Trabajos D.E.A.
2006-2007

Familia y construcción de la enseñanza pública en España (1834-1845)

Autor: PIZARRO CARRASCO, Luís

Universidad de Barcelona, 2006-2007

Imatge de la publicació

OBJETO DE ESTUDIO

Esta trabajo forma parte de un proyecto de investigación de mayor envergadura. El objetivo del proyecto es analizar las funciones de la familia en el proceso de institucionalización del Estado liberal. Se trata de conocer el lugar que se destina a la familia en relación al Estado o lo político, en relación a la estructura social y la sociedad, y en relación al individuo.

Aquí estudio los contenidos de la enseñanza pública sobre la función de la familia, por ahora deteniéndome sólo en la enseñanza primaria. Es un momento en que comienza la institucionalización de la enseñanza en España, recogiendo los fundamentales aportes teóricos de una nueva pedagogía.

La ideología que se impone en el panorama político español, y que diseñará todos los planes de enseñanza primaria aplicados en el período, será el liberalismo conservador, liberalismo doctrinario o moderantismo, que se desenvuelve bajo el influjo decisivo del doctrinarismo francés. El corpus teórico del moderantismo radica en la crítica a la soberanía nacional y a la teoría iusnaturalista del pacto social. Entre otras, se desdeña la universalidad de derechos políticos y civiles, el abstracto concepto de libertad que entienden los grupos demócratas, pues piensan que alienta el individualismo. Según los moderados, cuyos principales teóricos son Antonio Alcalá Galiano y José Donoso Cortés, la estructura política de una monarquía constitucional debe ser reflejo de su estructura social, por eso gobierna y decide quien tiene poder económico, social y experiencia de gobierno: principalmente la clase media. A los distintos segmentos de la burguesía y de cada poder social compete el gobierno, para eso precisan una representación diferenciada en Cortes, el bicameralismo, en un juego de equilibrios de poder de avance y permanencia, lo que es lo mismo: el Congreso y el Senado. El derecho de veto del monarca sobre las Cortes responde a esta búsqueda de un poder moderador. Este equilibrio de poderes políticos, un contrapeso de poderes procedente de su preocupación por conjuntar autoridad con libertad, es el secreto de la estabilidad.

Similarmente a esta estructura política, en la sociedad civil el partido moderado quiere favorecer espacios de libertad no política frente al poder del Estado, para evitar a lo que creen que lleva un poder ilimitado del gobierno: la tiranía, o sea la evolución lógica de un gobierno democrático o absolutista, que carecen de los contrapesos del gobierno representativo. Son libertades normativizadas con rigidez, pero sin el control directo del Estado. La elección de los moderados por la autonomía administrativa municipal, frente al poder federativo del municipio de los progresistas, es ejemplo de estos espacios de libertad, como la libertad de pensamiento y la de enseñanza, las sociedades filantrópicas e instructivas, son ejemplos la libertad del individuo socializado frente al poder de Estado, al igual que la protección del derecho de propiedad y la seguridad personal, o la protección de lo doméstico y lo privado…

La hipótesis del proyecto es que el Estado liberal español creará estrategias para conseguir nuevas pautas conductuales en el pueblo –y por extensión, pero subsidiariamente, en el resto de clases sociales-, moralizándolo. El Estado quiere reconstruir las costumbres de la clase popular, para hacerla asimilable al nuevo sistema político y su estructura social. Y lo más importante, el Estado liberal lo hará principalmente a través de la familia, sin debilitar ni blindar su estructura preexistente, sino dándole una educación moral, razonablemente más poder orgánico o autonomía económica, y una autonomía moral, para que estos grupos no cedan ante el carlismo, y condicionen el Estado liberal. Con la enseñanza pública del Estado liberal pretende dar al pueblo una educación moral, el método que ven más moderno y eficaz para evitar el desasimiento de los individuos, el individualismo: la tiranía.

METODOLOGÍA, FUENTES Y PROCESO DE ANÁLISIS

La cantidad enorme de documentación en enseñanza pública me sugirió empezar el proyecto por ahí. Contar además con una unidad documental, institucional, facilitó mucho el trabajo. La exploración inicial en pensamiento político no me dio resultados alentadores, por la tremenda dispersión documental, particularmente por no poseer entonces suficiente utillaje teórico para interrogar la fuentes. Este trabajo finalmente me ha dado un magma conceptual sobre familia, filosofía moral y pedagogía, filosofía política que he aprovechado ahora, en las subsiguientes fases de mi proyecto, con buenos resultados.

