El tema de este trabajo nace del interés personal por la historia del movimiento anarquista en España en particular por su plasticidad y capacidad de conciliar la teoría y la práctica. La creación de un mundo nuevo es el objetivo más alto en toda la evolución del movimiento y los medios para conseguirlo son diferentes en cada situación. La pedagogía libertaria se desarrolla alrededor de la premisa que no sólo hay que construir una nueva sociedad, sino sobretodo personas que sepan vivir dentro de ella. Para demostrar esta relación consecuente, el trabajo consta de dos partes: la primera es una aproximación teórica al argumento y la segunda analiza las aplicaciones prácticas de estos postulados.
Lejos de querer presentar una historia cronológica del educacionismo anarquista, me he propuesto analizar en primer lugar el concepto mismo de educación; la definición de educación en L’Encyclopèdie Anarchiste (1926-1934), obra que se proponía sintetizar todas las tendencias del anarquismo internacional constituye el punto de partida para un recorrido a través de los pensamientos de varias figuras representativas del anarquismo. Mi objetivo es señalar la centralidad del tema: no son muchos los autores que escriban obras específicas sobre la educación, pero todos, de una manera u otra, se enfrentan con la cuestión en el desarrollo del propio pensamiento.
Sólo en un segundo momento, conociendo los puntos claves de las varias teorías y de las diferentes contribuciones, he puesto el enfoque en las experiencias concretas. Llevadas a cabo en Catalunya en el primer tercio del siglo XX. Una vez delineado el concepto general de educación libertaria, me ha parecido muy interesante estudiar de dónde sacó sus bases ideológicas la experiencia catalana, y de qué manera influyó en un contexto favorable. He analizado así la relación más o menos consecuente del desarrollo de la pedagogía libertaria en Catalunya con la Escuela Moderna de Ferrer i Guardia, y el estudio de la metodología y de los materiales utilizados. Sin poder definir anarquista ni el promotor ni la obra en sí misma, hemos visto como el proyecto de Ferrer i Guardia ofreció un modelo que encajaba perfectamente con la ideología anarquista: una pedagogía militantemente racionalista fundamentada en la educación integral y en la coeducación de sexos y de clases sociales; la Escuela Moderna tuvo vida breve, pero sin embargo dejó un importante legado en cuanto experiencia precursora y también por la creación de su propia editorial para los libros de texto.
Mi propósito al iniciar este trabajo era de analizar material nuevo, me esperaba encontrar más documentación relacionada con las escuelas racionalistas. En cambio los escasos documentos originales encontrados en los archivos que he visitado no enriquecen mucho las informaciones que he podido sacar de algunas obras fundamentales sobre este tema. Considero como tales para mi trabajo las obras autobiográficas de personajes que han vivido en primera persona esta experiencia e investigaciones llevadas a cabo a final de los años setenta y principio de los ochenta, con la restauración de la democracia Entre éstas destacan las de Pere Solá, que quizá constituyan la base de cualquier estudio sobre el argumento. De hecho se trata de una aproximación más bien descriptiva que valorativa, como indica el propio autor, que nos ofrece de este modo muchos puntos de reflexión y mucha documentación pero no un análisis completo de la misma. La obra de los hermanos Cardona, así como la de Tiana Ferrer, nos ayudan a delinear un cuadro más completo con sus interesantes aportaciones. Sin embargo, no encontramos en ninguna de estas obras un análisis comparativo de algunas escuelas concretas que demuestre o forme la base del modelo de escuela racionalista que conocemos. Me parece muy interesante entrar en los detalles y entender el funcionamiento cotidiano de estos centros educativos para hacer el paso de la teoría, que normalmente es objeto de estudio, a la práctica de todos los días, a la impostación concreta para una educación alternativa. Tenemos listas de muchas escuelas, pero limitamos nuestro análisis a las que están mejor documentadas.
Nuestra elección cae sobre dos de las escuelas que más larga vida tuvieron, y que mucho contribuyeron en marcar las pautas de la enseñanza racionalista: la Escuela Luz (1917-1923) del Ateneo Racionalista de Sants guiada por Joan Roigé y la Escuela Natura (1918-1939) del Sindicato Textil y Fabril sita en el Clot dirigida por Joan Puig Elías. El tercer centro que analizamos en cambio tuvo vida breve y no se considera entre los más representativos: la Escuela Eliseo Reclús (1935-1936) situada en la calle Vallespir, Sants, de la que era responsable Félix Carrasquer. El testimonio del mismo Carrasquer, que narra toda la experiencia con riqueza de detalles, desde la fundación hasta sus logros, lo convierte en fundamental para nuestro análisis.
Habríamos podido utilizar unos mismos parámetros para analizar las tres experiencias, sin embargo me ha parecido más útil estudiarlas juntas, en aras de una completa visión de la propuesta pedagógica. De hecho, si es verdad que no hay una sola mirada, y que la libertad implícita en el concepto de educación anarquista puede dar forma a centros con características diferentes, considero que la posibilidad de juntar tres ejemplos concretos nos haya podido ayudar a definir un modelo.
Con este trabajo creo haber presentado un cuadro exhaustivo de la evolución del concepto de pedagogía libertaria. El objetivo era ofrecer una aproximación teórica, que remontase a los orígenes de este movimiento, para luego entrar en las aplicaciones prácticas y llegar a definir un modelo concreto de escuela que se realizó en la Catalunya de principio de siglo XX. Me parecía importante destacar las numerosas aportaciones teóricas que han llegado a definir el proyecto educativo anarquista en toda su complejidad, para insistir en el mínimo reconocimiento histórico que se le otorga. El concepto de educación libertaria a menudo, a lo largo de los siglos XIX y XX se ha relacionado con una actitud negativa y permisiva del maestro o del padre; en cambio se han ignorado muchas de las propuestas innovadoras para la época, como la coeducación de sexos, el paidocentrismo o la educación integral que no han recibido la valoración merecida y no se ha reconocido la influencia que tuvieron en la configuración actual de la enseñanza. Las diferentes experiencias que se han llevado a cabo en toda Europa entre siglo XIX y XX han contribuido a una modernización de los sistemas escolares y han demostrado la viabilidad de estos planteamientos teóricos.
La fe en la Razón (que dio nombre a las escuelas racionalistas) y en la ciencia propugnaba el progreso y la difusión de la cultura como medios para la emancipación, sin embargo no hay que olvidar que el método de aprendizaje resulta fundamental en este proceso. Si al principio se ponía el enfoque en combatir la ignorancia, en dar una cultura a los obreros para que no quedasen en un escalón inferior, poco a poco los anarquistas toman conciencia de la importancia del método. De este modo la educación no se limita a ser un instrumento de emancipación, sino que llega a ser el medio para construir una nueva sociedad, el motor de la liberación del hombre. De aquí la relevancia de la Escuela Moderna de Ferrer que ofrece un método de aprendizaje diferente, un modelo que los anarquistas harán suyo: es a través del método y no tanto de la asimilación de conceptos que se pueden crear hombres nuevos. La evolución de las escuelas racionalistas en Catalunya desde la muerte de Ferrer hasta el final de la guerra civil es un tema rico y variado debido a la escasa coordinación de los centros. Con este trabajo, y a través de la comparación de tres escuelas, creo haber presentado un modelo que reúne las características fundamentales de este movimiento. Los múltiples puntos de reflexión invitan a profundizar muchos aspectos concretos; si bien la penuria de material al principio ha desanimado mis esfuerzos, ahora, al concluir mi trabajo vislumbro la posibilidad de seguir en el análisis de este interesante argumento.