Las habilidades digitales se han convertido en un requisito indispensable para participar en el aprendizaje, el trabajo y la socialización, acelerando así la transformación digital. Según el Estudio International Computer and Information Literacy Study (ICILS), los estudiantes que ingresan al sistema de educación secundaria superior no poseen el nivel más básico de competencia en habilidades digitales, lo que sugiere que es necesario un esfuerzo significativo para reducir la proporción de bajo rendimiento en habilidades digitales en todos los Estados miembros de la UE para alcanzar el objetivo a nivel de la UE para 2030.

¿Están los profesores preparados para liderar la actualización digital de los estudiantes y así lograr los objetivos promovidos por la Digital Decade (que el 70% de los ciudadanos tengan habilidades digitales básicas para 2025) y el European Educational Area (menos del 15% de los estudiantes de octavo grado en la UE deben tener bajo rendimiento en alfabetización informática y de la información)? Los profesores enfrentan grandes desafíos al impartir competencias digitales, tal como destaca el EU Framework for the Digital Competence of Educators. Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de 2018 encontró que, en promedio, menos del 40% de los educadores en la UE se sentían preparados para usar tecnologías digitales en la enseñanza, con divergencias entre los Estados miembros de la UE.

El problema de las habilidades digitales en la escuela está vinculado con la alfabetización informacional y la desinformación. La mayoría de los estudiantes de secundaria no son capaces de evaluar la fiabilidad de lo que leen en línea, de localizar información y navegar de manera autónoma. Los algoritmos utilizados por los sitios de redes sociales y los portales de noticias pueden ser potentes amplificadores de sesgos o desinformación, la exposición diaria a datos digitales impulsados en gran medida por algoritmos inescrutables crea riesgos claros y requiere más que nunca el pensamiento crítico y la capacidad de participar de manera positiva y competente en el entorno digital. El Flash Eurobarometer 464 (2018) destaca la baja confianza en las noticias publicadas en redes sociales en línea (19%) y la alta percepción de encontrar información tergiversada en línea (68%).

Según el Digital Education Action Plan 2021-2027, los maestros y educadores escolares continúan desempeñando un papel vital en el empoderamiento de los jóvenes para que se beneficien y contribuyan al debate y la discusión en línea como parte del proceso democrático. El Plan destacó la importancia de mejorar la alfabetización mediática y las habilidades de pensamiento crítico para crear conciencia sobre los riesgos relacionados con la fiabilidad de las fuentes de información; las capacitaciones deben proporcionar a los estudiantes las competencias y valores necesarios para acceder, interpretar, producir y utilizar información digital y otros contenidos mediáticos de manera segura y responsable.

Desde la elevación de escudos contra la desinformación en 2015 (EUVSDisinfo), se han propuesto varias iniciativas educativas; sin embargo, la introducción directa de la alfabetización informacional digital en la educación formal como una asignatura separada no se ajusta a los horarios de los maestros, convirtiendo incluso iniciativas educativas inspiradas en meras catedrales en el desierto. Los resultados muestran (Curriculum Overload; OCDE) que una mejor práctica alternativa es traducir las necesidades sociales en temas transversales y/o competencias transversales e integrarlas en materias o áreas de aprendizaje existentes, en lugar de crear nuevas.

Considerando el contexto descrito hasta ahora, el proyecto Past Continuous proporcionará un kit de herramientas para profesores y una plataforma virtual diseñada para combinar los resultados del aprendizaje de la historia con la adquisición de habilidades de alfabetización informacional digital, con el fin de que los profesores de escuelas adquieran las competencias necesarias para incluir las necesidades sociales actuales en las materias escolares ordinarias y, así, estar equipados para evitar la desinformación.