El texto que sigue está escrito con tres objetivos. El primero es presentar un documento inédito hasta ahora en español procedente de los archivos imperiales y reales austriacos del año 1896 sobre las matanzas genocidas de armenios en el imperio otomano. El segundo es, siguiendo la línea del investigador Dadrian, buscar más conexiones entre la cuestión Armenia y la cuestión del Oriente poniéndonos al lado de los historiadores que las considerarían más como una que como dos cuestiones diferentes aunque interconectadas. El tercero es presentar en español, a través de las aportaciones de la armenología contemporánea occidental, sobre todo americana, inglesa y francesa, el destino de uno de los pueblos más antiguos del mundo y el estado del problema del genocidio armenio en el momento actual de ampliación de la Comunidad Europea hacia el Oriente y la polémica candidatura de Turquía.
El documento que presentamos en traducción española es un estudio ecónomo-político del vilayato otomano Mamuret-ul–Aziz elaborado por el cónsul austro-húngaro Zagoulic en diciembre de 1896 . Viena encarga a su cónsul la elaboración de este informe porque necesita información verídica sobre las matanzas de armenios perpetradas en el Imperio Otomano siendo uno de los lugares el vilayato Mamuret-ul-Aziz, durante las cuales pierden la vida más de dos cientos armenios. Así, la abundante y rigurosamente estructurada información compilada en el documento describe el contexto de las matanzas que son del mayor interés. De ahí también la importancia de este testimonio escrito sobre lo ocurrido: Viena es aliada de Alemania y respectivamente del Imperio Otomano y considera el mantenimiento de su integridad territorial como vital para su propia existencia y para la realización de su curso político de expansión hacia el mar Mediterráneo. Por lo tanto tiene todo el interés en tapar lo ocurrido y evitar que tenga consecuencias negativas para los perpetradores de los crímenes.
Sin embargo el informe describe un vilayato con condiciones anárquicas, frecuentes infracciones del orden a coste de la población armenia, inseguridad publica y completa falta de reacción delante todo esto por parte de las autoridades turcas a pesar de la fuerte presencia militar existente: el vilayato es estratégico por su proximidad con Rusia. Las consecuencias son que la agricultura, la ganadería y el comercio entran en decadencia, con frecuentes hambrunas y una masiva emigración. En este contexto de una vida cotidiana siempre en peligro el cónsul austro-húngaro describe las masivas matanzas, deshumanización y completa destrucción y pillaje de los bienes, las instituciones educativas y religiosas de la población Armenia. Según el documento estos crímenes empiezan sin que la población ya atemorizada haya dado ningún pretexto, son organizados, se parecen a las matanzas perpetradas en los demás vilayatos armenios del imperio otomano, son llevados con la complicidad y en algunas ocasiones la ayuda directa de las autoridades turcas.
“La Cuestión de Oriente” se define tradicionalmente como el declive y desmembramiento del Imperio Otomano que va acompañado por la rivalidad de las potencias europeas por su herencia y la lucha de los pueblos balcánicos por mejoras administrativas, económicas e independencia, mientras por “La Cuestión Armenia” se entienden las luchas de la población armenia por derechos civiles y reformas administrativas que garanticen sus vidas y relativa autonomía. La práctica investigadora separa las dos cuestiones y les examina por separado mientras Dadrian busca sus interconexiones. Esta línea de investigación nos parece acertada e interesante y contextualizando el documento hemos buscado a respaldar lo común entre ambas cuestiones, como lo son los factores, las causas, y la dinámica de los procesos desencadenados.
Por su situación geográfica el Imperio Otomano incluye territorios estratégicamente importantes para todas las grandes potencias porque condicionan la hegemonía mundial: los Estrechos que controlan la salida al mar Mediterráneo y las rutas terrestres hacia la India y el Golfo Persa.
La política exterior de Inglaterra es de protección del acceso terrestre a las Indias y de contener a Rusia para que no conquiste el Caucaso y de allí se acerque a esta ruta comercial. Los esfuerzos de Rusia son por un lado salir de su “prisión continental” en Asia y por otro a través del Bósforos y los Dardanelos salir hasta el mar Mediterráneo. Hay por lo tanto dos cursos políticos básicos hacia el Imperio Otomano-el mantenimiento de su integridad territorial o su progresivo desmembramiento. Inglaterra es partidaria del primero, Rusia del segundo. Las demás potencias vacilan entre ambos cursos en los momentos diferentes siendo la tendencia general la de seguir a la potencia número uno mundial, Inglaterra, y así aislar a Rusia. Tanto la cuestión del Oriente como la cuestión Armenia se desarrollan en este marco de rivalidad entre Rusia e Inglaterra.
