Selma Santiago ha formado parte de la 1a promoción del Máster Universitario en Gestión Cultural de la Universidad de Barcelona. Es del Brasil y actualmente es consultora para la UNESCO. En los últimos tiempos ha publicado el libro Gestão da Cultura para o Desenvolvimento de Cidades
¿Actualmente a qué te dedicas?
En estos momentos estoy trabajando como consultora para la UNESCO. Al mismo tiempo, soy profesora de formación de Gestión Cultural en algunas universidades de Brasil para la formación de los Secretarios de la Cultura de las diferentes ciudades brasileñas. Anteriormente, trabajé para el Ministerio de la Cultura coordinando un programa del proyecto “Mais Cultura” -que trabaja en favor del reconocimiento de la cultura como una necesidad básica para todos los brasileños-
¿Cuál fue el motivo por el qué escogiste el Máster en Gestión Cultural de la UB?
Empecé haciendo teatro de calle y más adelante dejé el teatro para pasar a la producción. Después me atrajo muchísimo la temática de la política cultural, realizar proyectos culturales y construir una programación. Estudié un posgrado de gestión de productos y servicios culturales en Ceará –Brasil- y deseaba hacer un máster, pero en mi país no había un máster en gestión cultural. Entonces mi profesora Cláudia Leitão me sugirió el de la Universidad de Barcelona y por eso vine aquí a realizar el máster.
¿Recuerdas qué asignatura te fue más útil y cuál té dio más herramientas?
Las asignaturas de «Política Cultural, Marc Econòmic i Estructura dels Sectors Culturals» y «Turisme Cultural» me ayudaron mucho. Al mismo tiempo, fui de oyente a la de «Anàlisi de Públics i Polítiques de Programació» de Jaume Colomer y fue muy interesante y muy importante para mí.
¿El Máster te sirvió para despegar a nivel profesional?
Sí, con certeza. Cuando estudias en otro país conoces como es la formación en el extranjero, pero además conoces otra cultura y esto es muy relevante. En Brasil, las personas cambian de ciudad, pero, en general, no cambian de país, no es como en Europa que hay mucha más movilidad.
El hecho de conocer otras culturas y otras formas de organización me sirvió mucho porqué, además, en mi país la gestión de la cultura está muy cerca del desarrollo social, y por lo tanto venir aquí me dio otro punto de vista. En Brasil hay otras necesidades y otras preocupaciones y volver con las ideas de la economía de la cultura y del desarrollo económico fue muy importante para mí. Ahora tengo un Máster en Gestión Cultural que en Brasil aún es extraño… [Risas].
¿Qué recuerdas de tu paso por Barcelona? ¿Te gustó la ciudad?
Me gustó desde el primero hasta el último día, hasta hoy cuando vuelvo. Siempre digo que quiero volver a Barcelona y volver a vivir aquí. Quién sabe si podría venir a aquí para hacer el Doctorado, lo estoy pensando. Me gusta mucho porqué es una ciudad muy abierta.
¿Tienes alguna curiosidad o alguna anécdota que te gustaría contar?
Yo me quedo con el grupo que hicimos. Como éramos la primera promoción del Máster Oficial hicimos mucha piña y estuvimos muy próximos entre nosotros. Hasta hoy somos amigos. Desde hace 5 años que no vuelvo, pero mantenemos el contacto por Internet y siempre hablamos e intercambiamos ideas y tenemos un feedback constante. De hecho, este viernes hemos quedado todos para cenar [risas].
¿Fue muy enriquecedor compartir clase con gente que proviene de realidades culturales tan diversas?
Sí, sin duda. Además lo más interesante es que ves que los problemas son muy parecidos y las soluciones también. Nos dimos cuenta que somos más parecidos de lo que pensábamos. La forma de pensar la gestión cultural acercando lo social, lo cultural, lo económico y lo simbólico es la mejor fórmula.
En Brasil, cuando el cantante Gilberto Gil fue Ministro de Cultura implementó unas políticas dónde la cultura tenía que tratar con la condición simbólica, económica y social. Yo creo que el Máster reúne las tres cosas y es la mejor forma, porqué así atiende a las necesidades de todos los países. Té da una visión global de la gestión cultural.
Entrevista realizada por Pol Gil Marimón