Documentos: - Súplica de Brígida Terrera al Consejo de Ciento de Barcelona. Anónimo.
- Privilegio real dado a sor Sança por el rey Joan I. Bernardo de Jonqueiro.
Brígida Terrera se dirige al Consejo de Ciento para que tome bajo su guarda y protección la reclusión de Santa Margarita, en la que vive con otras mujeres dedicadas al servicio divino, sin estar sometidas a ninguna obediencia. La reclusión se inició cien años antes, cuando se recluyó una doncella, después de cuya muerte vivieron allí sor Sança,compañera de santa Brígida y después otras mujeres.
Resolución sobre la casa de las reclusas para que de aquí en adelante estén bajo custodia de la ciudad.
El mencionado lunes del mes de noviembre, reunidos en la casa llamada del Consejo de XXX los honorables consejeros junto con el consejo de Cien Jurados, celebrado a 16 días del mes de noviembre para proveer las súplicas hechas aquel día en dicho Consejo. Y en este Consejo fue expuesta una súplica de sor Brígida que vive en la reclusión de Santa Margarita, la cual fue del tenor siguiente:
A las grandes sabidurías y muy honorables señores nuestros, consejeros y Consejo de Cien Jurados de esta ciudad de Barcelona. Con tanta humildad como puede, expone sor Brígida, indigna e inútil servidora de Jesucristo, la cual, por espacio de treinta años continuos ha estado, está, y estará tanto como viva, en el propósito de ser reclusa en la reclusión de Santa Margarita de dicha ciudad, lugar dado y propio al servicio de Dios, edificado desde más de cien años por cierto honorable ciudadano de la mencionada ciudad en el cual una doncellahija suya, inspirada por el Espíritu Santo, se recluyó y allí acabó gloriosamente sus días. Y después se recluyó en él una muy devota mujer llamada sor Sança, compañera de Santa Brígida, y después otras, las cuales, en santaconversación durante todo el tiempo de su vida, ha continuado loablemente el servicio divino. Que tanto ella como las otras que vivieron en la reclusión no están bajo ninguna obediencia ni bajo ninguna sujeción sino que continúan voluntariamente su buen propósito. Y como por malicia del tiempo se pudiera suponer que algunas, por sugestión diabólica y con el consejo de algunas que las visitan, podrían vacilar y escandalizar a las otras según la experiencia ya ha demostrado y aun demuestra, este abuso cesaría si están sometidas a alguna sujeción. Por tanto, dicha sor Brígida suplica con tanta humildad como puede que recibáis y aceptéis la casa de la mencionada reclusión, así como a ella y a sus compañeras, en especial guarda y protección de la Ciudad. Y nombrar sucesivamente alguna persona devota que las visite y que, con el conocimiento y asentimiento de los muy honorables consejeros, saque de ella a aquellas que lo merezcan y admita a otras que son dignas por su devoción y que según sus posibilidades se puedan mantener, ya que no tienen nada propio sino las caritativas limosnas que voluntariamente les hacen los devotos ciudadanos y habitantes de la ciudad. Y por las obras iniciadas por el honorable ciudadano y por loable continuación de muchos otros, el salvador de todo el mundo, por intercesión de la Purísima Virgen Madre suya y por devota súplica de la singular patrona y abogada de esta ciudad Santa Eulalia, prosperará aquella y a sus ciudadanos y habitantes los preservará de todos los inconvenientes e infortunios y les dará en la gozosa ciudad del paraíso la gloria deseada.
Provisió feta a la casa de les rescluses que d.aquí avant sia sots custodia de la ciutat.
Lo dit dia de diluns que.s comptava del dit mes de noembre aiustats en la casa apellada del Concell de XXX los honorables consallers ensemps ab lo concell de Cent Jurats celebrat a XVI dies del dit mes de noembre a provehir les supplicacions offertes aquell jorn en lo dit Concell. E per ço com en lo dit concell fou donada una supplicacio per part de sor Brigida qui esta en lo resclusatge de Santa Margarida la qual supplicacio es de la tenor seguent.
