Escribirse: la autobiografía como sanación de uno mismo
Este texto trata de abordar algunos de los temas e ideas que se han considerado más relevantes del libro. En concreto, se presenta la doble naturaleza de la autobiografía, como proceso sanador de uno mismo y como un camino pedagógico-formativo. Además, se definirá el propio concepto de autobiografía sobre el cual se desarrolla toda la obra del autor.
¿Es posible sanar nuestras vivencias a partir de la escritura? ¿Y en concreto, de aquella relacionada con uno mismo? ¿Escribir nos ayuda? ¿Y escribirnos? Duccio Demetrio, el autor del libro “Escribirse. La autobiografía como curación de uno mismo” trata de dar respuesta a tales preguntas. Nos presenta la escritura de uno mismo como un ejercicio que contribuye al desarrollo de un pensamiento interior y autoanalítico que tiene la potencialidad de ser aplicada como terapia psicológica. Un viaje formativo que dota de sentido nuestra existencia y que nos permitirá explicar el mundo y explicarnos a nosotros mismos.
La autobiografía
Ante la necesidad que tenemos de explicar lo que nos pasa en nuestro día a día, surge el pensamiento autobiográfico, que el autor define como:
“Ese conjunto de recuerdos de nuestra vida pasada, de lo que hemos sido y hemos hecho, es una presencia que a partir de cierto momento nos acompaña el resto de nuestra vida. Es una compañía secreta, meditativa, que sólamente comunicamos a los demás a propósito de ciertos recuerdos, excepto si la convertimos en una finalidad de vida” (Demetrio, 1999)
Este pensamiento autobiográfico “además de convertirse en un proyecto narrativo completo”, dota de sentido nuestra vida y permite transformar las vivencias y relatos del pasado en pasión por la vida posterior. Relatarnos nos hace sentir mejor y liberarnos de aquellas cargas que tenemos con nosotros mismos y es por este motivo que el autor lo propone como “curativo”. A su vez, también plantea la autobiografía como un viaje formativo que empieza en los albores de nuestros procesos de formación con las relaciones interpersonales y que se aleja de la intención de ser un ajuste de cuentas con el pasado.
El relato que cura
El autor dedica todo un capítulo a la importancia del relato como fuente de sanación. Y empieza con una mención histórica a las diferentes culturas antiguas que tenían “la escritura de las memorias” como un mecanismo poderoso que otorgaba sensación de bienestar, paz y compasión. La reminiscencia y, posteriormente, la compasión en el cristianismo es comparable a una sensación de liberar sentimientos cuando pedimos perdón o reconocemos nuestra propia culpa.
Los estoicos y epicúreos, lo primeros padres de la Iglesia (San Agustín, Santa Teresa y San Ignacio), también sus herederos latinos (Séneca y Marco Aurelio) entre otros pensadores y filósofos (Michel de Montaigne, Rousseau i Foucault) han sido algunos de los autores que han dejado constancia con sus escritos, cartas y recuerdos del valor terapéutico de los mismos.
Demetrio propone cinco condiciones para sentirse bien con la propia historia y con el proceso autorreflexivo:
Evanescencias
Consiste en sentir placer al recordar. Normalmente aparecen difuminadas en nuestro interior las imágenes, pensamientos y percepciones que configuran el recuerdo como una vivencia de alegría melancólica, no siempre de experiencias felices. Por lo que se debería transfigurar el recuerdo para hallar en él refugio y “aunque no siempre sea agradable el hecho de amar y transformar los recuerdos […] es la prueba de que aceptamos, cualesquiera que hayan sido, los puntos de anclaje.”2
Convivencias
Ésta consiste en comunicar a los demás las historias evanescentes, no solamente por el placer que conlleva relatar y cautivar a los demás con nuestras aventuras, sino también porque la ausencia de escucha y las miradas que se desvían hacia otro lado configuran situaciones de frustración y malestar. El valor de la amistad pasa por poner en comunidad aquellos relatos que conforman nuestras vivencias, constatando la importancia de la comunicación en una convivencia.
Recomposiciones
Es la sensación de “unificarnos” que nos transmiten el recuerdo o el relato, un poder
que el autor denomina “recompositivo”.
Una idea de universo interior que se ha ido construyendo a lo largo de los años a partir de las vivencias y los recuerdos, que está unificado gracias a dos condiciones: una misteriosa chispa que enciende los circuitos entre los lugares de la memoria y la constatación de que el diálogo entre los distintos puntos de la memoria es útil y beneficioso.
