elongatam conspiciens procul, ob id quasi anxia et utilitatis desiderio plena, hoc opusculum ex nomine meo scriptum in tuam specietenus formam legendi dirigo, gaudens quod, si absens sum corpore, iste praesens libellus tibi ad mentem reducat quid erga me, cum legeris, debeas agere.
[...]
Incipit prologus
Multis plura patent, mihi tamen latent, meae quoque similes, obscurato sensu, carent intellectu, si minus dicam, plus ego. Adest semper ille qui ora aperit mutorum et infantium linguas facit disertas.Dhuoda quanquam in fragili sensu, inter dignas uiuens indigne, tamen genitrix tua, fili Wilhelme, ad te nunc meus sermo dirigitur manualis, ut, ueluti tabularum lusus maxime iuuenibus inter ceteras artium partes mundanas congruus et abtus constat ad tempus, uel certe inter aliquas ex parte in speculis mulierum demonstratio apparere soleat uultu, ut sordida extergant, exhibentesque nitida, suis in saeculo satagunt placere maritis, ita te obto ut, inter mundanas et saeculares actionum turmas oppressus, hunc libellum a me tibi directum frequenter legere, et, ob memoriam mei, uelut in speculis atque tabulis ioco, ita non negligas.
Licet sint tibi multa adcrescentium librorum uolumina, hoc opusculum meum tibi placeat frequenter legere, et cum adiutorio omnipotentis Dei utiliter ualeas intelligere. Inuenies in eo quidquid in breui cognoscere malis; inuenies etiam et speculum in quo salutem animae tuae indubitanter possis conspicere, ut non solum saeculo, sed ei per omnia possis placere qui te formauit ex limo; quod tibi per omnia necesse est, fili Wilhelme, ut in utroque negotio talis te exibeas, qualiter possis utilis esse saeculo, et Deo per omnia placere ualeas semper.
Sunt mihi curae multae, ad te, o fili Wilhelme, uerba dirigere salutis, inter quas ardens et uigil meus aestuat animus, ut tibi de tua, auxiliante Deo, natiuitate, in hunc codicem libelli ex meo desiderio habeas conscriptum, sicut in sequentibus est utiliter praeordinatum.
Hrotsvithae opera, ed. de Conrad Celtius. Nuremberg, 1501.
Hrotsvithae opera, ed. a cargo de Paul von Winterfeld. Berlín, 1902: reed. en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores rerum germanicarum, in usum scholarum. Berlín, Weidmann, 1965.
Hrotsvithae opera, ed. de Karl Strecker. Leipzig, 1906.
Hrotsvithae opera, ed. y trad. alemana de Helene Homeyer. Munich, Paderborn y Viena, 1970.
Rosvita, Dialoghi drammatici, texto y trad. italiana de Ferruccio Bertini, introd. de Peter Dronke. Milán, Garzanti, 1986.
Hrotsvitha de Gandersheim, Los seis dramas, ed. y trad. castellana de Luis Astey. México, Fondo de Cultura Económica, 1990.
Hrotsvitha de Gandersheim, Obras dramáticas, trad. castellana de Julián Pemartín y Fidel Perrino. Barcelona, Montaner y Simón, 1959.
Rosvita de Gandersheim, Dramas, trad. de Andrés José Pociña López. Madrid, Akal, 2003.
Hrotsvitha, canonesa de Gandersheim, describe, en un diálogo entre el emperador romano Adriano y su consejero Antíoco, el peligro que puede suponer para el Estado –expresión máxima de lo público en Occidente- la llegada a la capital del imperio de una mujer cristiana –llamada Sapientia o Sabiduría- que, acompañada por sus tres hijas, predica a las mujeres que no coman con sus maridos ni se acuesten con ellos.