A les grans savieses e molt honorables circunspeccions vostres mos senyors consellers e Consell de Cent Jurats de la present ciutat de Barchinona. Ab tanta humilitat com pot exposa sor Brígida indigna e inutil servidora de Jhesu Xrist la qual per spay de XXX anys continuus es estada e es e tant com visque ha en proposit d.esser resclusa en los resclusatge de Santa Margarida de la dita ciutat loch donat e propii al servei de Deu hedificat per espay de mes de cent anys per cert honorable ciutada de la dita ciutat en lo qual certa donzella filla sua inspirada per lo Sant Esperit se resclusi e aqui fini gloriosament sos dies. E apres si resclusi una molt devota dona apellada sor Sança, companyona de Santa Brígida e apres altres les quals en santa conversacio per tot lo temps de lur vida han loablement continuat lo servey divinal. Que com ella e les altres les quals apres se son meses en lo dit resclusatge no sien sots alguna obediencia ne stiguen supposades a alguna subieccio continuans voluntàriament lur bon propusit. E per malicia del temps se pogues seguir que algunes a suggestio diabolical e ab concell d.algunes qui les visiten porien en lur bon proposit vacillar e escandalizar les altres segons experiencia ha ja demostrat e encara demostre lo abus de la qual cosa cessaria si eren subiectas a alguna subiugacio. Per tant la dita sor Brigida ja sia per ses propies culpes no merexent esser admesa a gracia dexaudicio supplica ab tanta humilitat com pot sigui de vostra merce reebre e acceptar la casa del dit resclusatge e ella supplicant e ses companyones en special guarda e proteccio de la dita Ciutat. E deputar successivament alguna devota persona tement Deu la qual per sol esguard divinal las visitas e ab sabuda e assentiment dels molt honorables consellers ne tragues aquelles qui ho meresquessen e hi admetes aquelles merexent.ho per lur devocio e segons lurs pobreses porein sustenir com no haien res propi ans voluntariament de caritatives almoynes dels devots ciutadans e habitadors de la dita ciutat. E per les dites obres principiades per honorable ciutada e per loable continuacio de molt d.altres lo Salvador de tot lo kon per intercessio de la Purisima Verge Mara sua e per devota supplicacio de la singular patrona e advocada de la dita ciutat madona Santa Eulalia prosperara aquella e sos honorables ciutadans e habitadors els preservara de tots inconvenients e infortunis els dara en la joyosa ciutat de paradis la gloria desitjada.
Joan ... a los estimados nobles y fieles nuestros gobernador de Cataluña, corregidor y alcalde de Barcelona y otros oficiales y dependientes nuestros de la ciudad de Barcelona y a cada uno de los que las presentes atañen y las cosas escritas a continuación les correspondan de alguna manera. Salud y dilección.
Nosotros por reverencia de Nuestro Señor Dios y a súplica de la fiel de nuestra casa sor Sança de la Tercera Regla de San Francisco, por tenor de la presente hemos otorgado licencia a sor Sança para que ella pueda enterrar o hacer enterrar en lugar sagrado, sin que incurran en ninguna pena, todos aquellos cuerpos o huesos que caerán de las horcas hechas dentro del término de dicha ciudad, en las cuales, por sus faltas habrán sido colgados; pero las horcas no serán tapiadas ni cerradas. A todos y cada uno de vosotros decimos y mandamos, bajo pena de incurrir en nuestra ira e indignación, que la mencionada sor Sança, o quien ella designará en su lugar, podrá enterrar los cuerpos o huesos de dichos colgados que hayan caído o que de aquí en adelante caerán de las horcas; no pongáis ningún impedimento, sino que esta concesión tengáis firmemente presente y observéis, y no la contravengáis por ninguna razón si la pena más arriba dicha pretendéis esquivar.
Dada en Valencia bajo nuestro sello secreto el día 13 de marzo de 1343.
El Señor Rey me lo manda a mí Bernardo de Jonqueiro.
En Johan ... als nobles amats e feels nostres los governador de Cathalunya veguer et batlle de Barchinona altres officials et sotmeses nostres de la ciutat de Barchinona et a cascun d.elles als quals les presents pervendran et les coses davall escrits se pertanyen en qualsevulla manera salut et dileccio.