Actuando a través de intervenciones militares a favor de los pueblos Cristianos del Imperio Otomano y moviendo sus fronteras cada vez más hacia los Balcanes y el Transcaucaso, Rusia se hace más presente, conocida y cercana a estos pueblos que cada vez ponen más esperanzas en ella por su futuro: desarrollo que aumenta las sospechas de Inglaterra de que importantes territorios del Imperio Otomano puedan fácilmente caer bajo influencia rusa. Así que ante cada crisis provocada por los disturbios entre los pueblos autóctonos Cristianos y el Imperio Otomano, Inglaterra busca un arreglo diplomático a través de intervenciones ante el gobierno otomano obligándole a aceptar programas de reformas y cambiar parte de su jurisdicción antes que intentar iniciativas militares.
Este comportamiento de las potencias europeas, en cuanto a la intervención a nivel jurídico, según Dadrian , se produce sin ningún tipo de garantías para la implementación de las reformas previstas y crean las mismas condiciones para las matanzas genocidas perpetradas por parte del Imperio Otomano sobre sus súbditos Cristianos como venganza por la humillación sufrida.
Porque aunque el Imperio Otomano es un país multiétnico y multireligioso es sin embargo dominado rigurosamente por el islam. En términos prácticos esto significa la protección del derecho canónico islámico que excluye la igualdad entre musulmanes y no musulmanes, siendo los primeros destinados a quedarse la nación de los señores. Los no musulmanes concluyen un tipo de contrato —Akdi Zimmet— que les garantiza una vez vencidos y sumidos el derecho de asilo-dihalet; los otomanos consideran que intentando cambiar la política del imperio a través de las potencias los pueblos cristianos habían traspasado este contrato y perdido el derecho de clemencia según el derecho común islámico en vigor. Con esto justifican las matanzas todas de tipo genocida y racionalizadas por motivos religiosos .
Dadrian apoya su argumento también en la historiadora contemporánea israelí Bat Ye´or que dice que pidiendo reformas los armenios habían infringido los límites de su estatuto legal que implicaba un contrato. Esta ruptura del contrato daba a la umma —la comunidad islámica— su derecho inicial de matar a la minoría sometida —dhimmid— y de apoderarse de sus bienes.
Dadrian hace la conclusión de que poder utilizar las matanzas como método de resolución de los problemas según el derecho islámico ya vacía de cualquier contenido el derecho publico. Y añade que para subrayar la prioridad de los imperativos religiosos sobre las leyes, los organizadores de las matanzas cumplían siempre y cuando esto era posible los ritos islámicos en el momento de matar sus victimas.
Darian concluye su argumento sobre el abismo existente entre el derecho público y el derecho común de origen islámico en el imperio otomano con otro ejemplo del Memorando de 1856 elaborado por el gran visir Rechid quien preveía la posibilidad de un “gran masacre” debido a los esfuerzos de los Armenios por la implementación del derecho público.
Dadrian distingue tres grupos de circunstancias que contribuyeron para las matanzas: el menosprecio de las autoridades turcas hacia el derecho publico, la falta de unión entre las potencias para hacer respetar este derecho, la falta de relaciones nacionales entre los armenios y las potencias.
En el prefacio del mismo libro citado antes y titulado El archivo y la prueba, Marc Nichanian hace tres observaciones importantes. La primera es que solo a partir de 1975 en los Estados Unidos y en Francia empieza la publicación de obras historiográficas sobre el genocidio armenio; que en 1984 Irving Horowitz señala la atención sobre el paralelismo entre el genocidio armenio y el holocausto y que luego aparece una escuela de politólogos comparativos que empiezan a estudiar los genocidios del siglo XX y a establecer su etiología.
La segunda observación es que el genocidio armenio desde su concepción tiene en sí la denegación organizada y universal. Esta denegación empieza con el reinado del archivo en la historia y en la memoria siendo el signo de la modernidad la entrada del archivo en el terreno de la memoria. Por consecuencia todo discurso sobre la catástrofe Armenia está construido sobre pruebas y antipruebas. Incluso cuando no hay dudas se exigen las pruebas. Los armenios confrontados con la denegación se han encontrado desde hace ochenta años prisioneros de esta lógica de las pruebas. Han desposeído su propia memoria obsesionándose por renovar las pruebas.
La tercera observación es sobre la aparición de un revisionismo de la última hora, señalado por el autor como el más peligroso: el revisionismo de los historiadores sobre el sentido de lo sucedido, sabiendo muy bien que poner en duda el sentido de un suceso es atacar su realidad porque no hay realidad allí donde no hay sentido. La perversión esta en comprobar que los eventos y la realidad son dos cosas distintas: la matanza de un millón y medio de personas no se puede negar. Es decir, si los hechos han tenido lugar, las matanzas han tenido lugar ¿y qué? El debate está en el terreno del sentido, es decir de la interpretación. En este contexto la lucha y los esfuerzos para probar los hechos quedan eliminados por la última instancia: la interpretación; esta doble labor de buscar pruebas y afirmar su realidad es exhaustivo.
Theodora Toleva és doctoranda del Departament d’Història Contemporània de la Universitat de Barcelona.