En la corte de Adriano en Roma
ANTÍOCO, ADRIANO, SABIDURÍA, FE, ESPERANZA, CARIDAD
ANTÍOCO: Puesto que anhelo de corazón, oh emperador Adriano, que el favorable sucederse de los acontecimientos acreciente, como deseas, tu poder, y que el estado de tu imperio siga feliz y sin perturbaciones, es mi deseo extirpar y eliminar lo antes posible todo lo que creo que puede perturbar al estado o vulnerar la tranquilidad de tu mente.
ADRIANO: Y no es injusticia; pues nuestra prosperidad hace tu fortuna, dado que no cesamos de elevarte, día tras día, a los más altos cargos.
ANTÍOCO: Doy gracias a tu serena majestad; por eso, cuando veo que surge algo que me parece reacio a tu poder, no te lo oculto sino que, sin dilación, lo pongo de manifiesto.
ADRIANO: Y haces bien; así no serás acusado de lesa majestad por ocultar lo que no debes ocultar.
ANTÍOCO: Es un delito en el que jamás he incurrido.
ADRIANO: Lo recuerdo; pero, si sabes algo nuevo, dímelo.
ANTÍOCO: Una mujer, una extranjera, ha llegado hace poco a esta ciudad de Roma, acompañada de tres criaturillas, frutos de su propio cuerpo.
ADRIANO: ¿De qué sexo son las criaturillas?
ANTÍOCO: Todas del femenino.
ADRIANO: ¿Y la llegada de unas cuantas mujercillas puede resultar peligrosa para el estado?
ANTÍOCO: Peligrosísima.
ADRIANO: ¿Cómo?
ANTÍOCO: Amenaza la paz.
ADRIANO: ¿De qué manera?
ANTÍOCO: ¿Hay algo que pueda romper la concordia de la paz civil más que la diversidad de cultos?
ADRIANO: Nada más grave, nada más pernicioso. Lo atestigua el orbe romano desde que lo ha infectado por todas partes la peste mortal de la suciedad cristiana.
ANTÍOCO: La mujer de la que te hablo, exhorta a las nuestras a abandonar los ritos ancestrales y a entregarse a la religión cristiana.
ADRIANO: ¿Y acaso prosperan sus exhortaciones?
ANTÍOCO: Mucho; pues nuestras esposas nos han cogido aversión y nos desprecian, hasta el punto de que se niegan a comer e, incluso, a dormir con nosotros.
ADRIANO: Reconozco el peligro.
ANTÍOCO: Te conviene tomar precauciones.
ADRIANO: Es lógico. Sea convocada y discútase en nuestra presencia si tiene intención de ceder.
ANTÍOCO: ¿Quieres que la convoque?
ADRIANO: Lo quiero, ciertamente.
ANTIOCHUS, ADRIANUS, SAPIENTIA, FIDES, SPES, KARITAS
ANTIOCHUS: Tuum igitur esse, o imperator Adriane, prosperis ad vota successionibus pollere tuique statum imperii feliciter absque perturbatione exoptans vigere, quicquid rempublicam confundere, quicquid tranquillum mentis reor vulnerare posse, quantocius divelli penitusque cupio labefactari.
ADRIANUS: Nec iniuria; nam nostri prosperitas tui est felicitas, cum summos dignitatis gradus in dies tibi augere non desistimus.
ANTIOCHUS: Congratulor tuae almitati; unde, si quid experior emergere, quod tuo potentatui videtur contraluctari, non occulo, sed impatiens morae profero.
ADRIANUS: Et merito, ne reus maiestatis esse arguaris, si non celanda celaveris.
ANTIOCHUS: Huismodi commisso reatus numquam fui obnoxius.
ADRIANUS: Memini; sed profer, si quid scias novi.
ANTIOCHUS: Quaedam advena mulier hanc urbem Romam nuper intravit, comitata proprii faetus pusiolis tribus.
ADRIANUS: Cuius sexus sunt pusioli?
ANTIOCHUS: Omnes feminei.
ADRIANUS: Numquid tantillarum adventus muliercularum aliquid rei publicae adducere poterit detrimentum?
ANTIOCHUS: Permagnum.
ADRIANUS: Quod?