Com nos per reverencia de Nostre Senyor Deu et a suplicacio de la feel de casa nostra sor Sança de la Terça Regla de Sent Francesch per tenor de la present haian atorgada licencia a la dita sor Sança que ella puxa soterrar o fer soterrar en loch sagrat sens incorriment de alguna pena tots aquells cossors o ossors de aquells los quals frau cessant cauran de les forques fetes dins lo terme de la dita ciutat et en les quals per lurs demerits seran stats pemjats les quals forques empero no sien tapiades ni closes. A vodaltres et cascun de vos dehim et manam sots incorriment de la nostra ira et indignació que a la dita sor Sança o a qui ella volra en loch seu en soterrar los dits cosors o osors dels dits pemjats qui cauts son o d.aquí avant cauran de les dites forques empatxament algun no façats ans la present nostra concessio tingats fermament et obserbets et no y contravingats per alcuna raho si la pena dessus dita cobeiats esquivar.
Dada en Valencia sosts nostre segells secret a XIII dies de març de l.any de la nativitat de Nostre Senyor Mil CCCXCIII. Rex Johannis.
Dominus Rex mandavit mihi Bernardo de Jonqueiro.
Elena Botinas MonteroNacida en Barcelona el año 1950. Es medievalista y máster en Estudios sobre las Mujeres. Ha publicado diversos artículos en libros y revistas y es coautora de Les beguines. La Raó il·luminada per Amor (Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2002) y L’activitat femenina a Molins de Rei: les dones a la guerra civil (Ajuntament de Molins de Rei - Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2003). |
Julia Cabaleiro ManzanedoNacida en La Coruña el 1952, es licenciada en Filosofía y Letras (Historia), máster en Estudios sobre las Mujeres y doctora en Pedagogía (“Didàctica de la història de les dones”, Universidad de Barcelona, 1999). Desarrolla su investigación en dos vertientes: una está relacionada con los movimientos de espiritualidad femenina; la otra está centrada en la educación y la didáctica de la historia. Además de diversos artículos publicados en libros y revistas, es autora de Paraules de dones en la premsa comarcal (primer terç del segle XX) (Ajuntament de Sant Feliu de Llobregat, 2002) y coautora de Les beguines. La Raó il·luminada per Amor (Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2002) y L’activitat femenina a Molins de Rei: les dones a la guerra civil (Ajuntament de Molins de Rei - Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2003). |
Entre los siglos XI y XIV el occidente medieval vivió toda una serie de transformaciones de carácter sociocultural, económico y espiritual que nos permiten connotar este período de apasionante. Dentro del ámbito de la espiritualidad estas transformaciones tuvieron como protagonistas a laicos y laicas de todos los estratos sociales. Ellos y ellas protagonizaron una auténtica rebelión contra el poder establecido y, por tanto, contra la Iglesia a la cual acusaban de tener un gran poder temporal, alejándose de los ideales evangélicos, y de excluirlos "a priori", precisamente por su condición laica, de la vida religiosa, reduciéndolos a un universo puramente material. Una lucha que se enmarca en un contexto religioso y cristiano porque religiosa y cristiana es la sociedad occidental medieval. Buscaron formas de vida que les permitieran conciliar una doble exigencia: la de una vida consagrada al servicio de Dios y la de cristianas y cristianos que viven en el siglo al margen de la estructura eclesiástica.
Esta actitud, que dio lugar a una gran proliferación de movimientos de renovación espiritual, dentro y fuera de la ortodoxia, comportó una ruptura con el orden establecido por la Iglesia; una ruptura que para las mujeres fue doble: en tanto que laicas y en tanto que mujeres. En tanto que mujeres porque desde el punto de vista teológico –pero también desde el médico y científico- eran consideradas fisiológica y espiritualmente débiles, defectivas en cuerpo y fortaleza moral e incapaces –salvo muy pocas excepciones- de elevarse a la consideración de la realidad espiritual. A pesar de estas opiniones la presencia de las mujeres prevaleció en todos estos movimientos e, incluso, crearon una corriente de espiritualidad desde ellas y para ellas, con una total autonomía respecto a los hombres. Una corriente de espiritualidad que ellas dotaron de tanta fuerza y potencia que influyeron, no solamente la mística de su tiempo, sino la de siglos posteriores: nos estamos refiriendo a las beguinas.