Invenciones
La invención es “la creatividad que surge de los juegos de conexiones, los cuales acaban dotándolos de una red inmaterial que tiene el curioso poder de contener y economizar todo lo que somos, precisa, llegada a este punto, una línea de conducta”.3
Este proceso consistirá en “ir hacia otro sitio” aplicando un distanciamiento creativo que nos permita observarnos desde fuera y analizar nuestra vida como si fuésemos otra persona. Siendo esta historia una verdadera “fiction”, dado que cuando la narramos a los demás, lo hacemos relatando nuestras múltiples vidas posibles y fantasiosas. Por este motivo, se considera importante escribir los hechos como creemos que se han caracterizado y sucedido hasta el momento presente (imaginario autobiográfico), y por el otro, tener en cuenta que podemos manipular con imaginación nuestra existencia.
En el momento que escribimos, se asiste a una transmutación que nos multiplica y transforma en otros personajes, en más de una vida y de una identidad, constatando la multiplicidad de nuestros yos. Gracias a esto, podemos escribir con total libertad, y aunque existe la posibilidad de caer en una peligrosa despersonalización, el autor defiende que el poder autobiográfico consiste en esto.
Despersonalización
Todavía hoy, muchos escribimos poesías, relatos, diarios, cartas y textos para liberarnos de tensiones, obsesiones, ansias o miedos. Por ello se afirma que la escritura ha sido y es una medicina para el alma, desde un punto de vista artística y terapéutica.
Dicha autobiografía, sistemática y con una organización meticulosa, debería poder definir qué se entiende por “sí mismo” según Jerome Bruner. A demás de trascender nuestras particularidades e incluir la de los demás: familiares, amigos, conocidos, colegas, hijos, etc. Es así como el autor propone esta despersonalización, puesto que al ocuparnos de las historias ajenas con esta metodología de curación-autoformación, la investigación que resulta es más plena.
Un viaje formativo y pedagógico
El poder de la autobiografía que el autor nos presenta no corresponde a un deseo de la persona por explicarse desde la añoranza y con cierta preocupación agonizante. Además, la idea que hay detrás de esta práctica va más allá, y no solamente incluye la vertiente de la sanación, sino también la dimensión formativa y pedagógica que adquiere un significado realmente importante, categorizándola incluso como “el viaje de formación más importante que podemos emprender”. 4
Este poder transformador tiene el inicio en la pregunta. En las preguntas que uno mismo se realiza antes de empezar a escribirse y que ahondan en los orígenes de nuestros procesos formativos. Un camino que busca apropiarse de significado para poder explicarse y explicar el mundo que nos rodea. Relacionado a su vez con una pedagogía de la interioridad del ser que tiene que ver con el autoanálisis, la creatividad y la autopoiesis.
El autobiógrafo, en una dialéctica temporal donde vuelve al pasado y va hacia el futuro, realiza un ejercicio crítico a partir de crear, inventar e imaginar. Este proceso es continuo en el tiempo, y se empieza cada vez que nos proponemos aceptar los cambios y dirigirnos hacia lo desconocido, prestando atención a las diferentes aristas de una situación que habían quedado ocultas. Y no solamente desde una visión personal e individual, sino contextualizada y entretejida con las historias de los demás. De aquí, que esta técnica el autor categoriza como:
“una metodología humanista y activista que […] se vincula con la tradición pedagógica antigua y contemporánea que privilegia el contacto directo con las cosas y con los demás, el aprendizaje de la experiencia, el dialogo no simulado sino real, el conflicto como momento inevitable del acuerdo y la mediación plurilateral, el favorecimiento de una maduración simultánea de la mente y el cuerpo” (182).
Demetrio (1999 )
Se dota la autobiografía de una vocación educativa y pedagógica que pone al individuo en el centro de su camino para que logre responsabilizarse de su vida y otorgarle significado.
Conclusiones
La narrativa autobiográfica que nos presenta Duccio Demetrio en su obra consiste en un proceso complejo y paradójico con gran potencial transformador. A partir del análisis de los relatos y las memorias personales que vivimos, es que podemos comprender nuestros procesos educativos, hasta sentir placer al recordarlos.
Este camino autoformativo es constante. Empieza en uno mismo y se expande a los demás a medida que éstos se incluyen en la propia narrativa, creando un sentimiento de comunidad con las relaciones que construimos en el día a día. Una nueva forma de entendernos y de generar vínculos más sanos con nuestra historia es posible si se reconoce la técnica autobiográfica y el doble potencial de sanación – formación que tiene. Así lo demuestra el autor en este libro.
Lluna Ferrer Cañas
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Referències bibliogràfiques
Demetrio, D. (1999). Escribirse. La autobiografía como curación de uno mismo. Barcelona: Paidó