ANTIOCHUS: Pacis defectum.
ADRIANUS: Quo pacto?
ANTIOCHUS: Et quod maius potest rumpere civilis concordiam pacis, quam dissonantia observationis?
ADRIANUS: Nihil gravius, nihil deterius; quod testatur orbis Romanus, quid undiquesecus christianae caedis sorde est infectus.
ANTIOCHUS: Haec igitur femina, cuius mentionem facio, hortatur nostrates, avitos ritus deserere et christianae religioni se dedere.
ADRIANUS: Num praevalet hortamentum?
ANTIOCHUS: Nimium; nam nostrae coniuges fastidiendo nos contempnunt adeo, ut dedignantur nobiscum comedere, quanto minus dormire.
ADRIANUS: Fateor, periculum.
ANTIOCHUS: Decet tui personam praecavere.
ADRIANUS: Consequens est. Advocetur et in nostri praesentia, an velit cedere, discutiatur.
ANTIOCHUS: Vin me illam advocare?
ADRIANUS: Volo percerte.
Privilegios reales y viejos documentos, 1: Toledo I-XV, Madrid, Joyas Bibliográficas, 1963, nº 13.
Rivera Garretas, María-Milagros, Juana de Mendoza (h. 1425-1493), Madrid, Ediciones del Orto, 2004, doc. 6.
Entre finales de 1480 y principios de 1481, Juana de Mendoza estuvo en Medina del Campo con la reina Isabel I. Ahí cayó enferma de gravedad, lo que llevó a la reina a concederle a su marido Gómez Manrique licencia de quince días para que dejara Toledo, de donde era su corregidor, y acudiera a visitarla. Añade Isabel I, a mano, unas líneas que testimonian la relación de afecto y confianza que le unía con su dama de corte y consejera.
María-Milagros Rivera GarretasNació en Bilbao, bajo el signo de Sagitario, en 1947. Tiene una hija nacida en Barcelona en 1975. Es catedrática de Historia Medieval y una de las fundadoras de la revista y del Centro de Investigación en Estudios de las Mujeres Duoda de la Universidad de Barcelona, que ha dirigido entre 1991 y 2001. También contribuyó a fundar en 1991 la Llibreria Pròleg, la librería de mujeres de Barcelona, y, en 2002, la Fundación Entredós de Madrid. Ha escrito: El priorato, la encomienda y la villa de Uclés en la Edad Media (1174-1310). Formación de un señorío de la Orden de Santiago (Madrid, CSIC, 1985); Textos y espacios de mujeres. Europa, siglos IV-XV (Barcelona, Icaria, 1990 y 1995; trad. alemana, de Barbara Hinger, Orte und Worte von Frauen, Viena, Milena, 1994, y Munich, Deutscher Taschenbuch Verlag, 1997); Nombrar el mundo en femenino. Pensamiento de las mujeres y teoría feminista (Barcelona, Icaria, 2003, 3º ed.; trad. italiana, de Emma Scaramuzza, Nominare il mondo al femminile, Roma, Editori Riuniti, 1998); El cuerpo indispensable. Significados del cuerpo de mujer (Madrid, horas y HORAS, 1996 y 2001); El fraude de la igualdad (Barcelona, Planeta, 1997 y Buenos Aires, Librería de Mujeres, 2002); y Mujeres en relación. Feminismo 1970-2000 (Barcelona, Icaria, 2001). |
En la historia y en la política corrientes, hay una imagen muy socorrida para interpretar y explicar las diferencias evidentes entre la experiencia humana femenina y la masculina. Es la imagen de la “esfera pública y la esfera privada”. Se dice que la historia y la política de los hombres se desenvuelven en la esfera pública, la más visible e importante, mientras que la de las mujeres se quedaría reducida a la invisibilidad relativa de lo privado. Esta imagen se sigue utilizando hoy sin crítica, a pesar de que las mujeres estamos presentes en todos los sitios de la llamada esfera pública en los que deseamos estar; y a pesar de que hace ya muchos años –en 1935-, la gran antropóloga que fue Margaret Mead escribió con ironía: “Hagan lo que hagan los hombres, aunque sea vestir muñecos para una ceremonia, ello aparece dotado de mayor valor”. Con esta frase, Margaret Mead ridiculizó la supuesta importancia de lo público, señalando que a lo que se daba relevancia era, en realidad, a lo que los hombres hicieran, fuera esto lo que fuera.