El de las beguinas es un movimiento que nace a finales del siglo XII en un ámbito geográfico concreto, Flandes –Brabante– Renania, que se extiende con rapidez hacia el norte y el sur de Europa, y en cuyo seno encontramos mujeres de todo el espectro social cuyo deseo es el de llevar una vida de espiritualidad intensa, pero no de forma claustral, como estaba sancionado socialmente, sino plenamente incardinadas en las ciudades entonces emergentes.
La necesidad de un espacio específicamente femenino, creado y definido por las mismas mujeres, fue sentida y expresada literariamente por Cristina de Pizán a principios del siglo XV en “El libro de la Ciudad Damas”, en el cual ella imagina la construcción de una ciudad, sólida e inexpugnable, habitada sólo por mujeres. Pero pocos siglos antes las mujeres llamadas beguinas habían materializado ya la existencia de un espacio similar al imaginado por Cristina.
Reclusión, beguinato o beaterio son algunos de los nombres que designan este espacio material en el que habitan las beguinas o reclusas (con ambos nombres son conocidas estas mujeres en Cataluña) y que puede adoptar formas y dimensiones diversas, ya que puede tratarse de una celda, una casa, un conjunto de casas o una auténtica ciudad dentro de la ciudad, como los grandes beguinatos flamencos, declarados Patrimonio de la Humanidad el año 1998.
Todos ellos, sin embargo, representan una misma realidad: un espacio que no es doméstico, ni claustral, ni heterosexual. Es una espacio que las mujeres comparten al margen del sistema de parentesco patriarcal, en el que se ha superado la fragmentación espacial y comunicativa y que se mantiene abierto a la realidad social que las rodea, en la cual y sobre la cual actúan, diluyendo la división secular y jerarquizada entre público y privado y que, por tanto, se convierte en abierto y cerrado a la vez. Un espacio de transgresión a los límites, tácitos o escritos, impuestos a las mujeres, no mediatizado por ningún tipo de dependencia ni subordinación, en el que actúan como agentes generadores de unas formas nuevas y propias de relación y de una autoridad femenina. Un espacio que deviene simbólico al erigirse como punto de referencia, como modelo, en definitiva, para otras mujeres.
Los orígenes de la reclusión de santa Margarita, a la que se refiere el primer documento, se remontan a mediados del siglo XIV y, a lo largo de cien años, estuvo siempre habitado por mujeres.
Se inició cuando a él se retiró una joven de la burguesía barcelonesa, cumpliendo así su voluntad de llevar una vida espiritual sin estar sujeta a ninguna obediencia. A su muerte vivió allí sor Sança, compañera de santa Brígida, junto con otra beguina llamada Teresa; y después otras mujeres, siempre en *nombre reducido. Cuando Brígida entra a formar parte de esta genealogía la reclusión se convertirá en una comunidad.
Brígida era hija de Ángela y del caballero Francesc Terré. Pertenecía, pues, a la burguesía barcelonesa. El año 1426 su madre, junto con sus dos hermanos, le dieron ante notario cuatro mil sueldos de propiedad con la pensión anual de 36 libras en concepto de la parte legítima y otros derechos que le correspondían. Esto garantizaba no sólo que pudiera vivir de su propio patrimonio sino también el futuro de su comunidad. Efectivamente, pocos años después, concretamente en el 1431, Brígida otorgó testamento y dejó la renta de que disponía a las mujeres que vivían con ella en la reclusión: su madre Ángela, que se había retirado allí al quedarse viuda, sor Ginabreda, sor Eulalia y la vecina Joana. Esta comunidad, que progresivamente se irá ampliando, fue conocida con el nombre de las Terreras, es decir, con el apellido feminizado de Brígida.
Las mujeres que formaban la comunidad de las Terreres vivían –y habían vivido- como dice Brígida en su súplica, en santa conversación, una expresión que nos revela la importancia de la palabra en la comunidad. Una palabra que comporta un significado relacional y que podemos entender en el sentido de la comunicación y la transmisión de conocimientos entre ellas, así como en el de relación directa y no mediada con la divinidad.
Efectivamente, uno de los rasgos característicos de la espiritualidad beguina es el de la búsqueda de la unión con Dios en el ámbito de una relación exclusiva entre ellas y la divinidad, fuera de toda ceremonia litúrgica y de la mediación socialmente obligada de los clérigos.