La periodización escogida lo fue desde la lectura de los más prestigiosos historiadores de la educación, que sitúan estos años como los de formación teórica, institucional y metodológica de la educación pública, un período que se solidifica en la Ley Moyano de 1857.

¿Por qué empezar con la enseñanza primaria?. Antes que nada, lo evidente: evitar un aluvión documental. Es la primera oportunidad en que el nuevo Estado emprende un proyecto extensivo a todo el territorio y espectro social de formación política, moral, higiénica e intelectual de la población. Es la primera vez también que el Estado liberal se dispone a remodelar su asistencia pública de la única forma que por entonces cree posible: con la educación de las masas. La primera vez que, con la formulación de universalidad de la educación primaria elemental, el liberalismo español hace la primera tentativa de intervenir en el general de las familias, en el ámbito privado.

Conocida la bibliografía de referencia de pensamiento político e historia de la educación, pronto comencé a recopilar la legislación de enseñanza pública. La Colección de decretos referentes a instrucción pública, el Boletín Oficial de Instrucción Pública (1841-1847), el Diario de Sesiones de Cortes (1836-1845) y la Gaceta de Madrid (1834-1836) me dieron todo lo que usé de esta legislación, a parte de todas las normativas oficiales de escuelas primarias y escuelas normales de maestros. Organicé todos los proyectos legislativos y leyes de enseñanza desde 1834 a 1845.

Con esta documentación anoté las asignaturas, las instituciones (municipales) que gestionaban las escuelas primarias, poco más; pero los preámbulos legislativos me dieron sorpresas utilísimas para el trabajo: las razones de estas iniciativas, los argumentos políticos y los exclusivamente instructivos. Estas fuentes me dejaron esbozar, discretamente de momento, las razones políticas de los legisladores.

Para completar los porqués de esta legislación, si lo más importante era instruir intelectualmente o no, recurrí a los economistas políticos, que formaron sociedades filantrópicas y económicas, asesorando a los gobiernos en políticas públicas. Había localizado referencias de los economistas Jean Baptiste Say y Joseph Droz en la bibliografías recomendada por el Boletín Oficial de Instrucción Pública. Pude concluir, que la intención cívico-política de los legisladores, era completamente axial en estos planes: la enseñanza se pensó como sistema para que los ciudadanos, y todos los habitantes, asimilaran las nuevas instituciones.

El contenido de la educación cívica y política de legisladores y economistas políticos, me pidió estudiar definitivamente a la “educación moral”.Esta nueva educación huía deliberadamente de la formación netamente política del plan de enseñanza de la Constitución de 1812, inspirado en las leyes revolucionarias francesas, que según los legisladores no había frenado ulteriores revoluciones.Descubrieron que, para impartir en las escuelas la formación política, incluso para hacer viable la enseñanza intelectual, debían crear ineludiblemente unas bases morales en el pueblo, factibles por que este ya tenía capacidad de raciocinio. Esa educación cívica-política se componía de elementos convivenciales básicos, que debía aceptar voluntariamente el individuo, en un régimen de libertades ya no se podía simplemente adoctrinar.

Consulté los Reglamentos de Escuelas. Ahí observé el contenido de las asignaturas, parándome en la educación moral. A la escuela se la nombró sustituta de la educación familiar de la clase popular: la educación familiar era un cúmulo de enseñanzas morales que -desde el pensamiento educativo de Jean Jacques Rousseau- generaba la familia por naturaleza; pero la familia de las clases populares no generaba esta educación moral, por múltiples factores que obstaculizaban su moralidad.

Para discernir estos elementos convivenciales acudí a la filosofía moral contemporánea. El concepto clave: la “autonomía moral” del individuo,considerado el principal fin de la educación pública. En palabras de Immanuel Kant el niño debía asumir poco a poco, racionalmente, sin coacción e imponiéndoselo por sí mismo, los deberes que tiene con su primera comunidad, la familia y después la escuela, para llegar a integrarse en la sociedad.