Para intentar desentrañar los intereses creados que sostienen la dicotomía o antinomia público/privado, la historiadora Gerda Lerner estudió sus orígenes, y descubrió que esta antinomia del pensamiento existe desde los orígenes del patriarcado, siendo funcional a él. Lo cual quiere decir que es una imagen explicativa de la historia y de la política que está menos al servicio de la verdad que del interés de algunos –y, ocasionalmente, de algunas- por sostener ese sistema histórico de dominio de los hombres sobre las mujeres. Demostró que ha sido fundamental al patriarcado la división de las mujeres en privadas y públicas, siendo estas últimas las prostitutas: mujeres que, como tantos hombres públicos, aunque muchísimo menos libremente que ellos, intercambian ser por dinero.
¿Cómo hemos sido divididas las mujeres en privadas y públicas? Carole Pateman, en su tesis doctoral titulada El contrato sexual, descubrió que en la base de las sociedades patriarcales ha habido o hay un pacto fundador que es, en realidad, anterior al que hasta ahora se creía que fundaba las sociedades humanas, y que Jean-Jacques Roussseau denominó en el siglo XVIII el contrato social. El verdadero pacto fundador era el contrato sexual, que consiste en un pacto no pacífico entre hombres heterosexuales para distribuirse entre ellos el acceso al cuerpo femenino fértil.
Por eso, en las relaciones sociales patriarcales las mujeres entramos con un lastre que genera desigualdad. Pero, afortunadamente, el patriarcado no ha ocupado nunca la realidad entera ni, tampoco, la vida entera de una mujer. Porque lo social es discontinuo, no es sinónimo de lo histórico sino que se refiere a una parte de lo histórico, la que está intervenida por relaciones de poder y de dominio. Por eso, pudo escribir G.F.W. Hegel en el siglo XIX que “lo femenino es la eterna ironía de la comunidad”. Esto quiere decir que lo femenino que excede y desborda al patriarcado pone en ridículo la pretendida universalidad de este.
La dicotomía público/privado ayuda, pues, a explicar una parte de la historia de las mujeres –es decir, de la historia-: esta parte es su explotación por los hombres, su sufrimiento, su rabia ante los estereotipos de género femenino, consecuencia todo ello de la desigualdad entre los sexos. Pero no sirve para explicar verdaderamente la experiencia humana femenina en su conjunto, en su unidad infragmentable.
La dicotomía público/privado fue desarticulada por el movimiento político de las mujeres del último tercio del siglo XX con un grito repetido incansablemente en los grupos de autoconciencia, en las octavillas, en las publicaciones, en la calle...: “lo personal es político”. Fue desarticulada porque es una dicotomía que persigue, implacable, la vida de las mujeres, a pesar de que las mujeres apenas nos reconocemos en ella. Porque las mujeres discurrimos libremente y sin jerarquías de valores entre los dos polos de la dicotomía, entre la casa y la calle, entre la mesa de la cocina –en la que algunas han escrito obras maestras- y la universidad, entre un amor y otro, entre el jardín y la administración del estado. En realidad, la parousía genuina, la auténtica aparición pública del ser humano, no es propiamente la de la televisión o las portadas de los periódicos, sino que es la que cada niña o niño hace al salir del cuerpo de su madre en el momento de nacer, irrumpiendo en el mundo.
Es muy interesante notar que la invención simbólica “lo personal es político” no se limitó a invertir la vieja dicotomía diciendo “lo privado es público”. Por eso es un auténtico hallazgo de sentido: no se limita a invertir los términos de la antinomia, como haría una revolución, sino que se sitúa en un lugar más allá, casi imprevisto, que es el lugar de la libertad.