Fue precisamente la acción libre de estas mujeres, muchas de las cuales interpretaban y predicaban las Sagradas Escrituras a su libre albedrío en lengua materna, lo que, desde un principio, despertó los recelos de los jerarcas eclesiásticos. Muchas sufrieron sospechas y persecuciones de la Inquisición y algunas fueron incluso quemadas en la plaza pública: este fue el caso de la beguina francesa Margarita Porete.
El hecho de vivir en una reclusión no significaba, pues, un aislamiento del mundo. Por el contrario: la inserción en el marco urbano, en el cual tenían una presencia activa, constituye una parte fundamental e inseparable de su espiritualidad. Su dedicación a la vida espiritual comportaba una proyección en el ámbito público a través de la autoridad moral de que gozaban y del desarrollo de toda una serie de tareas asistenciales. Una buena prueba de esto, en Cataluña, son los quehaceres que las Terreras llevaban a cabo y que, seguramente, se venían realizando desde los orígenes de la reclusión: la atención a los enfermos, la enseñanza a niñas pobres o la mediación en la muerte. Una mediación que adquiere una especial relevancia en el caso de sor Sança, tal y como se desprende del privilegio real de que gozaba.
Así, las beguinas, con su práctica de vida, conciliaron la acción y la contemplación, las dos vertientes de la espiritualidad que los eclesiásticos han presentado siempre como contrapuestas y jerarquizadas. Para ellas, sin embargo, ambos conceptos se convirtieron en los rostros de una misma moneda.
El fenómeno de laicización de la religión, que se produjo a partir del siglo XII, hizo que los clérigos dejaran de detentar el monopolio del papel de intermediarios con lo divino. Un papel que empiezan a compartir con aquellas personas seglares a las que la sociedad reconoce una especial autoridad.
En toda Europa, las beguinas recibieron numerosos legados testamentarios para que cumplieran una serie de tareas relacionadas con la muerte y con el tránsito del alma hacia el Más Allá. Así, ellas rezaban por la salvación del donante, participaban en los funerales y acompañaban el cuerpo del difunto al cementerio. Pero también tenían cuidado del cuerpo del moribundo, lo velaban y amortajaban. Esta mediación en la muerte se convirtió en una de sus principales actividades y les otorgó una función social que las convertía en imprescindibles.
El cuidado del cuerpo de enfermos y moribundos que las beguinas realizan constituye una práctica espiritual que está íntimamente vinculada a la compasión y a la solidaridad. Una práctica y unos sentimientos que encontramos expresados en la obra de Matilde de Magdeburgo y que encarna sor Sança al pedir al rey que le permita dar sepultura a los cuerpos de los colgados en las horcas.
La concesión del privilegio por parte del rey supone un reconocimiento implícito de autoridad a sor Sança, una autoridad que muy probablemente era reconocida por los habitantes de la ciudad de Barcelona y de la que el rey se hace eco.
Las beguinas encarnan una de las experiencias de vida femenina más libre de la historia. Laicas y religiosas a la vez, vivieron con una total independencia del control masculino –familiar i/o eclesiástico- y la libertad de que gozaban es inseparable de la red de relaciones que establecen: de forma primaria entre ellas, con Dios “sine medio”, y con el resto de mujeres y hombres de las ciudades donde vivían.
La forma de vivir y entender el mundo de estas mujeres se extendió con rapidez por toda Europa occidental hasta convertirse en un auténtico movimiento, tanto por el número de mujeres que se adhirieron a él como por el amplio espectro social al que pertenecían. Un movimiento que se movió siempre en los tenues límites que a menudo separan la ortodoxia de la heterodoxia.
El espacio de libertad que ellas representan las sitúa en un “más allá” del orden socio-simbólico patriarcal en su forma medieval, trascendiendo su estructuración binaria y jerarquizada. Generan algo nuevo y, en consecuencia, no previsto en la cultura de la época. Original, porque ellas son el origen. Un espacio que se radica materialmente en las casas que habitan, inmersas en el tejido de la ciudad, con el que interaccionan de forma constante, ofreciendo tanto en la vida como en la muerte, su mediación.
