En mayo de 2007 tuve la oportunidad de hojear una publicación del Parlamento Europeo en la que se recogían los discursos y las intervenciones de su presidente, Josep Borrell, en el ejercicio de su mandato que había terminado pocos meses antes. Era un volumen de más de 650 páginas repletas de declaraciones institucionales, y me pareció que merecían cierta atención en el sentido de ver si había pautas de evolución en los contenidos. Lo primero que saltaba a la vista eran las continuas referencias a la "madurez política", en "el ejercicio completo de sus responsabilidades", y consideraciones similares que se encontraban en discursos dirigidos a públicos tan diferentes como parlamentos nacionales, reuniones del Consejo Europeo, o Universidades. La primera prevención debía ser, obviamente, la de la autocomplacencia del autor. Pero si íbamos un poco más allá se podía interpretar que, si estaba remarcando con tanta insistencia estas circunstancias, es que tal vez se daba por supuesto que el rol del Parlamento había sido hasta entonces más acomodaticio a las indicaciones de los gobiernos nacionales, y del Consejo en particular. Sobre esta base me propuse estudiar y analizar en qué medida el Parlamento había dado un salto cualitativo en el período que abarcaba la presidencia de Josep Borrell, es decir, de julio de 2004 a enero de 2007
El presidente del Parlamento no tiene las funciones de un jefe de gobierno, o de líder de la mayoría parlamentaria. Las funciones de esta figura son más bien las de animador de iniciativas, promotor de ideas y por encima de todo, forjador de consenso, palabra clave en la cámara europea. Por lo tanto la primera idea es que no hay un programa político que se personalice en la figura del presidente.
En este trabajo quería dedicar atención a aquellos momentos en los que la actuación del Parlamento fue decisiva, en la medida que su posición se consolidó dentro del entramado institucional europeo. Como punto de partida la propia elección de Borrell como presidente podía aportar algunas claves de interés, en el sentido de que hacía visibles corrientes de opinión implicados en el proyecto de fortalecer el papel del Parlamento como única institución europea elegida por sufragio . Al fin y al fin Borrell era un recién llegado en el Parlamento, y los socialistas españoles ya habían contado con un presidente, Enrique Barón. En política las decisiones no se toman nunca por un solo motivo, y menos en Europa, pero el papel protagonista de Borrell en la Convención que diseñó la Constitución fue probablemente un argumento de peso. Se buscaba un presidente que hubiera trabajado las nuevas responsabilidades del Parlamento.
El siguiente paso era hacer una elección de los puntos a tratar entre la heterogénea actividad parlamentaria. Me decidí por tres casos que tenían que ver con cada una de las principales responsabilidades del Parlamento: El caso Buttiglione (en cuanto al control de la Comisión), las perspectivas financieras (con respecto al control presupuestario) y la directiva de servicios ( en cuanto a la actividad legislativa). En un principio tenía la intención de estudiar también el papel del Parlamento en la negociación para la adhesión de Turquía. El caso es que el desarrollo posterior del trabajo me hizo ver que las actuaciones del Parlamento en el tema no eran relevantes. Hay que decir que la cámara no tiene competencias en la negociación, sino al final del proceso en la votación para la admisión. A pesar de que había documentación de gran interés, no se percibía ningún papel protagonista. Para hablar del inicio de negociaciones era demasiado tarde, ya que la apertura del proceso fue algunos años atrás; para hablar de la adhesión era demasiado temprano, ya que las negociaciones debían alargar hasta 2015.