Lo personal no es, sin embargo, inmediatamente político: en cada circunstancia histórica es necesario encontrar las mediaciones que hagan, de lo personal, algo político. Los reality shows, por ejemplo, aunque sean descaradamente personales, tienen poco o muy poco sentido político, de manera que hay que repetirlos hasta la saciedad, como si en ellos se buscara desesperadamente algo que nuestro mundo necesita y no encuentra. Lo que buscamos es precisamente la mediación que haga de lo personal algo político aquí y ahora, en el contexto relacional presente. Es esa mediación o mediaciones lo que nos hace libres, rompiendo el mecanismo terrible de la repetición.
Una mediación es algo que pone en relación dos cosas que antes no estaban en relación. Como hace el entredós uniendo dos piezas de tela hasta entonces separadas, y creando así algo nuevo. Los textos de la marquesa Dhuoda, de la canonesa Hrotsvitha de Gandersheim y de la reina Isabel I de Castilla que he presentado, son ejemplos de mediaciones históricas que, cada una en su contexto relacional concreto, lograron hacer de lo personal, político.
Dhuoda encontró en la escritura de un libro para la educación de sus hijos Guillermo y Bernardo, la mediación que le puso de nuevo en relación a ella con los niños, cuando estos le fueron arrebatados por el padre, que se los llevó a la corte carolingia para servirse de ellos en sus luchas de poder. De esta manera, el libro medió entre ella y la corte imperial, entre su amor más íntimo y personal y lo que los hombres de su clase social –la aristocracia- entendían por político. Dándole así, a la política, otro tono y otro sentido: un sentido amoroso, no violento. Dhuoda escribe como madre que muestra a sus hijos, entre metáforas de juegos de dados y de espejos, un ejemplo a seguir en cuyo núcleo está el cuidado de la relación, de la espiritualidad y de la vida, no la guerra. El ejemplo que Dhuoda propone a sus hijos es una instancia de otra política, política que en el feminismo llamamos algunas o muchas la política de las mujeres.
Hrotsvitha, con la ironía en la que fue maestra, pone al descubierto, en el siglo X, las entrañas del patriarcado y del contrato sexual que lo sustenta: el emperador Adriano reconoce muy seriamente –mientras la autora, que fue experta en la carcajada, se ríe de él-, que el Estado corre peligro si las mujeres casadas desprecian a sus maridos hasta el punto de negarse a comer con ellos y a acostarse en su cama: es decir, si las casadas se liberan de la heterosexualidad obligatoria (no de la libre, que también existe). La mediación que Hrotsvitha encontró para hacer, de lo más personal de la relación mujer-hombre, algo político, es la palabra, la palabra predicada, dicha en alto y de viva voz por las calles, la palabra acertada y necesaria en ese momento histórico, siendo la calle el espacio público y común por antonomasia.
La preocupación de Isabel I por la salud de su consejera y camarera Juana de Mendoza hace que irrumpa en la Historia el mundo de las cortes femeninas del siglo XV. Estas cortes o casas reales se movían en un régimen propio de intercambio; un régimen de intercambio que era el del don, apenas medido o significado por el dinero. Las damas de la corte no recibían habitualmente salarios en dinero, como los caballeros de la corte, sino que recibían regalos de la reina: regalos en forma de telas, por ejemplo, o de joyas, prendas de vestir, libros de horas u otros objetos de valor. Este régimen de intercambio favorecía la atención a cada relación singular y necesitaba de la confianza. Por tanto, el ambiente se parecía mucho a las relaciones que se entablan en casa, en lo privado. Pero, a un tiempo, todo lo que en la corte ocurría tenía enorme trascendencia política. La medievalista Bethany Aram ha mostrado incluso, en un libro espléndido dedicado a La reina Juana -un libro que es, por fin, una obra histórica y no legendaria sobre la llamada Juana la Loca-, que las casas reales o cortes de los siglos XV y XVI fueron el principal significante de la capacidad de gobernar de una o un monarca: si la reina o la princesa no lograba –como le ocurrió a Juana I de Castilla- gobernar su casa (y su marido Felipe el Hermoso, mientras vivió, se lo puso dificilísimo), ello quería decir que su pueblo desconfiaría de su capacidad de gobernar el país. Lo político dependía, pues, de lo personal, el gobierno del Estado dependía del funcionamiento de la casa.