Queremos destacar la importancia de analizar, relacionándolos, los dos documentos. A partir del primero oímos la voz directa de una beguina barcelonesa, una mujer de la burguesía que entra a formar parte de un beguinato que ya existía en la ciudad de Barcelona, cuya historia va desgranando. A partir de esta historia podemos establecer la existencia de una genealogía espiritual femenina. El segundo documento nos permite acercarnos a una de les mujeres que formaron parte de él.
El análisis de ambos documentos, considerados conjuntamente, nos ofrece la posibilidad de establecer las principales características de la forma de vida de las beguinas.
Muy probablemente esta sor Sança es la misma mujer que vivió en la reclusión de santa Margarita y que había sido compañera de santa Brígida, de la que conservaba sus objetos penitenciales, según sabemos por una carta de la reinaMaría de Luna en la cual alude a “una beguina que estaba en Barcelona cerca de la Iglesia de Santa Margarita, tenía consigo mientras vivía diversas cosas que habían servido a la persona de Santa Brígida y en especial el cilicio, las disciplinas y la correa y muerta aquella, que no hace mucho que murió, vos o sor Teresa beguina que servía a dicha reclusa, tomasteis las dichas cosas y aquellas tenéis todavía” (Traducción al castellano. Arxiu de la Corona d’Aragó, R. 2350, f. 6 v.).
Poder situarla primero en Roma, al lado de santa Brígida, y después en una reclusión de Barcelona permite poner de relieve su libertad de movimiento, una característica bastante usual entre las mujeres medievales, sobre todo entre las que se dedicaban de manera específica a la vidareligiosa.
Las tareas asistenciales, en general, son una ocupación frecuente entre las beguinas en toda Europa. Pero la atención a los leprosos, en particular, ya aparece vinculada a la existencia de las primeras “mulieres sanctae” que fueron el origen del movimiento, como Marie d’Oignies y Jutta d’Huy. El hecho de que la casa de reclusas se hubiera constituido al lado del hospital de san Lázaro –conocido también con los nombres de Casa de los Leprosos u Hospital de santa Margarita-, construido para recoger a los leprosos, nos permite suponer que la atención a estos enfermos era una de las actividades a que se dedicaban estas mujeres.
Tanto la demanda de sor Sança de dar sepultura a los cuerpos de los colgados como la concesión del privilegio por parte del rey adquieren una especial significación si las ponemos en relación con la costumbre habitual de la época, que consistía en dejar que los cuerpos de los ajusticiados se descompusieran en las horcas, insepultos.
Las tareas asistenciales, en general, son una ocupación frecuente entre las beguinas en toda Europa. Pero la atención a los leprosos, en particular, ya aparece vinculada a la existencia de las primeras “mulieres sanctae” que fueron el origen del movimiento, como Marie d’Oignies y Jutta d’Huy. El hecho de que la casa de reclusas se hubiera constituido al lado del hospital de san Lázaro –conocido también con los nombres de Casa de los Leprosos u Hospital de santa Margarita-, construido para recoger a los leprosos, nos permite suponer que la atención a estos enfermos era una de las actividades a que se dedicaban estas mujeres.
Tanto la demanda de sor Sança de dar sepultura a los cuerpos de los colgados como la concesión del privilegio por parte del rey adquieren una especial significación si las ponemos en relación con la costumbre habitual de la época, que consistía en dejar que los cuerpos de los ajusticiados se descompusieran en las horcas, insepultos.
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Dirección científica: Maria Milagros Rivera Garretas
Agradecimientos: La investigación para esta obra ha sido financiada por el Proyecto de Investigación del Instituto de la Mujer I + D titulado: "Entre la historia social y la historia humana: un recurso informático para redefinir la investigación y la docencia" (I+D+I 73/01).
Han contribuido a su elaboración y producción el Institut Català de la Dona de la Generalitat de Catalunya y la Agrupació de Recerca en Humanitats de la Universitat de Barcelona (22655).
Dirección técnica del proyecto: Dr. Óscar Adán
Producción ejecutiva: Dr. Sonia Prieto
Edición: Marta García
Correción: Gemma Gabarrò
Traducción al alemán: Doris Leibetseder
Traducción al catalán: David Madueño
Traducción al inglés: Caroline Wilson
Traducción al italiano: Clara Jourdan
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