Marina Landa, exalumna del Máster en Gestión Cultural de la Universidad de Barcelona, comunicadora y creativa donostiarra, inicia su ensayo bajo una hipótesis general que manifiesta que “El euskera no tiene una posición igualitaria en el sector cultural de Donostia en comparación al castellano”
Dicha hipótesis nace de su propio pensamiento crítico y reflexivo y de sus vivencias personales en referencia a la temática en cuestión y para desarrollar su documento, parte de contextualizar al lector en la problemática que, según su perspectiva, es evidente en Donostia con relación a la representación de la lengua propia en la escena cultural del territorio.
Para Marina, un producto artístico, independientemente de su disciplina, está pensado en una lengua, en la lengua de la persona creadora y, por supuesto, en la lengua de quien la observa, la vive y la recrea en su mente. De tal manera que una creación hecha en París no es igual a una creación hecha en Bilbao pues sus valores intrínsecos están determinados por el hecho de nacer en un lugar determinado.
Desde esta perspectiva, las políticas culturales y la programación artística y cultural de un territorio monolingüe como Madrid no son equivalentes a las de un territorio bilingüe, como es el caso de Gasteiz. De esta manera, es necesaria la reflexión que genere el respeto y la promoción de los derechos lingüísticos de toda la ciudadanía, incluida las minorías, tal como las Naciones Unidas, basándose en los Derechos Humanos, lo manifiestan.
A partir de su valiosa y pertinente indagación y las dificultades que esta generó para obtener la información, Marina Landa concluye entre tantas cosas que la programación cultural de la ciudad en euskera no es igualitaria a la programación en castellano por mucho que los equipamientos estén realizando acciones positivas al respecto.
Al mismo tiempo, es necesario recalcar que los equipamientos privados y públicos no tienen el mismo papel en el fomento de la lengua, siendo el sector público quien actúa como líder de este proceso.
Finalmente manifiesta que es esencial que las políticas públicas y culturales diseñen un camino común que promueva que haya más hablantes y por otro lado que deje de mostrar el euskera como una lengua secundaria proveniente del folklore y con olor a antigüedad.
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