Lo que las mujeres logramos cuando encontramos las mediaciones para que lo personal sea político, es entablar relaciones de confianza entre lo que en el momento es entendido como político y lo que quedaba fuera de ello, o sea, lo otro, la alteridad, o un fragmento de ella: alteridad que irrumpe, en primer lugar, en las casas y en la vida personal de una madre o, en menor medida, de un padre, cuando una mujer da a luz una criatura. Con frecuencia, lo otro es lo femenino libre, que apremia por venir al mundo en el contexto histórico de que se trate.
A veces, en la historia de Occidente, lo otro, la alteridad, se encarna en ciertos grupos humanos, que pueden ser el pueblo judío o morisco o gitano, por ejemplo. Hoy se encarna en las extranjeras, en los extranjeros inmigrantes. Hrotsvitha representó, en el siglo X, la alteridad como lo femenino libre llevado al Imperio romano por una mujer extranjera (advena mulier) llamada Sabiduría, que llega a Roma con algo distinto que decir, y lo predica públicamente.
Puede ser útil comparar en clase el texto de Hrotsvitha de Gandersheim en Sapientia con un fragmento de la obra La Tumba de Antígona, de María Zambrano (1904-1991). Ambas –Antígona y María Zambrano- vivieron, en sus experiencias de extranjeridad o de exilio, el sufrimiento terrible de no poder dar, de que no fuera acogido lo que ellas llevaban y eran; o sea, experimentaron la pérdida de existencia simbólica que trae consigo la tolerancia; porque la tolerancia respeta democráticamente pero no acoge, no se abre al intercambio amoroso. En otras palabras, ellas sufrieron el verse convertidas, en el país de llegada, en un otro del que no se quiere recibir nada, un otro al que se niega, así, sustancia política. Escribió María Zambrano:
"Como yo, en exilio todos sin darse cuenta han fundado una ciudad y otra. Ninguna ciudad ha nacido como un árbol. Todas han sido fundadas un día por alguien que viene de lejos. Un rey quizá, un rey-mendigo arrojado de su patria y que ninguna otra patria quiere, como iba mi padre, conducido por mis ojos que miraban y miraban sin descubrir la ciudad del destino, donde estaba nuestro hueco esperándonos. Y yo sabía ya, al entrar en una ciudad, por muy piadosos que fueran sus habitantes, por muy benévola la sonrisa de su rey, sabía yo bien que no nos darían la llave de nuestra casa. Nunca nadie se acercó diciéndonos, “ésta es la llave de vuestra casa, no tenéis mas que entrar”. Hubo gentes que nos abrieron su puerta y nos sentaron a su mesa, y nos ofrecieron agasajo, y aún más. Éramos huéspedes, invitados. Ni siquiera fuimos acogidos en ninguna de ellas como lo que éramos, mendigos, náufragos que la tempestad arroja a una playa como un desecho, que es a la vez un tesoro. Nadie quiso saber qué íbamos pidiendo. Creían que íbamos pidiendo porque nos daban muchas cosas, nos colmaban de dones, nos cubrían, como para no vernos, con su generosidad. Pero nosotros no pedíamos eso, pedíamos que nos dejaran dar. Porque llevábamos algo que allí, allá, donde fuera, no tenían; algo que no tienen los habitantes de ninguna ciudad, los establecidos; algo que solamente tiene el que ha sido arrancado de raíz, el errante, el que se encuentra un día sin nada bajo el cielo y sin tierra; el que ha sentido el peso del cielo sin tierra que lo sostenga".
