La época de la Dictadura del general Miguel Primo de Rivera no ha sido aún suficientemente estudiada. Otros temas de nuestra historia contemporánea han acaparado más la atención de los especialistas. Sólo en estos últimos años se ha detectado un mayor interés por analizar más a fondo su naturaleza y características. Se trata pues, en el presente trabajo, de intentar avanzar un poco en el conocimiento de unos años que, según el parecer de algunos historiadores, van cobrando cada vez más importancia.
En ese intenso periodo y fruto de la crisis de la Restauración, ahora dirigida por la monarquía de Alfonso XIII, aparece en escena un régimen militar que tras instaurarse de modo provisional, poco a poco va cogiendo visos de continuidad al mismo tiempo que va generando un proyecto político de mayor vuelo aunque en clara contradicción con el espíritu inicial. Tras unos años de Directorio militar y con el prestigio conseguido con la victoria de Marruecos, el momento de retirarse era idóneo, pero quizá por los éxitos reales o imaginados de esos años, el régimen se transformará mediante un Directorio civil, en un afán por transformar un sistema que a ojos de Primo de Rivera ya no puede sobrevivir como hasta entonces. Para ello se intentará hacer una nueva Constitución, un nuevo partido político, nuevas caras en los ministerios que sin embargo, por falta de experiencia y apoyo (pues los apoyos que tenía el régimen, los irá perdiendo con el paso de los meses, hasta perder los últimos: el del ejército y el del mismo Rey) no llegarán a buen puerto. Finalmente, el general Primo de Rivera cobrará conciencia de ello y se decidirá a pedir la dimisión.
Además, el contexto internacional de la época es de una enorme densidad: reconstrucción de los países que participaron en la Primera Guerra Mundial, un nuevo mapa europeo con el fin de los antiguos Imperios y la novedad de la Rusia Soviética con los temores y esperanzas que suscita, el desarrollo de las diversas democracias y el paulatino ascenso de los totalitarismos, la Sociedad de Naciones, los felices años veinte con toda su prosperidad y su ansia de diversión en los que se mezclan un desbordado optimismo con una frenética huida de la realidad. A esto se unirá una crisis y una incertidumbre en las conciencias, en los sistemas filosóficos y en los valores estéticos. Por último, se produce la hecatombe económica y también ideológica de 1929, antesala de unos durísimos años de nuestra historia universal.
Situados ya en el momento preciso del estudio, llega el momento de presentar una herramienta en manos del historiador que con el paso de los años puede aumentar su valor en la medida en que colabore a un mayor conocimiento de los sucesos históricos. Estamos hablando del cine. En los años veinte del pasado siglo ya llevaba unos cuantos de existencia. Habría que remontarse al siglo XIX para encontrar sus orígenes. Tras una etapa pionera, ya bien entrado el siglo XX tendrá en la época que nos ocupa un primer gran momento de esplendor, que vendrá dado por la poderosísima industria norteamericana de Hollywood y por la riqueza de los distintos vanguardismos cinematográficos que se habrán producido en Europa por aquel entonces: el Expresionismo alemán, las escuelas de cine nórdico sueco y danés, el Impresionismo francés o la escuela soviética.
En España también ha llegado este nuevo fenómeno artístico, pero no tiene ni de lejos la importancia de que ya goza en otros países. No obstante, el hecho de que durante los años de la Dictadura (1923-1930) se hayan realizado cerca de 300 películas hace que no sea en absoluto desdeñable su estudio como herramienta para conocer mejor el periodo en que se produjeron. Desgraciadamente, bastantes de ellas han desaparecido; pero muchas otras se conservan, sobre todo en la Filmoteca Española. Durante las páginas del trabajo se procede a hacer una síntesis de lo que ha sido la historia del cine español. Desde sus inicios poco antes del comienzo de siglo, pasando por una etapa de producción artesanal más o menos hasta mediados de la década de los veinte, a unos años de claro aumento de la producción, dando pie a una cierta industria cinematográfica de bajo relieve y aún menor presupuesto, que sin embargo nos ha dejado unas cuantas realizaciones interesantes, ya sea por su calidad o porque demuestran unas inquietudes socioculturales hasta entonces desconocidas y que, en cualquier caso, pueden ser un apoyo para entender mejor los mecanismos de la sociedad del momento, sus aficiones, sus preocupaciones y esperanzas. No se puede soslayar que en esta época hay expresiones artísticas como la literatura o la pintura en las que el nivel alcanzado es muy alto. El nuevo arte pugnara por hacerse un hueco entre ellas.
Por otro lado, ya en la época de la Dictadura, se descubre el poder del cine como instrumento ideológico de primer orden. Así encontraremos películas que defenderán diferentes estructuras o modelos políticos, o bien intentarán ejercer presión en relación a temas debatidos en el momento, o reflejarán acontecimientos de la vida cotidiana y de sus personajes públicos que curiosamente en no pocas ocasiones serán parte integrante de algunas de esas producciones cinematográficas.
Luego, y con afán de tener continuidad en posteriores trabajos, se acomete un análisis de varias películas que pueden ser en parte representativas del cine de esos años. Ciertamente, no es suficiente con el estudio de unas pocas películas para poder sacar conclusiones y menos aún definitivas, pero algo se puede decir. Uno de los filmes es una adaptación en el año 1925 de una obra literaria de éxito, El abuelo de Benito Pérez Galdós, por parte de uno de los directores más prolíficos del periodo, quizá el más importante de todos: José Buchs. Otra de las cintas escogidas es El sexto sentido, dirigida por Nemesio M. Sobrevila en el año 1929, considerado como uno de los pocos realizadores españoles que se atrevieron con las vanguardias experimentales de la cinematografía, no sólo en el sentido de tomar parte en ellas, sino también de incluir en sus películas elementos de crítica y de debate en relación a esas vanguardias artísticas tomando partido en unos años en los que otros directores tenían ya bastantes dificultades para llevar a cabo sus producciones como para meterse en esas honduras. Por último se analiza la película El Misterio de la Puerta del Sol, del director Francisco Elías, rodada en el año 1929 y que tiene entre otras características una de especial relevancia, pues se trata de la primera cinta sonora en castellano realizada en España. Precisamente los años de la Dictadura serán testigos de uno de los cambios más importantes de la historia del cine: el advenimiento del sonoro.
Francisco Javier Medrano Coll és doctorand del Departament d’Història Contemporània de la Universitat de Barcelona.