Pensadores como Kant, Rousseau o John Locke, por supuesto pedagogos como Johann Pestalozzi, Joseph Lancaster y Andrew Bell, difundidos en España por el pedagogo Pablo Montesino, creían que en la familia nacía la primera moralidad del individuo, los “sentimientos naturales” o “amor filial”, creados por el amor de la madre. Era la primera formación sobre deberes y derechos respecto al resto de personas: autocontrol, laboriosidad, respeto a la autoridad social e institucional, que se recibían en la familia. La escuela sólo tenía que tutelar estos sentimientos, e impedir su deterioro.

Después analicé, desde los reglamentos y manuales de escuelas, el contenido en educación moral de los procedimientos educativos: de los sistemas pedagógicos aplicados -el simultáneo y el lancasteriano-, el sistema de órdenes, la distribución del tiempo, los premios y castigos, los niños ayudantes e inspectores, la educación física y pude comprobar la perfecta concordancia con la filosofía moral estudiada.

Finalmente había que ver la incidencia que se esperaba que tuviera esta educación en la familia, la posible moralización de la familia. La obra pedagógica de Laureà Figuerola, Joseph Marie de Gérando, Antonio Gil de Zárate y Elisabeth C. P. de Meulan (Madame Guizot) me dio claves: se trataba de apartar al niño del pueblo del ambiente familiar y educarlo moralmente. Respecto a entrar directamente en la familia, a los inspectores y maestros sólo les estaba dado aconsejar a los padres, para que cumplieran con sus obligaciones morales paternales: educar al niño. Los inspectores y maestros estaban muy limitados: no podían obligar legalmente a los padres para escolarizar a su hijo. En dla práctica, la educación moral de la familia acababa siendo secundaria, pero se confiaba en que el niño, con su conducta reformada, influyera por contraste a los padres. Otra estrategia para educar a la familia era evitar la gratuidad total, hacer pagar un mínimo a los padres por dos motivos: para que aprendieran a ahorrar (influyendo en sus costumbres), y que el recordatorio del pago les impulsara a atender la educación de sus hijos.

CONSIDERACIONES FINALES

En las hipótesis sugerí que el Estado desea corregir las costumbres del pueblo para que asimile el nuevo sistema político. Los educadores pretenden formar a las clases populares política y patrióticamente, pero esto es más propio de los planes de 1812. Desde 1834 las normas educativas quieren proteger los “principios conservadores de la sociedad”: la formación cívica eludirá toda forma exclusivamente política. Dos innovaciones lo explican. En esta legislación la enseñanza pública se emancipa de la gestión y control directo del Estado, gracias a la libertad de enseñanza, a la independencia -despolitizada, únicamente gestora- del municipio, que es responsable de la escuela primaria, además tenemos la libertad de enseñanza en la escuela privada. La otra innovación es que la familia va a representar un espacio de inmunidad y libertad ante el Estado, equilibrador de los posibles accesos despóticos de la monarquía constitucional, un espacio simbólico de permanencia y arraigo en la sociedad, pero sin relación con los otros contrapesos ante el poder, al ser la familia donde el individuo aprende los primeros deberes morales. Estas innovaciones se combinan y alimentan mutuamente.

La familia es la primera generadora de autonomía moral en el individuo, de libertad, igualmente de asimilación de la permanencia en el propio cuerpo social, a la enseñanza pública le toca crear y prolongar esa labor, a parte de agrandar la cohesión de la familia promoviendo en los niños el amor filial. Se considera que, para las clases populares, es la escuela la única educadora moral, por eso es importante. La escuela, desacomplejada y explícitamente, apartará a los niños del pueblo casi toda la jornada de la inmoralidad de su vida familiar y entorno social.

El gobierno casi no interviene en las decisiones de la familia, ni para educarla ni para inculcar a los padres el deber paterno de la educación de sus hijos, ahí la legislación es laxa, por que la familia es el refugio moral de la sociedad, un espacio que debe ser ajeno a lo político. Sólo cabe confiar en el sentido natural del deber moral del padre, en los maestros que moralizan a la familia con el ejemplo del niño y en la función de las autoridades de aconsejar a las familias, de inducirlas a ahorrar gracias al gasto de matrículas escolares y con eso que sean capaces de “autocontrolar las pasiones”.