Cit. en María-Milagros Rivera Garretas, Nombrar el mundo en femenino. Pensamiento de las mujeres y teoría feminista. Barcelona, Icaria, 1994.
Gerda Lerner, The Creation of Patriarchy, Nueva York y Oxford, Oxford University Press, 1986. (La creación del patriarcado, trad. de Mònica Tussell, Barcelona, Crítica, 1990).
Gerda Lerner ha definido el patriarcado como “la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y las niñas y niños en la familia, y la ampliación del dominio masculino a la sociedad en general” (The Creation of Patriarchy, 239).
Un artículo muy interesante sobre la prostitución –una cuestión que atormenta nuestro mundo presente en su globalidad: Luisa Muraro, "La prostitución: una caricatura", Duoda, 23 (2002), 145-147.
Entre la mucha gente que ha citado esta frase, escojo a Carla Lonzi, Escupamos sobre Hegel. La mujer clitórica y la mujer vaginal (1972), trad.de Francesc Parcerisas. Barcelona, Anagrama, 1981, 19-20.
Carole Pateman, The Sexual Contract, Stanford, CA, Stanford University Press, 1988. (El contrato sexual, trad. de Mª Luisa Femenías amb María-Xosé Agra Romero, Barcelona, Anthropos, 1995).
Bethany Aram, La reina Juana de Castilla. Madrid, Marcial Pons, 2001.
María Zambrano, La tumba de Antígona, en Senderos. Barcelona, Anthropos, 1986, 199-265; p. 258-259.
Cit. en María-Milagros Rivera Garretas, Nombrar el mundo en femenino. Pensamiento de las mujeres y teoría feminista. Barcelona, Icaria, 1994.
Gerda Lerner, The Creation of Patriarchy, Nueva York y Oxford, Oxford University Press, 1986. (La creación del patriarcado, trad. de Mònica Tussell, Barcelona, Crítica, 1990).
Gerda Lerner ha definido el patriarcado como “la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y las niñas y niños en la familia, y la ampliación del dominio masculino a la sociedad en general” (The Creation of Patriarchy, 239).
Un artículo muy interesante sobre la prostitución –una cuestión que atormenta nuestro mundo presente en su globalidad: Luisa Muraro, "La prostitución: una caricatura", Duoda, 23 (2002), 145-147.
Entre la mucha gente que ha citado esta frase, escojo a Carla Lonzi, Escupamos sobre Hegel. La mujer clitórica y la mujer vaginal (1972), trad.de Francesc Parcerisas. Barcelona, Anagrama, 1981, 19-20.
Carole Pateman, The Sexual Contract, Stanford, CA, Stanford University Press, 1988. (El contrato sexual, trad. de Mª Luisa Femenías amb María-Xosé Agra Romero, Barcelona, Anthropos, 1995).
Bethany Aram, La reina Juana de Castilla. Madrid, Marcial Pons, 2001.
María Zambrano, La tumba de Antígona, en Senderos. Barcelona, Anthropos, 1986, 199-265; p. 258-259.
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Dirección científica: Maria Milagros Rivera Garretas
Agradecimientos: La investigación para esta obra ha sido financiada por el Proyecto de Investigación del Instituto de la Mujer I + D titulado: "Entre la historia social y la historia humana: un recurso informático para redefinir la investigación y la docencia" (I+D+I 73/01).
Han contribuido a su elaboración y producción el Institut Català de la Dona de la Generalitat de Catalunya y la Agrupació de Recerca en Humanitats de la Universitat de Barcelona (22655).
Dirección técnica del proyecto: Dr. Óscar Adán
Producción ejecutiva: Dr. Sonia Prieto
Edición: Marta García
Correción: Gemma Gabarrò
Traducción al alemán: Doris Leibetseder
Traducción al catalán: David Madueño
Traducción al inglés: Caroline Wilson
Traducción al italiano: Clara Jourdan
Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin autorización expresa por escrito.
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